18 septiembre, 2008





En todo optimismo y para todo optimismo.
En ti mismo; no en nadie.
Sí; en Dios. Sólo; en Él y; nada más.
¡Nada más!.


Optimismo; para crear de la nada, sólo Dios.
Optimismo; para comerse un pan subjetivo, cuando; no hay pan.
Optimismo; para tomar una ducha, cuando; no hay agua.
Optimismo; para saber, cuando; se sabe mucho o nada.
Optimismo; para dormir, cuando; se tiene todo menos “sueños”.
Optimismo; para rasgarse las vestiduras, cuando; ni harapos se tiene.
Optimismo; para el amor, cuando; no se sabe qué es el amor.
Optimismo; para viajar, cuando; se está en bancarrota.
Optimismo; para trabajar, cuando; el trabajo es utopía.
Optimismo; para gritar, cuando; no se tiene voz.
Optimismo; para hablar, cuando; no se sabe que decir.
Optimismo; para beber, cuando; ni vinagre hay.
Optimismo; para inventar, cuando; todo se ha inventado.
Optimismo; para patentar, cuando; no se ha creado nada.
Optimismo; para improvisar, cuando; todo ha sido improvisado.
Optimismo; para triunfar, cuando; todo son derrotas.
Optimismo; para ganar, cuando; no hay competencia.
Optimismo; para aceptarnos unos a otros, cuando; ya no existen hombres.
Optimismo; para respetar la ley, cuando; en el mundo no hay leyes.
Optimismo; para amarnos, cuando; sólo el odio, nos gobierna.
Optimismo; para emigrar, cuando; ya hemos muerto todos.
Optimismo; para ganar, cuando; no hay quien compita.
Optimismo; para vencer, cuando; todo está perdido.
Optimismo; en la muerte, cuando; existe la eternidad.



En todo optimismo y para todo optimismo.
En ti mismo; no en nadie.
Sí; en Dios. Sólo; en Él y; nada más.
¡Nada más!.




© 2007 by Luis Ernesto Chacón Delgado



La Luz De La Fe

¡Ay!, humano placer que no te aquietas.
Que las vidas; vuestras son y Vos,
sólo miráis y esperáis.
Si el mañana se tornase incierto,
que sea siempre la luz de la fe;
la que inspirando siga, a los hijos
vuestros y míos y de aquellos
mís hermanos; al irredento transitar,
por las cumbres, los valles,
los desiertos, los montes y los
mares del mundo todo, dejando
la siembra de la Buena Nueva y
como suaves efluvios, en cada pliegue
y en cada recodo del camino y tal
cual hizo en su hora, Melquisedec,
rey de Salem del Dios Altísimo sacerdote;
dejando vívidas ofrendas de Pan y Vino;
Vino y Pan al Dios de la vida.
¡Ay!, humano placer que no te aquietas.
Que las vidas; vuestras son y Vos,
sólo miráis y esperáis. Amén.

© 2008 by Luis Ernesto Chacón Delgado