¡Oh!, Presentación de Jesús en el Templo; José y María,
amorosos padres que con presteza, llevasteis a Jesús, al
Templo, y con la Ley de Moisés cumplir. Y, el día aquél,
Simeón, el dulce anciano lleno todo, del Santo Espíritu,
al Niño, en sus brazos tomó, y entre candelas, profetizó
así: “Porque han visto mis ojos vuestra salvación, la que
preparasteis a la vista de todos los pueblos, luz para
iluminar a los gentiles y gloria de vuestro pueblo Israel.
Vos estáis puesto para caída y elevación de muchos en Israel,
y para ser señal de contradicción, a fin de que queden al
descubierto las intenciones de muchos corazones”. Y, a Vos,
Señora Nuestra, os dijo: “A Vos misma, una espada os
atravesará el alma”. Y, tan luego, desde el tiempo aquél,
la “Fiesta de las Candelas”; surgió, porque, no hay, ni
habrá más luz que la de Jesús, sobre el universo todo, que
redima, como Él lo hizo, lo hace y lo hará por la eternidad;
¡oh!; Presentación de Jesús en el Templo, “vida para el mundo”.
amorosos padres que con presteza, llevasteis a Jesús, al
Templo, y con la Ley de Moisés cumplir. Y, el día aquél,
Simeón, el dulce anciano lleno todo, del Santo Espíritu,
al Niño, en sus brazos tomó, y entre candelas, profetizó
así: “Porque han visto mis ojos vuestra salvación, la que
preparasteis a la vista de todos los pueblos, luz para
iluminar a los gentiles y gloria de vuestro pueblo Israel.
Vos estáis puesto para caída y elevación de muchos en Israel,
y para ser señal de contradicción, a fin de que queden al
descubierto las intenciones de muchos corazones”. Y, a Vos,
Señora Nuestra, os dijo: “A Vos misma, una espada os
atravesará el alma”. Y, tan luego, desde el tiempo aquél,
la “Fiesta de las Candelas”; surgió, porque, no hay, ni
habrá más luz que la de Jesús, sobre el universo todo, que
redima, como Él lo hizo, lo hace y lo hará por la eternidad;
¡oh!; Presentación de Jesús en el Templo, “vida para el mundo”.
© 2015 by Luis Ernesto Chacón Delgado
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2 de febrero
Presentación de Jesús En El Templo
Presentación de Jesús En El Templo
José y María llevaron a Jesús al templo de Jerusalén, también se
conoce como “Día de la Candelaria”. Este día también se celebra la
Jornada Mundial de la Vida Consagrada
Presentación de Jesús al templo Origen de la fiesta
Esta costumbre tiene su origen en la celebración litúrgica de la
fiesta de la purificación y la presentación del Niño Dios al templo. En
tiempo de Jesús, la ley prescribía en el Levítico que toda mujer debía
presentarse en el templo para purificarse a los cuarenta días que
hubiese dado a luz. Si el hijo nacido era varón, debía ser circuncidado a
los ocho días y la madre debería permanecer en su casa durante treinta y
tres días más, purificándose a través del recogimiento y la oración. Ya
que se cumpliera la fecha, acudía en compañía de su esposo a las
puertas del templo para llevar una ofrenda: un cordero y una paloma o
tórtola. Con respecto al niño, todo primogénito debía ser consagrado al
Señor, en recuerdo de los primogénitos de Egipto que había salvado Dios.
Lo mismo pasaba con los animales primogénitos.
José y María llevaron a Jesús al templo de Jerusalén. Como eran
pobres, llevaron dos palomas blancas. Al entrar al templo, el anciano
Simeón, movido por el Espíritu Santo, tomó en brazos a Jesús y lo
bendijo diciendo que Él sería la luz que iluminaría a los gentiles.
Después, le dijo a María que una espada atravesaría su alma,
profetizando los sufrimientos que tendría que afrontar.
