11 septiembre, 2005

Reflexión y Ésta es mi fe... ¿Cuál es la tuya?














He aquí; a un poeta intuitivo, tremendamente sensitivo, imprevisiblemente profetico, ecuménico que va más allá de la ecumene, más allá de lo uniiversal, lo total.

Su poesía es como una lluvia que cae en el lago apacible y tormentoso de nuestra sociedad, sus versos son la garúa constante, sonora, melodiosa y rítmica que comienzan a remover la conciencia de un mundo informático, cibernético, sensorial y cada ves más digital.

Se siente en el fondo de los versos tres momentos importantes:Un talento que ha venido al mundo con el destino de ser un hombre colectivo. Un artista que abría de sufrir su talento en un mundo que no quiso que fuera su mundo.Un hombre que fue capaz de construir su propio mundo y que ahora lo difunde, con la responsabilidad y valentía de proponer soluciones a los desesperanzados, desposeídos, a los que ya no creen mas que en lo que sus ojos ven.

Esta amalgama por la que atravesó el hombre ha convertido a Luis Ernesto en un poeta azul: que después de todos los fuegos su llama ya madura y constante toma la coloración de la grandeza, de la risa del cielo, del amor con los ojos abiertos, del canto de una madre a su niño tierno.
Su poesía se toma a veces agnóstica, otras veces gnóstica, algunas son dialécticas, le importa y a veces no le importa el conocimiento, siempre y cuando después de todo exista la capacidad de sentir, de percibir y de reflexionar la realidad como un acto de volver a reflejar lo sentido para digerirlo; es por ello que en REFLEXIÓN se consagra como el paladín de la ternura, el culterano de la esperanza, del combate, el rostro del que cualifico su mundo para ponerlo al servicio de una causa: La humanidad, a través de Dios, por el camino de la vida abierto por el cristianismo del propio Cristo. REFLEXIÓN es como su nombre: el reflejo de las preguntas que nos hacemos a diario, quedamente sin respuestas.

Preguntas que las vamos dejando en el camino y que alimentan la duda y la afasia en los hombres, preguntas tan sencillas y humanas que no las tomamos en cuenta que hacen que aparezcan formas extrañas que consumen el mundo y se agazapan detrás de los instintos, se tragan el llanto sin dolor, en medio de mieles siderales frente a ello, en ese momento aciago, se presenta Luis Ernesto, como un guerrero y dice "¡DETENTE VORÁGINE! YO ME ENTREGO". Pero no se entrega desnudo e infantil cual político recién llegado; se presenta con la profunda fe cristiana que va más allá de los estamentos.

Hay también una definición de la poesía en el canto XCI y describe un tipo de peruanidad en el canto LXXVIII luego magistralmente se despide con una forma de humanidad en el CANTO CI.

En "ESTA ES MI FE... ¿CUAL ES LA TUYA?", su cristianismo es filosófico y no político, sin rencor y sin venganza, sin miedo y sin mortaja proclama su sed y su verdad que ya es verdad, una más para escoger el camino correcto desde siempre, por eso no me cansaré de decir que es Luis Ernesto un guerrero de la fe, cuya arma es la ternura y la esperanza.

Que más se puede descubrir cuando se está casi muerto, casi sin aliento si no es algo como la fe profunda sostenida en un Dios que siempre esta presente, desde el inconsciente hasta el pitecántropo, en el alfa y omega. Que más se puede dar a un hombre que ha caído a las profundidades de la sociedad injusta. Que más puede tener un hombre después de haber saboreado la hiel del prójimo, en los momentos más difíciles y duros de la vida.

No existe algo más alentador que la acción de fe que hace descubrir el camino de salida de la trampa que nos fue llevada (y a veces nos llevamos sin quererlo y otras veces queriéndolo que es más necio). Así es la poesía filosófica de Luis Ernesto.

La técnica y la metáfora es melódica, sencilla, accesible y fácil tiene la forma y el compás de las ondas cíclicas de la frecuencia modulada, cuando se lee un poema da la impresión que una gota de agua hubiera caído en el remanso del corazón cuando esta en reposo, ya sea por su tristeza o por su alegría, esas ondas tocan el fondo por que laten al ritmo de un corazón en estado reflexivo.Una palabra esta ligada a la otra tan dulce y suavemente sin una línea quebrada todos los versos son espiralados y tridimensionales; recorren lo largo, lo ancho y lo alto del espíritu.

Por último, creo definitivamente que Luis Ernesto Chacón Delgado, escribe por que siente y percibe, por que digiere en su ser una manera de ser, una necesidad de la sociedad de realizarse, no es su mano la que escribe es la mano de la colectividad generada, es decir es la mano de Dios.
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(*)Númitor Hidalgo
Escritor