¡Oh!, Trinidad Santa
Un solo Dios
Dogma de fe
Nadie os ha visto jamás
Sólo os lo ha revelado Vuestro Hijo
Porque está en Vuestro seno
¡Dios Padre Creador!
¡Dios Hijo Redentor!
¡Dios Espíritu Santo Consolador!
“Un día san Agustín por la playa
Caminaba y vió a un Niño
Excavando en la arena un agujero
Y sin más le preguntó:
-Pero, ¿qué pretendes hacer?
El Niño le respondió:
-Pienso meter toda el agua en este hoyo
-Pero ¡¿no te das cuenta que es imposible?!
Contestó San Agustín.
Entonces el Niño
Que su pensar sabía
Le dijo amorosamente:
-Es lo mismo que deseas hacer
Con el misterio de la Trinidad Santa".
¡Oh!, Trinidad Santa
Un solo Dios
Dogma de fe
Nadie os ha visto jamás
Sólo os lo ha revelado Vuestro Hijo
Porque está en Vuestro seno.
© 2016 by Luis Ernesto Chacón Delgado
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Solemnidad de La Santísima Trinidad
En el evangelio Jesús nos revela el misterio más grande que existe,
es un dogma de fe, es decir, una verdad que debemos creer, si nos
llamamos cristianos. Cada vez que rezamos el Credo, decimos creer en un
solo y único Dios, que es Padre Creador, que es Hijo Redentor y que es
Espíritu Santo, Señor y Dador de Vida y Santificador.
El misterio de la Santísima Trinidad, es uno de los “misterios
escondidos en Dios, -que como dice el Concilio Vaticano II-, si no son
revelados, no pueden ser conocidos” Y, aun después de la Revelación, es
el misterio más profundo de la fe, que el entendimiento por sí solo no
puede comprender ni penetrar.
En cambio, el mismo entendimiento, iluminado por la fe, puede en
cierto modo, aferrar y explicar el significado del dogma, para acercar
al hombre al misterio de la vida íntima del Dios Uno y Trino.
Toda la Sagrada Escritura revela esta verdad: “Dios es Amor en la
vida interior de una única Divinidad, como una inefable comunión de
personas”. Son Tres Personas distintas en un sólo Dios, como aprendimos
en el catecismo.
El misterio de la Santísima Trinidad es la revelación más grande
hecha por Jesucristo. Los judíos adoran la unicidad de Dios y desconocen
la pluralidad de personas en la unicidad de la sustancia. Los demás
pueblos adoran la multiplicidad de los dioses. El cristianismo es la
única religión que ha descubierto, en la revelación de Jesús, que Dios
es uno en tres personas. Ante esta revelación divina de su íntima
esencia, no nos queda otra cosa que agradecerle esta confianza y adorar a
las Tres Personas Divinas.
¿En qué consiste el Misterio?
Sabemos que hay UN SOLO DIOS, en tres personas distintas entre sí, no
por su naturaleza -que es la divinidad misma- sí por su obrar en la
historia de la salvación. Así decimos que:
DIOS PADRE, es el “Principio-sin principio”; no fue creado ni
engendrado; es por sí sólo el Principio de Vida; es la vida misma, que
posee en absoluta comunión con el Hijo y con el Espíritu Santo.
DIOS HIJO, es engendrado -no creado- por el Padre; Jesús es Hijo
eterno y consustancial (de la misma naturaleza o sustancia); Dios es al
mismo tiempo Padre, como el que engendra, e Hijo como el que es
engendrado.
DIOS ESPÍRITU SANTO, procede del Padre y del Hijo; es como una
“espiración”, soplo del Amor consustancial entre el Padre y el Hijo; se
puede decir que Dios en su vida íntima es amor, que se personaliza en el
Espíritu Santo.
Diferentes “misiones”
Si quisiéramos identificar a la Santísima Trinidad por sus “misiones” en el tiempo, o atribuciones, diríamos que:
EL PADRE es el Principio de Vida, de quien todo procede. Se le atribuye la Creación.
EL HIJO procede eternamente del Padre, como engendrado por Él, y asumió en el tiempo una naturaleza humana por nuestra salvación. Se le atribuye la Redención.
EL ESPÍRITU SANTO es enviado por el Padre y el Hijo, como también
procede de ellos, por vía de voluntad, a modo de amor; se manifestó
primero en el Bautismo y en la Transfiguración de Jesús y luego el día
de Pentecostés sobre los discípulos; habita en los corazones de los
fieles con el don de la caridad (Cf. Ef 4,30). Se le atribuye la
Santificación.
Porque el entendimiento humano no es capaz de comprender la esencia
divina, no puede penetrar en el misterio de la vida íntima de Dios, sólo
puede conocer lo que Dios revela y asumirlo con la fe; se puede aplicar
aquí la frase de San Agustín: “Si lo comprendes, no es Dios”.
“Que todos sean uno…”
“Te preguntarás: ¿si no lo podemos comprender, para qué entonces
quiso Dios revelarnos el gran misterio de la Santísima Trinidad?
En el evangelio de San Juan, Jesús ruega al Padre por lo que es su gran deseo:
“Que todos sean uno como Tú, Padre, estás en Mi y Yo en Ti. Sean
también uno en nosotros: así el mundo creerá que tú me has enviado”. (Jn
17, 21)
Cuando revela el misterio de la Santísima Trinidad, deja ver también las relaciones que hay entre las tres Divinas Personas; aunque esas relaciones son distintas, tampoco dividen la misma y única esencia de Dios.
ª El Padre es pura Paternidad.
ª El Hijo es pura Filiación.
ª El Espíritu Santo es puro Nexo de Amor.
ª El Hijo es pura Filiación.
ª El Espíritu Santo es puro Nexo de Amor.
Son relaciones “subsistentes”, que en virtud de su impulso vital
salen al encuentro una de la otra en una comunión, en la cual la
totalidad de la Persona es apertura a la otra.
Es esto, el paradigma supremo de la sinceridad y libertad espiritual a la que deben tender las relaciones interpersonales humanas, siempre tan lejanas a este modelo trascendente.
“El Señor Jesús, cuando ruega al Padre que ‘todos sean uno, como
nosotros también somos uno’ abriendo perspectivas cerradas a la razón
humana, sugiere una cierta semejanza entre la unión de las personas
divinas y la unión de los hijos de Dios en la verdad y en la caridad.
Esta semejanza demuestra que el hombre, única criatura terrestre a la
que Dios ha amado por sí misma, no puede encontrar su propia plenitud si
no es en la entrega sincera de sí mismo a los demás”
(Concilio Vaticano II, Gaudium et spes, 24).
Compromiso cristiano
“Conocer el misterio de la Santísima Trinidad, nos involucra y
compromete para adquirir ciertas actitudes en las relaciones humanas:
“la perfectísima unidad de las tres Personas divinas, es el vértice
trascendente que ilumina toda forma de auténtica relación y comunión
entre nosotros, seres humanos”(Juan Pablo II, “Creo en Dios Padre”,
p.170)
No se trata de que queramos entender el Misterio de la Santísima
Trinidad, esto es imposible. Jesús nos reveló ese Misterio para
mostrarnos el modelo de lo que deben ser las relaciones humanas de los
cristianos.
La Iglesia universal nos invita a “glorificar a la Santísima
Trinidad”, como manifestación de la celebración del Jubileo. No hay
mejor forma de hacerlo que revisando las relaciones con nuestros
hermanos, para mejorarlas y así vivir la unidad querida por Jesús “que
todos sean uno”.