08 octubre, 2018

San Hugo de Génova

 
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¡Oh!, San Hugo de Génova, vos, sois el hijo del Dios de la vida
y su amado santo, que, luego de luchar en Tierra Santa,
os entregasteis en cuerpo y alma, en vuestro hospital.
Famoso erais, por vuestros milagros y poderes sobre la
naturaleza. Vuestro lema: “el ejercicio de la religión
hacia Dios y sus vecinos”, viva realidad los hicisteis.
Sobre tablas dormíais, y por correa teníais un metálico
cinturón. Ayunabais continuamente y cuando llegaba
la Cuaresma, lo hacíais de manera total. A los pobres
servisteis con amor y tacto, dándoles comida, dinero,
consuelo espiritual y fraternal amor, tanto que, hasta
los pies les lavabais y los cuidabais y, cuando, morían
los enterrabais cristianamente. Vuestro símbolo, “la Cruz
de ocho puntas”, no sólo la llevabais en vuestra capa,
sino, de manera especial en vuestro corazón. La Santa
Misa, todos los días oíais, hasta caer en éxtasis y
del suelo os elevabais ante la vista de todos. Siempre
orabais y Dios, Todopoderoso, os regaló el poder, en Su
Santo Nombre, de realizar milagros, como el día aquél,
en que, brotar hicisteis agua de las rocas ante el asombro
de las mujeres. Vos no estábais muy convencido pero en un gesto
de caridad, orasteis al Creador, y luego hiaciendo la señal
de la cruz, las aguas brotaron de las rocas. Hoy, lucís
corona de luz y de eternidad como justo premio, a vuestro
amor y a vuestra increíble y extraordinaria fe. ¡Aleluya!
¡oh!, San Hugo de Génova, “vivo amor y fe en el Dios de la Vida”.

 
© 2018 by Luis Ernesto Chacón Delgado
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8 de Octubre
San Hugo de Génova
Religioso


Martirologio Romano: En Génova, de la provincia de Liguria, san Hugo, religioso, que, después de haber luchado largo tiempo en Tierra Santa, fue designado para regir la Encomienda de la Orden de San Juan de Jerusalén en esta ciudad, y se distinguió por su bondad y su caridad hacia los pobres (c. 1233).

Etimología: Hugo = aquel de inteligencia clara, viene del germano

Nacido alrededor de 1186 en Alessandria (Italia), se convirtió en un caballero de la Orden de San Juan de Jerusalén. Después de largas campañas en Tierra Santa, fue elegido Maestro de la Encomienda de San Juan en Génova (Italia) y trabajó en la enfermería más cercana. Fue famoso por poderes milagrosos sobre los elementos naturales. Se cree que murió en 1233.

Fue el Comandante en Génova y su hospital alcanzó mucha fama durante su administración. Eso no le impidió ser un religioso ejemplar, logrando “el ejercicio de la religión hacia Dios y sus vecinos”. Es bien sabido cuánto sacrificio y devoción puede contener esta frase.

De acuerdo a un retrato escrito en sus tiemmpos sabemos que San Hugo era delgado, con un rostro ascético, y pequeño en estatura. Él era bastante gentil y amable con todos. Su mortificación no resultaba una malestia para los demás. Dormía en un tablero, en un rincón del sótano del Hospital; sirvió a los pobres con amor y tacto, dándoles comida, dinero, consuelo espiritual y amor fraternal. Él lavaba los pies a los pascientes, cuidaba de ellos, y cuando ellos morían, él los enterraba. La cruz de ocho puntas, (símbolo de su orden), no sólo estaba en su capa, él la llevaba en su corazón. Tan grande era su celo que él se ciñó con un cinturón metálico que usaba dentro de sus vestiduras, hacía ayunos continuamente durante todo el año y durante la Cuaresma no comía nada cocinado.

Todos los días recitaba el oficio y oía Misa con tal fervor que muchas veces cayó en éxtasis y se elevaba del suelo a la vista de todos. Su oración era, evidentemente, continua, y Dios le recompensó por ello con un don de poder realizar milagros.

Estos milagros fueron presenciados por el arzobispo de Génova, Otto Fusco, así como por cuatro venerable canónigos que frecuentaban la casa del santo y atestiguaron sobre lo que vieron.

