12 abril, 2006


LA CIENCIA MEDICA EN EL CENTRO DEL DOLOR Y MUERTE DE CRISTO
Por: Luis Ernesto Chacón Delgado

“El egoísmo destruye el mundo; él es la verdadera puerta de entrada de la muerte, su poderoso estímulo. En cambio, el Crucificado es la puerta de la vida. Él es el más fuerte que ata al fuerte. La muerte, el poder más fuerte del mundo, es, sin embargo, el penúltimo poder, porque en el Hijo de Dios el amor se ha mostrado como más fuerte. La victoria radica en el Hijo y cuanto más vivamos como él, tanto más penetrará en este mundo la imagen de aquel poder que cura y salva y que, a través de la muerte, desemboca en la victoria final: el amor crucificado de Jesucristo”. Joseph Ratzinger.

A los 33 años Jesús, el hijo de María y José; fue condenado a muerte sin tener culpa alguna. El hombre que llegó un día despojándose de su Realeza y Divinidad para compartir su humanidad entre nosotros, que había sembrado amor y las más altas aspiraciones morales y éticas de una convivencia superior; se enfrento a las huestes del mal en su hora cumbre. El averno celebró su muerte por poco tiempo y ante la estupefacción del mundo de entonces, el de hoy y contoda seguridad del mañana; fue capaz de vencer a la muerte, y al vencerla sustentó nuestra fe; resucitando al tercer día tal y conforme lo había anunciado ante sus discípulos. La "peor" muerte de la época, aplicada solo a los más feroces criminales de entonces, no pudo con Cristo y Él; hoy como ayer está glorioso entre nosotros, por lo siglos de siglos.

Jesús traspira sangre
Hablan los evangelios de que Jesús comenzó a sudar sangre cuando oraba, en el monte de los Olivos, específicamente en el jardín del Getsemaní. Esta situación en una condición médica llamada "hematidrosis", que no es común; pero se suele dar cuando hay un alto porcentaje de sufrimiento psicológico.

Parece ser que la ansiedad severa, hace provocar una secreción de químicos que rompen los vasos capilares en las glándulas sudoríparas. Por tal condición, se presenta una cantidad de sangrado en las glándulas y el sudor sale mezclado con sangre. Esto provoca que la piel quede frágil de modo que cuando Jesús fue flagelado, su piel ya estaba muy sensible.

El acto de la flagelación
Las flagelaciones romanas eran conocidas por ser terriblemente brutales, ya que de una manera general, consistían en treinta y nueve latigazos. El verdugo, usaba un látigo con tiras de cuero trenzado en cuyos extremos tenías adosadas bolas de metal entretejidas. Cada vez que el látigo golpeaba la carne, las bolas generaban mayúsculos moretones y contusiones, las mismas que se abrían con los demás golpes. En relación con el látigo, este tenía pedazos de hueso afilados, los que tenían como misión el cortar la carne.

La espina dorsal quedaba expuesta, ya que la espalda quedaba tan desgarrada debido a cortes profundos Los hombros recibían los latigazos, que pasaban por el nivel de la espalda, las nalgas, y las piernas. Durante el lapso que duraba la flagelación, las laceraciones alcanzaban hasta los músculos y generaban temblores de carne sangrante. En esta condición, las partes internas quedaban al aire, conjuntamente con los músculos, tendones y las entrañas.

El cuerpo de la víctima, podía experimentar un dolor tan grande, que terminaría con una conmoción "hipovulémica". Es decir, que la persona sufre efectos de la pérdida, de una gran cantidad de sangre, que trae consigo que el corazón se acelere para tratar de bombear sangre que no existe. La baja de presión sanguínea provoca en estas circunstancias un desmayo o colapso, con la consabida afección de los riñones, que dejan de producir orina para mantener el volumen restante y la persona comienza a sentirse sedienta porque el cuerpo ansía fluidos para reponer el volumen de sangre perdido.

En la ruta del Calvario
Sabemos que a estas alturas Jesús, se hallaba en una situación y/o condición "hipovólemica", conforme ascendía por la pendiente, hacia el Calvario, con la cruz a cuestas . Tambaleante; Jesús se desplomó y un soldado romano le ordeno a Simón que llevara la cruz por él. Mas tarde, Jesús dice "Tengo sed" y en ese momento se le ofrece un trago de vinagre.

