Texto del Evangelio (Lc 18,1-8):En aquel tiempo,
Jesús les decía una parábola para inculcarles que es preciso orar
siempre sin desfallecer. «Había un juez en una ciudad, que ni temía a
Dios ni respetaba a los hombres. Había en aquella ciudad una viuda que,
acudiendo a él, le dijo: ‘¡Hazme justicia contra mi adversario!’.
Durante mucho tiempo no quiso, pero después se dijo a sí mismo: ‘Aunque
no temo a Dios ni respeto a los hombres, como esta viuda me causa
molestias, le voy a hacer justicia para que no venga continuamente a
importunarme’».
Dijo, pues, el Señor:
«Oíd lo que dice el juez injusto; y Dios, ¿no hará justicia a sus
elegidos, que están clamando a él día y noche, y les hace esperar? Os
digo que les hará justicia pronto. Pero, cuando el Hijo del hombre
venga, ¿encontrará la fe sobre la tierra?».
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«Es preciso orar siempre sin desfallecer» Rev. D. Pere CALMELL i Turet (Barcelona, España)
Hoy, Jesús nos recuerda que «es preciso orar siempre sin desfallecer»
(Lc 18,1). Enseña con sus obras y con las palabras. San Lucas se nos
presenta como el evangelista de la oración de Jesús. Efectivamente, en
algunas de las escenas de la vida del Señor, que los autores inspirados
de la Escritura Santa nos transmiten, es únicamente Lucas quien nos lo
muestra rezando.
En el Bautismo en el Jordán, en la elección de
los Doce y en la Transfiguración. Cuando un discípulo le pidió «Señor,
enséñanos a orar» (Lc 11,1), de sus labios salió el Padrenuestro. Cuando
anuncia las negaciones a Pedro: «Yo he rogado por ti, para que tu fe no
desfallezca» (Lc 22,32). En la crucifixión: «Padre, perdónales, porque
no saben lo que hacen» (Lc 23,34). Cuando muere en la Cruz: «Padre, en
tus manos pongo mi espíritu», del Salmo 31. El Señor mismo es modelo de
la oración de petición, especialmente en Getsemaní, según la descripción
de todos los evangelistas.
—Puedo ir concretando cómo elevaré el
corazón a Dios en las distintas actividades, porque no es lo mismo
hacer un trabajo intelectual que manual; estar en la iglesia que en el
campo de deportes o en casa; conducir por la ciudad que por la
autopista; no es lo mismo la oración de petición que el agradecimiento; o
la adoración que pedir perdón; de buena mañana que cuando llevamos todo
el cansancio del día. San Josemaría Escrivá nos da una receta para la
oración de petición: «Más consigue aquel que importuna más de cerca… Por
tanto, acércate a Dios: esfuérzate por ser santo».
Santa María
es modelo de oración, también de petición. En Caná de Galilea es capaz
de avanzar la hora de Jesús, la hora de los milagros, con su petición,
llena de amor por aquellos esposos y llena de confianza en su Hijo.
Pensamientos para el Evangelio de hoy
- «Haz lo que puedas, y lo que no puedas, ¡pídeselo a Dios!» (San Agustín)
- «La oración nos cambia el corazón. Nos hace comprender mejor cómo es nuestro Dios. Pero para esto es importante hablar con el Señor, no con palabras vacías» (Francisco)
- «(…) Jacob (…) lucha una noche entera con ‘alguien’ misterioso que rehúsa revelar su nombre pero que le bendice antes de dejarle, al alba (cf. Gn 32,25-31). La tradición espiritual de la Iglesia ha tomado de este relato el símbolo de la oración como un combate de la fe y una victoria de la perseverancia» (Catecismo de la Iglesia Católica, nº 2.573)