¡Oh!, San Norberto, vos, sois el hijo del Dios de la vida
y su amado santo, que, siendo de noble familia, y segundo
hijo, os correspondía seguir carrera militar o eclesiástica,
y preferisteis abrazaros a la Cruz de Cristo, y Dios, os
mostró sus planes, pues en un paseo a caballo por el bosque
os sorprendió un violento huracán, derribándoos del caballo
y, como Pablo, en el camino de Damasco, dijisteis: “Señor,
¿qué quieres que haga?”. Y, Él, os respondió: “Abandona el
camino del mal y haz el bien”. Así, empezasteis vuestra
conversión y, abandonasteis la mundanidad, y os pusisteis
en manos de la escuela del abad benedictino de Siegburg y
de los canónigos de Klosterrath. Después, seguisteis feliz
el ejemplo del ermitaño Liudolfo, tres años en penitencia y
en oración viviendo, hasta que fuisteis sacerdote ordenado
por el arzobispo de Colonia, y empezasteis vuestra actividad
evangelizadora. Luego, os despojasteis de todos vuestros
bienes, distribuyéndolos a los pobres, sólo, conservasteis
para vos, una mula y diez monedas de plata, pero después
también lo dejasteis, para, seguir vuestras peregrinaciones
a pie y descalzo. En Francia, cerca a Nimes, os encontrasteis
con el Papa Calixto II, quien os animó a continuar por tal
camino. Fuisteis guía de los Canónigos regulares en Laon,
naciendo así, la Orden de los premonstratenses. Pero, vos,
continuasteis vuestra actividad de santo predicador ambulante.
Os encontrabais en Magdeburgo, asistiendo a las exequias
de su obispo, y de pronto, el clamor popular os eligió como
su sucesor. En fin, no os gustasteis a muchos, pero, erais
tenaz, buen organizador y os ganasteis aplausos y enemistades.
Lotario, emperador, os nombró canciller del imperio para Italia
e Inocencio II, Papa, amplió su jurisdicción a Polonia. Y,
jamás olvidasteis vuestra regla monástica de la pobreza y
del ejercicio del apostolado entre la gente humilde del campo,
viviendo al pie de la letra el ideal de vida contemplativa y
activa de los premonstratenses. Y, así, habiendo gastado vuestra
vida en buena lid, voló vuestra alma al cielo, para coronada
ser, con corona de luz, como justo premio a vuestro grande amor;
¡oh!, San Norberto, “vivo Pablo, verdad y fe; obediencia y luz”.
© 2016 Luis Ernesto Chacón Delgado
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6 de Junio
San Norberto
Obispo
Norberto nació en Xanten (Alemania) de la noble familia, de los 
Gennep, hacia el 1080. Como era costumbre para todo segundo hijo de la 
nobleza, a Norberto le correspondía seguir la carrera militar o 
eclesiástica. Prefirió el segundo camino, no por vocación, sino por 
simple oportunidad. En efecto, siendo diácono pudo gozar de los muchos 
privilegios al lado del gran elector de Colonia y del emperador Enrique 
V, que lo propuso para una importante sede episcopal. Pero Dios tenía 
otros planes. Durante un paseo a caballo por el bosque, lo sorprendió un
 violento huracán que lo derribó del caballo y, como Saulo en el camino 
de Damasco, dijo: “Señor, ¿qué quieres que haga?”.
La respuesta que cambió radicalmente su vida poco edificante fue: 
“Abandona el camino del mal y haz el bien”. Ese episodio fue el comienzo
 de su conversión. Abandonó los lugares mundanos y se puso a la escuela 
del abad benedictino de Siegburg y de los canónigos de Klosterrath; 
después siguió el ejemplo del ermitaño Liudolfo pasando tres años en 
penitencia y en oración. En 1115 fue ordenado sacerdote por el arzobispo
 de Colonia, y comenzó su actividad misionera itinerante.
Quiso dar el ejemplo despojándose de todos sus bienes y 
distribuyéndoselos a los pobres. Conservó para él una mula y diez 
monedas de plata, pero después dejó también esto y continuó sus 
peregrinaciones a pie y descalzo. En Francia, cerca a Nimes, se encontró
 con el Papa Calixto II quien lo animó a continuar por ese camino. El 
obispo de Laon, para tenerlo en su diócesis, le propuso ser el guía de 
los Canónigos regulares que seguían la Regla de San Agustín, y a quienes
 se les había asignado el convento de Praemonstratum. Así nació la Orden
 de los premonstratenses. Mientras tanto Norberto había continuado su 
actividad de predicador ambulante.
Se encontraba en Magdeburgo asistiendo a los funerales del obispo de 
esa ciudad, cuando el clamor popular lo eligió como sucesor. Fue un 
obispo incómodo para muchos. Tenaz, buen organizador, se ganó aplausos y
 enemistades. El emperador Lotario lo nombró canciller del imperio para 
Italia y el Papa Inocencio II extendió su jurisdicción a Polonia. Pero 
Norberto no olvidó la regla monástica de la pobreza y del ejercicio del 
apostolado entre la gente humilde del campo, y vivió integralmente el 
ideal de vida activa y contemplativa de los premonstratenses aun en el 
fulgor de los altos cargos. Murió en Magdeburgo, de regreso de una 
misión de paz en Italia, el 6 de junio de 1134. Fue canonizado en 1582.
Este día también se festeja a San Marcelino Champagnat

 