Se cuenta, por ejemplo, que en uno de esos días sofocantes en Italia, de aquellos en que se siente que el calor lo aplasta, algunas mujeres se encontraban en la sala común de la enfermería lavando la ropa de los enfermos; el suministro de agua falló y no llegaba líquido a la fuente del monasterio, la única solución era recorrer una gran distancia para acarrear el agua necesaria. Ellas comenzaron a quejarse a viva voz, por lo que San Hugo pudo oírlas y acudió para ver que era lo que pasaba. Cuando llegó le pidieron que les diera agua, y ante su negativa ellas rompieron en llanto exclamando: “¿Acaso usted no es capaz de conseguir cualquier cosa de Dios?”, “debemos orar” fue su respuesta, “¡todo debemos hacerlo nosotras!”, “no soy el Señor, Él dijo que la fe obra milagros, ¿tienen fe ustedes?”, ellas lloraban diciendo que estaban agotadas por el trabajo y el calor. Él no estaba muy convencido pero en un gesto de caridad, oró al Creador, y luego hizo la señal de la cruz y las aguas brotaron de las rocas de la fuente ante las exclamaciones de sorpresa de las empleadas.

Por su fe, capaz de mover montañas, su vigilante e incansable caridad, así como por sus otras virtudes diarias, especialmente su gentileza y cortesía, es para nosotros un ejemplo vigorizante, y tal vez imitándolo podamos compartir la gloria eterna.
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Hoy día también se celebra a San Evodio de Rouen. Rouen, Francia Obispo. Evodio. En Rouen, en la Galia Lugdunense.

(http://www.es.catholic.net/santoraldehoy/)

7 Consejos para permanecer en la búsqueda de la Santidad


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7 consejos para permanecer en la búsqueda de la santidad “Sean santos como es santo él que los ha llamado” (1 Pe 1, 15)

Por: Dinorah Hernández | Fuente: Catoliscopio.com

Estoy segura de que has escuchado por lo menos una vez en tu vida la palabra -santidad-, pues este artículo tiene como objetivo recordarte que estás llamado a alcanzarla, sí, tú con todas tus características, mira que no te lo digo yo: “Sean santos… como es santo él que los ha llamado” 1 Pe 1, 15 y nadie está excluido de esta buena nueva.

Si te has topado hoy con esta lectura, aprovecha para hacer un pequeño alto y examinar cómo va tu camino hacia la santidad, entendida como la búsqueda de nuestra plenitud de ser cristianos. Este artículo es para tí, sin importar si vas iniciando en este camino, o ya llevas muchos años. Tal vez, como nos suele suceder, la habías dejado como olvidada, si es tu caso, déjame te digo que tengas ánimo, a veces pasa, pasa que las actividades diarias, la rutina, el trabajo, la escuela, las prisas, el ocio, las personas o las emociones como el desánimo nos distraen pero, no has pensado que es justamente en esto, las situaciones (hasta las más adversas) y actividades más cotidianas de nuestras vidas donde se encuentra el secreto para alcanzar nuestra meta y ser santos.

Déjame... te cuento una historia, la de Santa Mónica

Santa Mónica vivió entre el año 332 y 387 en África del norte y Roma, se casó con un hombre llamado Patricio, un hombre trabajador, pero con un genio terrible y además era mujeriego.
Patricio no creía en Dios, tras 30 años de matrimonio, y después de ver y experimentar la paciencia, la caridad y oraciones de su esposa, Patricio busca el bautismo antes de su muerte y también su madre (suegra de Santa Mónica) se hace bautizar con él.

Juntos tuvieron 3 hijos, el mayor, Agustín le daba grandes tristezas y preocupaciones principalmente porque le vio alejarse de Dios hasta unirse a una secta. Imagina la angustia de una madre católica al ver a su hijo alejarse de quien ella sabía era el perdón y la felicidad.

Santa Mónica oraba, ofrecía sacrificios y pedía a otros que intercedieran por Agustín y así lo hizo por años y años sin perder la esperanza, aunque su hijo no diera señales de conversión.

Finalmente, el año de su muerte logró ver a su hijo “mientras volvía a la casa del Padre”, su alegría fue completa, su Fe, su lágrimas y oraciones habían dado fruto en su hijo el gran San Agustín.

