31 julio, 2010

San Ignacio de Loyola


Oh, San Ignacio de Loyola, vos sois el
hijo del Dios de la vida y aunque vuestra
vida transcurrió entre la corte real y la
milicia, defendisteis a Pamplona y herido
y en convalecencia plena, obró luego la
providencia divina y os convertisteis en
amante de la teología, a la lectura de
algunos libros piadosos debido, que os
hicieron descubrir, en la vida de Jesús y
de los Santos, vuestra vocación verdadera.
Interiores luchas os acosaron, entre los
piadosos deseos y los del mundo, hasta
que venciendo los primeros, os dedecasteis,
a un apostolado prístino, de fe lleno, en
el que, la providencia divina hizo carne
y os dirigió al Santuario de Nuestra Señora
de Montserrat y haciendo confesión general,
dejasteis vuestras ropas y vuestra espada,
a sus pies santos y comenzasteis de pobreza
una vida, de oración y penitencia llenas,
convertiendoos en amante de la teología,
y con vuestros escritos y con vuestros
discípulos, más tarde y con vos a la cabeza,
la Compañía de Jesús, fundasteis y con la
cual intensamente trabajasteis por la
reforma de Nuestra Santa Madre Iglesia.
Para la posteridad dejasteis, vuestro libro
“Ejercicios Espirituales”, preciosa joya
para domar el alma y los sentidos del mundo,
y vuestra obra, portentosa continúa hoy y
poderosa se yergue, tal y conforme lo había
ya, sentenciado Jesús Nuestro Señor y vos,
que vuestra vida gastasteis hasta el fin,
premiado fuisteis, con corona de luz eterna,
de los ejercicios espirituales, Patrono;
oh, San Ignacio de Loyola, de Cristo, luz.

© 2010 by Luis Ernesto Chacón Delgado

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31 de Julio

San Ignacio de Loyola
Año 1556

San Ignacio: ruégale a Dios por todos los que como tí deseamos extender el Reino de Cristo, y hacer amar más a nuestro Divino Salvador.

“Todo para mayor Gloria de Dios” (San Ignacio)

San Ignacio nació en 1491 en el castillo de Loyola, en Guipúzcoa, norte de España, cerca de los montes Pirineos que están en el límite con Francia. Su padre Bertrán De Loyola y su madre Marina Sáenz, de familias muy distinguidas, tuvieron once hijos: ocho varones y tres mujeres. El más joven de todos fue Ignacio. El nombre que le pusieron en el bautismo fue Iñigo.

Entró a la carrera militar, pero en 1521, a la edad de 30 años, siendo ya capitán, fue gravemente herido mientras defendía el Castillo de Pamplona. Al ser herido su jefe, la guarnición del castillo capituló ante el ejército francés. Los vencedores lo enviaron a su Castillo de Loyola a que fuera tratado de su herida. Le hicieron tres operaciones en la rodilla, dolorosísimas, y sin anestesia; pero no permitió que lo atasen ni que nadie lo sostuviera. Durante las operaciones no prorrumpió ni una queja. Los médicos se admiraban. Para que la pierna operada no le quedara más corta le amarraron unas pesas al pie y así estuvo por semanas con el pie en alto, soportando semejante peso. Sin embargo quedó cojo para toda la vida.

A pesar de esto Ignacio tuvo durante toda su vida un modo muy elegante y fino para tratar a toda clase de personas. Lo había aprendido en la Corte en su niñez. Mientras estaba en convalecencia pidió que le llevaran novelas de caballería, llenas de narraciones inventadas e imaginarias. Pero su hermana le dijo que no tenía más libros que “La vida de Cristo” y el “Año Cristiano”, o sea la historia del santo de cada día. Y le sucedió un caso muy especial. Antes, mientras leía novelas y narraciones inventadas, en el momento sentía satisfacción pero después quedaba con un sentimiento horrible de tristeza y frustración . En cambio ahora al leer la vida de Cristo y las Vidas de los santos sentía una alegría inmensa que le duraba por días y días. Esto lo fue impresionando profundamente.

Y mientras leía las historias de los grandes santos pensaba: “¿Y por qué no tratar de imitarlos? Si ellos pudieron llegar a ese grado de espiritualidad, ¿por qué no lo voy a lograr yo? ¿Por qué no tratar de ser como San Francisco, Santo Domingo, etc.? Estos hombres estaban hechos del mismo barro que yo. ¿Por qué no esforzarme por llegar al grado que ellos alcanzaron?”. Y después se iba a cumplir en él aquello que decía Jesús: “Dichosos los que tienen un gran deseo de ser santos, porque su deseo se cumplirá” (Mt. 5,6), y aquella sentencia de los psicólogos: “Cuidado con lo que deseas, porque lo conseguirás”.

Mientras se proponía seriamente convertirse, una noche se le apareció Nuestra Señora con su Hijo Santísimo. La visión lo consoló inmensamente. Desde entonces se propuso no dedicarse a servir a gobernantes de la tierra sino al Rey del cielo. Apenas terminó su convalecencia se fue en peregrinación al famoso Santuario de la Virgen de Monserrat. Allí tomó el serio propósito de dedicarse a hacer penitencia por sus pecados. Cambió sus lujosos vestidos por los de un pordiosero, se consagró a la Virgen Santísima e hizo confesión general de toda su vida.

Y se fue a un pueblecito llamado Manresa, a 15 kilómetros de Monserrat a orar y hacer penitencia, allí estuvo un año. Cerca de Manresa había una cueva y en ella se encerraba a dedicarse a la oración y a la meditación. Allá se le ocurrió la idea de los Ejercicios Espiritales, que tanto bien iban a hacer a la humanidad. Después de unos días en los cuales sentía mucho gozo y consuelo en la oración, empezó a sentir aburrimiento y cansancio por todo lo que fuera espiritual. A esta crisis de desgano la llaman los sabios “la noche oscura del alma”. Es un estado dificultoso que cada uno tiene que pasar para que se convenza de que los consuelos que siente en la oración no se los merece, sino que son un regalo gratuito de Dios.

Luego le llegó otra enfermedad espiritual muy fastidiosa: los escrúpulos. O sea el imaginarse que todo es pecado. Esto casi lo lleva a la desesperación. Pero iba anotando lo que le sucedía y lo que sentía y estos datos le proporcionaron después mucha habildad para poder dirigir espiritualmente a otros convertidos y según sus propias experiencias poderles enseñar el camino de la santidad. Allí orando en Manresa adquirió lo que se llama “Discreción de espíritus”, que consiste en saber determinar qué es lo que le sucede a cada alma y cuáles son los consejos que más necesita, y saber distinguir lo bueno de lo malo. A un amigo suyo le decía después: “En una hora de oración en Manresa aprendí más a dirigir almas, que todo lo que hubiera podido aprender asistiendo a universidades”.

En 1523 se fue en peregrinación a Jerusalén, pidiendo limosna por el camino. Todavía era muy impulsivo y un día casi ataca a espada a uno que hablaba mal de la religión. Por eso le aconsejaron que no se quedara en Tierra Santa donde había muchos enemigos del catolicismo. Después fue adquiriendo gran bondad y paciencia. A los 33 años empezó como estudiante de colegio en Barcelona, España. Sus compañeros de estudio eran mucho más jóvenes que él y se burlaban mucho. El toleraba todo con admirable paciencia. De todo lo que estudiaba tomaba pretexto para elevar su alma a Dios y adorarlo.

Después pasó a la Universidad de Alcalá. Vestía muy pobremente y vivía de limosna. Reunía niños para enseñarles religión; hacía reuniones de gente sencilla para tratar temas de espiritualidad, y convertía pecadores hablandoles amablemente de lo importante que es salvar el alma. Lo acusaron injustamente ante la autoridad religiosa y estuvo dos meses en la cárcel. Después lo declararon inocente, pero había gente que lo perseguía. El consideraba todos estos sufrimientos como un medio que Dios le proporcionaba para que fuera pagando sus pecados. Y exclamaba: “No hay en la ciudad tantas cárceles ni tantos tormentos como los que yo deseo sufrir por amor a Jesucristo”.

Se fue a Paris a estudiar en su famosa Universidad de La Sorbona. Allá formó un grupo con seis compañeros que se han hecho famosos porque con ellos fundó la Compañía de Jesús. Ellos son: Pedro Fabro, Francisco Javier, Laínez, Salnerón, Simón Rodríguez y Nicolás Bobadilla. Recibieron doctorado en aquella universidad y daban muy buen ejemplo a todos. Los siete hicieron votos o juramentos de ser puros, obedientes y pobres, el día 15 de Agosto de 1534, fiesta de la Asunción de María. Se comprometieron a estar siempre a las órdenes del Sumo Pontífice para que él los emplease en lo que mejor le pareciera para la gloria de Dios.

Se fueron a Roma y el Papa Pablo III les recibió muy bien y les dio permiso de ser ordenados sacerdotes. Ignacio, que se había cambiado por ese nombre su nombre antiguo de Íñigo, esperó un año desde el día de su ordenación hasta el día de la celebración de su primera misa, para prepararse lo mejor posible a celebrarla con todo fervor. San Ignacio se dedicó en Roma a predicar Ejercicios Espirituales y a catequizar al pueblo. Sus compañeros se dedicaron a dictar clases en universidades y colegios y a dar conferencias espirituales a toda clase de personas. Se propusieron como principal oficio enseñar la religión a la gente.

En 1540 el Papa Pablo III aprobó su comunidad llamada “Compañía de Jesús” o “Jesuitas”. El Superior General de la nueva comunidad fue San Ignacio hasta su muerte. En Roma pasó todo el resto de su vida. Era tanto el deseo que tenía de salvar almas que exclamaba: “Estaría dispuesto a perder todo lo que tengo, y hasta que se acabara mi comunidad, con tal de salvar el alma de un pecador”. Fundó casas de su congregación en España y Portugal. Envió a San Francisco Javier a evangelizar el Asia. De los jesuitas que envió a Inglaterra, 22 murieron martirizados por los protestantes. Sus dos grandes amigos Laínez y Salmerón fueron famosos sabios que dirigieron el Concilio de Trento. A San Pedro Canisio lo envió a Alemania y este santo llegó a ser el más célebre catequista de aquél país. Recibió como religioso jesuita a San Francisco de Borja que era rico político, gobernador, en España. San Ignacio escribió más de 6 mil cartas dando consejos espirituales.

El Colegio que San Ignacio fundó en Roma llegó a ser modelo en el cual se inspiraron muchísimos colegios más y ahora se ha convertido en la célebre Universidad Gregoriana. Los jesuitas fundados por San Ignacio llegaron a ser los más sabios adversarios de los protestantes y combatieron y detuvieron en todas partes al protestantismo. Les recomendaba que tuvieran mansedumbre y gran respeto hacia el adversario pero que se presentaran muy instruidos para combatirlos. El deseaba que el apóstol católico fuera muy instruido.

El libro más famoso de San Ignacio se titula: “Ejercicios Espirituales” y es lo mejor que se ha escrito acerca de como hacer bien los santos ejercicios. En todo el mundo es leído y practicado este maravilloso libro. Duró 15 años escribiéndolo. Su lema era: “Todo para mayor gloria de Dios”. Y a ello dirigía todas sus acciones, palabras y pensamientos: A que Dios fuera más conocido, más amado y mejor obedecido. En los 15 años que San Ignacio dirigió a la Compañía de Jesús, esta pasó de siete socios a más de mil. A todos y cada uno trataba de formarlos muy bien espiritualmente.

Como casi cada año se enfermaba y después volvía a obtener la curación, cuando le vino la última enfermedad nadie se imaginó que se iba a morir, y murió subitamente el 31 de julio de 1556 a la edad de 65 años. En 1622 el Papa lo declaró Santo y después Pío XI lo declaró Patrono de los Ejercicios Espirituales en todo el mundo. Su comunidad de Jesuitas es la más numerosa en la Iglesia Católica.

(http://www.ewtn.com/spanish/Saints/ignacio_de_loyola.htm)

30 julio, 2010

San Pedro Crisólogo

Oh, San Pedro Crisólogo; vos sois
el hijo del Dios de la vida, aquél
que honor hizo, al significado de
vuestro nombre: “el que habla muy
bien”, pues a convertiros llegasteis
en uno de los más famosos oradores
de vuestro tiempo, y tanto, que los
paganos que abundaban en vuestra
zona convertidos fueron por vuestro
hablar dulce, conciso, sencillo y
práctico, pues explicar sabíais
claramente, de la fe la verdad y por
ello, la gente os admiraba porque
vuestro mensaje breve, directo
llegaba directo al corazón. Mucho,
la comunión frecuente recomendabais
a vuestros oyentes y exhortabais a
hacer de la Eucaristía Sagrada, su
alimento de todas las semanas. Hasta
hoy, vuestra esencia nos acompaña,
pues de vos, guardamos maravillosos
sermones, prueba de vuestro amor a
nuestra Santa Madre Iglesia Católica.
Vos, luego de haberos gastado por
el reino de los cielos, entregando
vuestra vida, partisteis a la morada
del Padre eterno, para justo premio
recibir; corona de luz y eternidad;
Oh, Pedro Crisólogo, Santo predicador.

