¡Oh!, San Ezequiel, vos sois el hijo del Dios de la vida,
su amado santo y Profeta. El mismo que animaba a Su pueblo
en Babilonia, cautivo. “No querrán hacerte caso a ti porque
tampoco quisieron hacerme caso a Mí, porque tienen cabeza
orgullosa y corazón terco. Pero no les tengas miedo, pues
yo te doy una voluntad aún más fuerte que la de ellos y
tan dura como el diamante”, os dijo el Señor. Dios, os habla
a través de visiones misteriosas, de ello, testigos son el
río Quebar, vos mismo, y los cuatro seres vivientes: el león,
simbolizando valor; el toro, la fuerza; el águila, la alta
elevación, y el hombre, la inteligencia, situado en la cúspide
de la creación. “Esto es lo que voy a hacer con mi pueblo.
Ahora están como muertos y desamparados, pero yo les daré
nueva vida y los llenaré de bendiciones”. Dijo Dios y así fue.
Y, respecto de las maldades del hombre, Dios os dijo: “No es
así como dicen. Cada uno paga por sus propias maldades”. “Si
uno que era malo se vuelve bueno, se olvidarán sus antiguas
maldades y se le premiará por la vida virtuosa que empieza a
vivir. Pero si uno que era bueno se vuelve malo, se olvidará
lo bueno que hizo antes y se le castigará por sus maldades”.
Y, así, y luego de cumplir con Dios fielmente, Él, os premió
con corona de luz y eternidad, por vuestra entrega de amor;
¡oh!, San Ezequiel, “la fuerza de Dios, hecha puro amor y fe”.
su amado santo y Profeta. El mismo que animaba a Su pueblo
en Babilonia, cautivo. “No querrán hacerte caso a ti porque
tampoco quisieron hacerme caso a Mí, porque tienen cabeza
orgullosa y corazón terco. Pero no les tengas miedo, pues
yo te doy una voluntad aún más fuerte que la de ellos y
tan dura como el diamante”, os dijo el Señor. Dios, os habla
a través de visiones misteriosas, de ello, testigos son el
río Quebar, vos mismo, y los cuatro seres vivientes: el león,
simbolizando valor; el toro, la fuerza; el águila, la alta
elevación, y el hombre, la inteligencia, situado en la cúspide
de la creación. “Esto es lo que voy a hacer con mi pueblo.
Ahora están como muertos y desamparados, pero yo les daré
nueva vida y los llenaré de bendiciones”. Dijo Dios y así fue.
Y, respecto de las maldades del hombre, Dios os dijo: “No es
así como dicen. Cada uno paga por sus propias maldades”. “Si
uno que era malo se vuelve bueno, se olvidarán sus antiguas
maldades y se le premiará por la vida virtuosa que empieza a
vivir. Pero si uno que era bueno se vuelve malo, se olvidará
lo bueno que hizo antes y se le castigará por sus maldades”.
Y, así, y luego de cumplir con Dios fielmente, Él, os premió
con corona de luz y eternidad, por vuestra entrega de amor;
¡oh!, San Ezequiel, “la fuerza de Dios, hecha puro amor y fe”.
© 2015 by Luis Ernesto Chacón Delgado
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10 de Abril
San Ezequiel Profeta
(598 a. de C.)
San Ezequiel Profeta
(598 a. de C.)
Ezequiel significa: “Dios es fuerte”.
Oración
San Ezequiel profeta, pídele a Dios que nunca se nos vayan a
olvidar los males que nos pueden venir si desobedecemos las leyes del
Señor y que siempre recordemos con gran provecho los inmensos bienes que
vamos a conseguir si permanecemos fieles al amor de nuestro Dios y
obedecemos sus divinos mandatos.
Historia
Ezequiel era hijo de un sacerdote y él también fue sacerdote
(recuerden que en el Antiguo Testamento en Israel los sacerdotes se
casaban). Fue el profeta encargado por Dios para animar al pueblo cuando
los israelitas fueron llevados cautivos a Babilonia.
Durante 22 años predicó al pueblo de Israel en el desierto. Dios le
avisó que muchos no le iban a hacer caso: “No querrán hacerte caso a ti
porque tampoco quisieron hacerme caso a Mí, porque tienen cabeza
orgullosa y corazón terco. Pero no les tengas miedo, pues yo te doy una
voluntad aún más fuerte que la de ellos y tan dura como el diamante”,
dijo el Señor.
Al principio Ezequiel predicó en Jerusalén, avisando a las gentes que
si no dejaban su vida de pecado vendrían terribles castigos y la
destrucción de la ciudad. No le hicieron caso y llegó el rey
Nabucodonosor y destruyó la ciudad de Jerusalén y se llevó prisioneros y
desterrados a sus habitantes. Incluyendo a Ezequiel.
