28 junio, 2025

Solemnidad del Sagrado Corazón de María

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28 de junio
Solemnidad del Sagrado Corazón de María 
 
Un día después de la Solemnidad del Sagrado Corazón de Jesús, la Iglesia celebra la Memoria del Corazón Inmaculado de la Bienaventurada Virgen María (sábado, 28 de junio de 2025). 
 
La contigüidad entre ambas celebraciones expresa simbólicamente la unidad existente entre el corazón de la Madre y del Hijo; al tiempo que subraya que en María todo está siempre en referencia a Jesús. Es por eso, precisamente, que la Iglesia entiende a María como camino seguro que conduce al Señor, y nos invita a conocer mejor y amar su Sagrado Corazón.
 
La celebración del Inmaculado Corazón de María está vinculada a las apariciones y revelaciones de la Virgen en Fátima, Portugal, en 1917. Dijo la Virgen en una ocasión a Lucía, una de los tres pastorcitos: “Mira, hija mía, mi Corazón cercado de espinas, que los hombres ingratos me clavan sin cesar con blasfemias e ingratitudes”.
 
Momentos claves en los últimos tiempos
 
Hay una larga historia en torno a la devoción al Sagrado Corazón de María que es posible rastrear hasta los Padres de la Iglesia, y si se sigue por esa línea, claramente es también posible remitirse a la Escritura.
 
El siglo XIX fue un siglo muy importante en el desarrollo al culto al Sagrado Corazón de Jesús y al Sagrado Corazón de María. 
 
En tiempos más recientes (s. XX), la festividad del Inmaculado Corazón de María cobró carácter universal a través del decreto Cultus liturgicus [El culto litúrgico], sobre el culto al Corazón de la Santísima Virgen María. Este decreto fue promulgado por la Sagrada Congregación de Ritos de aquél entonces (disuelta en 1969) y refrendadoel 4 de mayo de 1944. La Congregación le asignó el 22 de agosto como día propio.  por el Papa Pío XII 
 
El Misal Romano publicado tras el Concilio Vaticano II (1969), trasladó la fiesta del Inmaculado Corazón al día posterior al Sagrado Corazón de Jesús, razón por la que la celebración oscila entre el 30 de mayo y el 3 de julio. 
 
La intención del Papa Pío XII era que la Iglesia aquilate aún mejor la profundidad del amor mariano, volcado primero sobre Jesús y, por Él, al resto de los hombres, convertidos en hijos de María. Pio XII quiso hacer explícita la convicción de que “con el auxilio de la Santísima Madre de Dios, obtengan todos los pueblos la paz y la Iglesia de Cristo la libertad, los pecadores, libres de sus reatos [obligación que queda a la pena correspondiente al pecado, aun después de perdonado], y todos los fieles en fin se hagan fuertes en el amor a la pureza y en el ejercicio de las virtudes” (Decreto Cultus liturgicus). Décadas más tarde, el Papa San Juan Pablo II declaró la observancia obligatoria de esta festividad en honor a la Madre de Dios; es decir, esta memoria tiene carácter de obligatoria y no debe tomarse como opcional -ha de realizarse en todo el mundo católico-.
 
Devoción al Inmaculado Corazón
 
En una de las apariciones de la Virgen en Fátima (1917), Nuestra Señora dijo a Lucía, una de los tres pastorcitos videntes: “Jesús quiere servirse de ti para darme a conocer y amar. Quiere establecer en el mundo la devoción a mi Inmaculado Corazón”. Luego, añadió: “A quien le abrazare prometo la salvación y serán queridas sus almas por Dios como flores puestas por mí para adornar su Trono".
 
En una ocasión posterior, la Virgen dijo a los tres niños: "¡Sacrificaos por los pecadores y decid muchas veces, y especialmente cuando hagáis un sacrificio: ‘Oh, Jesús, es por tu amor, por la conversión de los pecadores y en reparación de los pecados cometidos contra el Inmaculado Corazón de María!’”.
 
La gran promesa 
 
Años después, siendo Lucía postulante del convento carmelita de las Doroteas en Pontevedra (España), la Virgen se le apareció nuevamente (1929). En aquella ocasión, María se presentó con el Niño Jesús en brazos y le mostró su corazón rodeado de espinas; luego le dijo: “Mira, hija mía, mi Corazón cercado de espinas que los hombres ingratos me clavan sin cesar con blasfemias e ingratitudes”.
 