Explicación de la fiesta
El día 2 de febrero de cada año, se recuerda esta presentación del
Niño Jesús al templo, llevando a alguna imagen del Niño Dios a presentar
a la iglesia o parroquia. También ese día, se recuerdan las palabras de
Simeón, llevando candelas (velas hechas de parafina pura) a bendecir,
las cuales simbolizan a Jesús como luz de todos los hombres. De aquí
viene el nombre de la “Fiesta de las candelas” o el “Día de la
Candelaria”.
En México, se acostumbra que aquellos a quienes les tocó el muñeco de
la rosca de reyes, son los que deberán presentarlo en el templo el día
de la Candelas. Para esto, hay que vestirlo y engalanarlo. También,
comprarle un trono para sentarlo. En esta celebración se bendicen la
imagen del Niño Dios y las candelas, que representan la luz de Cristo en
los hogares.
Las velas benditas se pueden prender cuando surjan las dificultades
de la vida durante el año. Esta fiesta termina con una merienda familiar
y de amigos, en la cual se sirven tamales y atole de sabores y
chocolate caliente. Es una fiesta que podemos aprovechar para
reflexionar acerca de la obediencia de María y para agradecer a Jesús
que haya venido a iluminar nuestros corazones en el camino a nuestra
salvación eterna.
La Virgen de la Candelaria
Es una de las muchas advocaciones (nombres) de la Virgen María. Tuvo
su origen en Tenerife, una de las islas Canarias. Según la tradición, la
Virgen se le apareció en 1392 a dos indios guanches que pastoreaban su
rebaño, quienes, al llegar a la boca de un barranco, notaron que el
ganado no avanzaba, como si algo impidiera seguir adelante.
Para ver qué era lo que pasaba, uno de los pastores avanzó y vio en
lo alto de una peña una imagen de madera como de un metro de alto de una
mujer. Traía una vela en la mano izquierda y cargaba a un niño en el
brazo derecho. El niño llevaba en sus manos un pajarito de oro. Los
indios, como tenían prohibido hablar con mujeres que estuvieran solas,
le hicieron señas para que se apartara del camino. Como no les hacía
caso, uno de los indios tomó una piedra para lanzársela, pero el brazo
se le paralizó. Su compañero tomó la imagen e intentó romperla, pero en
el intento, se cortó sus propios dedos.
Los indios corrieron a avisar al rey, quien de inmediato fue con
todos sus guardias al lugar del acontecimiento. Tomaron la figura y la
llevaron a la casa del rey. Los encargados de llevársela fueron los
pastores que la encontraron, quienes al instante de tomarla en sus
manos, quedan curados del brazo uno y de los dedos, el otro. Ante este
milagro, el rey ordenó que todo el pueblo honrara a aquella figura de
mujer, a quien le llamaron “La Extranjera”.
Cuando la gente se acercaba a ella se oían armonías celestiales, se
percibían aromas exquisitos y la imagen despedía una luz
resplandeciente. Infundía en las personas temor y respeto, pero ellos no
sabían a quién representaba. Años después, los españoles conquistaron
la isla de Lanzarote y soñaban con conquistar la isla de Tenerife. En
uno de sus intentos de conquista, apresaron a un niño guanche y lo
llevaron a Lanzarote. Ahí lo bautizaron con el nombre de Antón, lo
catequizaron y un tiempo después, lo llevaron de regreso a su isla natal
de Tenerife. Antón fue a la casa del rey a contarle todo lo que le
había sucedido y el rey le dio permiso de ver a La Extranjera. Cuando
Antón la vio, se puso de rodillas y les dijo a todos que hicieran lo
mismo. Les explicó que aquella Señora, era la representación de la
Virgen María cuando llevaba a Jesús a presentar al templo. Le explicó
que la Virgen María era la Madre del Dios y de todos los hombres y que
era una gran suerte tener ese gran tesoro. Antón le pidió al Rey permiso
para buscar un lugar en el que todos la pudieran venerar. El Rey
accedió y llevaron la imagen a la cueva de Achbinico, un templo
subterráneo, que parecía una Iglesia natural. Antón cuidó por un tiempo
de la Basílica.