En el desierto este gran profeta mantiene viva la fe de los
deportados y los anima constantemente a confiar en Dios. Les enseña que
este castigo no significa que Dios los haya abandonado, sino que los
quiere purificar y volver mejores. Dios le habló a Ezequiel por medio de
visiones muy misteriosas. Junto al río Quebar se le aparece el Señor en
un carro de fuego llevado por cuatro seres vivientes los cuales tenían
forma de león, de toro, de águila y de hombre (el león significaba
valor, el toro, la fuerza, el águila, la elevación hasta muy alto, y el
hombre, la inteligencia). Esto significaba que toda la creación
representada por los cuatro seres, le servirá y le obedecerá al Creador.
Dios también le presentó en visión un campo lleno de esqueletos. Le
mandó darles una bendición, y los esqueletos se llenaron de carne. Le
ordenó darles otra bendición y los cuerpos adquirieron vida y
resucitaron. Y Dios le dijo: “Esto es lo que voy a hacer con mi pueblo.
Ahora están como muertos y desamparados, pero yo les daré nueva vida y
los llenaré de bendiciones”.
En otra visión Ezequiel contempló que una carroza bellísima donde
viajaba la gloria de Dios se alejaba de Jerusalén y se dirigía hacia
Babilonia. Con esto el Señor le anunciaba que iba a abandonar por un
tiempo a esta famosa ciudad y así sucedió. Unos años después Jerusalén
fue destruida. Más tarde vio el profeta que la carroza con la gloria de
Dios volvía otra vez a Jerusalén. Con esto se le anunciaba que la ciudad
santa iba a ser reedificada otra vez y allí se le seguiría dando gloria
a Dios. Y así sucedió. El pueblo desterrado volvió a Tierra Santa y en
Jerusalén se volvió a construir el templo y a darle allí gloria al
Señor.
A Ezequiel se le murió la esposa y Dios le dijo: “No llores ni lleves
luto, porque con esto les quiero avisar que cuando les destruyan la
ciudad no les van a dar tiempo para dedicarse a lamentaciones”. Todo
sucedió de esa manera.
Un día le dijo Dios: “Échate al hombro el bulto con toda tu ropa y
tus utensilios de trabajo y sal por la ciudad como quien viaja para el
destierro. Y si alguno te pregunta qué significa eso, les dirás que eso
es lo que a ellos les va a suceder si siguen pecando: tendrán que irse
al destierro con sus ropas y sus utensilios al hombro”. Todo sucedió
después, tal cual como Dios se lo había anunciado.
En una visión le dijo el Señor: “Le voy a mostrar cómo será en el
futuro la religión verdadera de mi pueblo”. Y le mostró un río pequeño.
El agua apenas llegaba hasta las rodillas y se podía atravesar
fácilmente hasta el otro lado. Luego el río creció y el agua ya llegaba
hasta la cintura. El río siguió creciendo y ya el agua llegaba hasta el
cuello y era difícil atravesarlo. Al fin el río creció tan inmensamente
que no se podía atravesar. Y sus aguas refrescantes regaron todos los
campos de las orillas los cuales se llenaron de árboles llenos de muy
buenos frutos y llegaron las aguas al Mar Muerto (que es super salado y
espeso y no tiene vida de ninguna clase) y cambiaron aquellas aguas y
las volvieron muy aptas para la vida, y se llenaron de peces. Y Dios le
explicó que este iba a ser el futuro de la Santa Religión: iría
creciendo poco a poco hasta regar el mundo entero y llenar todas las
regiones de frutos de buenas obras y convertir aquello que antes era
maldad y daño, en algo provechoso y lleno de bondad. Y así ha sucedido,
gracias a Dios. La religión crece cada día más y más, y sus frutos de
virtudes y de obras buenas, son maravillosos. Y muchos ambientes que
eran como el Mar Muerto se volvieron llenos de vida espiritual, gracias a
la religión.
Las gentes decían desanimadas: “Nuestros antepasados fueron los que
cometieron las maldades y ahora somos nosotros los que las tenemos que
pagar”. Pero Dios le dijo a Ezequiel: “No es así como dicen. Cada uno
paga por sus propias maldades”. Y le añadió una noticia muy importante:
“Si uno que era malo se vuelve bueno se olvidarán sus antiguas maldades y
se le premiará por la vida virtuosa que empieza a vivir. Pero si uno
que era bueno se vuelve malo, se olvidará lo bueno que hizo antes y se
le castigará por sus maldades”.