08 julio, 2012

San Eugenio III, Beato


San Eugenio, vos, sois el hijo
del Dios de la vida y su amado
Santo, y que honor, hicisteis al
significado de vuestro: “bien
nacido”. Vos sois considerado
por San Antonio, como a “uno de
los Pontífices más grandes y que
más sufrieron”. Aceptasteis con
con gusto, para predicar la cruzada
en Francia. Y, aunque la segunda no
fue exitosa, permanecisteis vos, hasta
que, el pueblo, no os lo permitió.
Pero, vos, durante vuestra estancia
presidisteis los sínodos de París,
Tréveris y Reims, que, de promover
la vida cristiana se ocuparon. Vos,
las escuelas de filosofía y teología
reorganizasteis. Excomulgasteis,
a cuanto impío se opusiera a la
doctrina de la Santa Madre Iglesia.
Dedicasteis, al Sumo Pontífice de
entonces, vuestro tratado ascético:
“De Consideratione”, donde afirmáis
que, el Papa, tenía como principal
deber atender las cosas espirituales
y no a las mundanas. Y, así, luego
de haber gastado vuestra vida en
pro de la fe, entregasteis vuestra
alma, al Padre, quien os premió
con justicia, coronándoos de luz;
oh, San Antonio, “bien nacido”.


© 2012 Luis Ernesto Chacón Delgado
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8 de Julio
San Eugenio III, Beato
CLXVII Papa

Etimológicamente significa “bien nacido”. Viene de la lengua griega.
San Antonio lo señala como a “uno de los Pontífices más grandes y que más sufrieron”. Nació en Montemagno, entre Pisa y Lucca. Después de ocupar un cargo en la curia episcopal de Pisa, ingresó en 1135 al monasterio cisterciense de Claraval. Tomó el nombre de Bernardo, y San Bernardo fue su superior en aquel monasterio. Cuando el Papa Inocencio II pidió que algunos cisterciences fuesen a Roma, San Bernardo envió a su homónimo como jefe de la expedición. Los cistercienses se establecieron en el convento de San Anastasio (Tre Fontane).

A la muerte del Papa Lucio II, en 1145, los cardenales eligieron para sucederle a Bernardo, el abad de San Anastasio. El nuevo Pontífice tomó el nombre de Eugenio y fue consagrado en la abadía de Farfa. En enero de 1147, aceptó con gusto la invitación que le hizo Luis VII de que fuese a predicar la cruzada en Francia. En la segunda cruzada no tuvieron buenos resultados. El Papa permaneció en Francia hasta que el clamor popular por el fracaso de la cruzada le hizo imposible permanecer más tiempo en ese lugar. Durante su estancia en aquel país, presidió los sínodos de París, Tréveris y Reims, que se ocuparon principalmente de promover la vida cristiana; también hizo cuanto pudo por reorganizar las escuelas de filosofía y teología.

En mayo de 1148 el Pontífice volvió a Italia y excomulgó a Arnoldo de Brescia (quien en sus peores momentos presagiaba a los demagogos doctrinarios de épocas posteriores). San Bernardo dedicó al Sumo Pontífice su tratado ascético “De Consideratione”, donde afirmaba que el Papa tenía como principal deber atender a las cosas espirituales y que no debía dejarse distraer demasiado por asuntos que corresponden a otros.

Eugenio III partió de Roma en el verano de 1150 y permaneció dos años y medio en la Campania, procurando obtener el apoyo del emperador Conrado III y de su sucesor, Federico Barbarroja.

El santo murió en Roma el 8 de julio de 1153. Su culto fue aprobado el 28 de diciembre de 1872 por el Papa Pío IX.