© 2010 by Luis Ernesto Chacón Delgado
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30 de Julio

San Pedro Crisólogo
Doctor
Año 451

Crisólogo significa: el que habla muy bien. Este santo ha sido uno de los oradores más famosos de la Iglesia Católica. Nació en Imola (Italia) y fue formado por Cornelio obispo de esa ciudad, por el cual conservó siempre una gran veneración. Este santo prelado lo convenció de que en el dominio de las propias pasiones y en el rechazar los malos deseos reside la verdadera grandeza, y que este es un medio seguro para conseguir las bendiciones de Dios. Pedro gozó de la amistad del emperador Valentiniano y de la madre de este, Plácida, y por recomendación de ellos los dos, fue nombrado Arzobispo de Ravena (la ciudad donde vivía el emperador). También gozó de la amistad del Papa San León Magno.

Cuando empezó a ser arzobispo de Ravena, había en esta ciudad un gran número de paganos. Y trabajó con tanto entusiasmo por convertirlos, que cuando él murió ya eran poquísimos los paganos o no creyentes en esta capital. A la gente le agradaban mucho sus sermones (y por eso le pusieron el sobrenombre de crisólogo, o sea: el que habla muy bien). Su modo de hablar era conciso, sencillo y práctico. Sabía explicar muy claramente las principales verdades de la fe. A ratos se entusiasmaba tanto mientras predicaba, que la misma emoción le impedía seguir hablando, y el público se contagiaba de su entusiasmo y empezaban muchos a llorar.

En los dos meses más calurosos del verano dejaba de predicar y explicaba así jocosamente a sus oyentes el porqué de esta determinación: “en este tiempo de calores tan bochornosos no les predico, porque ustedes se apretujan mucho para escucharme y con estas temperaturas tan altas llegan los ahogos y trastornos, y después le echan toda la culpa de ello a mis sermones”. La gente se admiraba de que en predicaciones bastante breves, era capaz de resumir las doctrinas más importantes de la fe. Se conservan de él, 176 sermones, muy bien preparados y cuidadosamente redactados. Por su gran sabiduría al predicar y escribir, fue nombrado Doctor de la Iglesia, por el Papa Benedicto XIII.

Recomendaba mucho la comunión frecuente y exhortaba a sus oyentes a convertir la Sagrada Eucaristía en su alimento de todas las semanas. Murió el 30 de julio del año 451. Quiera nuestro buen Dios concedernos que muchos predicadores y catequistas de nuestro tiempo merezcan también el apelativo de Crisólogos: los que hablan muy bien.

Dichosos los que escuchan la palabra de Dios y la ponen en práctica. (Lc, 8, 21)

(http://www.ewtn.com/spanish/Saints/Pedro_Crisólogo.htm)


29 julio, 2010

Santa Marta, hermana de Lázaro

Oh, Santa Marta, vos sois la hija
del Dios de la vida, la misma que
habéis hecho honor al significado
vuestro nombre: “señora y jefe de
hogar”, y porque los escritos sobre
vos, en el sagrado libro, dicen que
Jesús, os amaba, junto a María y
a Lázaro, porque sus amigos erais
de verdad y, recordareis vos, cuando
preguntasteis a Jesús: “Señor, ¿cómo
os parece que mi hermana me haya
dejado a mí sola con todo el oficio
de la casa? Por qué no le dices que
me ayude un poco en esta tarea?”, y
y Él os dijo: “Marta, Marta, os
afanáis y os preocupáis por muchas
cosas. Sólo una cosa necesaria es.
María ha escogido la mejor parte,
la que no le será quitada”, y vos
entendiendo, también lo escuchasteis.
Cuando Lázaro murió, vos presta a
Él, recurristeis y Él, os dijo:“Tu
hermano resucitará”, y creísteis
que seria al final de los tiempos,
pero Jesús os dijo: “Yo soy la vida
y la resurrección. Todo el que cree
en mí, aunque haya muerto vivirá”.
¿Crees esto?, y respondisteis: ¡Sí
Señor, yo creo! y dijo Jesús: “¿Dónde
lo han colocado?” y viendo llorar a
Marta y a sus acompañantes, Él lloró
también y las gentes decían: “Mirad
cómo lo amaba”. La piedra quitaron
y dijisteis vos: “Señor ya huele mal
porque hace cuatro días que está
enterrado” y Jesús os dijo: “¿No os
he dicho que si creéis veréis la gloria
de Dios?” y Jesús Dijo: “Lázaro ven
afuera” y el muerto salió, llevando
el sudario y las vendas de sus manos.
Interceded pues, Marta Santa, para
que los “lázaros” que por el pecado
muertos, por el mundo deambulan al
llamado de Jesús, resuciten y mañana
más tarde, como vos brillen, en el
cielo eterno, coronados todos de luz;
oh, Santa Marta, “señora, jefe de hogar”.

© 2010 by Luis Ernesto Chacón Delgado
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29 de julio

Santa Marta


Siglo I


Marta significa: “señora; jefe de hogar”. En Betania, un pueblecito cercano a Jerusalén, vivía una familia de la cual dice el Evangelio un elegio hermosísimo: “Jesús amaba a Marta, a María y a su hermano Lázaro”. Difícil encontrar un detalle más simpático acerca de alguna familia: eran muy amados por Jesús. Los dos primeros años de su apostolado, Jesús estuvo la mayor parte del tiempo en la provincia de Galilea, al norte de su país. Pero en el tercer año se trasladó a Judea, en el sur, y con él sus discípulos. En Jerusalén era bastante peligroso el quedarse por las noches porque los enemigos le habían jurado guerra a muerte y buscaban cualquier ocasión propicia para matar al Redentor. Pero allí, a cuatro kilómetros de Jerusalén, había un pueblecito tranquilo y amable y en él un hogar donde Jesús se sentía bien. Era el hogar de Marta, María y Lázaro. En esta casa siempre había una habitación lista y bien arreglada para recibir al Divino Maestro, cualquier día a la hora en que llegara. Y tres corazones verdaderamente amigos de Jesús, le esperaban con afecto fraternal. Allí Jesús se sentía como en su casa. (S. Marta es la patrona de los hoteleros, porque sabía atender muy bien). Con razón dice el Evangelio que Jesús amaba a Marta, a María y a Lázaro. Que bueno fuera que de cada uno de nuestros hogares se pudiera decir lo que la Biblia afirma del hogar de estas tres afortunadas personas.

Famosa se ha hecho la escena que sucedió un día en que Jesús llegó a Betania con sus 12 apóstoles y las santas mujeres (mamás de algunos apóstoles, etc). Marta corría de allá para acá preparando los alimentos, arreglando las habitaciones, llevando refrescos para los sedientos viajeros. Jesús como siempre, aprovechando aquellos instantes de descanso, se dedicó a dar sabias instrucciones a sus discípulos. Oír a Cristo es lo más hermoso que pueda existir. El estaba sentado en un sillón y los demás, atentísimos, sentados en el suelo escuchando. Y allí, en medio de todos ellos, sentada también en el suelo estaba María, la hermana de Marta, extasiada,oyendo tan formidables enseñanzas.

De pronto Marta se detiene un poco en sus faenas y acercándose a Jesús le dice con toda confianza: “Señor, ¿cómo te parece que mi hermana me haya dejado a mí sola con todo el oficio de la casa? Por qué no le dices que me ayude un poco en esta tarea?”. Y Jesús con una suave sonrisa y tono bondadoso le responde: “Marta, Marta, te afanas y te preocupas por muchas cosas. Sólo una cosa es necesaria. María ha escogido la mejor parte, la que no le será quitada”. Marta entendió la lección y arremangándose el delantal, se sentó también allí en el suelo para escuchar las divinas instrucciones del Salvador. Ahora sabía que todos los afanes materiales no valen tanto como escuchar las enseñanzas que vienen del cielo y aprender a conseguir la eterna salvación.

Narra San Juan en el capítulo 11 “Sucedió que un día Lázaro se enfermó, se agravó y empezó a dar señales muy graves de que se iba a morir. Y Jesús estaba lejos. Las dos hermanas le enviaron un empleado con este sencillo mensaje: Señor aquel que tú amas, está enfermo. Que bello modo de comunicarle la noticia. Sabemos que lo amas, y si lo amas lo vas a ayudar. Pero Jesús (que estaba al otro lado del Jordán) no se movió de donde estaba. Un nuevo mensajero y Jesús no viene. A los apóstoles les dice: “Esta enfermedad será para gloria de Dios”. Y luego les añade: “Lázaro nuestro amigo ha muerto. Y me alegro de que esto haya sucedido sin que yo hubiera estado allí, proque ahora váis a creer”.

A los cuatro días de muerto Lázaro, dispuso Jesús dirigirse hacia Betania, la casa estaba llena de amigos y conocidos que habían llegado a dar el pésame a las dos hermanas. Tan pronto Marta supo que Jesús venía, salió a su encuentro y le dijo: Oh Señor, si hubieras estado aquí no habría muerto mi hermano; pero aún ahora yo sé que cuánto pidas a Dios te lo concederá.

Jesús le dice: “Tu hermano resucitará”.

Marta le contesta: Ya sé que resucitará el último día en la resurrección de los muertos.

Jesús añadió: Yo soy la resurreción y la vida. Todo el que cree en mí, aunque haya muerto vivirá ¿Crees esto?

Marta respondió: Sí Señor; yo creo que Tú eres el Cristo, el Hijo de Dios, el que tenía que venir al mundo.

Maravillosa profesión de fe hecha por esta santa mujer. Dichosa Marta que hizo decir a Jesús verdades tan formidables.

Jesús dijo: “¿Dónde lo han colocado?” Y viendo llorar a Marta y a sus acompañantes, Jesús también empezó a llorar. Y las gentes comentaban: “Mirad cómo lo amaba”.

Y fue al sepulcro que era una cueva con una piedra en la entrada. Dijo Jesús: “Quiten la piedra”. Le responde Marta: “Señor ya huele mal porque hace cuatro días que está enterrado”. Le dice Jesús “¿No te he dicho que si crees verás la gloria de Dios?”. Quitaron la piedra y Jesús dijo en voz alta: “Lázaro ven afuera”. Y el muerto salió, llevando el suadrio y las vendas de sus manos. Santa Marta bendita, no dejes de rogar a Jesús por tantos Lázaros muertos que tenemos en nuestras familias. Son los que viven en pecado mortal. Que Cristo el Salvador venga a nuestros hogares y resucite a los que están muertos por el pecado y los libre de la muerte eterna, por medio de una verdadera conversión.

Dijo Jesús: "si crees, verás la gloria de Dios".

(http://www.ewtn.com/spanish/Saints/Marta.htm)

28 julio, 2010

San Víctor I Papa y mártir

Oh, San Víctor I Papa y mártir,
vos sois el hijo del Dios de la vida,
porque fuisteis vos, uno más en la
lista larga de los hombres de fe,
que de sí, todo dieron, incluso la
vida, en defensa de la cristiana
Doctrina Católica; herencia única
de eterna vida, de carne y espíritu
hecha en esta tierra, por el Dios
eterno y vos, el primero en celebrar
los misterios sagrados en latín, tal
y conforme San Jerónimo lo describe
porque vos, normas sobre la forma
única, de la eucarística celebración
disteis y a costa, de vuestra vida,
exponer como de Cristo soldado, al
cielo partisteis, para en la casa
del Padre habitar, recibiendo corona
de luz y de eternidad, como premio
justo, a vuestro sacrificio de amor:
oh, San Víctor I, Papa santo y mártir.

© 2010 by Luis Ernesto Chacón Delgado

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28 de Julio

San Victor I, Papa y Mártir

San Víctor, originario de Africa, sucedió en el pontificado a San Eleuterio hacia el año 189. Afrontó eficazmente las grandes dificultades de su época. Por ejemplo, ciertos cristianos del Asia que vivían en Roma, insistían en celebrar la Pascua según su propia tradición, aunque no fuese en domingo. Como ciertos obispos de Asia los apoyasen, San Víctor los amenazó con la excomunión. Otra de las dificultades que tuvo que enfrentar, fue la enseñanza de Teódoto, quien sostenía que Jesucristo era simplemente un hombre dotado de poderes sobrenaturales.

San Víctor murió antes de que comenzase la persecución de Septimio Severo, pero las persecuciones que debió sufrir por su enérgico celo para defender la fe, le merecen el título de mártir. Según San Jerónimo, este santo fue el primero en celebrar los sagrados misterios en latín.

(http://www.aciprensa.com/santos/santo.php?id=225)


27 julio, 2010

Santa María Josefa Rosello

Oh, Santa María Josefa Rosello;
vos sois la hija del Dios de la
vida, “la pequeña capitana”,
como vuestro padre os llamaba,
porque teníais vos, de líder
cualidades, desde niña y quiso
la providencia divina, de vos
hacer, el milagro viviente de
Cristo; imitándolo en su amor
al prójimo, y de especial manera
con las ambulantes niñas del
tiempo vuestro, alimento dándoles
para sus almas y sus cuerpos.
Vos, amorosa con Nuestro Señor,
la congregación de Nuestra Señora
de la Misericordia, y conventos
mas fundasteis, para gloria del
Dios eterno, confiada en su gracia
y providencia divina. Trabajo,
santidad y entrega de sol a sol,
a los más pobres dedicada, grande
y fructífera y, en medio de aquella
rutina santa, os llamó Nuestro
Padre Eterno, y diciendo: “A
Jesús amemos. Lo más importante
es a Dios amar y el alma salvar”
y así es, pues la vida toda, en
ello se resume y abrieron sé los
cielos y corona de luz eterna
recibisteis, como justo premio, a
vuestra entrega de amor y piedad;
oh, Santa María Josefa Rosello.