Alrededor de 1530, encargaron el Santuario a los padres dominicos que
se les conocía como “Los frailes de la Virgen”. En noviembre de 1826,
una tormenta terrible azotó a la isla de Tenerife, llegando al Santuario
de la Virgen y las aguas se llevaron la Imagen. Se hizo todo por tratar
de recuperarla, pero no fue posible encontrarla. Los padres dominicos
acordaron mandar a hacer una imagen nueva. Así lo hicieron y en la
festividad del día 2 de Febrero de 1830, bendijeron la nueva imagen de
Nuestra Señora de la Candelaria.
Desde el año 1599 se nombró a la Virgen de la Candelaria patrona de
todo el archipiélago canario. Su devoción se ha extendido por la
península y por toda Hispanoamérica, principalmente por Venezuela. Sus
milagros y favores son constantes. Cada año acuden a visitarla miles de
personas de todas clases sociales para darle gracias y pedirle
beneficios. Le cantan “Muchas flores la fortuna Regaló a las Canarias;
Pero como Tú ninguna. Virgen de la Candelaria. Virgen de Candelaria, la
más bonita, la más morena, la que extiende su manto desde la cumbre
hasta la arena” .
En México, en Tlacotalpan, en el Estado de Veracruz, tienen como
patrona a la Virgen de la Candelaria. Su traje es muy significativo:
bajo el manto de azul profundo, lleva un vestido blanco resplandeciente,
bordado con motivos vegetales y volutas (flores y espigas de trigo
grandes).
La Virgen se encuentra en la Iglesia y el día 2 de Febrero se
acostumbra sacarla de la Iglesia, cantarle las Mañanitas por la mañana y
por la tarde, llevarla en procesión por el río Papaloapan. Tlacotalpan
es un lugar que se encuentra al margen izquierdo del río Papaloapan, que
quiere decir “río de mariposas”. (Consulta también Presentación de
Jesús; de Jesús Martí Ballester)
Jornada Mundial de la Vida Consagrada, 2 de febrero
La Jornada de la Vida consagrada se celebrará en la fiesta en que se
hace memoria de la presentación que María y José hicieron de Jesús en el
templo “para ofrecerlo al Señor” (Lc 2, 22). La celebración de la
Jornada Mundial de la Vida Consagrada, que tiene lugar por primera vez
el 2 de febrero de 1997 tiene como objetivo ayudar a toda la Iglesia a
valorar cada vez más el testimonio de quienes han elegido seguir a
Cristo de cerca mediante la práctica de los consejos evangélicos y, al
mismo tiempo, quiere ser para las personas consagradas una ocasión
propicia para renovar los propósitos y reavivar los sentimientos que
deben inspirar su entrega al Señor. La misión de la vida consagrada en
el presente y en el futuro de la Iglesia, en el tercer milenio, no se
refiere sólo a quienes han recibido este especial carisma, sino a toda
la comunidad cristiana.
En la exhortación apostólica post-sinodal Vita consecrata, publicada
en 1996 por Juan Pablo II, escribía: “En realidad, la vida consagrada
está en el corazón mismo de la Iglesia como elemento decisivo para su
misión, ya que «indica la naturaleza íntima de la vocación cristiana» y
la aspiración de toda la Iglesia Esposa hacia la unión con el único
Esposo” (n. 3).
A las personas consagradas, pues, quisiera repetir la invitación a
mirar el futuro con esperanza, contando con la fidelidad de Dios y el
poder de su gracia, capaz de obrar siempre nuevas maravillas: “¡Vosotros
no solamente tenéis una historia gloriosa para recordar y contar, sino
una gran historia que construir! Poned los ojos en el futuro, hacia el
que el Espíritu os impulsa para seguir haciendo con vosotros grandes
cosas” (ib., 110).
Los motivos de la Jornada de la Vida Consagrada La finalidad de dicha jornada es por tanto triple:
En primer lugar, responde a la íntima necesidad de alabar más
solemnemente al Señor y darle gracias por el gran don de la vida
consagrada que enriquece y alegra a la comunidad cristiana con la
multiplicidad de sus carismas y con los edificantes frutos de tantas
vidas consagradas totalmente a la causa del Reino.
