Oh, Santa Catalina de Alejandría, vos, sois la hija del Dios
de la vida, su amada mártir y santa, pues vuestro ingenio,
sabiduría y fortaleza de ánimo, os catapultaron en vida, a
alcanzar los cielos eternos, por amor a Cristo Jesús, Dios y
Señor Nuestro. Vos, con vuestra santa vida, no hicisteis otra
cosa, que la de aleccionar a los cristianos de vuestro tiempo
y estimularlos en su fidelidad a la fe. Vuestra belleza, e
inteligencia os distinguieron en Alejandría, pues versada
como erais en filosofía, buscabais siempre la verdad. Por ello,
os bautizasteis cristiana. Y, desde allí, recriminasteis al
emperador por su conducta y lo callasteis con vuestra rectitud.
Enfrentasteis a los sabios del imperio y descubristeis sus
sofismas, tanto así, que después los convertisteis a vuestra fe.
Nadie osó venceros en el campo de la razón, pero, sí, vencida
por la fuerza de las armas, con la rueda con cuchillas, y la
espada que os cortó vuestra testa de un tajo. Vos, representáis
lo recto y lo sublime de dar la vida por la Verdad, que siempre
buscasteis, hasta encontrarla. Hoy, os veneran vuestras
reliquias en el monte Sinaí, en el monasterio que vuestro
nombre lleva y que las conserva y guarda por siempre jamás.
Patrona de los buscadores de la sabiduría y de la verdad;
Oh, Santa Catalina; “novia de la verdad y de la sabiduría”.
de la vida, su amada mártir y santa, pues vuestro ingenio,
sabiduría y fortaleza de ánimo, os catapultaron en vida, a
alcanzar los cielos eternos, por amor a Cristo Jesús, Dios y
Señor Nuestro. Vos, con vuestra santa vida, no hicisteis otra
cosa, que la de aleccionar a los cristianos de vuestro tiempo
y estimularlos en su fidelidad a la fe. Vuestra belleza, e
inteligencia os distinguieron en Alejandría, pues versada
como erais en filosofía, buscabais siempre la verdad. Por ello,
os bautizasteis cristiana. Y, desde allí, recriminasteis al
emperador por su conducta y lo callasteis con vuestra rectitud.
Enfrentasteis a los sabios del imperio y descubristeis sus
sofismas, tanto así, que después los convertisteis a vuestra fe.
Nadie osó venceros en el campo de la razón, pero, sí, vencida
por la fuerza de las armas, con la rueda con cuchillas, y la
espada que os cortó vuestra testa de un tajo. Vos, representáis
lo recto y lo sublime de dar la vida por la Verdad, que siempre
buscasteis, hasta encontrarla. Hoy, os veneran vuestras
reliquias en el monte Sinaí, en el monasterio que vuestro
nombre lleva y que las conserva y guarda por siempre jamás.
Patrona de los buscadores de la sabiduría y de la verdad;
Oh, Santa Catalina; “novia de la verdad y de la sabiduría”.
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25 de Noviembre
Santa Catalina de Alejandría
Mártir
Martirologio Romano: Santa Catalina, mártir, que, según la
tradición, fue una virgen de Alejandría dotada tanto de agudo ingenio y
sabiduría como de fortaleza de ánimo. Su cuerpo se venera piadosamente
en el célebre monasterio del monte Sinaí (s. inc.)
La veneración de los restos de santa Catalina en el monte Sinaí y la
celebridad del monasterio ortodoxo que lleva su nombre y que los guarda
ha hecho que casi haya disminuido la figura del mismo Moisés. Se la
venera tanto en Oriente como en Occidente. Los aficionados al saber la
tienen como patrona.
Nada sabemos con certeza histórica del lugar y fecha de su
nacimiento. La historia nos tiene velado el nombre de sus padres. Los
datos de su muerte, según la “passio”, son tardíos y están pletóricos de
elementos espureos. Por esto, algún historiador ha llegado a pensar que
quizá esta santa nunca haya existido. Así, Catalina de Alejandría sería
un personaje aleccionador salido de la literatura para ilustrar la vida
de los cristianos y estimularles en su fidelidad a la fe. De todos
modos es seguro que la fantasía ha rellenado los huecos en el curso del
tiempo.
Se la presenta como una joven de extremada belleza y aún mayor
inteligencia. Perteneciente a una familia noble. Residente en
Alejandría. Versada en los conocimientos filosóficos de la época y
buscadora incansable de la verdad. Movida por la fe cristiana, se
bautiza. Su vida está enmarcada en el siglo IV, cuando Maximino Daia se
ha hecho Augusto del Imperio de Oriente. Sí, le ha tocado compartir el
tiempo con este “hombre semibárbaro, fiera salvaje del Danubio, que
habían soltado en las cultas ciudades del Oriente”, según lo describe el
padre Urbel, o, con términos de Lactancio, “el mundo para él era un
juguete”. Recrimina al emperador su conducta y lo enmudece con sus
rectos razonamientos.
Enfrentada con los sabios del imperio, descubre sus sofismas e
incluso se convierten después de la dialéctica bizantina. Aparece como
vencedora en la palestra de la razón y vencida por la fuerza de las
armas en el martirio de rueda con cuchillas que llegan a saltar hiriendo
a sus propios verdugos y por la espada que corta su cabeza de un tajo.
Sea lo que fuere en cuanto se refiere a la historia comprobable, lo
cierto es que la figura de nuestra santa lleva en sí la impronta de lo
recto y sublime que es dar la vida por la Verdad que con toda fortaleza
se busca y una vez encontrada se posee firmemente hasta la muerte. Esto
es lo que atestigua la tradición, la leyenda y el arte.
¡Que bien nos vendrían hoy unas cuantas Catalinas que sepan ser mártires por la Verdad que es lo mismo que ser de Él testigos!