© 2010 by Luis Ernesto Chacón Delgado

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27 de Julio

Santa María Josefa Rosello

Fundadora

Año 1880

Que la Divina Providencia de Dios envíe a su santa Iglesia muchas “capitanas” que, como María Josefa Rosello, se dediquen a llenar el mundo de obras de caridad. Dijo Jesús: “Id por todo el mundo y predicad el Evangelio”.

Esta activísima mujer tuvo el consuelo de que al morir ya había fundado 66 conventos de su comunidad. Es la fundadora de las Hermanas de la Misericordia. En un retrato que le fue tomado, la santa aparece con un rostro firmemente perfilado y lleno de energía; sereno, y con la alegría de quien espera conseguir nuevos triunfos.

María Josefa nació en 1811 en Abisola, Italia, de familia pobre. Cuando todavía era muy jovencita, su papá la llamaba “la pequeña capitana”, porque demostraba tener cualidades de líder y ejercía mucha influencia entre sus compañeras. Un día todas las personas mayores del pueblo dispusieron irse en peregrinación a visitar un santuario de la Virgen, en otra población. Cuando ya los mayores se habían marchado, María Josefa organizó a las niñas de la población y con ellas se fue cantando y rezando, en peregrinación al templo del pueblo. Un joven subió a la torre e hizo repicar las campanas, y así también los menores tuvieron su fiesta religiosa.

Un par de esposos muy ricos sufrían porque el marido estaba paralizado y no tenían quien le hiciera de enfermera. Averiguaron qué mujer había de absoluta confianza y les recomendaron a Josefa. Y ella atendió con el más esmerado cariño al pobre paralítico durante ocho años. Los esposos en pago a tantas bondades, dispusieron hacerla heredera de sus cuantiosos bienes. Pero la joven les dijo que solamente había hecho esto por amor a Dios, y no les recibió nada.

Nuestra joven sentía un gran deseo de dedicarse a llevar una vida de soledad y oración, pero su confesor le dijo que eso no era lo mejor para su temperamento emprendedor. Entonces al saber que el señor obispo de Savona estaba aterrado al ver que había tantas niñas abandonadas por las calles, sin quién las educara, se le presentó para ofrecerle sus servicios. Al prelado le pareció muy buena su oferta y la encargó de conseguir otras jovenes que quisieran dedicarse a la educación de niñas abandonadas. Y así en 1837 con ella y varias de sus amigas quedó fundada la congregación de Nuestra Señora de la Merced o de las Misericordias, con el fin de atender a las jóvenes más pobres.

Con unos muebles viejos, una casona casi en ruinas, cuatro colchones de paja extendidos en el suelo, unos kilos de papas, un crucifijo y un cuadro de la Santísima Virgen, empezaron su nueva comunidad. Y Dios la bendijo tanto, que ya en vida de la fundadora se fundaron 66 casas de la comunidad. Sus biógrafos dicen que María Josefa no hizo milagros de curaciones, pero que obtuvo de Dios el milagro de que su congregación se multiplicara de manera admirable. Cada vez que tenía unos centavos sobrantes en una casa, ya pensaba en fundar otra para las gentes más pobres.

La esposa del paralítico al cual ella había atendido con tanta caridad cuando era joven, le dejó al morir toda su grande herencia y con eso pudo pagar terribles deudas que tenía y fundar nuevas casas. La Madre Josefa tenía una confianza total en la Divina Providencia, o sea en el gran amor generoso con que Dios cuida de nosotros. Y aún en las circunstancias más difíciles no dudaba de que Dios iba a intervenir a ayudarla, y así sucedía.

En su escritorio tenía una calavera para recordar continuamente en que terminan las bellezas y vanidades del mundo. Durante 40 años fue superiora general, pero aún teniendo tan alto cargo, en cada casa donde llegaba, se dedicaba a ayudar en los oficios más humildes: lavar, barrer, cocinar, atender a los enfermos más repugnantes, etc.

Ante tantos trabajos y afanes se enfermó gravemente. El obispo se dio cuenta de que se trataba de cansancio y exceso de trabajo. La envió a descansar varias semanas, y volvió llena de salud y de energías para seguir trabajando, por el Reino de Dios. Los misioneros encontraban muchas niñas abandonadas y en graves peligros y las llevaban a la Madre Josefa. Y ella, aun con grandes sacrificios y endeudándose hasta el extremo, las recibía gratuitamente para educarlas.

Su gran deseo era el poder enviar misioneras a lejanas tierras. Y la ocasión se presentó en 1875 cuando desde Buenos Aires, Argentina, le rogaron que enviara a sus religiosas a atender a las niñas abandonadas. Y coincidió el envío de sus primeras misioneras con el primer grupo de misioneros salesianos que enviaba San Juan Bosco. Así que ellas en el barco recibieron la bendición y los consejos de este gran santo que estaba ese día despidiendo a sus primeros misioneros salesianos. También en América sus religiosas fueron fundando hospitales, casas de refugio y obras de beneficiencia.

Sus últimos años padeció muy dolorosas enfermedades que la redujeron casi a total quietud. Y llegaron escrúpulos o falsos temores de que se iba a condenar. Era una pena más que le permitía Dios para que se santificara más y más. Pero venció esas tentaciones con gran confianza en Dios y murió diciendo: “Amemos a Jesús. Lo más importante es amar a Dios y salvar el alma”. El 7 de diciembre de 1880 pasó a la eternidad. En 1949 fue declarada santa.

(http://www.ewtn.com/spanish/Saints/María_Josefa_Rosello_7_28.htm)

26 julio, 2010

San Joaquín y Santa Ana

Oh, San Joaquín y Santa Ana;
vosotros sois los hijos del
Dios de la vida y premiados
como padres de María, y ella,
como escrito estaba, en Madre
de Dios, por su belleza de
alma, su vida prístina y su
gran corazón; y que, vosotros
albergasteis en vuestro hogar,
prodigándole amores santos.
A Dios, vosotros amabais más
que a nada y, celo por las
obras buenas teníais y os
esforzabais en la virtud, y
como esposos, fieles fuisteis
de vuestros deberes y en medio
de vosotros, creció María, y
el tiempo llegado, vosotros,
seríais los abuelos de Cristo
Jesús Señor y Dios Nuestro, y
está Dios Padre, con vuestro
actuar complacido, porque gestado
habéis, cuidado y educado para
Él, a la criatura más perfecta
y predilecta; la misma que nos
dio, gratuitamente, por divina
voluntad en entrega eterna a
Cristo Jesús, Señor y Dios
Nuestro. Por ello, vosotros sois,
fundamento y clave pieza de
nuestra redención y con justicia
plena, brilláis hoy, luciendo
eternas coronas de amor y luz;
Oh, San Joaquín y Santa Ana, santos.

© 2010 by Luis Ernesto Chacón Delgado

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San Joaquín

(Antiguo Testamento)

Es inútil buscar en la Sagrada Escritura una huella, siquiera fugaz, del abuelo materno de Jesús. Las genealogías que San Mateo (1, 1) y San Lucas (3, 23) incluyen en sus Evangelios dibujan a grandes rasgos el árbol genealógico de Jesús, tomando por puntos de referencia los cabezas de familia, desde San José, su padre legal, hasta Adán, pasando por David y Judá. La línea materna, en cambio, queda silenciada. Ante este problema, y en la necesidad de dilucidar la cuestión de la ascendencia de María, Padres de la Iglesia oriental tan venerables como San Epifanio y San Juan Damasceno no tuvieron reparo en echar mano de una añeja tradición en la que se contienen diversas noticias acerca de los abuelos maternos de Jesús. Por otra parte, el hecho de que tantas veces encontremos representaciones pictóricas y escultóricas alusivas a los primeros años de María, quien aparece reclinada en los brazos de su madre, Santa Ana, y a escenas de la vida pastoril de San Joaquín, a quien se presenta como padre de María, lo mismo en mosaicos bizantinos del Monte Athos que en tablas de la escuela valenciana o castellana, atestigua la raigambre y el favor de que ha gozado en la cristiandad la piadosa tradición que hace a San Joaquín y Santa Ana padres de María y abuelos de Jesús.

Dicha tradición fue recopilada en la Edad Media por Jacobo de Vorágine y Vicente de Beauvais, quienes se encargaron de difundirla por el Occidente, pero ya en el siglo VI había sido aceptada oficialmente por la Iglesia oriental, refrendada como estaba por escritos venerables, cuya antigüedad llega a remontar el siglo II. En todos los datos que dicha tradición recoge acerca de la vida de San Joaquín descansa un fondo de verosimilitud que no puede ser turbado por el carácter apócrifo de los documentos escritos en que están contenidos. Pero ellos no constituyen, naturalmente, un cimiento inconmovible, sobre el que se pueda edificar históricamente la vida del augusto abuelo de Jesús, junto al nombre comúnmente aceptado de Joaquín (que significa el hombre a quien Yahvé levanta), se encuentran otros más raros como Cleofás, Jonachir y Sadoch, que no son sino variantes sin importancia de los documentos escritos.

Una curiosa tradición retransmitida por los cruzados hace nacer a San Joaquín en Séforis, pequeña ciudad de Galilea. Otros dicen que fue Nazaret su ciudad natal. San Juan Damasceno dice que su padre se llamaba Barpanther. Según el Protoevangelio de Santiago, apócrifo, que se remonta a las últimas décadas del siglo II en su núcleo primitivo, contrajo matrimonio con Santa Ana a la edad de veinte años. Pronto se trasladaron a Jerusalén, viviendo, al parecer, en una casa situada cerca de la famosa piscina Probática. Gozaban ambos esposos de una vida conyugal dichosa y de un desahogo económico que les permitía dar rienda suelta a su generosidad para con Dios y a su liberalidad para con los prójimos. Algunos documentos llegan incluso a decir que eran los más ricos del pueblo y dan incluso una minuciosa relación de la distribución que hacía San Joaquín de sus ganancias.

Sólo una sombra eclipsaba su felicidad, y ésta era la falta de descendencia después de largos años de matrimonio. Esta pena subió de punto al verse Joaquín vejado públicamente una vez por un judío llamado Rubén al ir a ofrecer sus dones al Templo. El motivo de tal vejación fue la nota de esterilidad, que todos por entonces consideraban como señal de un castigo de Dios. Tal impacto causó este incidente en el alma de San Joaquín, que inmediatamente se retiró de su casa y se fue al desierto, en compañía de sus pastores y rebaños, para ayunar y rogar a Dios que le concediera un vástago en su familia. Mientras tanto Ana, su mujer, había quedado en casa, toda desconsolada y llorosa porque a su condición de estéril se había añadido la desgracia de quedar viuda por la súbita desaparición de su marido. Después de cuarenta días de ayuno Joaquín recibió una visita de un ángel del Señor, trayéndole la buena nueva de que su oración había sido oída y de que su mujer había concebido ya una niña, cuya dignidad con el tiempo sobrepujaría a la de todas las mujeres y quien ya desde pequeñita habría de vivir en el templo del Señor. Poco antes le había sido notificado a Ana este mismo mensaje, diciéndosele, además, que su marido Joaquín estaba ya de vuelta. Efectivamente, Joaquín, no bien repuesto de la emoción, corrió presurosamente a su casa y vino a encontrar a su mujer junto a la puerta Dorada de la ciudad, donde ésta había salido a esperarle.

Llegó el fausto acontecimiento de la natividad de María, y Joaquín, para festejarlo, dio un banquete a todos los principales de la ciudad. Durante él presentó su hija a los sacerdotes, quienes la colmaron de bendiciones y de felices augurios. Joaquín no echó en olvido las palabras del ángel relativas a la permanencia de María en el Templo desde su más tierna edad, e hizo que, al llegar ésta a los tres años, fuera presentada solemnemente en la casa de Dios. Y para que la niña no sintiera tanto la separación de sus padres procuró Joaquín que fuera acompañada por algunas doncellas, quienes la seguían con candelas encendidas.

Estos son los detalles que la tradición cristiana nos ha transmitido acerca de la vida de San Joaquín. Todos ligados, naturalmente, al nacimiento y primeros pasos de María sobre la tierra. Si es verdad que buena parte de los referidos episodios deben su inspiración a analogías con figuras del Antiguo Testamento y al deseo de satisfacer nuestra curiosidad sobre la ascendencia humana de Jesús, no lo es menos que todos, en conjunto, ofrecen una estampa amable y altamente ejemplar del padre de la Virgen, que ha sido forjada por muchos años de tradición y que goza del refrendo autorizado de la Iglesia.

Aurelio de Santos Otero

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26 de Julio

Santa Ana

Meditación

Grande es la dignidad de Santa Ana por ser la Madre de la Virgen María, predestinada desde toda la eternidad para ser Madre de Dios, la santificada desde su concepción, Virgen sin mancilla y mediadora de todas las gracias. Nieto de Santa Ana fue el hijo de Dios hecho hombre, el Mesías, el Deseado de las naciones. María es el fundamento de la gloria y poder de Santa Ana a la vez que es gloria y corona de su madre.