El Instante de la Crucifixión
El final de Jesús, fue todavía peor que la crucifixión común. En aquella época, no a todos los criminales condenados, se los clavaba en la cruz. Muchos mas bien, eran amarrados. Jesús fue acostado y clavaron sus manos en posición abierta en el madero horizontal, que era conocida con el nombre de "patibulum" . El madero vertical estaba clavado al suelo de forma permanente.

Los romanos usaban clavos que eran de entre trece a dieciocho centímetros de largo, afilados en una punta aguda y se clavaban por las muñecas. El nervio mediano, era atravesado. Este nervio, es el nervio mayor que sale de la mano y quedaba triturado por el clavo que lo martillaba. Este dolor es similar al que uno siente cuando se golpea accidentalmente el codo y se da en ese huesito (en el nervio llamado cúbito), pero ahora imagine tomar un par de pinzas y presionar hasta triturar ese nervio, ese dolor es similar al que Jesús experimento. Al romper ese tendón Jesús y por tener sus muñecas clavadas, fue obligando a forzar todos los músculos de su espalda para poder respirar. El dolor era tan insoportable que literalmente no existían palabras para describirlo. Se tuvo que inventar una nueva palabra llamada "excruciante" (que significa "de la cruz") para describir semejante dolor.

Jesús Cuelga de la Cruz
Cuando Jesús fue alzado para unir el madero con el poste vertical se procedió a clavarle los pies. Nuevamente los nervios de los pies fueron triturados y eso debe haber causado un dolor similar al de las muñecas. En el instante de estar en posición vertical, sus brazos se estiraron brusca e intensamente, quizás unos 15 centímetros de largo y ambos hombros deben de haberse dislocado (tome en cuenta solo “la gravedad”, para sacar su conclusión), con lo que se confirmaba lo descrito en el Salmo 22 "dislocados están todos mis huesos".

Cuando la persona esta colgada en posición vertical, la muerte es lenta, muy dolorosa y terriblemente agonizante por asfixia, debido a que la presión ejercida en los músculos; pone el pecho en la posición de inhalación. Para poder exhalar, en principio; el individuo debía apoyarse en sus pies, - que para este instante estaban fijos con clavos al madero - ; para que los músculos tensionados, se alivien por un instante al menos. Cuando esto se hacía, el clavo desgarraba el pie hasta que quedaba fijado – incrustado - en los huesos tarsianos.

Después de este enorme esfuerzo para exhalar, la persona podría relajarse en cierta forma y descender para intentar inhalar otro bocado de aire. Este drama tenía que repetirlo mientras estaba con vida, para exhalar; magullando su lacerada espalda en forma reiterada, contra el áspero madero de la cruz, hasta que ya no pudiese y entonces moría. Jesús soportó este “sobrevivir”, por más de 3 horas.

Jesús Muere
Cuando una persona, a medida que reduce el ritmo respiratorio, pasa a una etapa que se conoce con el nombre de "acidosis repiratoria"; que no es otra cosa que la dilución del dióxido de carbono de la sangre, como ácido carbónico, lo que causa un aumento de acidez de la sangre. Esta situación conlleva en cuestión de un corto período a un pulso irregular. Es claro mencionar que al sentir que su corazón latía en forma errática, Jesús hubo de darse cuenta de que estaba a punto de morir, y es entonces que pudo decir: "Padre, en tus manos encomiendo mi espíritu" y murió luego de un paro cardíaco.

Incluso antes de morir la "conmoción hipovolémica" debe de haberle causado un ritmo cardíaco acelerado sostenido, contribuyendo al paro cardíaco, lo cual dió por resultado la acumulación de fluido en la membrana que rodea al corazón, llamada "efusión pericárdica", al igual que alrededor de los pulmones, llamada "efusión pleural".

El Corazón de Jesús es Traspasado
Por aquellos tiempos, los soldados quebraban las piernas de los crucificados para acelerar la muerte, usaban para ello, una especie de lanza romana para descolgar los huesos de la parte inferior de las piernas. Esta acción, impedía que la persona empujara hacia arriba con las piernas para poder respirar; sin este movimiento la muerte llegaba presta en poco tiempo.

