24 julio, 2015

San Chárbel Makhluf

 

¡Oh!, San Chárbel Makhluf, vos, sois el hijo del Dios
de la vida y su amado santo. Solitario de Dios y llamado
el “Taumaturgo del Líbano”, amasteis la Eucaristía y
a la Madre de Dios, Señora Nuestra, como nadie. La
soledad del desierto amabais para elevaros en el espíritu
a Dios sirviendo tanto de día, como de noche, con amor
austero, y, viviendo ayunando y orando. Vuestra amada
madre os dijo con premonitorias papabras: “Si no fueras
a ser buen religioso te diría: ¡Regresa a casa! Pero
ahora sé que el Señor te quiere a su servicio. Y en mi
dolor al estar separada de ti, le digo resignada: ¡Que
Dios te bendiga, hijo mío, y que haga de ti un santo…!
Un día, despertó en vos, la vocación por la vida eremítica
y os fuisteis a vivir en soledad y os retirasteis a
la ermita de San Pedro y San Pablo, en la montaña, que
os prodigó la luz, ejercitándoos en la oración y las
mortificaciones continuas. Dormíais sobre el suelo y
comíais una sola vez al día. Al mediodía la Santa Misa
oficiabais y dabais gracias a Dios, la tarde entera.
Vuestra santa alma, al cielo voló, para coronada ser,
con corona de luz eterna, como premio justo a vuestra
grande entrega de amor, desprendimiento, fe y esperanza;
¡oh!, San Chárbel Makhluf, “solitario por el amor de Dios”.

© 2015 by Luis Ernesto Chacón Delgado
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24 de Julio
San Chárbel Makhluf

Solitario de Dios y Taumaturgo del Líbano. Gran amante de la Eucaristía y de la Virgen Santísima

Martirologio Romano: San Sarbelio (José, Charbel) Makhluf, presbítero de la Orden de los Maronitas Libaneses, que, por amor a la soledad y para alcanzar la más alta perfección, dejó el cenobio de Annaya, en el Líbano, y se retiró al desierto, en el que sirvió a Dios día y noche, viviendo con gran austeridad, ayunando y orando (1898).

Youssef (José) nació el 8 de mayo de 1828 en un pequeño poblado del Líbano llamado Biqa-Kafra. Era el quinto hijo de Antonio Makhlouf y Brígida Choudiac, sencillos campesinos llenos de fe. Dos de sus tíos maternos eran monjes en el monasterio de Quzhaya que distaba una hora de camino desde Biqa-Kafra. José los visitaba con frecuencia y se quedaba con ellos ayudando en los oficios divinos, participando en sus oraciones y cantos y escuchando sus sabios consejos.

Tenía veintitrés años cuando dejó casa y familia para entrar al monasterio de Nuestra Señora de Mayfouk de la orden maronita libanesa. Al recibir el hábito de novicio cambió su nombre por el de Chárbel, nombre de un mártir de la iglesia de Antioquía que murió en el año 107 bajo el imperio de Trajano.

Cuando su madre y su tío se enteraron de su decisión, se dirigieron inmediatamente a buscarlo al monasterio tratando de convencerlo de que regresara. Finalmente, Brígida, también convencida de la vocación de su hijo, le dijo: “Si no fueras a ser buen religioso te diría: ¡Regresa a casa! Pero ahora sé que el Señor te quiere a su servicio. Y en mi dolor al estar separada de tí, le digo resignada: ¡Que Dios te bendiga, hijo mío, y que haga de ti un santo…!”.

Desde joven había desarrollado una intensa vida interior y de oración que durante sus años de monje había madurado. Pronto se despertó en él la vocación por la vida eremítica que, de acuerdo con la tradición cristiana, se debe hacer viviendo en soledad. Se retiró a la ermita de San Pedro y San Pablo en Gebel an Nour (Montaña de la Luz) que tenía sólo dos habitaciones pequeñísimas y un oratorio también estrechísimo. Comenzó esta vida más austera en el año 1875 y la llevó durante veintitrés años. Se ejercitaba en diversas mortificaciones y en la oración continua; dormía sobre el suelo y comía una sola vez al día. Ordinariamente oficiaba la misa hacia el mediodía de tal forma que pasaba la mañana preparándose para el Santo Sacrificio y la tarde dando gracias a Dios. Vivía en el más absoluto retiro, del que sólo salía para atender alguna necesidad pastoral.

El 16 de diciembre de 1898 estaba celebrando la misa hacia las once de la mañana, cuando le sobrevino un ataque de parálisis en el momento de la consagración.

Murió el 24 de diciembre y sus restos reposan en el monasterio de San Maron, actual meta de peregrinaciones y milagros incesantes. Fue canonizado el 9 de octubre de 1977 por el papa Pablo VI.