¡Oh!, Santa Bernardita, vos, sois la hija del Dios de la vida y
su amada santa, que desde niña se os mostró la Inmaculada Virgen
María, motivando en vos, que abrazaseis la vida religiosa y,
vivieseis entregada a Dios en cuerpo y alma. No en vano, vuestro
nombre significa: “Aquella que es una guerrera”, y que, con ardor
de corazón así lo demostrasteis, pues vos, ni leer, ni escribir
sabiais, pero, rezabais todos los días el rosario santo. Por medio
de vos, Nuestra Señora, surgir hizo, la prodigiosa fuente del milagro
a la cual acuden hasta hoy, peregrinos del mundo todo, para, su fe y
esperanza reavivar, pues, miles maravillados salud de cuerpo y alma
recuperan. María os dijo: “No te prometo hacerte feliz en este
mundo, pero sí en el otro”. Promesa, que fue por Ella cumplida.
Vos, fuisteis nexo al extender la devoción a Ella, y, no os cegó
la humana gloria. El día que el obispo de Lourdes, colocó la estatua
de la Virgen Inmaculada sobre la roca de Massabielle, vos, estabais
en vuestra celda, víctima de un ataque de asma. Y, cuando el dolor
físico se os apoderaba más, y más; suspirabais: “No, no busco alivio,
sino sólo la fuerza y la paciencia”. Así, en la humilde aceptación
transcurrió vuestra vida, como respuesta generosa a Nuestra Señora,
para pagar con la penitencia el rescate de las almas que prisioneras
viven del mal. Mientras se construía el santuario en honor a María,
seis años pasasteis junto a las Hermanas de la Caridad, siendo luego
admitida después como novicia, tomando el nombre de Sor María
Bernarda, en el que conocisteis el sufrimiento, la indiferencia y
la penitencia, recibida de parte de vuestras superioras, quienes os
trataban con indiferencia. Fuisteis enfermera y luego sacristana,
hasta cuando la enfermedad os obligó a permanecer en cama, entre
la vida y la muerte. “María es tan bella que quienes la ven querrían
morir para volver a verla”. Decíais vos a quienes os preguntaban
por Ella. Y, así, y luego de haber gastado vuestra vida en buena lid,
voló vuestra alma al cielo, para premiada ser con corona de luz,
como justo premio a vuestro increible amor. ¡Aleluya! ¡Aleluya!
¡Oh!, Santa Bernardita, “viva guerrera de la Luz por el amor a María".
© 2018 by Luis Ernesto Chacón Delgado
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su amada santa, que desde niña se os mostró la Inmaculada Virgen
María, motivando en vos, que abrazaseis la vida religiosa y,
vivieseis entregada a Dios en cuerpo y alma. No en vano, vuestro
nombre significa: “Aquella que es una guerrera”, y que, con ardor
de corazón así lo demostrasteis, pues vos, ni leer, ni escribir
sabiais, pero, rezabais todos los días el rosario santo. Por medio
de vos, Nuestra Señora, surgir hizo, la prodigiosa fuente del milagro
a la cual acuden hasta hoy, peregrinos del mundo todo, para, su fe y
esperanza reavivar, pues, miles maravillados salud de cuerpo y alma
recuperan. María os dijo: “No te prometo hacerte feliz en este
mundo, pero sí en el otro”. Promesa, que fue por Ella cumplida.
Vos, fuisteis nexo al extender la devoción a Ella, y, no os cegó
la humana gloria. El día que el obispo de Lourdes, colocó la estatua
de la Virgen Inmaculada sobre la roca de Massabielle, vos, estabais
en vuestra celda, víctima de un ataque de asma. Y, cuando el dolor
físico se os apoderaba más, y más; suspirabais: “No, no busco alivio,
sino sólo la fuerza y la paciencia”. Así, en la humilde aceptación
transcurrió vuestra vida, como respuesta generosa a Nuestra Señora,
para pagar con la penitencia el rescate de las almas que prisioneras
viven del mal. Mientras se construía el santuario en honor a María,
seis años pasasteis junto a las Hermanas de la Caridad, siendo luego
admitida después como novicia, tomando el nombre de Sor María
Bernarda, en el que conocisteis el sufrimiento, la indiferencia y
la penitencia, recibida de parte de vuestras superioras, quienes os
trataban con indiferencia. Fuisteis enfermera y luego sacristana,
hasta cuando la enfermedad os obligó a permanecer en cama, entre
la vida y la muerte. “María es tan bella que quienes la ven querrían
morir para volver a verla”. Decíais vos a quienes os preguntaban
por Ella. Y, así, y luego de haber gastado vuestra vida en buena lid,
voló vuestra alma al cielo, para premiada ser con corona de luz,
como justo premio a vuestro increible amor. ¡Aleluya! ¡Aleluya!
