08 julio, 2014

Santos Aquiles y Priscila

 
Oh, Santos Aquiles y Priscila, vosotros sois
los hijos del Dios de la vida y sus amados
Santos, que siendo esposos, entregasteis
vuestra vida, en Su Honor. Vosotros la alegría
tuvisteis de ser discípulos de San Pablo,
y con él, viajasteis doquiera que os llevaba
el Espíritu Santo. Claudio, emperador,
prohibió que los judíos habitasen en Roma,
y, como vosotros lo erais, abandonasteis
Italia, y os dirigisteis a Corinto. Pablo,
os visitó y os acompañó durante su estancia
en Corinto. Instruisteis a Apolo, judío
de Alejandría y conocedor de las Escrituras,
quien, oyó del Señor, a unos discípulos
del Bautista. San Pablo, de vosotros así
ecribe en su carta a los romanos: “Salud a
Priscila y Aquiles y a la iglesia de su casa.”
“Mis colaboradores en Jesucristo, que expusieron
la vida por salvarme. Gracias les sean dadas,
no sólo de mi parte, sino de parte de todas
las iglesias de los gentiles”. Vosotros,
de fe llenos, vuestras vidas entregasteis
en cruel martirio en Roma. Y, Dios, testigo
de vuestra entrega, os premio con coronas
de luz, como justo premio a vuestro amor;
oh, santos Aquiles y Priscila, “amor y fe”.
 
© 2014 by Luis Ernesto Chacón Delgado
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8 de Julio
Santos Aquiles y Priscila (Prisca)
Esposos Mártires
 
Lo poco que sabemos sobre Aquiles y Priscila procede de la Sagrada Escritura. Ambos eran discípulos de San Pablo. Como su maestro, viajaron mucho y cambiaron con frecuencia de lugar de residencia.
 
La primera vez que nos hablan de ellos los Hechos de los Apóstoles (18:1-3), acababan de partir de Italia, pues el emperador Claudio había publicado un decreto por el que prohibía a los judíos habitar en Roma.
 
Aquiles era un judío originario del Ponto. Al salir de Italia, se estableció en Corinto con su esposa, Priscila. San Pablo fue a visitarlos al llegar de Atenas. Al ver que Aquiles era, como él, fabricante de tiendas (pues todos los rabinos judíos tenían un oficio), decidió vivir con ellos durante su estancia en Corinto.
 
No sabemos si San Pablo los convirtió entonces a la fe o si ya eran cristianos desde antes. Aquiles y Priscila acompañaron a San Pablo a Efeso; ahí se quedaron, en tanto que el Apóstol proseguía su viaje. Durante la ausencia del Apóstol, instruyeron a Apolo, un judío de Alejandría “muy versado en las Escrituras”, que había oído hablar del Señor a unos discípulos del Bautista.
 
Durante su tercer viaje a Efeso, San Pablo se alojó en casa de Aquiles y Priscila, donde estableció una iglesia. El Apóstol escribe: “Saluda a Priscila y Aquiles y a la iglesia de su casa.” Y añade unas palabras de gratitud por todo lo que habían hecho: “Mis colaboradores en Jesucristo, que expusieron la vida por salvarme. Gracias les sean dadas, no sólo de mi parte, sino de parte de todas las iglesias de los gentiles.”
 
Estas palabras se hallan en la epístola de San Pablo a los romanos, lo cual prueba que Aquiles y Priscila habían vuelto a Roma y tenían también ahí una iglesia en su casa. Pero pronto volvieron a Efeso, pues San Pablo les envía saludos en su carta a Timoteo.
 
El Martirologio Romano afirma que murieron en Asia Menor, pero, según la tradición, fueron martirizados en Roma. Una leyenda muy posterior relaciona a Santa Priscila con el “Titulos Priscae”, es decir, con la iglesia de Santa Prisca en el Aventino.

(http://es.catholic.net/santoral/articulo.php?id=37698)