¡Oh!, Solemnidad de la Anunciación del Señor;
en la que Vos, Padre de la vida, amoroso y generoso a
vuestro Ángel Gabriel, el de las “buenas nuevas”,
enviasteis a María, sierva vuestra, a anunciarle
que, en su virginal seno, al Varón Perfecto y Salvador
del mundo albergaría. ¡Sí!, a Jesús, Hijo amadísimo
Vuestro, para la grande obra Redentora: el cumplir
con la salvación del hombre, que Vos, diseñado habíais,
desde antes de que, el mundo hecho fuera. Porque
Vos, nos amasteis de tal forma y manera, que nos
donasteis gratuitamente a vuestro único Hijo, ¡Jesús!
Él, Divino sí, por vuestra Divinidad, y Humano, -y
¡qué ser Humano!-, por María, pues Ella, su humanidad
compartió feliz. ¡Alegraos pues, pueblos todos del
orbe de la tierra, porque, si en el pasado, por un
hombre, Adán, el pecado en el mundo entró, por otro,
Divino y grande, Cristo Jesús, la salvación para todos
llegó, en María inmaculada, Madre Vuestra y Nuestra;
¡oh!, Solemnidad de la Anunciación del Señor.
© 2018 by Luis Ernesto Chacón Delgado
en la que Vos, Padre de la vida, amoroso y generoso a
vuestro Ángel Gabriel, el de las “buenas nuevas”,
enviasteis a María, sierva vuestra, a anunciarle
que, en su virginal seno, al Varón Perfecto y Salvador
del mundo albergaría. ¡Sí!, a Jesús, Hijo amadísimo
Vuestro, para la grande obra Redentora: el cumplir
con la salvación del hombre, que Vos, diseñado habíais,
desde antes de que, el mundo hecho fuera. Porque
Vos, nos amasteis de tal forma y manera, que nos
donasteis gratuitamente a vuestro único Hijo, ¡Jesús!
Él, Divino sí, por vuestra Divinidad, y Humano, -y
¡qué ser Humano!-, por María, pues Ella, su humanidad
compartió feliz. ¡Alegraos pues, pueblos todos del
orbe de la tierra, porque, si en el pasado, por un
hombre, Adán, el pecado en el mundo entró, por otro,
Divino y grande, Cristo Jesús, la salvación para todos
llegó, en María inmaculada, Madre Vuestra y Nuestra;
¡oh!, Solemnidad de la Anunciación del Señor.
© 2018 by Luis Ernesto Chacón Delgado
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Día litúrgico: La Anunciación del Señor
Ver 1ª Lectura y Salmo
Texto del Evangelio (Lc 1,26-38): Al sexto mes fue
enviado por Dios el ángel Gabriel a una ciudad de Galilea, llamada
Nazaret, a una virgen desposada con un hombre llamado José, de la casa
de David; el nombre de la virgen era María. Y entrando, le dijo:
«Alégrate, llena de gracia, el Señor está contigo». Ella se conturbó por
estas palabras, y discurría qué significaría aquel saludo. El ángel le
dijo: «No temas, María, porque has hallado gracia delante de Dios; vas a
concebir en el seno y vas a dar a luz un hijo, a quien pondrás por
nombre Jesús. Él será grande y será llamado Hijo del Altísimo, y el
Señor Dios le dará el trono de David, su padre; reinará sobre la casa de
Jacob por los siglos y su reino no tendrá fin».
María respondió al ángel: «¿Cómo será esto, puesto que no
conozco varón?». El ángel le respondió: «El Espíritu Santo vendrá sobre
ti y el poder del Altísimo te cubrirá con su sombra; por eso el que ha
de nacer será santo y será llamado Hijo de Dios. Mira, también Isabel,
tu pariente, ha concebido un hijo en su vejez, y este es ya el sexto mes
de aquella que llamaban estéril, porque ninguna cosa es imposible para
Dios». Dijo María: «He aquí la esclava del Señor; hágase en mí según tu
palabra». Y el ángel dejándola se fue.
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«Alégrate, llena de gracia»
Dr. Johannes VILAR (Köln, Alemania)
Hoy, en el «alégrate, llena de gracia» (Lc 1,28) oímos por primera
vez el nombre de la Madre de Dios: María (segunda frase del arcángel
Gabriel). Ella tiene la plenitud de la gracia y de los dones. Se llama
así: “keharitoméne”, «llena de gracia» (saludo del Ángel).
Quizás con 15 años y sola, María tiene que dar una respuesta que
cambiará la historia entera de la humanidad. San Bernardo suplicaba: «Se
te ofrece el precio de nuestra Redención. Seremos liberados
inmediatamente, si tú dices sí. Todo el orbe está a tus pies esperando
tu respuesta. Di tu palabra y engendra la Palabra Eterna». Dios espera
una respuesta libre, y “La llena de gracia”, representando a todos los
necesitados de Redención, responde: “génoitó”, hágase! Desde hoy ha
quedado María libremente unida a la Obra de su Hijo, hoy comienza su
Mediación. Desde hoy es Madre de los que son uno en Cristo (cf. Gal
3,28).
Benedicto XVI decía en un interview: «[Quisiera] despertar el ánimo
de atreverse a decisiones para siempre: sólo ellas posibilitan crecer e
ir adelante, lo grande en la vida; no destruyen la libertad, sino que
posibilitan la orientación correcta. Tomar este riesgo —el salto a lo
decisivo— y con ello aceptar la vida por entero, esto es lo que desearía
trasmitir». María: ¡he aquí un ejemplo!
Tampoco San José queda al margen de los planes de Dios: él tiene que
aceptar recibir a su esposa y dar nombre al Niño (cf. Mt 1,20s): Jesua,
“el Señor salva”. Y lo hace. ¡Otro ejemplo!
La Anunciación revela también a la Trinidad: el Padre envía al Hijo,
encarnado por obra del Espíritu Santo. Y la lglesia canta: «La Palabra
Eterna toma hoy carne por nosotros». Su obra redentora —Navidad, Viernes
Santo, Pascua— está presente en esta semilla. Él es Emmanuel, «Dios con
nosotros» (Is 7,15). ¡Alégrate humanidad!
Las fiestas de San José y de la Anunciación nos prepararan admirablemente para celebrar los Misterios Pascuales.
(http://evangeli.net/evangelio/dia/2018-04-09)