Nunca debemos olvidar que la vida consagrada, antes de ser empeño del
hombre, es don que viene de lo Alto, iniciativa del Padre, “que atrae a
sí una criatura suya con un amor especial para una misión especial”
(ib., 17). Esta mirada de predilección llega profundamente al corazón de
la persona llamada, que se siente impulsada por el Espíritu Santo a
seguir tras las huellas de Cristo, en una forma de particular
seguimiento, mediante la asunción de los consejos evangélicos de
castidad, pobreza y obediencia. Estupendo don.
“¿Qué sería del mundo si no existieran los religiosos?”, se
preguntaba justamente santa Teresa (Libro de la vida, c. 32,11). He aquí
una pregunta que nos lleva a dar incesantes gracias al Señor, que con
este singular don del Espíritu continúa animando y sosteniendo a la
Iglesia en su comprometido camino en el mundo.
En segundo lugar, esta Jornada tiene como finalidad promover en todo
el pueblo de Dios el conocimiento y la estima de la vida consagrada.
Como ha subrayado el Concilio (cfr. Lumen gentium, 44) y yo mismo he
tenido ocasión de repetir en la citada exhortación apostólica, la vida
consagrada “imita más de cerca y hace presente continuamente en la
Iglesia la forma de vida que Jesús, supremo consagrado y misionero del
Padre para su Reino, abrazó y propuso a los discípulos que le seguían”
(n. 22). Esta es, por tanto, especial y viva memoria de su ser de Hijo
que hace del Padre su único Amor -he aquí su virginidad-, que encuentra
en Él su exclusiva riqueza -he aquí su pobreza- y tiene en la voluntad
del Padre el “alimento” del cual se nutre (cfr Jn 4,34) -he aquí su
obediencia.
Esta forma de vida abrazada por Cristo y actuada particularmente por
las personas consagradas, es de gran importancia para la Iglesia,
llamada en cada uno de sus miembros a vivir la misma tensión hacia el
Todo de Dios, siguiendo a Cristo con la luz y con la fuerza del Espíritu
Santo. La vida de especial consagración, en sus múltiples expresiones,
está así al servicio de la consagración bautismal de todos los fieles.
Al contemplar el don de la vida consagrada, la Iglesia contempla su
íntima vocación de pertenecer sólo a su Señor, deseosa de ser a sus ojos
“sin mancha ni arruga ni cosa parecida, sino santa e inmaculada” (Ef
5,27). Se comprende así, pues, la oportunidad de una adecuada Jornada
que ayude a que la doctrina sobre la vida consagrada sea más amplia y
profundamente meditada y asimilada por todos los miembros del pueblo de
Dios.
El tercer motivo, se refiere directamente a las personas consagradas,
invitadas a celebrar juntas y solemnemente las maravillas que el Señor
ha realizado en ellas, para descubrir con más límpida mirada de fe los
rayos de la divina belleza derramados por el Espíritu en su género de
vida y para hacer más viva la conciencia de su insustituible misión en
la Iglesia y en el mundo. En un mundo con frecuencia agitado y
distraído, la celebración de esta Jornada anual ayudará también a las
personas consagradas, comprometidas a veces en trabajos sofocantes, a
volver a las fuentes de su vocación, a hacer un balance de su vida y a
renovar el compromiso de su consagración.
Podrán así testimoniar con alegría a los hombres y a las mujeres de
nuestro tiempo, en las diversas situaciones, que el Señor es el Amor
capaz de colmar el corazón de la persona humana. Existe realmente una
gran necesidad de que la vida consagrada se muestre cada vez más “llena
de alegría y de Espíritu Santo“, se lance con brío por los caminos de la
misión, se acredite por la fuerza del testimonio vivido, ya que “el
hombre contemporáneo escucha más a gusto a los testigos que a los
maestros, o si escucha a los maestros lo hace porque son testigos”
(Evangelii nuntiandi, n. 41).