Día litúrgico: Domingo VIII (C) del tiempo ordinario
Ver 1ª Lectura y Salmo
Texto del Evangelio (Lc 6,39-45): En
aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos esta parábola: «¿Podrá un
ciego guiar a otro ciego? ¿No caerán los dos en el hoyo? No está el
discípulo por encima del maestro. Todo discípulo que esté bien formado,
será como su maestro. ¿Cómo es que miras la brizna que hay en el ojo de
tu hermano, y no reparas en la viga que hay en tu propio ojo? ¿Cómo
puedes decir a tu hermano: ‘Hermano, deja que saque la brizna que hay en
tu ojo’, no viendo tú mismo la viga que hay en el tuyo? Hipócrita, saca
primero la viga de tu ojo, y entonces podrás ver para sacar la brizna
que hay en el ojo de tu hermano».
»Porque no hay árbol bueno que dé fruto malo y, a la
inversa, no hay árbol malo que dé fruto bueno. Cada árbol se conoce por
su fruto. No se recogen higos de los espinos, ni de la zarza se
vendimian uvas. El hombre bueno, del buen tesoro del corazón saca lo
bueno, y el malo, del malo saca lo malo. Porque de lo que rebosa el
corazón habla su boca».
__________________________________«El hombre bueno, del buen tesoro del corazón saca lo bueno»
+ Dr. Johannes VILAR (Köln, Alemania)
Hoy hay sed de Dios, hay frenesí por encontrar un sentido a la
existencia y a la actuación propias. El boom del interés esotérico lo
demuestra, pero las teorías auto-redentoras no sirven. A través del
profeta Jeremías, Dios lamenta que su pueblo haya cometido dos males: le
abandonaron a Él, fuente de aguas vivas, y se cavaron aljibes, aljibes
agrietados, que no retienen el agua (cf. Jer 2,13).
Hay quienes vagan entre medio de pseudo-filosofías y
pseudo-religiones —ciegos que guían a otros ciegos (cf. Lc 6,39)— hasta
que descorazonados, como san Agustín, con el esfuerzo proprio y la
gracia de Dios, se convierten, porque descubren la coherencia y
trascendencia de la fe revelada. En palabras de san Josemaría Escrivá,
«La gente tiene una visión plana, pegada a la tierra, de dos
dimensiones. —Cuando vivas vida sobrenatural obtendrás de Dios la
tercera dimensión: la altura, y, con ella, el relieve, el peso y el
volumen».
Benedicto XVI iluminó muchísimos aspectos de la fe con textos
científicos y textos pastorales llenos de sugerencias, como su trilogía
“Jesús de Nazaret”. He observado cómo muchos no-católicos se orientan en
sus enseñanzas (y en las de san Juan Pablo II). Esto no es casual, pues
no hay árbol bueno que dé fruto malo, no hay árbol malo que dé fruto
bueno (cf. Lc 6,43).
Se podrían dar grandes pasos en el ecumenismo, si hubiere más buena
voluntad y más amor a la Verdad (muchos no se convierten por prejuicios y
ataduras sociales, que no deberían ser freno alguno, pero lo son). En
cualquier caso, demos gracias a Dios por esos regalos (Juan Pablo II no
dudaba en afirmar que Concilio Vaticano II es el gran regalo de Dios a
la Iglesia en el siglo XX); y pidamos por la Unidad, la gran intención
de Jesucristo, por la que Él mismo rezó en su Última Cena.
(http://evangeli.net/evangelio/dia/2019-03-03)