¿Como fue el nacimiento de Jesús? Nos lo dice la Beata Ana Catalina Emmerich
En el curso de toda la historia humana, el Dios Verdadero, la
Santísima Trinidad, nos deja indicios de la Verdad que está alrededor de
Su Persona, en específico de Su Segunda Persona; de Jesús. Para
nosotros seres humanos que creen en el Verdadero Dios, es como tener que
hacer un enorme puzzle en el cual mitad de las piezas están puestas a
enseñar algunos aspectos del mismo, pero muchas otras no están y Dios
nos las envía, poco a poco, en el curso de las épocas para que el puzzle
sea cada vez más completo, detallado y comprensible. La comprensión se
afina a medida que podemos y queremos procesar informaciones muy
sofisticadas como en el caso de esta Beata y vidente a quien Dios le
concedió el don de ver el nacimiento de Jesús en directa ya que para
Dios no existe ni el tiempo ni el espacio.
La Beata en cuestión se llama Ana Catalina Emmerich. Sus visiones son
muy detalladas, detalles que no habría podido saber nadie excepto quien
vivió en primera persona el milagroso y asombroso evento del nacimiento
de Jesús, evento que desvela como María es Virgen antes, durante y
después del parto.
“El resplandor en torno a la Santísima Virgen se hacía cada vez
mayor y ya no se veía la luz de la lámpara que había encendido José. La
Santísima Virgen estaba vuelta a Oriente y arrodillada sobre su colcha
de dormir, con su amplio vestido suelto y extendido en torno a ella”.
Este fue el momento justamente previo a que la Virgen María diera
a luz a Cristo, el Salvador, tal y como lo relató la beata Ana Catalina
Emmerich, que recibió el don especial para revelar cómo fue la vida de
Jesús y de María Virgen a través de lo que ella llamaba “cuadros”, una
especie de fotogramas que veía al mismo tiempo que se producían estos
acontecimientos históricos y divinos.
Ana Catalina Emmerich fue una religiosa alemana, declarada Beata
por la Iglesia. Sufrió los estigmas de Jesús y se alimentaba únicamente
de la Eucaristía. Esta humilde mujer nació a finales de siglo XVIII y
aunque sus visiones no son dogma de fe, la Iglesia considera
particulares de gran valor para acercarse, en este caso, a la figura de
la Virgen. Durante un largo tiempo el escritor Clemente Brentano fue
recogiendo de boca de la Emmerich estas visiones y ahora están
publicadas en libros como La vida oculta de la Virgen María y La Amarga
Pasión de Cristo.
En su relato, la monja agustina explica con detalle todo lo que
vio de este momento clave para la humanidad. Así, recuerda que… “A las
doce de la noche la Virgen se quedó arrobada en oración: la vi elevarse
sobre la tierra de modo que podía verse el suelo debajo (…) Entonces ya
no vi más el techo de la gruta, y una vía de luz se abrió entre María y
lo más alto del Cielo con un resplandor cada vez más alto”.
“En esta vía de luz apareció un maravilloso movimiento de glorias
que se interpretaban y se acercaban perceptiblemente en forma de coros
de espíritus celestiales”.
Y entonces se produjo el Nacimiento del Mesías, el Señor, pues
“la Santísima Virgen, que levitaba en éxtasis, rezaba ahora mirando
hacia abajo, al suelo, a su Dios en cuya madre se había convertido, que
yacía ante ella en el suelo como un recién nacido desvalido”.
“Vi a Nuestro Salvador como un niño muy pequeño y refulgente cuya
luz sobrepasaba la del esplendor circundante, acostado en la manta
delante de las rodillas de la Santísima Virgen. Para mí era como si
fuera muy pequeñito y se fuera haciendo más grande ante mis ojos. Pero
todo esto solo era un movimiento del otro resplandor tan grande, que no
puedo decir con seguridad cómo lo he visto”.
La Virgen “estuvo así arrobada todavía un rato y vi que le puso
al niño un paño, pero no lo tomó en brazos ni lo levantó. Al cabo de un
largo rato vi que el niño rebullía y lo oí llorar, y entonces fue como
si María volviera en sí: levantó al niñito de la alfombra y lo envolvió
en el pañal que le había puesto encima y lo sostuvo en brazos junto a su
pecho. Luego se sentó y envolvió completamente al niño en su velo: creo
que María daba de mamar al Salvador. Entonces vi en torno a ella
ángeles de figura totalmente humana adorando con el rostro en el suelo”.
Recordamos que gracias a ésta humilde monja y a sus indicaciones
frutos de sus visiones, se hallaron los restos de la casa de la Virgen
en Éfeso.
Seguimos con las visiones…“Ya habría pasado más de una hora desde
el nacimiento cuando María llamó a José, que todavía estaba en oración.
Cuando José se acercó, se postró sobre su rostro con fervor, alegría y
humildad, y sólo se levantó cuando María le pidió varias veces que
apretara al Niño contra su corazón y diera gracias alegremente por el
sagrado regalo del Altísimo. Entonces José se incorporó, recibió en sus
brazos al niño Jesús y alabó a Dios con lágrimas de gozo”.
