
¡Oh! San Lázaro, vos, sois el hijo del Dios de la Vida
y su amado santo y el amigo fiel de Jesús, hermano de Marta
y María, a quien resucitó de entre los muertos. “Lázaro”
quiere decir “Dios ayuda”, y el Evangelio, muestras da
evidentes de cómo Jesús planificó el de vuestro nombre.
Vos, fuisteis amigo de Jesús, y el de ser, vivo actor de
uno de sus milagros increíbles: volver a la vida de uno
que se contaba entre los muertos. «Señor, si hubieras
estado aquí, no habría muerto mi hermano», dijo una de
vuestras hermanas a Jesús. Al enfermar vos, Lázaro, y al
ver que vuestra vida corría peligro, vuestras hermanas
enviaron a alguien a buscar a Jesús, con un mensaje de
amor y a la vez de tristeza lleno: «Señor, el que tú amas,
está enfermo», y entonces Jesús, de un momento a otro
regresa a Judea, y les dice a sus discípulos: “Lázaro,
nuestro amigo, se ha dormido; pero voy a despertarlo».
Luego de cuatro días llegó a Betania, y viendo el dolor
por la muerte de su amigo, se compadeció y lloró, tanto
que los judíos que lo vieron dijeron: “¡Cómo lo amaba!”.
¡Cuán grande era el amor de Jesús por vos! ¡Cuán dolorosa
es la muerte incluso para el Dios hecho Hombre! Pero,
al mismo tiempo, ¡qué grande es el poder de Dios! Jesús,
llegando al lugar del sepulcro, os gritó: «“¡Lázaro, ven
afuera! Y vos, salisteis, ligados vuestros brazos y
vuestras piernas con vendas, y vuestro rostro envuelto
en un sudario. Jesús les dijo a las gentes: «Desatadlo,
y dejadlo ir». Y así, vos, recibisteis de Dios una “nueva
vida” y vuestra amistad con Jesús “transformaron” vuestra
existencia. Fuisteis alzado sobre la muerte, para que
creamos en la gloria de Dios, para que confiemos en que
la muerte no tiene última palabra y para que, nuestra
esperanza sea inextinguible. Vuestra resurrección,
antecede a la resurrección de vuestro amigo y, también
a la nuestra. Recordad hermanos, Jesús ha dicho: «Yo soy
la resurrección y la vida, El que cree en mí, aunque
muera, vivirá; y todo el que vive y cree en mí, no morirá
jamás”. Y, vos, Lázaro habéis sido uno en aquél tiempo;
¡Oh! San Lázaro, «testigo vivo del poder del Dios Vivo».
y su amado santo y el amigo fiel de Jesús, hermano de Marta
y María, a quien resucitó de entre los muertos. “Lázaro”
quiere decir “Dios ayuda”, y el Evangelio, muestras da
evidentes de cómo Jesús planificó el de vuestro nombre.
Vos, fuisteis amigo de Jesús, y el de ser, vivo actor de
uno de sus milagros increíbles: volver a la vida de uno
que se contaba entre los muertos. «Señor, si hubieras
estado aquí, no habría muerto mi hermano», dijo una de
vuestras hermanas a Jesús. Al enfermar vos, Lázaro, y al
ver que vuestra vida corría peligro, vuestras hermanas
enviaron a alguien a buscar a Jesús, con un mensaje de
amor y a la vez de tristeza lleno: «Señor, el que tú amas,
está enfermo», y entonces Jesús, de un momento a otro
regresa a Judea, y les dice a sus discípulos: “Lázaro,
nuestro amigo, se ha dormido; pero voy a despertarlo».
Luego de cuatro días llegó a Betania, y viendo el dolor
por la muerte de su amigo, se compadeció y lloró, tanto
que los judíos que lo vieron dijeron: “¡Cómo lo amaba!”.
