04 enero, 2014

Beata Angela de Foligno


Oh, Beata Angela de Foligno, vos, sois
 la hija del Dios de la vida y su amada
 beata. Aquella mujer que, de Dios mismo
 recibió consejo sabio, de que, el camino
 mejor para la santidad alcanzar, estudiar
 la vida de Cristo es, y tratar de imitarlo,
 cuestión que vos, hicisteis de singular
 manera. “Yo, Angela de Foligno, tuve que
 atravesar muchas etapas en el camino
 de la penitencia o conversión. La primera
 fue convencerme de lo grave y dañoso
 que es el pecado. La segunda el sentir
 arrepentimiento y vergüenza de haber
 ofendido al buen Dios. La tercera hacer
 confesión de todos mis pecados. La cuarta
 convencerme de la gran misericordia
 que Dios tiene para con el pecador
 que quiere ser perdonado. La quinta el ir
 adquiriendo un gran amor y estimación
 por todo lo que Cristo sufrió por nosotros.
 La sexta adquirir un amor por Jesús
 Eucaristía. La séptima aprender a orar,
 especialmente recitar con amor y atención
 el Padrenuestro. La octava tratar de vivir
 en continua y afectuosa comunicación
 con Dios”. Palabras de vuestra autobiografía,
 que reflejan vuestro amor con Dios Padre
 y Cristo Jesús, Dios y Señor Nuestro.
 Así, en vos obró, la Divina Providencia,
 y os brindó una nueva vida, hasta convertiros
 en alguien que la vida de contemplación
 y de la comunicación con Dios amasteis,
 toda convertida en santa mística, tanto
 que, en la Misa, a Jesucristo veíais,
 en la Santa Hostia, muchas veces. Hoy,
 ya no lo contempláis de cuando en vez,
 sino, por la eternidad, porque, corona
 de luz tenéis y vivís a su lado brillando
 santamente, como premio a vuestro amor,
 oh, Santa Angela de Foligno, “luz y vida ”.


© 2014 by Luis Ernesto Chacón Delgado
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04 de Enero
Santa Angela de Foligno
Beata


Señor: Tú que le dijiste en una visión a Santa Angela:

“el mejor camino para llegar a la santidad es estudiar la vida de Cristo en el Evangelio y tratar de imitarlo”. Haz que nosotros estudiemos la vida de Jesús y la imitemos siempre. Amén.

Murió el 4 de enero de 1309 en Foligno, Italia, donde había nacido en 1248. Iglesia
Es una de las místicas más famosas que ha tenido la Católica (se llama mística a la persona que se dedica a la vida de contemplación y de comunicación con Dios).
 
En los primeros años de su vida fue una pecadora: orgullosa, vanidosa, poco piadosa y dedicada a la vida mundana. Se casó muy joven y tuvo varios hijos. Poseía riquezas, castillos, lujos, joyas y fincas, pero nada de esto la hacía feliz.
 
En 1283, cuando ella tenía 35 años de edad, mueren sucesivamente su madre, su esposo y sus hijos. En medio de la inmensa pena, Angela va al templo y oye predicar a un franciscano, el Padre Arnoldo, y durante el sermón se da cuenta de lo equivocadamente que ha vivido. Hace una confesión general de toda su vida. Se hace terciaria franciscana. Va en peregrinación a Asís, y San Francisco en una visión le dice que es necesario hacer dos cosas muy importantes: vender todo lo que tiene, darlo a los pobres, y… dedicarse a meditar en la Pasión de Nuestro Señor Jesucristo.
 
Así lo hace. Lo vende todo, menos un castillo o palacio que estima muchísimo. Hasta que en una visión oye decir a Cristo crucificado: “¿Y por amor a tu Redentor no serás capaz de sacrificar también tu palacio preferido?”. Lo vende también y todo el dinero recogido lo distribuye entre los pobres. Vende todas sus joyas y lujos, reparte el dinero entre los más necesitados, y se dedica a la vida de contemplación y meditación en la Vida, Pasión y Muerte del Señor.
 
Ha sido llamada la Mística de la Pasión de Cristo. Y fue tan grande el amor que adquirió hacia la Pasión y Muerte del Señor, que le bastaba mirar una imagen de Jesús doliente u oír hablar de su Santísima Pasión para que se enrojeciera su rostro y quedara como en éxtasis. En visiones se la puede comparar a Santa Teresa y a Santa Catalina.
 
Al Padre Arnoldo le dictó su Autobiografía. En ella dice lo siguiente: “Yo, Angela de Foligno, tuve que atravesar muchas etapas en el camino de la penitencia o conversión. La primera fue convencerme de lo grave y dañoso que es el pecado. La segunda el sentir arrepentimiento y vergüenza de haber ofendido al buen Dios. La tercera hacer confesión de todos mis pecados. La cuarta convencerme de la gran misericordia que Dios tiene para con el pecador que quiere ser perdonado. La quinta el ir adquiriendo un gran amor y estimación por todo lo que Cristo sufrió por nosotros. La sexta adquirir un amor por Jesús Eucaristía. La séptima aprender a orar, especialmente recitar con amor y atención el Padrenuestro. La octava tratar de vivir en continua y afectuosa comunicación con Dios”.
En la Santa Misa veía muchas veces a Jesucristo en la Santa Hostia.
 
A su alrededor se reunía frecuentemente un selecto grupo de hombres y mujeres, terciarios franciscanos, a los cuales fue bendiciendo uno por uno como una madre cariñosa, la tarde del 4 de enero de 1309, y luego santamente y en gran paz, su alma voló a la eternidad.
Sobre su sepulcro se han obrado innumerables milagros.