¡Oh!, Santos Aquiles y Priscila, vosotros sois los hijos
del Dios de la vida y sus amados Santos, que siendo esposos,
entregasteis vuestras vidas, en Su Honor. Vosotros la alegría
tuvisteis de ser discípulos de San Pablo, y con él, viajasteis
doquiera que os llevaba el Espíritu Santo. Claudio, emperador,
prohibió que los judíos habitasen en Roma, y, como vosotros
lo erais, abandonasteis Italia, y os dirigisteis a Corinto.
Pablo, os visitó y os acompañó durante su estancia allí.
Instruisteis a Apolo, judío de Alejandría y de las Escrituras
conocedor, quien, oyó del Señor, a unos discípulos del Bautista.
San Pablo, de vosotros así ecribe en su carta a los romanos:
“Salud a Priscila y Aquiles y a la iglesia de su casa.” “Mis
colaboradores en Jesucristo, que expusieron la vida por salvarme.
Gracias les sean dadas, no sólo de mi parte, sino de parte
de todas las iglesias de los gentiles”. Vosotros, de fe llenos,
vuestras vidas entregasteis en cruel martirio en Roma. Y, Dios,
testigo de vuestra entrega, os premio con coronas de luz,
como muy justo premio a vuestra increíble entrega de amor;
¡oh!, Santos Aquiles y Priscila, “amor y fe por el Dios vivo”.
del Dios de la vida y sus amados Santos, que siendo esposos,
entregasteis vuestras vidas, en Su Honor. Vosotros la alegría
tuvisteis de ser discípulos de San Pablo, y con él, viajasteis
doquiera que os llevaba el Espíritu Santo. Claudio, emperador,
prohibió que los judíos habitasen en Roma, y, como vosotros
lo erais, abandonasteis Italia, y os dirigisteis a Corinto.
Pablo, os visitó y os acompañó durante su estancia allí.
Instruisteis a Apolo, judío de Alejandría y de las Escrituras
conocedor, quien, oyó del Señor, a unos discípulos del Bautista.
San Pablo, de vosotros así ecribe en su carta a los romanos:
“Salud a Priscila y Aquiles y a la iglesia de su casa.” “Mis
colaboradores en Jesucristo, que expusieron la vida por salvarme.
Gracias les sean dadas, no sólo de mi parte, sino de parte
de todas las iglesias de los gentiles”. Vosotros, de fe llenos,
vuestras vidas entregasteis en cruel martirio en Roma. Y, Dios,
testigo de vuestra entrega, os premio con coronas de luz,
como muy justo premio a vuestra increíble entrega de amor;
¡oh!, Santos Aquiles y Priscila, “amor y fe por el Dios vivo”.
© 2015 by Luis Ernesto Chacón Delgado
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8 de Julio
Santos Aquiles y Priscila (Prisca)
Esposos Mártires
Santos Aquiles y Priscila (Prisca)
Esposos Mártires
Lo poco que sabemos sobre Aquiles y Priscila procede de la Sagrada
Escritura. Ambos eran discípulos de San Pablo. Como su maestro, viajaron
mucho y cambiaron con frecuencia de lugar de residencia.
La primera vez que nos hablan de ellos los Hechos de los Apóstoles
(18:1-3), acababan de partir de Italia, pues el emperador Claudio había
publicado un decreto por el que prohibía a los judíos habitar en Roma.
Aquiles era un judío originario del Ponto. Al salir de Italia, se
estableció en Corinto con su esposa, Priscila. San Pablo fue a
visitarlos al llegar de Atenas. Al ver que Aquiles era, como él,
fabricante de tiendas (pues todos los rabinos judíos tenían un oficio),
decidió vivir con ellos durante su estancia en Corinto.
No sabemos si San Pablo los convirtió entonces a la fe o si ya eran
cristianos desde antes. Aquiles y Priscila acompañaron a San Pablo a
Efeso; ahí se quedaron, en tanto que el Apóstol proseguía su viaje.
Durante la ausencia del Apóstol, instruyeron a Apolo, un judío de
Alejandría “muy versado en las Escrituras”, que había oído hablar del
Señor a unos discípulos del Bautista.
Durante su tercer viaje a Efeso, San Pablo se alojó en casa de
Aquiles y Priscila, donde estableció una iglesia. El Apóstol escribe:
“Saluda a Priscila y Aquiles y a la iglesia de su casa.” Y añade unas
palabras de gratitud por todo lo que habían hecho: “Mis colaboradores en
Jesucristo, que expusieron la vida por salvarme. Gracias les sean
dadas, no sólo de mi parte, sino de parte de todas las iglesias de los
gentiles.”
Estas palabras se hallan en la epístola de San Pablo a los romanos,
lo cual prueba que Aquiles y Priscila habían vuelto a Roma y tenían
también ahí una iglesia en su casa. Pero pronto volvieron a Efeso, pues
San Pablo les envía saludos en su carta a Timoteo.
El Martirologio Romano afirma que murieron en Asia Menor, pero, según
la tradición, fueron martirizados en Roma. Una leyenda muy posterior
relaciona a Santa Priscila con el “Titulos Priscae”, es decir, con la
iglesia de Santa Prisca en el Aventino.