¡Cuán grande era el amor de Jesús por vos! ¡Cuán dolorosa
es la muerte incluso para el Dios hecho Hombre! Pero,
al mismo tiempo, ¡qué grande es el poder de Dios! Jesús,
llegando al lugar del sepulcro, os gritó: «“¡Lázaro, ven
afuera! Y vos, salisteis, ligados vuestros brazos y
vuestras piernas con vendas, y vuestro rostro envuelto
en un sudario. Jesús les dijo a las gentes: «Desatadlo,
y dejadlo ir». Y así, vos, recibisteis de Dios una “nueva
vida” y vuestra amistad con Jesús “transformaron” vuestra
existencia. Fuisteis alzado sobre la muerte, para que
creamos en la gloria de Dios, para que confiemos en que
la muerte no tiene última palabra y para que, nuestra
esperanza sea inextinguible. Vuestra resurrección,
antecede a la resurrección de vuestro amigo y, también
a la nuestra. Recordad hermanos, Jesús ha dicho: «Yo soy
la resurrección y la vida, El que cree en mí, aunque
muera, vivirá; y todo el que vive y cree en mí, no morirá
jamás”. Y, vos, Lázaro habéis sido uno en aquél tiempo;
¡Oh! San Lázaro, «testigo vivo del poder del Dios Vivo».
© 2025 by Luis Ernesto Chacón Delgado
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17 de diciembre
San Lázaro
Amigo de Jesús y Patrono de moribundos y necesitados
Cada 17 de diciembre es la fiesta de San Lázaro de Betania, amigo cercano de Jesús, hermano de Marta y María, a quien el Señor resucitó de entre los muertos. “Lázaro” quiere decir “Dios ayuda”, y el Evangelio da muestras evidentes de cómo Jesús llenó de sentido aquel nombre. Lázaro de Betania recibió la gracia de ser el protagonista de uno de los milagros más impresionantes realizados por Jesucristo: que uno que se contaba entre los muertos vuelva a la vida. Por ese milagro, el que era amigo cercano de Jesús se convirtió en primicia de la propia resurrección de nuestro salvador, Jesucristo.
“Señor si hubieras estado aquí, no habría muerto mi hermano" (Jn 11, 21)
De acuerdo al Evangelio de Juan (Jn 11, 1-44), Lázaro había enfermado gravemente. Al ver que su vida corría peligro, sus hermanas, Marta y María, enviaron a alguien al lugar en el que se encontraba Jesús con el siguiente mensaje: "Señor, el que tú amas, está enfermo".
Llama la atención que Jesús no haya acudido de inmediato al encuentro del amigo. Por el contrario, permanece donde estaba hasta que súbitamente decide regresar a Judea. De pronto, dice a sus discípulos: “Lázaro, nuestro amigo, se ha dormido; pero voy a despertarlo" -con esto el Señor hacía referencia a la muerte de Lázaro y no a que estuviese durmiendo, como pensaron los discípulos-.
"Jesús se echó a llorar" (Jn 11, 35)
Recién, cuatro días después, el Señor Jesús llega a Betania. Allí encontró a Marta y a María y, viendo su dolor por la muerte de su hermano, se compadeció y lloró. Al ver esto, los judíos que estaban allí presentes exclamaron: “¡Cómo lo amaba!”.
Pocos pasajes de la Escritura registran, con tanta elocuencia, los sentimientos del Señor. ¡Cuán grande era el amor de Jesús por su amigo! ¡Cuán dolorosa es la muerte incluso para el Dios hecho Hombre! Y, al mismo tiempo, ¡qué grande es el poder de Dios!
Jesús, llegado al lugar del sepulcro, gritó: «“¡Lázaro, ven afuera! Y el muerto salió, ligados los brazos y las piernas con vendas, y el rostro envuelto en un sudario. Jesús les dijo: "Desatadlo, y dejadlo ir"» (Jn 11, 43-44).
"Y todo el que vive y cree en mí, no morirá jamás. ¿Crees esto?" (Jn 11, 26)
San Lázaro es el que recibe de Dios una “nueva vida”. Él es prefigura de cuánto ama Dios a sus hijos, de cuánto el Hijo es capaz de amar a quienes lo aman.
La cercanía y amistad con Jesús “transformaron” la existencia de Lázaro completamente. Fue alzado sobre la muerte para que creamos en la gloria de Dios, para que confiemos en que ni la muerte ni el pecado tienen la palabra definitiva y para que nuestra esperanza sea inagotable. Su resurrección “adelanta” la resurrección de Cristo y, en consecuencia, también la nuestra.
"Yo soy la resurrección El que cree en mí, aunque muera, vivirá; y todo el que vive y cree en mí, no morirá jamás” (Jn 11, 25- 26).(ACI Prensa).