Como puedes ver a pesar de la distancia en tiempo y espacio que puedas pensar que hay entre ella y nosotros, su vida enfrentó dificultades muy similares a las nuestras, ¿Quién no tiene dificultades familiares, divisiones o peleas en casa? o ha sufrido por la salud espiritual o física alguien, ansiando que conociera a Dios como nosotros lo hemos comenzado a conocer, o tal vez te has visto en la situación en la que después de orar en repetidas ocasiones te preguntas si Dios te irá a responder o si acaso te está escuchando.

Como una amiga y desde la experiencia te digo, no desistas, Dios actúa en tu vida.
He aquí estos 7 consejos que a ejemplo de esta gran Santa podemos seguir para ser cada vez más plenos y acercarnos a nuestra meta, la santidad:

1. Persevera:
En hacer crecer tu amistad con Dios, por medio de la lectura de la Biblia, asistir a misa, la oración y en el amor y cuidado de los demás. Tal vez en ocasiones te sientas sin ganas, o te falte el tiempo, en esos momentos hazlo de todos modos pues tal vez sea cuando más lo necesites. Dios te acompaña y te ayudara.

2. Asómbrate:
“Déjense sorprender por Dios” es la frase que el papa Francisco continúa repitiendo “Dios se manifiesta con sorpresas”, en las pequeñas y grandes cosas de la vida, en tu rutina, en el trabajo, la escuela. En un mundo sobrecargado de tecnología e información corremos el peligro de vivir sin verle, sin fijarnos, sin parar y respirar, voltear al cielo admirarnos de lo que ahí hay, ver a nuestros niños; hijos, sobrinos, alumnos y sorprendernos de su ternura e inocencia, o ver a nuestros amigos y dejar que Dios nos sorprenda con la alegría, en nuestras familias, papás, hermanos, abuelos, sorprendernos del amor incondicional que a pesar de todo Dios nos da a través de ellos. Nos sorprende actuando aun en aquello que parece imposible. ¡¡¡No pierdas la fe!!!

3. No dejes de orar:
Una vez escuché a un canta autor católico decir: cuando oramos lo que más nos sorprende no es que Dios nos responda, sino ver que ¡¡Dios nos escuchó!! Y es que a veces oramos convencidos de que Dios no nos escuchara, a ejemplo de Santa Mónica, oremos sin desanimarnos, bien consiente de que el Dios que le escucho a ella es el Dios que me escucha a mí. Ora por ti y ora también por otros.
 
4. No te dejes abatir por lo que pasa:
Nos despertamos con noticias difíciles sobre el mundo en la televisión, después de camino a nuestras actividades escuchamos en la radio malas noticias ahora locales, para después encontrar crisis en el trabajo y/o la casa. Pero un cristiano no pierde la alegría ni la fe, sabe muy bien en quien ha puesto su confianza, y es que no podemos vivir como quien no cree en Dios, mira cómo esta gran santa conservó siempre la certeza de que Dios lo pondría todo en su lugar y a todos en su corazón.
 
5. Confía:
Como un niño…descansa sabiendo que todo está en manos de Dios, “Reza, espera y no te preocupes” decía el Padre Pío. Por supuesto que como diría la sabiduría popular “a Dios rogando y con el mazo dando” o como San Agustín hijo de nuestra Santa diría mejor “Ora como si todo dependiera de Dios. Trabaja como si todo dependiera de ti”. Nuestra vida sería mucho más plena si confiáramos en que Dios nos sostiene.
 
6. Agradece:
Como el Leproso que volvió a Jesús después de sanado, recuerda agradecer a Dios siempre y por todo.
 
7. Da testimonio:
El mundo, necesita de tu vida. Así como Santa Mónica impactó en la vida de su esposo e hijo con su ejemplo, paciencia y amor, tu y yo podemos en el día a día con nuestra amabilidad al conducir, nuestra plática, honestidad y buenas obras, ser luz para otros.

Te invito a ponerlos en práctica y verás cómo tu vida se va transformando y a ejemplo de Santa Mónica puedas impactar en la vida de tus más queridos y cercanos, vale la pena el esfuerzo.

(http://es.catholic.net/op/articulos/71263/7-consejos-para-permanecer-en-la-busqueda-de-la-santidad#modal)