Día litúrgico: Domingo XXXI (C) del tiempo ordinario
Ver 1ª Lectura y Salmo
Texto del Evangelio (Lc 19,1-10): En aquel tiempo, entró
Jesús en Jericó y atravesaba la ciudad. Un hombre llamado Zaqueo, jefe
de publicanos y rico, trataba de distinguir quién era Jesús, pero la
gente se lo impedía, porque era bajo de estatura. Corrió más adelante y
se subió a una higuera, para verlo, porque tenía que pasar por allí.
Jesús, al llegar a aquel sitio, levantó los ojos y dijo: «Zaqueo, baja
en seguida, porque hoy tengo que alojarme en tu casa».
El bajó en seguida, y lo recibió muy contento. Al ver
esto, todos murmuraban diciendo: «Ha entrado a hospedarse en casa de un
pecador». Pero Zaqueo se puso en pie, y dijo al Señor: «Mira, la mitad
de mis bienes, Señor, se la doy a los pobres; y si de alguno me he
aprovechado, le restituiré cuatro veces más». Jesús le contestó: «Hoy ha
sido la salvación de esta casa; también éste es hijo de Abrahán. Porque
el Hijo del Hombre ha venido a buscar y a salvar lo que estaba
perdido».
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«Zaqueo, baja en seguida, porque hoy tengo que alojarme en tu casa»
Rev. D. Joaquim MESEGUER García
(Rubí, Barcelona, España)
Hoy, la narración evangélica parece como el cumplimiento de la
parábola del fariseo y el publicano (cf. Lc 18,9-14). Humilde y sincero
de corazón, el publicano oraba en su interior: «Oh Dios, ten compasión
de mí, que soy un pecador» (Lc 18,13); y hoy contemplamos cómo
Jesucristo perdona y rehabilita a Zaqueo, el jefe de publicanos de
Jericó, un hombre rico e influyente, pero odiado y despreciado por sus
vecinos, que se sentían extorsionados por él: «Zaqueo, baja en seguida,
porque hoy tengo que alojarme en tu casa» (Lc 19,5). El perdón divino
lleva a Zaqueo a convertirse; he aquí una de las originalidades del
Evangelio: el perdón de Dios es gratuito; no es tanto por causa de
nuestra conversión que Dios nos perdona, sino que sucede al revés: la
misericordia de Dios nos mueve al agradecimiento y a dar una respuesta.
Como en aquella ocasión Jesús, en su camino a Jerusalén, pasaba por
Jericó. Hoy y cada día, Jesús pasa por nuestra vida y nos llama por
nuestro nombre. Zaqueo no había visto nunca a Jesús, había oído hablar
de Él y sentía curiosidad por saber quién era aquel maestro tan célebre.
Jesús, en cambio, sí conocía a Zaqueo y las miserias de su vida. Jesús
sabía cómo se había enriquecido y cómo era odiado y marginado por sus
convecinos; por eso, pasó por Jericó para sacarle de ese pozo: «El Hijo
del Hombre ha venido a buscar y a salvar lo que estaba perdido» (Lc
19,10).
El encuentro del Maestro con el publicano cambió radicalmente la vida
de este último. Después de haber oído el Evangelio, piensa en la
oportunidad que Dios te brinda hoy y que tú no debes desaprovechar:
Jesucristo pasa por tu vida y te llama por tu nombre, porque te ama y
quiere salvarte, ¿en qué pozo estás atrapado? Así como Zaqueo subió a un
árbol para ver a Jesús, sube tú ahora con Jesús al árbol de la cruz y
sabrás quien es Él, conocerás la inmensidad de su amor, ya que «elige a
un jefe de publicanos: ¿quién desesperará de sí mismo cuando éste
alcanza la gracia?» (San Ambrosio).
Hoy Celebramos también a San Martín de Porres, "El Santo de la Escoba" .
Hoy Celebramos también a San Martín de Porres, "El Santo de la Escoba" .
(http://evangeli.net/evangelio/dia/2019-11-03)