La santidad de Santa Ana es tan grande por las muchas gracias que Dios le concedió. Su nombre significa “gracia”. Dios la preparó con magníficos dones y gracias. Como las obras de Dios son perfectas, era lógico que Él la hiciese madre digna de la criatura más pura, superior en santidad a toda criatura e inferior solo a Dios.

Santa Ana tenía celo por hacer obras buenas y esforzarse en la virtud. Amaba a Dios sinceramente y se sometió a su santa voluntad en todos los sufrimientos, como fue su esterilidad por veinte años, según cuenta la tradición. Esposa y madre fue fiel cumplidora de sus deberes para con el esposo y su encantadora hija María. Muy grande es el poder intercesor de Santa Ana. Ciertamente santa amiga de Dios, distinguida sobre todo por ser la abuela de Jesús en cuanto Hombre.

La Santísima Trinidad le concederá sus peticiones: el Padre, para quien ella gestó, cuidó y educó a su hija predilecta; el Hijo, a quien le dió madre; el Espíritu Santo, cuya esposa educó con tan gran solicitud. Esta Santa privilegiada sobresale en mérito y gloria, cercana al Verbo encarnado y a su Santísima Madre. Sin duda que Santa Ana tiene mucho poder ante Dios. La madre de la Reina del Cielo, que es poderosa por su intercesión y Madre de misericordia, es también llena de poder y de misericordia.

Tenemos muchos motivos para escoger a Santa Ana como nuestra intercesora ante Dios. Como abuela de Jesucristo, nuestro hermano según la carne, es también nuestra abuela y nos ama a nosotros sus nietos. Nos ama mucho porque su nieto Jesús murió por nuestra salvación y María, su hija, fue proclamada Madre nuestra bajo la Cruz. Nos ama de verdad en atención a las dos Personas que ella amó más en esta vida: a Jesús y a María. Si su amor es tan grande su intercesión no será menos. Debemos, por tanto acudir a ella con tal confianza en nuestras necesidades. No hay la menor duda de que esto agrada a Jesús y a María, quienes la amaron tan profundamente. Se celebra la fiesta de Santa Ana el 26 de julio.

La Palabra de Dios

“… y permaneció viuda hasta los ochenta y cuatro años; no se apartaba del Templo, sirviendo a Dios noche y día en ayunos y oraciones”. Lc 2, 37. El logrará la bendición de Yahveh, la justicia del Dios de su salvación. Sal 24, 5. «¡Pero dichosos vuestros ojos, porque ven, y vuestros oídos, porque oyen!
Pues os aseguro que muchos profetas y justos desearon ver lo que vosotros veis, pero no lo vieron, y oír lo que vosotros oís, pero no lo oyeron. Mt 13, 16-17

Oraciones propias de la Novena

Gloriosa Santa Ana, quiero honrarte con especial devoción. Te escojo, después de la Santísima Virgen, por mi madre espiritual y protectora. Te encomiendo mi alma y mi cuerpo, todos mis intereses: espirituales y temporales y los de mi familia. Te consagro mi mente, para que en todo se guíe por la luz de la fe; para que se conserve puro y lleno de amor a Jesús, a María, a José y a ti misma; mi voluntad para que, como la tuya, este siempre conforme con la de Dios.

Buenísima Santa Ana, desbordante de amor para cuantos te invocan y de compasión con los que sufren. Confiadamente pongo ante ti la necesidad de que me concedas están gracia en particular (mencione el favor que desea)

Te suplico recomiendes mi petición a tu Hija, la Santísima Virgen María, para que ambas, María y tu, la presentéis a Jesús. Por tu valiosa intercesión sea cumplido mi deseo.

Pero si lo que pido no fuere voluntad de Dios, obténme lo que sea de mayor bien para mi alma. Por el poder y gracia con que Dios te ha bendecido dame una mano y ayúdame.

Te pido sobre todo, misericordiosísima Santa Ana, me ayudes a dominar mis malas inclinaciones de mi estado de vida y de practicar las virtudes que sean más necesarias para mi salvación.

Como tu, haz que yo logre por el perfecto amor a Dios ser para El en vida y en muerte. Que después de haberte amado y honrado en la tierra con verdadera devoción de hijo pueda, por tus oraciones, tener el privilegio de amarte y honrarte en el Cielo con los ángeles y Santos por toda la eternidad.

Bondadosísima Santa Ana, madre de aquella que es nuestra vida, muestra tu dulzura y dame esperanza, intercede ante tu Hija, para que yo alcance la paz.

Memorare a Santa Ana

Recuerda, gloriosa Santa Ana, pues tu nombre significa gracia y misericordia, que nunca se ha oído decir que uno solo de cuantos se acogieron a tu protección o han implorado tu auxilio y buscado tu intercesión hayan sido desamparados.

Yo, pecador, animado de tal confianza, acudo a ti, santa madre de la Inmaculada Virgen María y encantadora abuela del Salvador. No rechaces mi petición, antes bien escucha y accede a mis ruegos. Amén.

Oración a San Joaquín y Santa Ana

Insigne y glorioso patriarca San Joaquín y bondadosísima Santa Ana, ¡cuánto es mi gozo al considerar que fueron escogidos entre todos los santos de Dios para dar cumplimiento divino y enriquecer al mundo con la gran Madre de Dios, María Santísima! Por tan singular privilegio, han llegado a tener la mayor influencia sobre ambos, Madre e Hijo, para conseguirnos las gracias que más necesitamos.

Con gran confianza recurro a su protección poderosa y les encomiendo todas mis necesidades espirituales y materiales y las de mi familia. Especialmente la gracia particular que confío a su solicitud y vivamente deseo obtener por su intercesión.

Como ustedes fueron ejemplo perfecto de vida interior, obténgame el don de la más sincera oración. Que yo nunca ponga mi corazón en los bienes pasajeros de esta vida.

Denme vivo y constante amor a Jesús y a María. Obténganme también una devoción sincera y obediencia a la Santa Iglesia y al Papa que la gobierna para que yo viva y muera con fe, esperanza y perfecta caridad.

Que yo siempre invoque los santos Nombres de Jesús y de María, y así me salve.

Letanía en honor a Santa Ana

Señor, ten piedad.
Cristo, ten piedad.
Señor, ten piedad.
Cristo, óyenos.
Cristo, escúchanos.
Dios, Padre celestial, ten piedad de nosotros
Dios, Hijo, redentor del mundo, ten piedad de nosotros.
Dios, Espíritu Santo, ten piedad de nosotros.
Santísima Trinidad, un solo Dios, ten piedad de nosotros.
Santa Ana, ruega por nosotros
Descendente de la familia de David,
Hija de los patriarcas,
Fiel esposa de San Joaquín,
Madre de María, la Virgen Madre de Dios,
Amable madre de la Reina del Cielo,
Abuela de nuestro Salvador,
Amada de Jesús, María y José,
Instrumento del Espíritu Santo
Ricamente dotada de las gracias de Dios,
Ejempol de piedad y paciencia en el sufrimiento,
Espejo de obediencia,
Ideal del autentico feminismo,
Protectora de las vírgenes,
Modelo de las madres cristianas,
Protectora de las casadas,
Guardián de los niños,
Apoyo de la vida familiar cristiana,
Auxilio de la Iglesia,
Madre de misericordia,
Madre merecedora de toda confianza,
Amiga de los pobres,
Ejemplo de las viudas,
Salud de los enfermos,
Cura de los que sufren del mal,
Madre de los enfermos,
Luz de los ciegos,
Voz de quienes no pueden hablar,
Oído de los sordos,
Consuelos de los afligidos,
Alentadora de los oprimidos,
Alegría de los ángeles y Santos,
Refugio de los pecadores,
Puerto de salvación,
Patrona de la buena muerte,
Auxilio de cuantos recurren a ti,
Cordero de Dios que quitas los pecado del mundo,
perdónanos Señor,
Cordero de Dios que quitas los pecados del mundo,
escúchanos Señor,
Cordero de Dios que quitas los pecados del mundo,
ten piedad de nosotros,
Ruega por nosotros buenísima Santa Ana,
Para que seamos dignos de las promesas de Cristo.
Oremos

Dios todopoderoso y eterno te has complacido en escoger a Santa Ana para que de ella naciera la Madre de tu amado hijo. Haz, te rogamos, que cuantos la honramos con especial confianza podamos, por su intercesión, alcanzar la vida eterna. Te lo pedimos por Jesucristo nuestro Señor. Amén.

(http://www.mercaba.org/SANTORAL/Vida/07/07-26_Santos_joaquin_y_ana.htm )

25 julio, 2010

San Santiago Apóstol


Oh, San Santiago Apóstol, vos
sois el hijo del Dios de la
vida, y que os convertisteis
de Jesús en preferido, vuestro
Maestro, al lado de vuestro
hermano Juan y de Pedro, Papa
primero, quien de los labios
de Aquél que todo lo ve, luego
de la milagrosa pesca, oyerais:
“desde ahora seréis pescadores
de hombres” y vuestras redes y
a vuestro padre y madre y a
vuestra empresa, dejasteis y con
Cristo marchasteis, para en su
apostolado servirle de amor y
de verdad. El gran privilegio
tuvisteis vos, de ver con ojos
propios, la Transfiguración de
Jesús, Señor y Dios Nuestro,
en el Tabor monte y, cumplido
lo que estaba escrito, a España
marchasteis a evangelizarla y,
dejando reliquias algunas, os
veneran tanto que, Patrono os
nombraron de su tierra y de su
caballería, porque al invocaros,
milagros grandes recibieron,
en más de mil fieros combates.
¿Dónde ahora estáis Santiago?
y el silencio tomaría cuerpo y
respondería a una voz: “en el
cielo está, con su Maestro y
Señor”, como bien vos mismo lo
sabéis ahora; “preferido de Dios”;
oh, San Santiago Apóstol, santo.

© 2010 by Luis Ernesto Chacón Delgado

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25 de Julio

Santiago el mayor
ApóstoI
Año 44

El nombre Santiago, proviene de dos palabras Sant Iacob. Porque su nombre en hebreo era Jacob. Los españoles en sus batallas gritaban: “Sant Iacob, ayúdenos”. Y de tanto repetir estas dos palabras, las unieron formando una sola: Santiago. Fue uno de los 12 apóstoles del Señor.

Era hermano de San Juan evangelista. Se le llamaba el Mayor, para distinguirlo del otro apóstol, Santiago el Menor, que era más joven que él. Con sus padres Zebedeo y Salomé vivía en la ciudad de Betsaida, junto al Mar de Galilea, donde tenían una pequeña empresa de pesca. Tenían obreros a su servicio, y su situación económica era bastante buena pues podían ausentarse del trabajo por varias semanas, como lo hizo su hermano Juan cuando se fue a estarse una temporada en el Jordán escuchando a Juan Bautista.

Santiago formó parte del grupo de los tres preferidos de Jesús, junto con su hermano Juan y con Simón Pedro. Después de presenciar la pesca milagrosa, al oír que Jesús les decía: “Desde ahora seréis pescadores de hombres”, dejó sus redes y a su padre y a su empresa pesquera y se fue con Jesucristo a colaborarle en su apostolado. Presenció todos los grandes milagros de Cristo, y con Pedro y Juan fueron los únicos que estuvieron presentes en la Transfiguración del Señor y en su Oración en el Huerto de Getsemaní.

¿Por qué lo prefería tanto Jesús? Quizás porque (como dice San Juan Crisóstomo) era el más atrevido y valiente para declararse amigo y seguidor del Redentor, o porque iba a ser el primero que derramaría su sangre por proclamar su fe en Jesucristo. Que Jesús nos tenga también a nosotros en el grupo de sus preferidos.

Cuenta el santo Evangelio que una vez al pasar por un pueblo de Samaria, la gente no quiso proporcionarles ningún alimento y que Santiago y Juan le pidieron a Jesús que hiciera llover fuego del cielo y quemara a esos maleducados. Cristo tuvo que regañarlos por ese espíritu vengativo, y les recordó que El no había venido a hacer daño a nadie sino a salvar al mayor número posible de personas. Santiago no era santo cuando se hizo discípulo del Señor. La santidad le irá llegando poquito a poco.

Otro día Santiago y Juan comisionaron a Salomé, su madre, para que fuera a pedirle a Jesús que en el día de su gloria los colocara a ellos dos en los primeros puestos: uno a la derecha y otro a la izquierda. Jesús les dijo: “¿Serán capaces de beber el cáliz de amargura que yo voy a beber?” Ellos le dijeron: “Sí somos capaces”. Cristo añadió: “El cáliz de amargura sí lo beberán, pero el ocupar los primeros puestos no me corresponde a Mí el concederlo, sino que esos puestos son para aquellos para quienes los tiene reservado mi Padre Celestial”. Los otros apóstoles se disgustaron por esta petición tan vanidosa de los dos hijos de Zebedeo, pero Jesús les dijo a todos: “El que quiera ser el primero, que se haga el servidor de todos, a imitación del Hijo del hombre que no ha venido a ser servido sino a servir”. Seguramente que con esta lección de Jesús, habrá aprendido Santiago a ser más humilde.