“La Santísima Virgen envolvió al niño en pañales. En este momento
no recuerdo la forma de envolverlo en pañales, sólo sé que uno era
rojo, y sobre él una envoltura blanca hasta debajo de los bracitos y
otro pañalito más por arriba hasta la cabecita. María solamente tenía
cuatro pañales”.
“Luego vi a María y José sentados, en el suelo desnudo, con las
piernas cruzadas uno junto a otro. No hablaban y parecían sumidos en
contemplación. Sobre la alfombra delante de María yacía envuelto como un
bebé, Jesús recién nacido, hermoso y radiante como un relámpago. ¡Ay!,
pensé, este lugar contiene la salvación del mundo entero y nadie tiene
ni la menor idea”, recogía Brentano de los labios de la monja alemana.
Después de esto colocaron al Niño en el pesebre, que según
Emmerich, “estaba lleno de juncos y hierbas finas y revestido con un
cobertor que colgaba por los costados. El pesebre estaba encima del
abrevadero de piedra que había a la derecha de la entrada de la cueva”.
Una vez que María y José dejaron ahí al niño, “los dos se quedaron de pie a su lado cantando himnos entre lágrimas de alegría”.
El Nacimiento de Cristo recorrió el mundo y cuenta la monja que “Vi
que los corazones de muchas buenas gentes se llenaron de jubiloso
anhelo, y los corazones de los malos de gran temor. Muchos animales se
movían alegremente, y en muchos lugares vi que las flores se enderezaban
y que las hierbas, árboles y arbustos expandían aromas y destilaban
bálsamos. Muchas fuentes se hinchieron y brotaron, y en la cueva de la
loma al sur de la Cueva del Pesebre brotó una caudalosa fuente a la hora
que nació Jesús, que a la mañana siguiente San José enmarcó y la
preparó un cauce”.
A la mañana siguiente llegaron tres mayorales de los pastores a
los que el Ángel se les había aparecido aquella noche. “Cuando llamaron
tímidamente a la Cueva del Pesebre, San José salió a recibirlos
cordialmente. Ellos le dijeron lo que les había anunciado esa noche el
ángel, y que venían a adorar al Niño de la Promesa y a regalarle sus
pobres dones. José aceptó sus regalos con humilde gratitud e hizo que
llevaran los animales a la cueva cuya entrada estaba junto a la puerta
Sur de la Cueva del Pesebre, adonde los acompañó”.
Ana Catalina Emmerich prosigue asegurando que José “luego llevó a
los tres mayorales a ver a la Santísima Virgen, que estaba junto al
pesebre sentada en el suelo encima de una manta con el Niño Jesús en el
regazo. Los pastores, con sus cayados en la mano, se hincaron de
rodillas humildemente delante de Jesús. Lloraban de alegría y
permanecieron mucho rato con gran dulzura y sin palabras. Luego cantaron
el himno de alabanza que los ángeles habían cantado esa noche y un
salmo que he olvidado. Cuando quisieron despedirse, la Santísima Virgen
les puso a uno tras otro el Niño Jesús en brazos. Se lo devolvieron con
lágrimas y abandonaron la cueva”.
Este relato es ASOMBROSO. Nada de lo que ha dicho la Emmerich
contradice los Evangelios ni los Dogmas y desvela el Infinito Poder de
Dios que Asombra y deja sin habla porque se trata de un Poder de Amor
que deslumbra. La Luz de la que se habla yo la interpreto como la
Energía de Amor de Dios, una Energía / Fuerza CREADORA capaz de DAR LA
VIDA.
No es una luz normal que solo ilumina. En éste relato se entiende
claramente que el Niño Jesús es como si hubiera sido “moldeado” dentro
de esta Luz, como el Alfarero hace sus obras con el barro, solo que Dios
lo hace DESDE DENTRO DE LA MATERIA o DESDE DENTRO DE SU MISMA
ENERGÍA/FUERZA CREADORA que, en éste caso, se comporta como si fuera
algo material también si no de la misma naturaleza de las cosas
materiales de esta dimensión.
En resume, pienso que Dios, usando una Ternura infinita, haya
“teletrasportado” Dios-Niño desde el vientre de la Virgen María hacia el
exterior, a través de Su Fuerza / Energía Creadora, usando una manera
muy parecida a aquella que usó para ingenerarLe en el vientre de la
misma Maria. Esto explicaría sin lugar a dudas algo que nunca hemos
entendido y que debemos creer por Fe: que María es Virgen en todos sus
tres aspectos, en mente, cuerpo y alma y también antes, durante y
después del parto.
La misma energía poderosa fue usada de Dios para la Resurrección de Cristo, materializandole.
De los últimos estudios sobre la Sindone, se ha encontrado sangre
coagulado que no se rompió. Por lo tanto, no podía moverse para salir de
la tumba y de los parches que Le envolvían sin romper las costras. La
única forma hubiera sido la desmaterialización.
¡Es una MARAVILLA! Conocer a Dios es abrir las puertas de nuestra
alma y de nuestro entendimiento hacia horizontes INFINITOS y
absolutamente ASOMBROSOS que abarcan todos los aspectos humanos, también
aquellos científicos!
¡ALABADO SEA EL SEÑOR en todo momento y en cada una de sus SANTÍSIMAS PERSONAS!
(http://iglesia-en-villar.es/blog/2018/01/04/como-fue-el-nacimiento-de-jesus/)