Texto del Evangelio (Mt 16,21-27):En aquel
tiempo, empezó Jesús a explicar a sus discípulos que tenía que ir a
Jerusalén y padecer allí mucho por parte de los senadores, sumos
sacerdotes y letrados y que tenía que ser ejecutado y resucitar al
tercer día. Pedro se lo llevó aparte y se puso a increparlo: «¡No lo
permita Dios, Señor! Eso no puede pasarte». Jesús se volvió y dijo a
Pedro: «Quítate de mi vista, Satanás, que me haces tropezar; tú piensas
como los hombres, no como Dios».
Entonces dijo a los discípulos:
«El que quiera venirse conmigo que se niegue a sí mismo, que cargue con
su cruz y me siga. Si uno quiere salvar su vida, la perderá; pero el que
la pierda por mí, la encontrará. ¿De qué le sirve a un hombre ganar el
mundo entero, si malogra su vida? ¿O qué podrá dar para recobrarla?
Porque el Hijo del Hombre vendrá entre sus ángeles, con la gloria de su
Padre, y entonces pagará a cada uno según su conducta»
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«El que quiera venirse conmigo que se niegue a sí mismo, que cargue con su cruz y me siga» Fr. Vimal MSUSAI (Ranchi, Jharkhand, India)
Hoy, consideramos que ver a Jesús y seguirle requiere tener una
obediencia madura que nos permita escuchar y ser responsables
(capaces-de-responder). Y esto sólo es posible en las personas que
verdaderamente se han liberado de los caprichos infantiles y de las
pasiones: «El que quiera venirse conmigo que se niegue a sí mismo, que
cargue con su cruz y me siga» (Mt 16,24). Escuchar y responder a la
llamada de Dios en nuestras vidas cotidianas significa ser capaces de
olvidarnos de nosotros mismos y de servir a los demás. Sólo el amor hace
factible este “riesgo” (cf. Heb 5:8-9).
Buda dice que «para
vivir una vida pura de entrega uno no debe reputar nada como propio en
medio de la abundancia». Un ejemplo es la vida familiar donde los padres
se entregan total y generosamente al bienestar de la familia, quizás
hasta el punto de olvidarse de sí mismos. Ellos procuran actuar así para
que sus hijos estén bien preparados para que tengan mejor futuro. Si es
así, además, la familia será una y unida.
Tenemos cientos de
conmovedores ejemplos de profesores, médicos, agentes sociales, personas
consagradas y santos. El Papa Francisco nos empuja a “ver” a Jesús en
nuestra vida corriente, pues «aunque la vida de una persona se mueva en
un terreno lleno de espinas y malezas, hay siempre espacio en el cual la
buena semilla puede crecer. ¡Tenéis que confiar en Dios!».
Un
grano de trigo puede liberar toda su vitalidad sólo cuando se rompe y
muere, como Jesús el cual muriendo mostró todo su amor dando la vida. El
ejemplo del grano de trigo es la vida misma de Jesús y de cada
discípulo que le sirve, que da testimonio de Él y que tiene vida en Él:
«El que pierda su vida por mí, la encontrará» (Mt 16,25). ¡Amén!
Pensamientos para el Evangelio de hoy
- «El que no se niega a sí mismo no puede aproximarse a Aquel que está sobre él. Pero si nos abandonamos a nosotros mismos, ¿a dónde iremos fuera de nosotros?» (San Gregorio Magno)
- «No se trata de una cruz ornamental, o de una cruz ideológica, sino que es la cruz del propio deber, la cruz del sacrificarse por los demás con amor. Asumiendo esta actitud siempre se “pierde” algo, pero es un perder para ganar» (Francisco)
- «Por su obediencia amorosa a su Padre, ‘hasta la muerte de cruz’ (Flp 2,8), Jesús cumplió la misión expiatoria del Siervo doliente que ‘justifica a muchos cargando con las culpas de ellos’ (Is 53,11)» (Catecismo de la Iglesia Católica, nº 623)