Después de la Ascención de Jesús, Santiago el Mayor se distinguió como una de las principales figuras entre el gurpo de los Apóstoles. Por eso cuando el rey Herodes Agripa se propuso acabar con los seguidores de Cristo, lo primero que hizo fue mandar cortarle la cabeza a Santiago, y encarcelar a Pedro. Así el hijo de Zebedeo tuvo el honor de ser el primero de los apóstoles que derramó su sangre por proclamar la religión de Jesús Resucitado.

Antiguas tradiciones (del siglo VI) dicen que Santiago alcanzó a ir hasta España a evangelizar. Y desde el siglo IX se cree que su cuerpo se encuentra en la catedral de Compostela (norte de España) y a ese santuario han ido miles y miles de peregrinos por siglos y siglos y han conseguido maravillosos favores del cielo. El historiador Pérez de Urbel dice que lo que hay en Santiago de Compostela son unas reliquias, o sea restos del Apóstol, que fueron llevados allí desde Palestina.

Es Patrono de España y de su caballería. Los españoles lo han invocado en momentos de grandes peligros y han sentido su poderosa protección. También nosotros si pedimos su intercesión conseguiremos sus favores.

Apóstol Santiago: pídele a Jesús que seamos muchos, muchos, los que como tú, nos dediquemos con toda valentía y generosidad a propagar por el mundo la religión de Cristo.

(http://www.ewtn.com/spanish/Saints/Santiago_el_Mayor.htm)

24 julio, 2010

Santa Verónica Julianis

Oh, Santa Verónica Julianis,
vos sois la hija del Dios de
la vida, aquella caprichosilla
y bella flor, a la que Jesús
mismo se os apareció diciendo
os: “vuestro corazón no parece
de carne sino de acero”, y
desde aquél instante, latió de
luz y llenó se de amor, para
moldeada ser por Él; tanto que
sus heridas, estigmas vivos en
vos fueron, convirtiéndoos en
“imagen verdadera” de caridad
humildad y bondad, para las
gentes de vuestro tiempo. Nadie
jamás, pensar pudo, en vuestro
cambio de vida, y aunque desde
muy niña sentíais por los pobres
compasión inusitada, de pronto
a Nuestra Señora y a su Niño
Divino amasteis, y muchísimo
meditabais vos, en su crucificada
pasión, por los males del hombre
hecha; hasta el día mismo, en
que al cielo os tornasteis, para
al lado de vuestro Amo “vivir”,
por siempre jamás, coronada toda
de luz eterna, como premio justo
a vuestro amor y cambio de vida;
Oh, Santa Verónica Julians, luz.

© 2010 by Luis Ernesto Chacón Delgado

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24 de Julio

Santa Verónica Julianis
Religiosa
Año 1727

Verónica significa: Verdadera imagen (Vera= verdadera. Icon=imagen). En julio de 1727 fue sepultada esta mujer que de pequeña daba muestras de llegar a ser cualquier otra cosa, menos una santa. Porque su temperamento era sumamente vivaz y fuerte, y sus bravatas ponían en desorden toda su casa. Pero la gracia de Dios obró en ella una transformación que nadie se imaginaba iría a suceder.

Hija de la prestigiosa familia Julianis, que ocupaba puestos de importancia, nació en Urbino (Italia), en 1660. De pequeñita era tremendamente inquieta y solamente su padre le tenía la suficiente paciencia para aguantarle. Era la menor de siete hermanas, y muy niña quedó huérfana de madre. Su defecto principal era el querer imponer sus ideas y caprichos a los demás. Y así un día invitó a sus hermanas a que la acompañaran a rezar el rosario, junto a un altarcito de la Virgen que ella se había fabricado, y como ellas no quisieron ir, arremetió a patadas contra las costuras que las otras estaban haciendo y telas y costuras rodaron por las escaleras abajo.

Un amiguito suyo quería ir a las fiestas del carnaval y ella tenía temor de que allá le sucediera algo malo para su alma. Como el otro insistía en asistir, le puso una trampa por el camino, y el otro se hirió una pierna y ya no pudo asistir a las tales peligrosas fiestas. Más tarde la joven se dará cuenta de que en estos casos es mejor proceder por las buenas y no a las malas.

Ya desde muy niña sentía una gran compasión por los pobres, y a los seis años regalaba su merienda a pobres mendigos y dejaba su abrigo de lana a pobrecitos que tiritaban de frío. Su padre daba suntuosos convites con muchos invitados y allí se repartían muchísimos dulces y confites. A ella le parecía que eso no era necesario poque los invitados tenían suficientes dulces en sus casas. Entonces se iba a escondidas a las mesas y sacaba y sacaba dulces y los echaba entre un talego, para repartirlos después entre los niños pobres. Sus hermanas se quedaban después aterradas de que los dulces de las mesas se hubieran acabado tan pronto.

Después de una de sus bravatas tremendas y desproporcionadas, le pareció que Nuestro Señor le decía cuando ella estaba rezando: “Tu corazón no parece de carne sino de acero”. Esto la hizo cambiar totalmente en su trato con los demás. Tenía una especialísima devoción a la Virgen Santísima y al Divino Niño Jesús y en su altarcito les rezaba día por día. Y una tarde, mientras les estaba hablando con todo fervor, le pareció que ambos le sonreían. Era una verdadera aprobación a los esfuerzos que ella estaba haciendo por volverse mejor. Desde ese día sintió un estusiasmo nunca antes tenido, respecto de la santidad.

A los 11 años descubre que la devoción que la va a llevar al fervor y a la santidad es la de Jesús Crucificado. La de las 5 heridas de Jesús en la cruz. Desde entonces su meditación contínua es en la Pasión y Muerte de Jesús. Entonces hace a Dios el voto o juramento de entrar de religiosa. Pero su padre que desea para ella un matrimonio con algún joven de alta condición social, le prohíbe entrar de religiosa. Y sucede luego que la joven a causa de la pena moral, empieza a enflaquecerse y a secarse de manera tan alarmante, que a su padre no le queda otro camino que permitirle su entrada al convento. Y así a los 17 años se fue de religiosa capuchina.

En el convento se dedicó a cumplir lo más exactamente los deberes de una buena religiosa, y a meditar en la Pasión y Muerte de Jesús, especialmente en sus cinco heridas de la cruz y en su corona de espinas. Y cuando cumplió los 33 años, en 1693, empezaron a aparecer en su cuerpo las cinco heridas deJesús: en las manos, en los pies, en el costado y heridas en la cabeza como de una corona de espinas. Los médicos se esforzaron todo lo que pudieron para curarle esas heridas, pero por más curaciones que les hicieron, estas no cicatrizaron.

El Señor obispo llegó y durante tres días examinó las heridas de las manos y los pies y de la corona, en presencia de cuatro religiosas, y no pudo encontrar ninguna explicación natural a este fenómeno. Las heridas se agravaban el Viernes Santo. A pesar de todas sus cualidades místicas, Verónica se dedicaba con gran éxito a las actividades normales de las religiosas, y así llegó a ser nombrada Maestra de novicias (y a sus novicias les aconsejaba que leyeran libros fáciles y sencillos) y más tarde, superiora del convento, y en este cargo se preocupó por mejorar el edificio y hacerlo más saludable y agradable. Lo que recibía de los ricos lo regalaba a los pobres. Y llegó hasta a redactar varias recetas de cocina.

Como su fama de santidad era muy grande, dos hermanas suyas que eran religiosas clarisas, le pidieron algún objeto suyo para emplearlo como reliquias. Ella como en chanza, fabricó una muñequita de trapo, muy parecida a su persona y la vistió de monjita capuchina, y se la envió. Más tarde, cuando muera, bastará tocar con esta muñequita algunos enfermos, y se curarán, por la intercesión de la santa.

Por orden de su confesor escribió su autobiografía, y por eso sabemos muchos datos curiosos de su vida. Al cumplir sus Bodas de Oro de profesión religiosa, después de haber vivido cincuenta años como una fervorosa y santa capuchina, sintió que sus fuerzas le faltaban. Sufrió una apoplejía (o derrame cerebral) y murió el 9 de julio de 1727.

Santa Verónica, alcánzanos de Dios que también nosotros tengamos una gran devoción a la Santísima Pasión de Jesús, y que esta devoción nos lleve a la santidad. Queremos repetir aquellas jaculatorias tan queridas para ti: -Oh Jesús, por tus cinco heridas, te pido que cures las heridas de mi alma. Oh Padre Celestial, por las heridas de Jesús, curad las heridas de nuestro espíritu. Amén.

(http://www.ewtn.com/spanish/Saints/Verónica.htm)

23 julio, 2010

Santa Brígida


Oh, Santa Brígida, vos sois la hija
del Dios de la vida y la misma que
honor hicisteis al significado de
vuestro nombre: “fuerte y brillante”.
Ya os gustaba, desde niña, oír de
labios de vuestra madre, las vidas
de los santos, y como premio, os
apareció Nuestra Señora, invitando
os a seguir una santa vida. Vuestra
gran devoción: la Pasión y Muerte
de Nuestro Señor Jesucristo, y tanto
que, un día, que rezabais devotamente
ante el crucifijo, a Nuestro Señor
le dijisteis: ¿Quién te puso así? y
oísteis que Cristo os decía: “Los que
desprecian mi amor”. “Los que no
le dan importancia al amor que yo les
he tenido” y, desde ese instante,
todos los que trataban con vos, a
Cristo, lo amaron más. En otra visión
oísteis de Él, mismo decir: “Yo en
la vida sufrí pobreza, y vos tenéis
demasiados lujos y comodidades” y
bastaron aquellas palabras, para que
vos fuerais de la pobreza amante, hasta
el final de vuestra santa vida y por
ello, fundasteis la comunidad de San
Salvador y en “Revelaciones”, vuestro
escrito brillante, nos legasteis cómo
la vida de Jesús fue. De este mundo
partisteis, para coronada ser de luz,
como premio a vuestra entrega de amor;
oh, Santa Brígida, “fuerte y brillante”.

© 2010 by Luis Ernesto Chacón Delgado
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23 de Julio

Santa Brigida
Viuda y Fundadora

Año 1373

Dios quiera enviar a su Iglesia muchas Brígidas, que con sus oraciones y sus buenos ejemplos y palabras logren enfervorizar por Cristo a muchas personas más.

Cristo murió por mí. ¿Y yo, qué haré por Él?

Brígida significa: Fuerte y brillante.

Esta santa mujer tuvo la dicha de nacer en una familia que tenía como herencia de sus antepasados una gran religiosidad. Sus abuelos y bisabuelos fueron en peregrinación hasta Jerusalén y sus padres se confesaban y comulgaban todos los viernes, y como eran de la familia de los gobernantes de Suecia, y tenían muchas posesiones, empleaban sus riquezas en construir iglesias y conventos y en ayudar a cuanto pobre encontraban. Su padre era gobernador de la principal provincia de Suecia.

Brígida nació en Upsala (Suecia), en 1303. De niña su mayor gusto era oír a la mamá leer las vidas de los Santos. Cuando apenas tenía seis años ya tuvo su primera revelación. Se le apareció la Sma. Virgen a invitarla a llevar una vida santa, totalmente del agrado de Dios. En adelante las apariciones celestiales serán frecuentísimas en su vida, hasta tal punto que ella llegó a creer que se trataba de alucinaciones o falsas imaginaciones. Pero consultó con el sacerdote más sabio y famoso de Suecia, y él, después de estudiar detenidamente su caso, le dijo que podía seguir creyendo en esto, pues eran mensajes celestiales.

Cuando tenía 13 años asistió a un sermón de cuaresma, predicado por un famoso misionero. Y este santo sacerdote habló tan emocionantemente acerca de la Pasión y Muerte de Jesucristo, que Brígida quedó totalmente entusiasmada por nuestro Redentor. En adelante su devoción preferida será la de Jesucristo Crucificado.

Un día rezando con todo fervor delante de un crucifijo muy chorreante de sangre, le dijo a Nuestro Señor: – ¿Quién te puso así? – y oyó que Cristo le decía: “Los que desprecian mi amor”. “Los que no le dan importancia al amor que yo les he tenido”. Desde ese día se propuso hacer que todos los que trataran con ella amaran más a Jesucristo.

Su padre la casó con Ulf, hijo de otro gobernante. Tuvieron un matrimonio feliz que duró 28 años. Sus hijos fueron 8, cuatro varones y cuatro mujeres. Una de sus hijas fue Santa Catalina de Suecia. Un hijo fue religioso. Otros dos se portaron muy bien, y Carlos fue un pícaro que la hizo sufrir toda la vida. Sólo a la hora en que él se iba a morir logró la santa con sus oraciones que él se arrepintiera y pidiera perdón de sus pecados a Dios. Dos de sus hijas se hicieron religiosas, y otra fue “la oveja negra de la familia”, que con sus aventuras nada santas martirizó a la buena mamá.

Fue pues una familia como muchas otras: con gente muy buena y gente que hace sufrir. Brígida era la dama principal de las que colaboraban con el rey y la reina de Suecia. Pero en el palacio se dio cuenta de que se gastaba mucho dinero en lujos y comilonas y se explotaba al pueblo. Quiso llamar la atención a los reyes, pero estos no le hicieron caso. Entonces pidió permiso y se fue con su esposo en peregrinación a Santiago de Compostela en España. En el viaje enfermó Ulf gravemente. Brígida oró por él y en un sueño se le apareció San Diosnisio a decirle que se le concedía la curación, con tal de que se dedicara a una vida santa. El marido curó y entró de religioso cisterciense y unos años después murió santamente en el convento.

