Oh, San Eladio de Toledo, vos, sois
el hijo del Dios de la vida, y su
amado y ejemplar santo. Los negocios
administrasteis de singular manera
que, el rey, os nombró su hombre de
confianza. Despreciasteis honores y
riquezas y poder. Tampoco impresionó
a vos, la grandeza, pues teníais con
vos, vuestra devoción y fidelidad a
la práctica de la cristiana vida. San
Ildefonso, dice de vos, así: “aunque
vestía secular, vivía como un monje”.
Y, como el día sucede a la noche,
así, Dios, os propuso un cambio y
con voluntad y humildad, dejasteis
vuestros bienes, los afanes del mundo,
las comodidades y la familia. Y, de
de hábito, hasta el de arzobispo
vestisteis.Y, así, reformasteis el
estamento eclesiástico, mejorasteis
el estado secular y cuidasteis el divino
culto, sin a los pobres jamás olvidar.
Y, vuestro sucesor Ildefonso escribió:
“Las limosnas y misericordias que hacía
Eladio, eran tan copiosas que era como
si entendiese que de su estómago estaban
asidos como miembros los necesitados,
y de él se sustentaban sus entrañas”.
Y, así, después de haber gastado vuestra
vida, voló vuestra alma, al cielo a
recibir justo premio: coronado ser de luz;
oh, San Eladio de Toledo, “viva caridad”.
© 2013 by Luis Ernesto Chacón Delgado
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18 de Febrero
San Eladio de Toledo
Arzobispo
Martirologio Romano: En Toledo, en Hispania, san Eladio, que, después de
haber dirigido los asuntos públicos en el palacio real, fue abad del monasterio
de Agali y, elevado después al obispado de Toledo, se distinguió por los
ejemplos de caridad (632).
Arzobispo importante por su cometido entre los visigodos toledanos de su
tiempo. Tuvo el buen gusto de admitir al diaconado a san Ildefonso que le
sucedería también en la sede arzobispal de Toledo. Pasó dieciocho años al
servicio de los cristianos como sucesor de los Apóstoles, desde que murió
Aurasio, su antecesor en el mismo ministerio, y construyó también el templo de
santa Leocadia.
Su padre llevó antes que él su nombre y ocupaba un cargo importante en la
Corte. En familia de buenos cristianos nació Eladio, en Toledo, pasando la
segunda mitad del siglo VI. Llega a sobresalir tanto en el cuidado de los
negocios y tan merecedor es de confianza que el rey lo nombra administrador de
sus finanzas ¡un antecedente de los ministros de Hacienda de hoy!.
No se le sube a la cabeza de mala manera el honor, ni las riquezas, ni el
poder que su cargo conlleva. No, no se dejó deslumbrar por la grandeza. Desde
siempre era conocida su devoción y la fidelidad a las prácticas de vida
cristiana. San Ildefonso dice de él que «aunque vestía secular, vivía como un
monje». Y no le faltaba razón, porque frecuentaba el retiro monacal del
monasterio Agaliense próximo a Toledo y algo se le pegaría.
Entre los afanes de las cuentas, recaudaciones, ajustes y distribución de
dineros le llega la hora de la vocación a cosas más altas. Hay un cambio de
negocio y quien lo propone es el Señor. Con voluntad desprendida deja bienes,
afanes terrenos, comodidades, familia y mucho honor. Tomado hábito, a la muerte
del abad, los monjes le eligen para esa su misión.
Después viene otra muerte, porque así vamos pasando los hombres. Se resiste
Eladio a aceptar la distinción de arzobispo, pero la silla toledana necesita un
sucesor después de la muerte de Aurasio. Los años no son obstáculo para reformar
el estamento eclesiástico, mejorar el estado secular y cuidar el culto divino.
Como obispo no puede olvidar a los más necesitados en lo material porque sin
caridad no hay cristianismo creíble; y es en este punto donde su discípulo y
sucesor Ildefonso escribe: «Las limosnas y misericordias que hacía Eladio eran
tan copiosas que era como si entendiese que de su estómago estaban asidos como
miembros los necesitados, y de él se sustentaban sus entrañas»; este era un
motivo más para cuidar la austeridad de su mesa arzobispal, debía ser frugal en
la comida para no defraudar a los pobres.
Aún tuvo más entresijos su vida; negoció delicadamente con Sisebuto la ardua
cuestión que planteaba la convivencia diaria entre las comunidades de judíos y
cristianos que era fuente permanente de conflictos religiosos y de desorden
social. Murió el 18 de febrero del año 632.