06 enero, 2015

Solemnidad de la Epifanía del Señor

 

¡Oh!, Sagrada Epifanía que en Oriente y en Occidente
celebrada eres y que, significáis “manifestación”,
pues Vos, Señor de los cielos y la tierra, os revelasteis
a los paganos en la persona de los tres reyes magos.
Con vos, tres misterios se celebran: la adoración de
los magos, el bautismo de Cristo por Juan el “Bautista”
y el primer milagro de Jesucristo. “Ya viene el Señor
del universo, en sus manos está la realeza, el poder
y el imperio”. El verdadero rey que contemplamos en
esta festividad es el pequeño Jesús, y que los magos
utilizar supieron su saber astronómico para al Salvador
descubrir. Así, oro, incienso y mirra, os ofrecieron
en honor a Vuestra realeza, Vuestra divinidad y Vuestra
humanidad. Melchor, Gaspar y Baltasar, sois los peregrinos
de la estrella y sacerdotes del Dios Altísimo, que,
con lo que estaba escrito, cumplieron y anticipasteis
nuestra participación en la gloria de la inmortalidad
de Cristo, manifestada en una naturaleza mortal. Sois
pues, los que representáis la fiesta de la esperanza
y que prolongáis la Navidad en los corazones nuestros,
porque, sólo Dios salva, y nadie más, en este mundo;
¡oh!, Sagrada Epifanía, fiesta de oriente y occidente.


© 2015 by Luis Ernesto Chacón Delgado
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6 de Enero
Solemnidad de la Epifanía del Señor

Fiesta
 
Fuente: Archidiócesis de Madrid

Con los pastores pasó hace unos días un acontecimiento extraño que resultó bien. Cuidaban sus rebaños cumpliendo su rudo oficio cuando vieron una tan extraña como clara visión de ángeles que les decían cosas al principio incomprensibles y al poco rato comprobadas. Sí, allí, en un casuco, estaba el Niño del que se les habló, con su madre y un varón. Hicieron lo que pudieron en su tosquedad y carencia según mandaban las circunstancias. Como les habían asegurado que era la “Luz que iluminaba al pueblo que habitaba en sombras de muerte”, de lo que tenían dieron para ayudar y para quedar bien con aquella familia que al parecer era más pobre que ellos. No les costó trabajo aceptar el milagro que era tan claro. Lo dijeron los ángeles, pues… tenían razón.

Vinieron unos Reyes. Fueron los últimos en llegar a ver a aquel Niño y si se entretienen un poco más…, pues ¡que no lo encuentran! Viajaron mucho por los caminos del mundo. Venían desde muy lejos. Pasaron miedo, frío y calor. Hasta estuvieron perdidos pero, preguntando e inquiriendo, sacaron fruto de su investigación. Aquello fue un consuelo porque tuvieron susto de haber perdido el tiempo y tener que regresar a los comienzos con el fracaso en sus reales frentes. Pero no, sabían que aquella estrella era capaz de llevarles adonde estaba Dios. También las circunstancias mandaban y adoraron y ¡cómo no! ofrecieron dones al Niño-Creador.

Los dos son caminos, la fe y la razón. Uno es sencillo, basta con que hable Dios. El otro es costoso, búsqueda constante y sincera con peligros de equivocación. La Verdad está en su sitio. Sencillez es condición. Los pastores la aprehenden y los sabios la descubren. Entrambos la sirven y entrambos son de Dios.

Consulta también, Fiesta de la Epifanía

(http://es.catholic.net/op/articulos/31773/epifana-del-seor.html)