29 agosto, 2013

El Martirio de San Juan Bautista


oh San Juan Bautista, vos, sois
el hijo del Dios de la vida y su
amado santo, y que, por orden
de Herodes, arrestado y encadenado
fuisteis en la cárcel, por causa
de Herodías, mujer de Filipo,
su hermano, con quien, el rey
se había casado. Vos, dijisteis
a Herodes: “No te está permitido
tener la mujer de tu hermano”.
Por ello, Herodías os aborrecía
y quería mataros, pero a la vez
no podía, pues el rey, os temía
pues sabía, que erais hombre
justo y santo, y os protegía
y al oíros impresionado quedaba,
y os escuchaba con gusto. Y,
llegó el cumpleaños del rey, y
un banquete dio, y la hija de
Herodías, danzó, y gustó mucho
al rey, y a sus invitados. Y,
dijo a la muchacha “Pídeme lo
que quieras y te lo daré. Te daré
lo que me pidas, hasta la mitad
de mi reino”. Y, ella, consultó
con su madre “¿Qué voy a pedir?”.
Y ella le dijo: “La cabeza de Juan
el Bautista”. Y, ella, le dijo
al rey: “Quiero que ahora mismo
me des, en una bandeja, la cabeza
de Juan el Bautista”. Y, el rey
de tristeza se llenó, y al instante
mandó que le trajeran la cabeza
de Juan, en una bandeja, y se la
dio a la muchacha, y ésta a su
madre. vuestra vida toda, giró
en torno a la Persona de Jesús,
de manera que sin Él, vuestra
existencia y vuestra tarea, vana
hubiera sido. Él, os santificó
desde el vientre materno, y vos,
saltasteis entusiasmado dentro
del vuestra madre, Santa Isabel,
hasta encumbraros a la gloria de
Dios, que os premió, con corona
de luz, como premio a vuestro amor;
Oh, San Juan Bautista, amor y luz.


© 2013 by Luis Ernesto Chacón Delgado
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29 de Agosto
El Martirio de San Juan Bautista
Año 30


Señor: Te rogamos por tantas parejas que viven sin casarse y en pecado. Perdónales y concédeles la verdadera conversión. Y te suplicamos que nunca dejes de enviarnos valientes predicadores, que como Juan Bautista no dejen a los pecadores estar tranquilos en su vida de pecado por que los puede llevar a la perdición, y que despierten las conciencias de sus oyentes para que cada uno prefiera morir antes que pecar.
 
El evangelio de San Marcos nos narra de la siguiente manera la muerte del gran precursor, San Juan Bautista: “Herodes había mandado poner preso a Juan Bautista, y lo había llevado encadenado a la prisión, por causa de Herodías, esposa de su hermano Filipos, con la cual Herodes se había ido a vivir en unión libre. Porque Juan le decía a Herodes: “No le está permitido irse a vivir con la mujer de su hermano”. Herodías le tenía un gran odio por esto a Juan Bautista y quería hacerlo matar, pero no podía porque Herodes le tenía un profundo respeto a Juan y lo consideraba un hombre santo, y lo protegía y al oírlo hablar se quedaba pensativo y temeroso, y lo escuchaba con gusto”.
 
“Pero llegó el día oportuno, cuando Herodes en su cumpleaños dio un gran banquete a todos los principales de la ciudad. Entró a la fiesta la hija de Herodías y bailó, el baile le gustó mucho a Herodes, y le prometió con juramento: “Pídeme lo que quieras y te lo daré, aunque sea la mitad de mi reino”.
 
La muchacha fue donde su madre y le preguntó: “¿Qué debo pedir?”. Ella le dijo: “Pida la cabeza de Juan Bautista”. Ella entró corriendo a donde estaba el rey y le dijo: “Quiero que ahora mismo me des en una bandeja, la cabeza de Juan Bautista”.
 
El rey se llenó de tristeza, pero para no contrariar a la muchacha y porque se imaginaba que debía cumplir ese vano juramento, mandó a uno de su guardia a que fuera a la cárcel y le trajera la cabeza de Juan. El otro fue a la prisión, le cortó la cabeza y la trajo en una bandeja y se la dio a la muchacha y la muchacha se la dio a su madre. Al enterarse los discípulos de Juan vinieron y le dieron sepultura (S. Marcos 6,17).
 
Herodes Antipas había cometido un pecado que escandalizaba a los judíos porque esta muy prohibido por la Santa Biblia y por la ley moral. Se había ido a vivir con la esposa de su hermano. Juan Bautista lo denunció públicamente. Se necesitaba mucho valor para hacer una denuncia como esta porque esos reyes de oriente eran muy déspotas y mandaban matar sin más ni más a quien se atrevía a echarles en cara sus errores.
 
Herodes al principio se contentó solamente con poner preso a Juan, porque sentía un gran respeto por él. Pero la adúltera Herodías estaba alerta para mandar matar en la primera ocasión que se le presentara, al que le decía a su concubino que era pecado esa vida que estaban llevando. Cuando pidieron la cabeza de Juan Bautista el rey sintió enorme tristeza porque estimaba mucho a Juan y estaba convencido de que era un santo y cada vez que le oía hablar de Dios y del alma se sentía profundamente conmovido. Pero por no quedar mal con sus compinches que le habían oído su tonto juramento (que en verdad no le podía obligar, porque al que jura hacer algo malo, nunca le obliga a cumplir eso que ha jurado) y por no disgustar a esa malvada, mandó matar al santo precursor.
 
Este es un caso típico de cómo un pecado lleva a cometer otro pecado. Herodes y Herodías empezaron siendo adúlteros y terminaron siendo asesinos. El pecado del adulterio los llevó al crimen, al asesinato de un santo.
 
Juan murió mártir de su deber, porque él había leído la recomendación que el profeta Isaías hace a los predicadores: “Cuidado: no vayan a ser perros mudos que no ladran cuando llegan los ladrones a robar”. El Bautista vio que llegaban los enemigos del alma a robarse la salvación de Herodes y de su concubina y habló fuertemente. Ese era su deber. Y tuvo la enorme dicha de morir por proclamar que es necesario cumplir las leyes de Dios y de la moral. Fue un verdadero mártir.
 
Una antigua tradición cuenta que Herodías años más tarde estaba caminando sobre un río congelado y el hielo se abrió y ella se consumió hasta el cuello y el hielo se cerró y la mató. Puede haber sido así o no. Pero lo que sí es histórico es que Herodes Antipas fue desterrado después a un país lejano, con su concubina. Y que el padre de su primera esposa (a la cual él había alejado para quedarse con Herodías) invadió con sus Nabateos el territorio de Antipas y le hizo enormes daños. Es que no hay pecado que se quede sin su respectivo castigo.