Solemos leer en el Nuevo Testamento, que los huesos de Jesús no fueron quebrados o rotos, como si ocurrió con los otros crucificados. Esto sucedió así porque los soldados, confirmaron que Jesús había muerto. Así se cumplió la escritura de Antiguo Testamento acerca del Mesías, donde se lee que ninguno de sus huesos sería quebrado. Para confirmar esta muerte, un soldado romano le clavó la lanza en su costado derecho, atravesando el pulmón derecho y penetrando su corazón. Por ello, cuando se retiró la lanza, salió un fluido claro, como el agua; seguido de un gran volumen de sangre, conforme lo describe Juan, uno de los testigos presentes, en su Evangelio.

También hay que mencionar, las terribles humillaciones que sufrió por el desprecio y las miles de burlas, cargando su propia cruz por casi dos kilómetros, mientras el gentío le escupía el rostro y le lanzaba piedras. Hay que señalar que la cruz pesaba cerca de 30 kilos, sólo en su parte horizontal; región en la que clavaron sus manos.

Conclusiones de la Autopsia de Jesús.
”...Conociendo la lenta agonía y el mantenimiento de la conciencia casi hasta el último instante, en base a todas las consideraciones anteriormente expuestas, obtenemos las siguientes conclusiones médico-legales como las más probables:

Causa inmediata de la muerte: hipoxia-anoxia (hipoxia es disminución de la concentración de oxígeno en la sangre, y anoxia es la ausencia total de oxígeno en la misma) cerebral consecuencia de hipovolemia (disminución del volumen de sangre) post-hemorrágica, de insuficiencia respiratoria mecánica (incapacidad para respirar adecuadamente por falta de movilidad) por graves lesiones en músculos intercostales, y de insuficiencia cardiaca.

Causa fundamental de la muerte: múltiples heridas inciso-contusas, equimosis, erosiones, excoriaciones y hematomas en la parte anterior y posterior del tronco.

Origen de la muerte: criminal.” Así termina de manera concluyente, esta "autposia" al cuerpo de Jesús, basado estrictamante en los evangelios, las citas históricas y toda la documentación compartida para el rodaje de la pelicula "La Pasión de Cristo" de Mel Gibson. El Dr. José Antonio Lorente, es catedrático de la Universidad de Granada y profesor titular de la especialidad de Medicina Legal y Forence.

Si pudimos apreciar la película, sabremos que es solo una película que usó toda la información rigurosamente compilada, para llevar a la pantalla tan execrable actitud contra Jesús y que no sólo queda allí, pues es capaz de hacernos sentir co - partícipes de la misma. Sacarnos lágrimas y gritos de horror, que resuenan en nuestro corazón, que expiado ya; se conduele con el drama de Jesús y sufre con Él y puede ver también en María el afronte de mujer, hasta el mismo momento de su muerte, ya que; la espada del dolor atravieza su corazón de madre.

Si más bien, por un instante la visión de ella (la película), evoca en nosotros, la verdadera PASION DE CRISTO, entonces tenemos que saber per sé; que la realidad supera la ficción. Ése es Cristo; el Dios humano que en su paroxismo de su LOCURA DE AMOR POR TODOS NOSOTROS, acepta el trago amargo de la muerte, para darnos vida y una vida ETERNA. El ha hablado ya, en vida y lo sigue haciendo hasta en su propia muerte. ¿Que esperamos amigos míos?. ¿Será tal vez otra SEMANA SANTA, para un "picnic", o una trivialidad más que nos engañe el alma y nos haga sentir bien por unos pocos segundos y luego de ello sigamos peor que cuando empezamos. Ustedes, tú decides.

"En verdad, apenas habrá quien muera por un justo; por un hombre de bien tal vez se atrevería uno a morir; mas la prueba de que Dios nos ama es que Cristo, siendo nosotros todavía pecadores, murió por nosotros. ¡Con cuánta más razón, pues, justificados ahora por su sangre, seremos por él salvos de la cólera!. Si cuando éramos enemigos, fuimos reconciliados con Dios por la muerte de su Hijo, !con cuánta más razón, estando ya reconciliados, seremos salvos por su vida!. Y no solamente eso, sino que también nos gloriamos en Dios, por nuestro Señor Jesucristo, por quien hemos obtenido ahora la reconciliación."
(Romanos 5,7-11)


_________________________________
BIBLIOGRAFÍA
- La Bilbia de Estudio Colombia 1994
- Joseph Ratzinger “El Señor ha resucitado verdaderamente”
- Jorge Loring "Para Salvarte"
- www.corazones.org/jesus/
- Las Siervas de los Corazones Traspasados de Jesús y María
- José Antonio Lorente Acosta Universidad de Granada.
Examen forense al “cuerpo” de Jesús