En una visión oyó que Jesús Crucificado le decía: “Yo en la vida sufrí pobreza, y tú tienes demasiados lujos y comodidades”. Desde ese día Brígida dejó todos sus vestidos elegantes y empezó a vestir como la gente pobre. Ya nunca más durmió en camas muy cómodas, sino siempre sobre duras tablas. Y fue repartiendo todos los bienes entre los pobres de manera que ella llegó a ser también muy pobre.

Con su hija Santa Catalina de Suecia se fue a Roma y en esa ciudad permaneció 14 años, dedicada a la oración, a visitar y ayudar enfermos, a visitar como peregrina orante muchos santuarios, y a dictar sus revelaciones que están contenidas en ocho tomos (Sufrió muy fuertes tentaciones de orgullo y sensualidad).

Desde Roma escribió a muchas autoridades civiles y eclesiásticas y al mismo Sumo Pontífice (que en ese tiempo vivía en Avignon, Francia) corrigiendo muchos errores y repartiendo consejos sumamente provechosos. Sus avisos sirvieron enormemente para mejorar las costumbres y disminuir los vicios.

Por inspiración del cielo fundó la Comunidad de San Salvador. El principal convento estaba en la capital de Suecia y tenía 60 monjas. Ese convento se convirtió en el centro literario más importante de su nación en esos tiempos. Con el tiempo llegó a tener 70 conventos de monjas en toda Europa.

Se fue a visitar los santos lugares donde vivió, predicó y murió Nuestro Señor Jesucristo, y allá recibió continuas revelaciones acerca de cómo fue la vida de Jesús. Las escribió en uno de los tomos de sus revelaciones, y son muy interesantes. En Tierra Santa parecía vivir en éxtasis todos los días.

Al volver de Jerusalén se sintió muy débil y el 23 de juilio de 1373, a la edad de 70 años murió en Roma con gran fama de santidad. A los 18 años de haber muerto, fue declarada santa por el Sumo Pontífice. Sus revelaciones eran tan estimadas en su tiempo, que los sacerdotes las leían a los fieles en las misas.

(http://www.ewtn.com/spanish/Saints/Brígida_7_23.htm)


22 julio, 2010

Santa María Magdalena


Oh, Santa María Magdalena; sois vos
la hija del Dios de la vida, y prueba
fiel del amor de Jesús, para con sus
pecadores hijos, porque el mismo dijo:
“Yo no he venido por los que están
sanos, sino por los enfermos”, y Él,
compasión sintiendo por vos, de vuestros
pecados os limpió y vuestra alma sanó
y desde aquél día, lo abandonasteis
jamás y hasta el mismísimo Gólgota
cruento, lo acompañasteis. ¿Acaso a
vosotros hermanos míos no os han
atacado espíritus malignos? ¡No cabe
la menor duda!, pues el orgullo, la
avaricia, la ira, la gula, la impureza
o lujuria, envidia, la pereza y quien
sabe cuántos más, están allí y con
nosotros conviven, pero justo allí,
tenéis en Cristo Jesús, Dios y Señor
Nuestro, el camino, la verdad y
la vida, y así pues, al igual que la
“preferida de Dios”, no desmayemos
en confiados recurrir a su grande
misericordia y amor y que, habiendo
renunciado al mal, gozar podamos de
la eternidad de la vida, como goza
ahora ella, luciendo corona de virtud;
oh, Santa María Magdalena, amor de Dios.

© 2010 by Luis Ernesto Chacón Delgado
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22 de julio

Santa María Magdalena

“Bienaventurados los que lloran, porque ellos serán consolados.” (Mt 5,5)

Su nombre era María, que significa “preferida por Dios”, y era natural de Magdala en Galilea; de ahí su sobrenombre de Magdalena. Magdala, ciudad a la orilla del Mar de Galilea, o Lago de Tiberiades.

Jesús, al dar su Espíritu a sus apóstoles, les dijo que perdonasen los pecados conforme se lo habían visto a Él hacer: y la liturgia nos recuerda hoy un ejemplo, que será siempre famoso, de la misericordia del Salvador con los que se duelen de sus pasados extravíos.

María, hermana de Marta y Lázaro, era pública pecadora, hasta que tocada un día por la gracia, vino a rendirse a los pies del Señor. “No te acerques a mí, porque estoy puro”, le dirían los soberbios; pero el Señor, al contrario, la recibe y perdona. Por eso Jesús, “acoge bondadoso la ofrenda de sus servicios”, y le ofrece para siempre un sitial de honor en su corte real. La contrición transforma su amor. “Por haber amado mucho, se le perdonan muchos pecados”.

Movido por sus ruegos resucita Jesús a Lázaro, su hermano, y cuando Jesús es crucificado, le asiste, más muerta que viva; preguntando, como la esposa de los Cantares, a dónde han puesto su esposo Divino, Cristo la llama por su propio nombre, y mándale llevar a los discípulos la nueva de su Resurrección.

A imitación de la gran Santa María Magdalena, vengamos en espíritu de amor y de compunción, a ofrecer a Jesús, presente en la santa Misa, el tesoro de nuestras alabanzas. Hagámosle compañía, como las dos hermanas Marta y María; adornemos su altar, con ese recio espíritu de fe que no teme el escándalo farisaico, con todo el esplendor que conviene a la casa de Dios. Imitémosla sobre todo en su acendrado amor a Jesús, seguros de que haciéndolo así, lograremos la remisión entera de nuestras pasadas culpas, elevándonos, desde el fondo de nuestra miseria a la cima de la santidad. Al que busca a Dios con gemidos, pronto le abre la puerta de su misericordia y de sus ricos tesoros.

Cuatro menciones en los Evangelios:

1) Los siete demonios. Lo primero que dice el Evangelio acerca de esta mujer, es que Jesús sacó de ella siete demonios (Lc 8,2), lo cual es un favor grandísimo, porque una persona poseída por siete espíritus inmundos tiene que haber sido impresionantemente infeliz. Esta gran liberación obrada por Jesús debió dejar en Magdalena una gratitud profundísima.

Nuestro Señor decía que cuando una persona logra echar lejos a un mal espíritu, este se va y consigue otros siete espíritus peores que él y la atacan y así su segundo estado llega a ser peor que el primero (Lc 11,24). Eso le pudo suceder a Magdalena. Y que enorme paz habrá experimentado cuando Cristo alejó de su alma estos molestos espíritus.

A nosotros nos consuela esta intervención del Salvador, porque a nuestra alma la atacan también siete espíritus dañosísimos: el orgullo, la avaricia, la ira, la gula, la impureza o lujuria, envidia, la pereza y quizás varios más. ¿Quién puede decir que el espíritu del orgullo no le ataca día por día? ¿Habrá alguien que pueda gloriarse de que el mal espíritu de la impureza no le ha atacado y no le va a atacar ferozmente? Y lo mismo podemos afirmar de los demás.

Pero hay una verdad consoladora: Y es que los espíritus inmundos cuando veían o escuchaban a Jesús empezaban a tembar y salían huyendo. ¿Por qué no pedirle frecuentemente a Cristo que con su inmenso poder aleje de nuestra alma todo mal espíritu? El milagro que hizo en favor de la Magdalena, puede y quiere seguirlo haciendo cada día en favor de todos nosotros.

2) Se dedicó a servirle con sus bienes. Amor con amor se paga. Es lo que hizo la Magdalena. Ya que Jesús le hizo un gran favor al librarla de los malos espíritus, ella se dedicó a hacerle pequeños pero numerosos favores. Se unió al grupo de las santas mujeres que colaboraban con Jesús y sus discípulos (Juana, Susana y otras). San Lucas cuenta que estas mujeres habían sido liberadas por Jesús de malos espíritus o de enfermedades y que se dedicaban a servirle con sus bienes (Lc 8,3). Lavaban la ropa, preparaban los alimentos; quizás cuidaban a los niños mientras los mayores escuchaban al Señor; ayudaban a catequizar niños, ancianos y mujeres, etc…

3) Junto a la cruz. La tercera vez que el Evangelio nombra a Magdalena es para decir que estuvo junto a la cruz, cuando murió Jesús. La ausencia de hombres amigos junto a la cruz del Redentor fue escandalosa. Sencillamente no se atrevieron a aparecer por ahí. No era nada fácil declararse amigo de un condenado a muerte. El único que estuvo junto a Él fue Juan. En cambio las mujeres se mostraron mucho más valerosas en esa hora trágica y fatal. Y una de ellas fue Magdalena.

San Mateo (Mt 27,55), San Marcos (Mc 15, 40) y San Juan (Jn 19, 25) afirman que junto a la cruz de Jesús estaba la Magdalena. En las imágenes religiosas de todo el mundo los artistas han pintado a María Magdalena junto a María, la Madre de Jesús, cerca de la cruz del Redentor agonizante, como un detalle de gratitud a Jesús.

4) Jesús resucitado y la Magdalena. Uno de los datos más consoladores del Evangelio es que Jesús resucitado se aparece primero a dos personas que habían sido pecadoras pero se habían arrepentido: Pedro y Magdalena. Como para animarnos a todos los pecadores, con la esperanza de que si nos arrepentimos y corregimos lograremos volver a ser buenos amigos de Cristo.

Los cuatro evangelistas cuentan como María Magdalena fue el domingo de Resurrección por la mañana a visitar el sepulcro de Jesús. San Juan lo narra de la siguiente manera:

“Estaba María Magdalena llorando fuera, junto al sepulcro y vio dos ángeles donde había estado Jesús. Ellos le dicen: – ¿Mujer, por qué lloras? – Ella les responde: – Porque se han llevado a mi Señor, y no sé donde lo han puesto.

Dicho esto se volvió y vio que Jesús estaba ahí, pero no sabía que era Jesús.

Le dice Jesús: - ¿Mujer por qué lloras? ¿A quién buscas?

Ella, pensando que era el encargado de aquella finca le dijo: - Señor, si tú lo has llevado, dime donde lo has puesto, yo me lo llevaré.

Jesús le dice: ‘¡María!’

Ella lo reconoce y le dice : ‘¡Oh Maestro!’ (y se lanzó a besarle los pies).

Le dijo Jesús: - Suéltame, porque todavía no he subido al Padre. Vete donde los hermanos y diles: ‘Subo a mi Padre y vuestro Padre, a mi Dios a vuestro Dios’.

Fue María Magdalena y les dijo a los discípulos: - He visto al Señor, y me ha dicho esto y esto.” (Jn. 27, 11).

Esta mujer tuvo el honor de ser la encargada de comunicar la noticia de la resurrección de Jesús.

(http://www.ewtn.com/spanish/Saints/María_Magdalena_7_22.htm)

21 julio, 2010

San Lorenzo de Brindis


Oh, San Lorenzo de Brindis, vos sois
el hijo del Dios de la vida, que honor
grande al significado de vuestro nombre
“coronado de laurel”, hicisteis, y que,
en vuestra vida de predicador santo
de vos hizo, el más famoso de los
Capuchinos, pues habíais dotado sido
de memoria asombrosa. El día, que
os recibían en el convento, preguntasteis:
al padre prior: “Padre, ¿en mi celda
habrá un crucifijo?”. “Si, lo habrá”,
os respondió y vos emocionado le dijisteis:
“Pues eso me basta. Al mirar a Cristo
Crucificado tendré fuerzas para sufrir por
amor a El, cualquier padecimiento”.
“En buena parte se debe a mi buena
memoria. En otra buena parte a que dedico
muchas horas a prepararme. Pero la
causa principal es que encomiendo
mucho a Dios mis predicaciones, y cuando
empiezo a predicar se me olvida todo el
plan que tenía y empiezo a hablar como
si estuviera leyendo en un libro misterioso
venido del cielo”, decías vos cuando os
preguntaron, como hacíais para predicar.
Durante la Misa Santa, a menudo arrebatado
erais en éxtasis, huíais de los honores,
ayunabais con frecuencia y vuestra
meditación preferida la Pasión y Muerte
de Nuestro Señor era. Lucís hoy, corona
de laureles, que brilla y que jamás
nunca perecerá, como premio justo por
vuestra entrega de fe y amor inmensos;
San Lorenzo Brindis, Predicador santo.

© 2010 by Luis Ernesto Chacón Delgado
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21 de julio

San Lorenzo de Brindis
Predicador
Año 1619

Lorenzo significa: coronado de laurel. Laureado. Este santo ha sido quizás el más famoso predicador de la comunidad de Padres Capuchinos. Nació en Brindis (Italia) cerca de Nápoles. Desde pequeño demostró tener una memoria asombrosa. Dicen que a los ocho años repitió desde el púlpito de la Catedral un sermón escuchado a un famoso predicador, con gran admiración de la gente.

Cuando pidió ser admitido como religioso en los Padres Capuchinos, el superior le adevirtió que le iba a ser muy difícil soportar aquella vida tan dura y tan austera. El joven le preguntó: “Padre, ¿en mi celda habrá un crucifijo?”. “Si, lo habrá”, respondió el superior. “Pues eso me basta. Al mirar a Cristo Crucificado tendré fuerzas para sufrir por amor a El, cuaquier padecimiento”.