¡Oh!, Santa Bernardita, “viva guerrera de la Luz por el amor a María".
© 2018 by Luis Ernesto Chacón Delgado
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16 de Abril
Santa Bernardita Soubirous
Vidente de Lourdes
Virgen
Martirologio Romano: En Nevers, en Francia, santa María
Bernarda Soubirous, virgen, la cual, nacida en Lourdes de una familia
muy pobre, siendo aún niña asistió a las apariciones de la Inmaculada
Santísima Virgen María y, después, abrazando la vida religiosa, llevó
una vida escondida y humilde. († 1879).
También se la conoce como: Santa Bernardita De Lourdes.
También se la conoce como: Santa Bernardette.
También se la conoce como: Santa María Bernarda.
Etimológicamente: Bernarda = Aquella que es una guerrera, es de origen germánico.
Fecha de canonización: 8 de diciembre de 1933 por el Papa Pío XI.
El 11 de febrero, fiesta de la Santísima Virgen de Lourdes, nos
recuerda las apariciones de la Virgen a una niña de 14 años que no sabía
ni leer ni escribir, pero que rezaba todos los días el rosario,
Bernardita Soubirous. Nació en Lourdes en 1844 de padres muy pobres. Por
medio de ella la Virgen hizo surgir la prodigiosa fuente del milagro, a
la cual acuden peregrinos de todo el mundo para reavivar su fe y su
esperanza. Muchos regresan de Lourdes curados también en su cuerpo. La
Virgen, durante la segunda aparición, le dijo: “No te prometo hacerte
feliz en este mundo, pero sí en el otro”.
A pesar de haber sido dócil instrumento para extener la devoción a la
Inmaculada, Bernardita no se contaminó con la gloria humana. El día que
el obispo de Lourdes, ante 50.000 peregrinos, colocó la estatua de la
Virgen sobre la roca de Massabielle, Bernardita tuvo que permanecer en
su celda, víctima de un ataque de asma. Y cuando el dolor físico se
hacía más insoportable, suspiraba: “No, no busco alivio, sino sólo la
fuerza y la paciencia”. Su breve existencia transcurrió en la humilde
aceptación del sufrimiento físico como generosa respuesta a la
invitación de la Inmaculada para pagar con la penitencia el rescate de
tantas almas que viven prisioneras del mal.
Mientras junto a la gruta de las apariciones se estaba construyendo
un grande santuario para acoger a los numerosos peregrinos y enfermos en
busca de alivio, Bernardita pareció desaparecer en la sombra. Pasó seis
años en el instituto de Lourdes, de las Hermanas de la Caridad de
Nevers, y en el que después fue admitida como novicia. Su entrada se
demoró debido a su delicada salud. En la profesión tomó el nombre de Sor
María Bernarda. Durante los quince años de vida conventual no conoció
sino el privilegio del sufrimiento. Las mismas superioras la trataban
con indiferencia, por un designio providencial que les impide a las
almas elegidas la comprensión y a menudo hasta la benevolencia de las
almas mediocres. Al principio fue enfermera dentro del convento, después
sacristana, hasta cuando la enfermedad la obligó a permanecer en la
cama, durante nueve años, siempre entre la vida y la muerte.
A quien la animaba le contestaba con la radiante sonrisa de los
momentos de felicidad cuando estaba a la presencia de la blanca Señora
de Lourdes: “María es tan bella que quienes la ven querrían morir para
volver a verla”. Bernardita, la humilde pastorcita que pudo contemplar
con sus propios ojos a la Virgen Inmaculada, murió el 16 de abril de
1879.
Fue beatificada el 14 de junio de 1925 por el Papa Pío XI, y el mismo
Papa la elevó al honor de los altares el 8 de diciembre de 1933.