08 mayo, 2014

San Job

 
 
Oh, San Job, vos, sois el hijo del Dios
de la vida y su más admirable siervo y
santo, que, puesto a prueba por Él, nunca
dejasteis de amarlo y cada vez más y más,
a pesar de que, vos, mas dolor en vuestra
alma y cuerpo recibíais. Vuestra paciencia,
os ha encumbrado, por siempre, como eterno
paradigma del amor y de la paciencia. Y,
como erais de sencillez grande y hombre recto,
jamás dejasteis de temer a Dios y os declarasteis
enemigo abierto del mal. Hijos e hijas, una
fortuna cuantiosa en animales y servidumbre,
hicieron de vos, el hombre más rico de
vuestro tiempo. Y, entonces, permitió Dios,
que el Demonio a vos, os sometiera, a crueles
pruebas, sin quitaros la vida. Así, vuestros
rebaños perdisteis por el robo y el fuego.
Vuestra casa, reducida a escombros quedó,
matando a todos vuestros hijos. Vuestro
cuerpo, cubierto fue de úlceras y arrojado
fuisteis a un basural. “Desnudo salí del
vientre de mi madre, desnudo volveré a la
tierra. El Señor me lo dio todo y Él me lo
quitó. ¡Bendito sea el nombre del Señor!”.
Decíais vos, de increíble manera. Y, sí,
bendito sea su Santo Nombre, por siempre
jamás, porque Él, es el dueño de la vida,
y, Él, mismo, os premió con corona de luz,
como justo premio a vuestra entrega de amor;
oh, San Job, “rey de la fe y la paciencia”.
 
© 2014 by Luis Ernesto Chacón Delgado
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8 de Mayo
San Job
Ejemplo de paciencia y fe
 
Personaje bíblico admirable por su paciencia. Vivía en Arabia hacia el siglo XIV a.C. Hombre sencillo y recto, temeroso de Dios y enemigo del mal, habitaba la tierra de Hus. Tenía 7 hijos y 3 hijas y una gran fortuna en animales y servidumbre. Era el hombre más rico de la comarca.
 
El relato bíblico dice que Dios permitió que el Demonio sometiera a Job a las más rudas pruebas: hacerlo sufrir toda clase de padecimientos, menos quitarle la vida. Así, Job fue perdiendo sus rebaños por el robo, el fuego y otras calamidades; su casa quedó reducida a escombros aplastando y matando a todos sus hijos, y una enfermedad cubrió su cuerpo de úlceras y lo arrojó a un basural.
 
En medio de tantas desgracias Job no perdió su fe en Dios y exclamaba: “Desnudo salí del vientre de mi madre, desnudo volveré a la tierra. El Señor me lo dio todo y Él me lo quitó. ¡Bendito sea el nombre del Señor!”.