La facilidad de Lorenzo para aprender idiomas y para grabarse en la memoria todo lo que leía, dejó atónitos a sus superiores y compañeros. Prácticamente se aprendía de memoria capítulos enteros de la S. Biblia y muchas páginas más de libros piadosos. Hablaba seis idiomas: griego, hebreo, latín, francés, alemán e italiano.

Y su capacidad para predicar era tan excepcional, que siendo simple seminarista, ya le fue encomendado el predicar los 40 días de Cuaresma en la Catedral de Venecia por dos años seguidos. Las gentes vibraban de emoción al oir sus sermones, y muchos se convertían.

Un sacerdote le preguntó: “Fray Lorenzo, ¿a qué se debe su facilidad para predicar? ¿A su formidable memoria?” Y él respondió: “En buena parte se debe a mi buena memoria. En otra buena parte a que dedico muchas horas a prepararme. Pero la causa principal es que encomiendo mucho a Dios mis predicaciones, y cuando empiezo a predicar se me olvida todo el plan que tenía y empiezo a hablar como si estuviera leyendo en un libro misterioso venido del cielo”.

Los capuchinos nombraron a Fray Lorenzo superior del convento y luego superior de Italia. Más tarde al constatar las grandes cualidades que tenía para gobernar, lo nombraron superior general de toda su comunidad en el mundo. En sus años de superiorato recorrió muchos países visitando los conventos de sus religiosos para animarlos a ser mejores y a trabajar mucho por el reino de Cristo. Había días que caminaba a pie 50 kilómetros. No le asustaba desgastarse en su salud con tal de conseguir la salvación de las almas y la extensión del reino de Dios. La gente lo amaba porque era sumamente comprensivo y bondadoso, y porque sus consejos hacían un gran bien. Siendo superior, sin embargo servía a la mesa a los demás, y lavaba los platos de todos.

El Santo Padre, el Papa, lo envió a Checoslovaquia y a Alemania a tratar de extender la religión católica en esos países. Se fue con un buen grupo de capuchinos, y empezó a predicar. Pero en esos días un ejército de 60 mil turcos mahometanos invadió el país con el fin de destruir la religión, y el jefe de la nación pidió al Padre Lorenzo que se fuera con sus capuchinos a entusiasmar a los 18 mil católicos que salían a defender la patria y la religión. La batalla fue terriblemente feroz. Pero San Lorenzo y sus religiosos recorrían el campo de batalla con una cruz en alto cada uno, gritando a los católicos: “Ánimo, estamos defendiendo nuestra santa religión”. Y la victoria fue completa. Los soldados victoriosos exclamaban: “La batalla fue ganada por el Padre Lorenzo”.

El Papa Clemente VIII decía que el Padre Lorenzo valía él solo más que un ejército.El Sumo Pontífice lo envió de delegado suyo a varios países, y siempre estuvo muy activo de nación en nación dirigiendo su comunidad y fundando conventos, predicando contra los protestantes y herejes, y trabajando por la paz y la conversión. Pero lo más importante en cada uno de sus días eran las prácticas de piedad. Durante la celebración de la Santa Misa, frecuentemente era arrebatado en éxtasis, y su orar era de todas las horas y en todos los sitios. Por eso es que obtuvo tan grandes frutos apostólicos.

Dormía sobre duras tablas. Se levantaba por la noche a rezar salmos. Ayunaba con frecuencia. Su alimento era casi siempre pan y verduras. Huía de recibir honores, y se esforzaba por mantenerse siempre alegre y de buen humor con todos. La gente lo admiraba como a un gran santo. Su meditación preferida era acerca de la Pasión y Muerte de Jesucristo.

En 1859 fue declarado “Doctor de la Iglesia”, por el Sumo Pontífice Juan XXIII. Y es que dejó escritos 15 volúmenes de enseñanzas, y entre ellos 800 sermones muy sabios. En Sagrada Escritura era un verdadero especialista.

Cuando viajaba a visitar al rey de España enviado por la gente de Nápoles para pedirle que destituyera a un gobernador que estaba haciendo mucho mal, se sintió sin fuerzas y el 22 de julio de 1619, el día que cumplía sus 60 años, murió santamente. Ha sido llamado el “Doctor apostólico”.

Ruega por nosotros, querido San Lorenzo, para que no tengamos miedo a gastarnos y desgastarnos por Cristo y su Santa Iglesia, como lo hiciste tú. Dijo Jesús: “Si el grano de trigo muere, produce mucho fruto”.

(http://www.ewtn.com/spanish/Saints/Lorenzo_de_Brindis.htm)


20 julio, 2010

El Divino Niño

Oh, Divino Niño; Vos sois
el mismo Dios, que del cielo
bajado y en María encarnado;
con Vuestra prístina inocencia
desde muy pequeño, mostrabais
ya, el camino, la verdad y
la vida -y una de abundancia-
para los hombres de todos
los tiempos. Hoy, Niño Dios
ojalá brillarais el tiempo todo
en nuestras vidas y Vuestro
amor de cuando Niño y Vuestra
esencia nos recordara, que se
es humilde en la grandeza,
pues siendo Dios; a nosotros
igual Os hicisteis, y como
uno más vivisteis, Realeza y
Cetro dejando. Nadie, ni nada
hay como Vos, siempre con
Vuestros brazos y corazón
abiertos y Vuestra tierna y
celestial sonrisa, presto
siempre a escuchar los ruegos
y alabanzas, y que jamás en
vano, hombre alguno, haya
dirigido sus creces, hacia
vos, sin sido haber, en sus
súplicas y peticiones negado;
oh, Divino Niño, “Enmanuel”.

© 2010 by Luis Ernesto Chacón Delgado
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20 de Julio

El Divino Niño

Historia de la Devoción

En el año 1935 llegó el Padre Salesiano Juan del Rizzo al barrio “20 de julio”, al sur de Bogotá, una región muy solitaria y abandonada en aquellos tiempos. Le habían prohibido emplear la Imagen del Niño de Praga porque una asociación muy antigua reclamaba para ella el derecho exclusivo de propagar esa imagen. El Padre del Rizzo estaba convencido de que a Dios le agrada mucho que honremos la infancia de Jesús, pues así lo ha demostrado con innumerables y numerosos milagros. ¿Si otros niños son tan inocentes y tan dignos de ser amados, cuánto más lo será el niño Jesús? Además recordaba muy bien la promesa hecha por Nuestro Señor a una santa: ” Todo lo que quieres pedir pídelo por los méritos de mi infancia y nada te será negado si te conviene conseguirlo”. Así que no desistió de propagar la devoción al Divino Niño pero dispuso adquirir una nueva imagen.

Se fue a un almacén de arte religioso llamado “Vaticano” propiedad de un artista italiano, y le encargó una imagen bien hermosa del Divino Niño. Le prestaron una imagen bellísima, el padre la llevó para sus solitarios, desérticos y abandonados campos del “20 de julio”. Ahora empezaría una nueva era de milagros en esta región.

Esta es un de las imágenes más hermosas y agradables que han hecho de nuestro Señor. Con los brazos abiertos como queriendo recibir a todos. Con una sonrisa imborrable de eterna amistad. Atrae la atención y el cariño desde la primera vez que uno le contempla. Allí a su alrededor se han obrado y se siguen obrando maravillosos favores, para quien no conozca los prodigios que obtiene la fe parecerían fábulas o cuentos inventados por la imaginación, pero que son muy ciertos para quienes recuerdan la promesa de Jesús ” Según sea tu fe así serán las cosas que te sucederán”.

El Padre Juan comenzó a narrar a las gentes los milagros que hace el Divino Niño Jesús a quienes le rezan con fe y a quienes ayudan a los pobres, y empezaron a presenciarse prodigios admirables: enfermos que obtenían la salud, gentes que conseguían buenos empleos o estudio para los niños, o casa o éxito en los negocios. Familias que recobraban la paz. Pecadores que se convertían. Y cada persona que obtenía un favor del Divino Niño Jesús se encargaba de propagar su devoción entre amigos y conocidos.

¿Quiére que su vida cambie y mejore por completo? No deje pasar ninguna semana sin leer una página de la sagrada Biblia. Propósito: No pasará este año sin que en mi familia consigamos y leamos el bellísimo librito titulado ” los nueve domingos al niño Jesús” y el devocionario católico. Se puede pedir al la Parroquia del Niño Jesús calle 27 Sur No. 5A-27 teléfono 2093366

Las Cuatro Condiciones

Las cuatro condiciones que recomendaba el Padre Juan, para obtener favores del Divino Niño Jesús.

1ra. Ofrecerle la Santa Misa Durante Nueve Domingos y confesarse y comulgar al menos en uno de ellos.

2do. Dar una libra de chocolate (o equivalente en dinero o en comida) a los pobres.

3ro. Si la persona es pudiente dar un mercado para familias pobres (o su equivalente en dinero). No repartir en la calle porque se forma desorden.

4to. Propagar la devoción al Divino Niño narrando a otros los milagros que Él hace a sus devotos y repartiendo novenas estampas, almanaques, etc. e invitando a otras personas a que hagan el ensayo de visitar al Niño Jesús y de pedirle lo que necesitan.

El Padre Juan recomendaba también

1ro. No dejar ningún domingo sin asistir a Misa. El que abandona a Dios, lo abandona Dios. El que no deja domingos sin asistir a Misa recibe favores que jamás había imaginado.
2do. No vivir en pecado mortal. Si se vive en unión libre, o en matrimonio civil o robando o emborrachándose, u odiando, y si se admiten en casa parejas no casadas por lo católico, con todo eso se atraen maldiciones y castigos de Dios sobre el hogar. El Padre Juan repetía mucho esa frase de San Pablo: “los que viven en impureza, los borrachos los ladrones, no entrarán en el Reino de los cielos”.
3ro. Que la limosna que se da sea costosa. Si solamente se da a los pobres y a Dios lo que sobra, lo que no vale nada, eso no le gusta a nuestro Señor. La sagrada Biblia dice que para Dios y para los pobres hay que dar la décima parte de lo que se gana (el Diezmo) y que Dios le devolverá a cada uno cien veces más de lo que haya dado, y le concederá después la vida eterna.

¿Qué regala usted? ¿Regala sólo para el cuerpo? (comidas, bebidas, ropas, joyas) Regale para el alma. Regale lo mejor, regale libros religiosos. Gánese premios para el cielo regalando buenos libros en la tierra.

Biografía del Padre Rizzo

El 16 de mayo de 1882, nació en Azzano Décimo, Véneto, Italia, el padre Juan del Rizzo, el más grande apóstol de la devoción al Divino Niño Jesús que ha tenido Colombia.

Hemos pasado ya el año centenario de su nacimiento. Y es muy interesante que repasemos algunos de los datos de su simpática biografía. Sus padres fueron Antonio del Rizzo y Juana Battiston, personas tan profundamente religiosas que su párroco dejó por escrito: “Los del Rizzo figuran siempre en primera línea en todas las actividades religiosas de la parroquia”.

Su padre había sido militar y formó al hijo en rígida disciplina y fortaleza de ánimo.

Las gentes de aquella región son algo rudas y ásperas, pero tenaces; de amplio corazón, generosos y abnegados. Así resultó Juan del Rizzo Battiston.

TROPIEZOS EN SU VOCACIÓN

Desde muy joven deseaba Juan ser sacerdote, pero sus amigos se burlaban de él diciendo: “Tienes las tres cualidades para que no te reciban de sacerdote: eres feo, eres malgeniado y eres pobre. ¿No sabes que para ser aceptado en el seminario hay que ser algo más simpático y no ser tan acampesinado como tú?”

Pero él respondía confiado: “Digan lo que digan, yo tengo que llegar a ser sacerdote”. Y ya viejo repetía después “Por terco logré llegar al sacerdocio, por que en cuanto a cualidades me faltaban más de la mitad”.

LOS QUE AFIRMABAN DECIAN QUE SI Y LOS QUE NEGABAN DECIAN QUE NO

Había dos sacerdotes en el pueblo de Azzano Décimo. Uno le tenía antipatía al joven del Rizzo por su carácter algo brusco y rebelde. Este le decía: “Déjese de boberías: ¿si solo tiene alas de mariposa para qué quiere ser águila?. Abandone la idea de ser sacerdote. Usted no saldrá de simple aldeano. Para eso sirve y nada más.”

Pero el otro sacerdote, descubriendo que bajo la corteza algo áspera y antipática del muchacho bullía un corazón que amaba mucho a Dios, y que en su espíritu había un gran deseo de hacer apostolado (cualidad número uno para saber si hay vocación sacerdotal) le dijo: “Hay unos padres que son como los piojos: prefieren a los más pobres: son los salesianos. Ellos reciben jóvenes humildes en los pueblos, con tal de que tengan verdadero deseo de hacer apostolado. Váyase a su seminario y les pide un puesto “. Era el consejo más útil que había escuchado en su vida.

EL PRIMER FRACASO

En el año 1900 los salesianos recibieron con gusto al joven Rizzo Battiston en su seminario o aspirantado de Lombriasco. “Allí – decía él más tarde – me pasó como a las limatonas: de tanto dejarlas entre miel y almibar pierden mucho de su amargura natural, eso lo notaban todos. Pero desafortunadamente seguí siendo también amargosa lima silvestre. Genio y figura hasta la sepultura”.