“Tú, al menos, [continuó la Virgen] procura consolarme y di que a todos los que, durante cinco meses, en el primer sábado, se confiesen, reciban la Sagrada Comunión, recen el Rosario y me hagan compañía durante 15 minutos meditando en los misterios del rosario con el fin de desagraviarme, les prometo asistir en la hora de la muerte con las gracias necesarias para su salvación", concluyó la Madre de Dios.)ACI prensa

San Ireneo, Padre de la Iglesia y Obispo de Lyon

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28 de junio
San Ireneo
Padre de la Iglesia y Obispo de Lyon

Cada 28 de junio, la Iglesia Católica celebra a San Ireneo, Padre de la Iglesia, obispo de la ciudad francesa de Lyon y una de las figuras más importantes de los primeros siglos de la cristiandad. Ireneo fue un autor prolífico y sus obras contribuyeron a forjar los cimientos de la teología, en gran medida como parte del esfuerzo por confrontar y corregir los errores del gnosticismo del siglo II, así como de otras doctrinas que tergiversaban el mensaje de Cristo.

Ireneo fue discípulo de San Policarpo, quien a su vez fue discípulo del Apóstol San Juan.

Su escrito principal lleva el nombre de Contra las herejías, texto que compila en cinco volúmenes las refutaciones a las principales tesis gnósticas.

Gnosis y el gnosticismo del siglo II

El gnosticismo es una herejía muy antigua que plantea, en líneas generales, que la salvación del alma se obtiene a través de cierto “conocimiento”, proveniente de la mezcla de diversas doctrinas, tradiciones y creencias religiosas -en las que están incluidas verdades del cristianismo- acerca de los misterios del universo y de la naturaleza humana. Sobre la base de esta amalgama, el gnosticismo alienta a alcanzar la perfección, pero sobre la base de posturas que son, en el fondo, claramente incompatibles o contradictorias. Los gnósticos pretendieron “articular” indebidamente un camino de perfección sin el Dios verdadero, sin auténtica conversión de la mente y el corazón, y, además, en medio de su error, relegaban a todos aquellos que considerados “no iniciados”; de manera muy semejante a como los movimientos de la Nueva Era (New Age) han venido operando en las últimas décadas.

El Papa Benedicto XVI, en su catequesis sobre San Ireneo del 28 de marzo de 2007, recordaba las particularidades del gnosticismo que conoció este santo: “La Iglesia del siglo II estaba amenazada por la gnosis, una doctrina que afirmaba que la fe enseñada por la Iglesia no era más que un simbolismo para los sencillos, que no pueden comprender cosas difíciles; por el contrario, los iniciados, los intelectuales —se llamaban «gnósticos»— comprenderían lo que se ocultaba detrás de esos símbolos y así formarían un cristianismo de élite, intelectualista”. Ireneo denunció ese “cristianismo dualista” contaminado por la división -”iniciados” versus “legos”- y peligroso para la unidad de la Iglesia en torno a la verdad que le había sido confiada.

Heredero de los Apóstoles

San Ireneo nació en Asia Menor en la primera mitad del siglo II. Se desconoce la fecha exacta de su nacimiento, pero se conviene en que fue alrededor del año 125. Recibió una educación esmerada y alcanzó un gran conocimiento de las Sagradas Escrituras y el saber de su tiempo, centrado en la búsqueda filosófica. San Policarpo, obispo de Esmirna, fue su maestro y formador.

Conocemos su vida y obra gracias a las notas biográficas transmitidas por Eusebio de Cesarea en el quinto libro de su Historia eclesiástica, cuya fuente es el mismo Ireneo.

No hay plena certeza de cómo ni por qué dejó el Asia Menor y llegó a las Galias (Francia). Hay seguridad sí, de que estuvo allí en calidad de presbítero. Durante la persecución de Marco Aurelio, fue enviado con una carta para el Papa a Roma, por lo que probablemente se salvó de ser ajusticiado como muchos otros. Tras el martirio de San Potino, obispo de Lyon, Ireneo lo sucede como obispo de la ciudad.

Como pastor su labor fue notable. Se propuso dos cosas: “Defender de los asaltos de los herejes la verdadera doctrina y exponer con claridad las verdades de la fe” (Papa Benedicto XVI, audiencia del 28 de marzo de 2007).

Teólogo eminente

Durante la paz religiosa que siguió a la persecución de Marco Aurelio, el obispo repartió esfuerzos entre la sede episcopal y su labor de intelectual cristiano. Dos grandes obras suyas han llegado a nuestras manos: Contra las herejías y La exposición de la predicación apostólica. Especialmente, esta última puede ser considerada una suerte de primer catecismo de la doctrina cristiana. En el mismo sentido, el aporte del santo ha sido crucial para el establecimiento y delimitación de la denominada «regla de la fe» -lo que se expresa en el símbolo de la fe o Credo- y de su transmisión, centro de la doctrina de la Iglesia.

La tradición de la Iglesia lo cuenta entre los mártires.(ACI prensa).