Oh, San Job,
vos, sois el hijo
del Dios de
la vida y su más
admirable
siervo, que, puesto
a prueba por
Él, nunca dejasteis
de amarlo y
cada vez más y más,
a pesar de
que vos, mas dolor
en vuestra
alma y cuerpo recibíais
Vuestra
paciencia, os ha encumbrado,
por siempre,
como eterno paradigma
de
paciencia. Y, como erais de
sencillez
grande y hombre recto,
jamás
dejasteis de temer a Dios
y os declarasteis
enemigo abierto
del mal.
Hijos e hijas, cuantiosa
fortuna en
animales y servidumbre,
hicieron de
vos, el hombre más rico
de vuestro
tiempo. Y, entonces,
permitió
Dios, que el Demonio
a vos os
sometiera, a crueles
pruebas, sin
quitaros la vida.
Así,
vuestros rebaños perdisteis
por el robo
y el fuego. Vuestra
casa, reducida
a escombros quedó
matando a
todos vuestros hijos. Y,
vuestro
cuerpo, cubierto fue de
úlceras y
arrojado fuisteis a un
basural.
“Desnudo salí del vientre
de mi madre,
desnudo volveré a
la tierra.
El Señor me lo dio todo
y Él me lo
quitó. ¡Bendito sea el
nombre del
Señor!”, decíais vos.
Y, sí,
bendito sea su Santo Nombre,
porque Él,
es el dueño de la vida.
Y, el mismo,
os premió con corona
de luz y
gloria, como gozáis vos;
oh, San Job,
"rey de la paciencia".
© 2012 Luis Ernesto Chacón Delgado
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8 de Mayo
San Job
Personaje bíblico admirable por su paciencia. Vivía en Arabia hacia el siglo XIV a.C. Hombre sencillo y recto, temeroso de Dios y enemigo del mal, habitaba la tierra de Hus. Tenía 7 hijos y 3 hijas y una gran fortuna en animales y servidumbre. Era el hombre más rico de la comarca.
El relato bíblico dice que Dios permitió que el Demonio sometiera a Job a las más rudas pruebas: hacerlo sufrir toda clase de padecimientos, menos quitarle la vida. Así, Job fue perdiendo sus rebaños por el robo, el fuego y otras calamidades; su casa quedó reducida a escombros aplastando y matando a todos sus hijos, y una enfermedad cubrió su cuerpo de úlceras y lo arrojó a un basural.
En medio de tantas desgracias Job no perdió su fe en Dios y exclamaba: “Desnudo salí del vientre de mi madre, desnudo volveré a la tierra El Señor me lo dio todo y Él me lo quitó. ¡Bendito sea el nombre
del Señor!”.