Juan hizo verdaderos progresos en lo espiritual pero, como nada en la naturaleza cambia repentinamente, el día de hacer la votación para saber quienes eran aceptados como salesianos, Juan del Rizzo recibió votos negativos. Era una noticia gorda. Para muchos podía ser una catástrofe. Pero las gentes de su tierra tienen un adagio: “Hay que hacer como un bobo cuando se va por un camino: o se acaba el camino o se acaba el bobo”. Y Juan dispuso que no echaría pie atrás.

UNA IDEA FELIZ Y MUY ATREVIDA

Otro en su caso había tomado el joto de su ropa y se había ido a su casa renegando. Del Rizzo en cambio fue…nada menos que directamente al Superior General de la Comunidad, el Padre Miguel Rúa, nombrado por Don Bosco, por voluntad expresa del Sumo Pontífice, como su reemplazo. La santidad de Don Miguel Rúa era aceptada por todos y sus decisiones eran extraordinariamente prudentes.

El Padre Rúa lo recibió muy serio. Ya los superiores lo habían informado de él: piadoso sí, muy trabajador, estudioso…pero algo rebelde y malgeniado, brusco a ratos en su trato ..¿quién sabe si para vivir en comunidad? Castidad …. como un asceta; pobreza como un monje del desierto, ¿pero la dulzura en el trato? Por ahí falla. Guapísimo para trabajar, devotísimo de la virgen pero terco…” Todo esto lo acepta Juan a ojos cerrados. ¡Lo es y no hay para que negarlo! Sin embargo se atreve a hablar: ¿Don Rúa, pero si pongo de mi parte un grande y constante esfuerzo por irme enmendando? ¿Y si me voy de misionero a tierras lejanas? Para ser misionero quizá no se necesita tanto la dulzura de San Francisco de Sales sino la capacidad de aguante de San Francisco Javier…”

Don Rúa comprendió maravillosamente. Ya San Juan Bosco había dicho: ” Si Don Miguel Rúa quisiera hacer milagros los haría, porque es suficientemente santo para hacerlos”. Y aquí obró uno de sus prodigios: comprender lo que otros no habían entendido: que bajo las apariencias toscas de este muchachote, se escondía un alma admirable. Y le dijo sin más: ¿Ya hiciste los diez días de Ejercicios Espirituales que se necesitan para hacer los tres Votos?” – “Si padre ya los hice, y también la confesión general de toda mi vida”. Había terminado ya su año de noviciado. Era el año de 1904.

Don Rúa le dio entonces la respuesta más esplendorosa de su vida; “Te vas a la capilla, donde celebraba misa Don Bosco, te preparas un rato en oración, y yo mismo en persona te recibiré los Votos religiosos y te aceptaré en nuestra Comunidad”. Y así fue. Una vez más, Dios había escrito con renglones torcidos.

PARTIDA PARA AMERICA: REIR LLORANDO

Fue designado para las obras salesianas de Venezuela y se vino sin tardanza. El viaje lo narraba después él mismo en una carta a sus familiares: “La nostalgia que siento es casi inaguantable. Pero la oculto con una muralla de alegría. Tanto que el capitán del barco exclama: “Vaya con este padrecito, como viaja de contento. Parece que la alegría se le sale por los poros”. ¡Durante el día se quedan admirados al verme tan alegre, pero por la noche en mi camarote, no hago sino gemir y suspirar”. Ahí está retratado Juan del Rizzo: el hombre que de sus penas nunca hizo un espectáculo.

LOS SURAMERICANOS: NO TAN SANTOS COMO LOS IMAGINABA

Había que oírle narrar sus primeras experiencias en Venezuela. Con esos costeños repletos de malicia indígena como todos los suramericanos. Sin saber el idioma: le enseñaban una palabra muy sonora para que la repitiera delante de los visitantes y resultaba una interjección para arrear mulas. Mandaba a los muchachos a llevar bultos a la azotea, y después tenía que explicarles que lo que había querido decirles era que los llevaran al sótano. ¡Qué chascos humillantes!

Recordando aquellos tiempos de profesor nuevo en Caracas, él, recién desembarcado, venido de un seminario donde todos eran tan santos, a un internado a donde llevaban a muchos de los más pícaros de la ciudad para ver si se enmendaban; creyendo que los alumnos eran unos mansos corderitos, sin imaginarse que había por allí diablitos con cuernos de picardía, el Padre Juan ya anciano exclamaba: “Aquellos años fueron mi purgatorio, y a ratos mi infierrrrno” (el hacía sonar con mucha fuerza la “r”); pero abnegado y humilde como lo fue siempre, él lo sobrellevaba todo por el amor de Dios y por la salvación de las almas.

Y su ingenio le fue presentando métodos para ganarse aquellos traviesos discípulos. En Caracas hacía mucho calor. Bebidas gaseosas y helados era algo casi desconocido en aquel colegio pobre. Entonces, con la ayuda de sus amigos, se conseguía canastas de sabrosas naranjas y las repartía. Pero no a todos. Solamente a los que se portaban bien. A los que se portaban mal “que tomen agua del tubo”, tibia y desabrida. Pronto la conducta de muchos había cambiado por completo. Siempre era mejor comer naranjas frescas que sorber agua caliente del tubo del acueducto. “ Para un astuto otro más astuto”.

EL LIBRO QUE MÁS LE IMPRESIONABA

San Alfonso Ligorio escribió hace varios siglos un libro muy famoso: “Preparación para la muerte”. Rezó mucho para que sus palabras tuvieran eficacia y lo consiguió. Las personas que leen este libro sienten un estremecimiento y reciben los que se llama el “Temor de Dios”, un santo miedo de disgustar al Altísimo, que aunque infinitamente amable y perdonador, no deja sin embargo sin castigo las promesas que se le hacen.

Este fue el libro que sacudió las fibras íntimas del alma de Juan del Rizzo. Lo leía en público a los jóvenes en el dormitorio antes de que se entregaran al sueño y notaba su benéfica influencia. El mismo decía ya en sus últimos años “yo no me hice sacerdote porque tuviera grandes cualidades, ni porque fuera una buena persona, sino por cuatro verdades que me impresionaban mucho: Muerte, Juicio, Infierno y Gloria. Estas fueron las cuatro verdades que predicó semana tras semana en los 15,000 días de su sacerdocio.

SACERDOTE PARA SIEMPRE: Y APÓSTOL PARA COLOMBIA

Un 9 de julio de 1911 (fiesta de la Virgen de Chiquinquirá, Patrona de Colombia) obtuvo Juan del Rizzo el ideal de toda su juventud: llegar a ser sacerdote de Cristo. Le había costado un calvario de sacrificios. En aquel tiempo no tenían Seminario los salesianos en Venezuela y él tuvo que ir presentando sus exámenes de Filosofía, Teología, Sagrada Escritura, Historia, Derecho Canónico y Liturgia, trimestre tras trimestre, robándole horas al sueño para poder estudiar, pues durante el día tenía que asistir a los internos en el comedor, en la capilla, y en el dormitorio, darles clase y acompañarlos de paseo. Y casi no salían a vacaciones. Lo que más cuesta más se aprecia, y el sacerdocio no fue para del Rizzo una meta fácil de alcanzar. Pero una vez llegado a él se entregó a ejercerlo con una mística que no habrían sospechado sus amigos de otros tiempos. Dios se vale para sus obras de personas humildes, pero una vez que les concede la efusión de su espíritu, se vuelven incontenibles como leones.

LA GRACIA DE SU PRIMERA MISA

Su ideal para imitar, después de Jesucristo, era Don Bosco, el simpatiquísimo fundador de los salesianos. Y la gracia que Don Bosco pidió el día de su primera Misa (y que siguió pidiendo Misa por Misa durante los 47 años de su sacerdocio) fue la eficacia de la palabra. Esta gracia la pidió el Padre Juan del Rizzo aquel precioso día, el más grande en su existencia (después del día de su bautismo) y no se cansó jamás de pedirla. Y como su santo Patrono, aunque lo que predicaba era siempre sencillo y sin grandes sabidurías humanas, los efectos de sus palabras fueron cada vez más asombrosos. (El padre ejerció por 46 años su sacerdocio).

EL PADRE JUAN DEL RIZZO LLEGA A BARRANQUILLA

Poco después de haber sido ordenado sacerdote, los superiores lo enviaron a Barranquilla. Fue para él un verdadero descanso. Hacia unos días había comunicado a su estimado amigo el Padre Rico: “Esto de trabajar con muchachos es muy duro. Voy a tener que dejarme crecer la barba e irme a las selvas a misionar, o sino pedir puesto en un convento de cartujos para ayunar a pan y agua. Tengo que bajarme de esta cruz, porque ya no soy capaz de aguantar más “ Y Dios escuchó su deseo. Lo envió a una parroquia donde no tuviera que sufrir las angustias de un internado de jóvenes inquietos.”

Era el año 1914 cuando el padre Juan llegó a Barranquilla. Allí estuvo trabajando por 13 años, hasta 1927. Pronto su fama de santidad y de amor a los pobres y humildes andaba de boca en boca en aquella progresista cuidad.

UN PADRE JESUITA CUENTA COMO ERA EL PADRE JUAN

El padre Iruzun escribe: ” El padre Juan tenía aspecto de un verdadero asceta. Siempre activo. Siempre alegre y jovial con los que lo trataban. Tenía un gran poder de atracción para los jóvenes de las clases más pobres y abandonadas. Por las calles de Barranquilla lo veíamos siempre rodeado de un grupo de muchachos pobres. La gente decía ” En la ciudad hay dos santos: el Padre Valiente (Vicario del Obispo) y el Padre Juan”. A estos dos sacerdotes se les abrían las puertas de todas las casas y nadie les negaba su ayuda porque todos veían en ellos un verdadero ministro de Cristo, que a nada guardaban para sí, sino que todo lo daban a los demás. Parecía que su lema fuera el del Santo Cura de Ars: “Mi secreto es muy sencillo: darlo todo y no quedarme con nada”.

EL PADRE JUAN DESCUBRE LA DEVOCIÓN

Los salesianos estaban construyendo el Templo de San Roque en Barranquilla. Las gentes de los alrededores eran totalmente pobres. Había que ir por toda la ciudad a pedir ayuda. El padre Briata, superior de la casa, le dijo un día: Usted se va hacia el oriente y yo hacia el occidente a pedir de casa en casa, a ver qué recogemos para el templo: “-¡Ay Padre – le dijo asustado el Padre Juan – Póngame cualquier otro oficio, menos este de pedir limosna, porque me muero de vergüenza”! “Mi buen amigo – dijo el Director: a nuestro Fundador Don Bosco también le daba mucha vergüenza salir a pedir limosnas (lo dijo el mismo) pero por el reino de Dios hay que negarse uno a sí mismo. Tenemos un Amo en el cielo el cual nunca se le trabaja gratis. Mientras más nos cuesta lo que hacemos por Dios, mayor será la paga. Animo pues a pedir…Y se fueron. Pero el Padre del Rizzo se le quedaban las palabras debajo de la lengua cuando iba a pedir limosna ..” y volvió sin nada porque a nadie se atrevió a pedirle nada.

El superior lo regañó amablemente, y le avisó que al día siguiente cambiarían de sitio de visita. Briata iría hacia el oriente y Del Rizzo hacia occidente. A ver cuál era el más guapo para pedir. De disgusto y de susto se le indigestó el almuerzo

Por la mañana, siguiendo una costumbre muy recomendada por san Juan Bosco, antes de salir de casa se fue a hacer una visita a Jesús Sacramentado en el templo, y se arrodilló junto a la imagen de María Auxiliadora para encomendarse a tan poderosa Patrona. Levantó los ojos, y al ver el lindo Niño Jesús que estaba en brazos de la Virgen Santísima, con sus bracitos abiertos como queriéndole decir: “Llévame contigo, que quiero acompañarte en tu viaje”, se le ocurrió una bellísima idea a nuestro vergonzante Padre limosnero. Él la narraba así: “Me dije: Hasta ahora solamente le he pedido favores a la Mamá que aunque es muy poderosa y me ayuda muchísimo, sin embargo es criatura. ¿Por qué no hago el ensayo de dedicarme a pedirle al Hijito que es Dios? Y le encomendé al Niño Jesús con toda mi alma esta salida que iba a hacer a “limosnear”. Sentí como una oleada de valor por todo mi espíritu y me fui a la calle.

Aquel día no solo iba resuelto sino descarado. Así que el primer paisano que se encontró le dijo sin más: “Oiga mi amigo. Sáqueme de un apuro. El Superior me mandó a pedir limosna y esto es un oficio muy horrible. Regáleme un billete no sea que si vuelvo a casa sin nada, me pegue el Director otro regalo como ayer”. El otro que era un italiano generoso, abrió su cartera y le regaló el billete de más alta graduación que existía entonces en la república. El padre Juan voló contento a la casa salesiana cuando el Director regresó lo que había recogido…era tres veces más de lo que el director había logrado recoger de casa en casa en toda la mañana.

(http://www.ewtn.com/spanish/DivinoNiño/Historia.htm)