«Convertíos y creed en la Buena Nueva»
Hoy, la Iglesia nos invita a
convertirnos y, con Jesús, nos dice: «Convertíos y creed en la Buena
Nueva» (Mc 1,15). Por tanto, habrá que hacer caso a Jesucristo,
corrigiendo y mejorando lo que sea necesario.
Toda acción humana conecta con el designio eterno de Dios sobre nosotros
y con la vocación a escuchar a Jesús, seguirlo en todo y para todo, y
proclamarlo tal como lo hicieron los primeros discípulos, tal como lo
han hecho y procuramos hacerlo millones de personas.
Ahora es la oportunidad de encontrar a Dios en Jesucristo; ahora es el
momento de nuestra vida que empalma con la eternidad feliz o
desgraciada; ahora es el tiempo que Dios nos proporciona para
encontrarnos con Él, vivir como hijos suyos y hacer que los
acontecimientos cotidianos tengan la carga divina que Jesucristo —con su
vida en el tiempo— les ha impreso.
¡No podemos dejar perder la oportunidad presente!: esta vida puede ser
más o menos larga en el tiempo, pero siempre es corta, pues «la
apariencia de este mundo pasa» (1Cor 7,31). Después nos espera una
eternidad con Dios y con sus fieles en vida y felicidad plenas, o lejos
de Dios —con los infieles— en vida e infelicidad totales.
Así, pues, las horas, los días, los meses y los años, no son para
malgastarlos, ni para aposentarse y pasarlos sin pena ni gloria con un
estéril “ir tirando”. Son para vivir —aquí y ahora— lo que Jesús ha
proclamado en el Evangelio salvador: vivir en Dios, amándolo todo y a
todos. Y, así, los que han amado —María, Madre de Dios y Madre nuestra;
los santos; los que han sido fieles hasta el fin de la vida terrenal—
han podido escuchar: «Muy bien, siervo bueno y fiel (...): entra en la
alegría de tu señor» (Mt 25,23).
¡Convirtámonos! ¡Vale la pena!: amaremos, y seremos felices desde ahora.
Pensamientos para el Evangelio de hoy
«La auténtica fe no conoce la dilación. En cuanto le oyeron, creyeron, lo siguieron y se convirtieron en pescadores de hombres» (San Jerónimo)
«Dios nos espera y nos acompaña. Esto es el amor eterno del Señor. Eterno pero concreto. Un amor incluso artesanal, porque Él va construyendo la historia y va preparando el camino para cada uno de nosotros. Esto es el amor de Dios» (Francisco)
«El Misterio pascual de la Cruz y de la Resurrección de Cristo está en el centro de la Buena Nueva que los Apóstoles, y la Iglesia a continuación de ellos, deben anunciar al mundo. El designio salvador de Dios se ha cumplido de ‘una vez por todas’ (Hb 9,26) por la muerte redentora de su
Hijo Jesucristo» (Catecismo de la Iglesia Católica, nº 571)
(https://evangeli.net/evangelio/dia/2024-01-21)