¡Oh!, San Hugo de Génova, vos, sois el hijo del Dios de la vida
y su amado santo, que, luego de luchar en Tierra Santa,
os entregasteis en cuerpo y alma, en vuestro hospital.
Famoso erais, por vuestros milagros y poderes sobre la
naturaleza. Vuestro lema: “el ejercicio de la religión
hacia Dios y sus vecinos”, viva realidad los hicisteis.
Sobre tablas dormíais, y por correa teníais un metálico
cinturón. Ayunabais continuamente y cuando llegaba
la Cuaresma, lo hacíais de manera total. A los pobres
servisteis con amor y tacto, dándoles comida, dinero,
consuelo espiritual y fraternal amor, tanto que, hasta
los pies les lavabais y los cuidabais y, cuando, morían
los enterrabais cristianamente. Vuestro símbolo, “la Cruz
de ocho puntas”, no sólo la llevabais en vuestra capa,
sino, de manera especial en vuestro corazón. La Santa
Misa, todos los días oíais, hasta caer en éxtasis y
del suelo os elevabais ante la vista de todos. Siempre
orabais y Dios, Todopoderoso, os regaló el poder, en Su
Santo Nombre, de realizar milagros, como el día aquél,
en que, brotar hicisteis agua de las rocas ante el asombro
de las mujeres. Vos no estábais muy convencido pero en un gesto
de caridad, orasteis al Creador, y luego hiaciendo la señal
de la cruz, las aguas brotaron de las rocas. Hoy, lucís
corona de luz y de eternidad como justo premio, a vuestro
amor y a vuestra increíble y extraordinaria fe. ¡Aleluya!
¡oh!, San Hugo de Génova, “vivo amor y fe en el Dios de la Vida”.
© 2018 by Luis Ernesto Chacón Delgado
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y su amado santo, que, luego de luchar en Tierra Santa,
os entregasteis en cuerpo y alma, en vuestro hospital.
Famoso erais, por vuestros milagros y poderes sobre la
naturaleza. Vuestro lema: “el ejercicio de la religión
hacia Dios y sus vecinos”, viva realidad los hicisteis.
Sobre tablas dormíais, y por correa teníais un metálico
cinturón. Ayunabais continuamente y cuando llegaba
la Cuaresma, lo hacíais de manera total. A los pobres
servisteis con amor y tacto, dándoles comida, dinero,
consuelo espiritual y fraternal amor, tanto que, hasta
los pies les lavabais y los cuidabais y, cuando, morían
los enterrabais cristianamente. Vuestro símbolo, “la Cruz
de ocho puntas”, no sólo la llevabais en vuestra capa,
sino, de manera especial en vuestro corazón. La Santa
Misa, todos los días oíais, hasta caer en éxtasis y
del suelo os elevabais ante la vista de todos. Siempre
orabais y Dios, Todopoderoso, os regaló el poder, en Su
Santo Nombre, de realizar milagros, como el día aquél,
en que, brotar hicisteis agua de las rocas ante el asombro
de las mujeres. Vos no estábais muy convencido pero en un gesto
de caridad, orasteis al Creador, y luego hiaciendo la señal
de la cruz, las aguas brotaron de las rocas. Hoy, lucís
corona de luz y de eternidad como justo premio, a vuestro
amor y a vuestra increíble y extraordinaria fe. ¡Aleluya!
¡oh!, San Hugo de Génova, “vivo amor y fe en el Dios de la Vida”.
© 2018 by Luis Ernesto Chacón Delgado
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8 de Octubre
San Hugo de Génova
Religioso
Martirologio Romano: En Génova, de la provincia de
Liguria, san Hugo, religioso, que, después de haber luchado largo tiempo
en Tierra Santa, fue designado para regir la Encomienda de la Orden de
San Juan de Jerusalén en esta ciudad, y se distinguió por su bondad y su
caridad hacia los pobres (c. 1233).
Etimología: Hugo = aquel de inteligencia clara, viene del germano
Nacido alrededor de 1186 en Alessandria (Italia), se convirtió en un
caballero de la Orden de San Juan de Jerusalén. Después de largas
campañas en Tierra Santa, fue elegido Maestro de la Encomienda de San
Juan en Génova (Italia) y trabajó en la enfermería más cercana. Fue
famoso por poderes milagrosos sobre los elementos naturales. Se cree que
murió en 1233.
Fue el Comandante en Génova y su hospital alcanzó mucha fama durante
su administración. Eso no le impidió ser un religioso ejemplar, logrando
“el ejercicio de la religión hacia Dios y sus vecinos”. Es bien sabido
cuánto sacrificio y devoción puede contener esta frase.
De acuerdo a un retrato escrito en sus tiemmpos sabemos que San Hugo
era delgado, con un rostro ascético, y pequeño en estatura. Él era
bastante gentil y amable con todos. Su mortificación no resultaba una
malestia para los demás. Dormía en un tablero, en un rincón del sótano
del Hospital; sirvió a los pobres con amor y tacto, dándoles comida,
dinero, consuelo espiritual y amor fraternal. Él lavaba los pies a los
pascientes, cuidaba de ellos, y cuando ellos morían, él los enterraba.
La cruz de ocho puntas, (símbolo de su orden), no sólo estaba en su
capa, él la llevaba en su corazón. Tan grande era su celo que él se ciñó
con un cinturón metálico que usaba dentro de sus vestiduras, hacía
ayunos continuamente durante todo el año y durante la Cuaresma no comía
nada cocinado.
Todos los días recitaba el oficio y oía Misa con tal fervor que
muchas veces cayó en éxtasis y se elevaba del suelo a la vista de todos.
Su oración era, evidentemente, continua, y Dios le recompensó por ello
con un don de poder realizar milagros.
Estos milagros fueron presenciados por el arzobispo de Génova, Otto
Fusco, así como por cuatro venerable canónigos que frecuentaban la casa
del santo y atestiguaron sobre lo que vieron.
Se cuenta, por ejemplo, que en uno de esos días sofocantes en Italia,
de aquellos en que se siente que el calor lo aplasta, algunas mujeres
se encontraban en la sala común de la enfermería lavando la ropa de los
enfermos; el suministro de agua falló y no llegaba líquido a la fuente
del monasterio, la única solución era recorrer una gran distancia para
acarrear el agua necesaria. Ellas comenzaron a quejarse a viva voz, por
lo que San Hugo pudo oírlas y acudió para ver que era lo que pasaba.
Cuando llegó le pidieron que les diera agua, y ante su negativa ellas
rompieron en llanto exclamando: “¿Acaso usted no es capaz de conseguir
cualquier cosa de Dios?”, “debemos orar” fue su respuesta, “¡todo
debemos hacerlo nosotras!”, “no soy el Señor, Él dijo que la fe obra
milagros, ¿tienen fe ustedes?”, ellas lloraban diciendo que estaban
agotadas por el trabajo y el calor. Él no estaba muy convencido pero en
un gesto de caridad, oró al Creador, y luego hizo la señal de la cruz y
las aguas brotaron de las rocas de la fuente ante las exclamaciones de
sorpresa de las empleadas.
Por su fe, capaz de mover montañas, su vigilante e incansable
caridad, así como por sus otras virtudes diarias, especialmente su
gentileza y cortesía, es para nosotros un ejemplo vigorizante, y tal vez
imitándolo podamos compartir la gloria eterna.
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Hoy día también se celebra a San Evodio de Rouen. Rouen, Francia Obispo. Evodio. En Rouen, en la Galia Lugdunense.
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