¡Oh!, San Pedro Claver, vos, sois el hijo del Dios
de la vida, y “esclavo de los negros para siempre”
y todo, por amor a Cristo Jesús, Dios y Señor Nuestro.
A diario, en el puerto las barracas repletas de
aquellos hermanos visitabais, donde la palabra del
Dios vivo, predicabais a miles convirtiéndolos y
bautizándolos. Atendíais a los enfermos y moribundos
a quienes dabais medicinas y alimentos. A los niños
una lluvia de dulces y caramelos. Así vuestra vida
continuó hasta el final, conforme lo habíais prometido.
Y, el día de la Natividad de Nuestra Señora, fue
vuestra alma arrebatada, para corona de luz, recibir
como premio a vuestra entrega de amor y fidelidad;
¡oh!, San Pedro Claver, “esclavo de los negros por Cristo”.
© 2015 by Luis Ernesto Chacón Delgado
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9 de Setiembre
San Pedro Claver
San Pedro Claver
Nació en 1581 en España, y desde niño mostró grandes cualidades de
inteligencia y de espíritu, siendo destinado por sus padres al servicio
de la Iglesia. Al terminar sus estudios en la universidad de Barcelona, y
tras recibir las órdenes menores, el santo fue aceptado por la Compañía
de Jesús.
Gracias a la influencia y consejos de San Alfonso Rodríguez -portero
del monasterio jesuita donde San Pedro vivía- el santo decidió abandonar
España en 1610 para asumir las misiones de evangelización en las Indias
Occidentales, específicamente en la colonia de Nueva Granada, hoy
república de Colombia.
En 1615 fue ordenado sacerdote en Cartagena, y fue ahí donde el
santo, al ver la entrega y servicio del P. Alfonso Sandoval por los
miles de esclavos negros provenientes del África, tomó la decición de
convertirse en “esclavo de los negros para siempre” y pese a su timidez y
falta de confianza en sí mismo, el santo se entregó a aquella misión
con tenacidad y mucho entusiasmo. Sus labores empezaban con la visita
casi diaria a las barracas en el puerto, donde conversaba y predicaba la
palabra de Dios, logrando la conversión y el bautismo de miles de
ellos.
Además, atendía a numerosos enfermos y moribundos, a quienes llevaba
medicinas y alimentos, y a los niños, algunos dulces y caramelos. Su
obra evangelizadora también se extendió por los valles y haciendas donde
el santo iba a predicar y velar por el cuidado de sus “negros”, no sin
antes vencer dificultades y penurias por parte de los hacendados.
La intensa actividad del santo deterioró su salud, y luego de
bendecir a su sucesor en su misión apostólica falleció el 8 de setiembre
de 1654, día de la Natividad de Nuestra Señora, y en medio de grandes
muestras de amor y cariño popular. Fue canonizado el 1888, al mismo
tiempo que su gran amigo San Alfonso Rodríguez.