¡Oh!, Solemnidad del Bautismo del Señor,
por el que San Juan, el “Evangelista”, en
su carta primera escribió así: “Jesucristo
vino por agua y sangre”. Y, que “tres son
los que dan testimonio de Jesucristo: el
Espíritu, el agua y la sangre, y los tres
están de acuerdo”. Por ello, Vos, Jesús mío,
y Señor mío, sin necesitarlo, bautizado
fuisteis por el “Bautista” Juan, primo
vuestro, en las aguas del Jordán eterno, y
saliendo del agua, se abrieron los cielos y
el Espíritu Santo descendió sobre Vos, en
forma de paloma, y se oyó una voz del cielo
que decía: “Este Es mi Hijo, el amado, mi
predilecto”. ¡Oh!, agua que sois realidad
presente en todos y cada uno de nosotros
bautizados, demostrando con ello, vuestra
riqueza simbólica con los demás elementos
que os acompañan a diferencia de nuestros
hermanos separados, que se han quedado con
el agua, sin conocer el bautismo del espíritu;
¡Oh!, Solemnidad del Bautismo del Señor.
© 2016 by Luis Ernesto Chacón Delgado
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10 de Enero Solemnidad del Bautismo del Señor
Fiesta, con la cual se cierra el tiempo litúrgico de Navidad
Por: P. Juan Pablo Esquivel | Fuente: Catholic.net
Normalmente el domingo que sigue a la fiesta de la Epifanía es
dedicado a celebrar el bautismo de Cristo, este año se celebra el
domingo 10 de enero y señala la culminación de todo el ciclo natalicio o
de la manifestación del Señor. Es también el domingo que da paso al
tiempo durante el año, llamado también tiempo ordinario.
Cuando Cristo se metió en la cola para esperar su turno de ser
bautizado, seguramente San Juan Bautista no sabía que hacer. Llegó el
Mesías delante de él y pidió el bautismo. El Bautista exclamó: “Soy yo
el que necesita ser bautizado por ti, ¿tú vienes a mí?” (Mt 3,14). El
Catecismo hace referencia a esta actitud humilde de Cristo en el n.536:
Hay una diferencia importante entre los dos bautismos:
El de Juan: con agua, exterior, signo de arrepentimiento para el perdón de los pecados.
El de JESÚS: con Espíritu Santo, renovación interior que nos hace “partícipes de la naturaleza divina”
“No soy digno ni siquiera de desatar la correa de su sandalia…”
trabajo reservado al más inútil de los esclavos… Juan destaca la
infinita distancia entre él y Jesús…
¿Porqué entonces Jesús se hace bautizar por Juan? [es una escena tan
impresionante, que podría resultar incomprensible, y hasta escandalosa]…
Pero admitámoslo, y descubramos nuevamente el “modo” que Dios emplea
para salvarnos: hoy se pone en la fila de los pecadores, y aunque no lo
necesitaba, se somete también a un bautismo de penitencia… Se ha hecho
semejante a nosotros en todo, y por eso no se avergüenza de colocarse en
la fila de aquellos que se preparaban para la llegada del Reino de
Dios… así como tampoco se avergonzó de nosotros cuando tomó sobre sí
todos nuestros pecados, y subió a la Cruz como si fuese un delincuente…
Pero el bautismo que recibió Jesús fue muy “especial”: ciertos hechos nos indican que con Él comienza un nuevo bautismo:
El cielo abierto (ya nunca más cerrado por los pecados, como hasta
este momento) Es decir, comienza una nueva etapa de relación entre Dios y
los hombres: el Cielo viene a nosotros, y nosotros vamos allá: viene
con Cristo y el Espíritu Santo. Llega todo, porque Dios mismo viene, y
Él será para nosotros y nos dará todo. Estamos frente al comienzo de una
nueva humanidad, divinizada.
En la proposición que San Marcos hace en su Evangelio, el Padre no
“presenta” a su Hijo (“Éste es mi Hijo amado”), sino que se dirige a Él
(“Tú eres mi Hijo…”): Cristo nos representa a todos, que desde ese
momento pasamos a ser hijos amados, complacencia del Padre… Cuando somos
bautizados, esta vocación eterna se verifica efectivamente,
verdaderamente: somos una nueva creación. Por lo tanto, nuestra
dignidad, nuestra gloria, y nuestro compromiso pasa por VIVIR NUESTRO
BAUTISMO…
“Éste es mi Hijo” (Evang.)… “Éste es el servidor sufriente” (Iª lect.)…
Sigamos a Cristo por la Cruz a la Luz.
(http://es.catholic.net/op/articulos/18182/bautismo-del-seor.html)