Santos Arcángeles
¡Oh!, San Miguel Arcángel:
“¿Quién como Dios?”
¡Oh!, San Gabriel Arcángel:
“Dios es mi protector”
¡Oh!, San Rafael Arcángel:
“Medicina de Dios”
Dios os ha encomendado
desde siempre al hombre
“ingrata criatura”.
El cuidado de personas a
quién el Dios vivo ha confiado
otras grandes tareas:
El Santo Padre
los cardenales
y los obispos.
¡Oh!, Miguel, que vencisteis y expulsasteis a Satanás del cielo
¡Oh! Gabriel el de María, Señora Nuestra y
¡Oh! Rafael, el de la cura o sanidad
¡Gloria eterna a vosotros tres!
¡Oh!, Santos Arcángeles de Dios.
© 2016 by Luis Ernesto Chacón Delgado
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¡Arcángeles!
¡Oh!, San Miguel Arcángel
“¿Quién como Dios?”
vuestro nombre significa
Vos, citado sois en capítulo
XII del libro de Daniel, así:
“Al final de los tiempos
aparecerá Miguel, al gran
Príncipe que defiende a
los hijos del pueblo de Dios.
Y entonces los muertos
resucitarán. Los que hicieron
el bien, para la Vida Eterna,
y los que hicieron el mal,
para el horror eterno”.
¡Oh!, San Gabriel Arcángel
“Dios es mi protector”
Vuestro nombre significa
San Lucas dice de vos así:
“Fue enviado por Dios el
ángel Gabriel a una ciudad
de Galilea, a una virgen
llamada María, y llegando
junto a ella, le dijo: “Salve
María, llena de gracia, el
Señor está contigo”. Ella
se turbó al oír aquel saludo,
pero el ángel le dijo: “No temas
María, porque has hallado
gracia delante de Dios. Vas a
concebir un hijo a quien pondrás
por nombre Jesús. Él será Hijo
del Altísimo y su Reino no tendrá fin”.
¡Oh!, San Rafael Arcángel
“Medicina de Dios”
Vuestro nombre significa.
La Biblia os cita a vos
En el libro de Tobías
liberando al joven Tobías
de un pez que pretendía
devorarlo, una vez liberado
lo animáis para que lo ingiera,
pues su carne les servirá
de alimento para el viaje.
Cuando pone el corazón
sobre unas brasas echa al demonio
que pretendía ahogar al joven,
y más tarde aplica la hiel
sobre los ojos del su padre ciego,
devolviéndole la vista.
Oh, Santos Arcángeles Miguel,
Gabriel y Rafael guardianes de Dios
en el amor, la justicia y la verdad.
© 2015 by Luis Ernesto Chacón Delgado
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29 de septiembre
Santos Arcágeles Miguel, Gabriel y Rafael
Fiesta Litúrgica
Por: Tere Fernández | Fuente: Catholic.net
Los 3 Arcángeles, los únicos cuyos nombres constan en la Biblia
Martirologio Romano: Fiesta de los santos arcángeles
Miguel, Gabriel y Rafael. En el día de la dedicación de la basílica bajo
el título de San Miguel, en la vía Salaria, a seis miliarios de Roma,
se celebran juntamente los tres arcángeles, de quienes la Sagrada
Escritura revela misiones singulares y que, sirviendo a Dios día y
noche, y contemplando su rostro, a él glorifican sin cesar.
Breve Semblanza
Son los nombres con que se presentan en la Sagrada Escritura estos tres príncipes de la corte celestial.
Miguel aparece en defensa de los intereses divinos ante la rebelión
de los ángeles malos; Gabriel, enviado por el Señor a diferentes
misiones, anunció a la Virgen Maria el misterio de la Encarnación del
Hijo de Dios y su maternidad divina; Rafael acompañó al joven Tobías
cuando cumplia un difícil encargo y se ocupó de solucionar difíciles
asuntos de su esposa.
Actualmente, se habla mucho de los ángeles: se encuentran libros de
todo tipo que tratan este tema; se venden “angelitos” de oro, plata o
cuarzo; las personas se los cuelgan al cuello y comentan su importancia y
sus nombres.
Hay que tener cuidado, pues se puede caer en dar a los ángeles
atribuciones que no les corresponden y elevarlos a un lugar de
semidioses, convertirlos en “amuletos” que hacen caer en la idolatría, o
crear confusiones entre lo que son las inspiraciones del Espíritu Santo
y los consejos de los ángeles.
Es verdad que los ángeles son muy importantes en la Iglesia y en la
vida de todo católico, pero son criaturas de Dios, por lo que no se les
puede igualar a Dios ni adorarlos como si fueran dioses.
A pesar de que están de moda, por otro lado, es muy fácil que nos
olvidemos de su existencia, por el ajetreo de la vida y principalmente,
porque no los vemos.
Este olvido puede hacernos desaprovechar muchas gracias que Dios ha destinado para nosotros a través de los ángeles.
Por esta razón, la Iglesia ha fijado dos festividades para que, al
menos dos días del año, nos acordemos de los ángeles y los arcángeles,
nos alegremos y agradezcamos a Dios el que nos haya asignado un ángel
custodio y aprovechemos estos días para pedir su ayuda.
Misión de los ángeles
Los ángeles son seres espirituales creados por Dios por una libre
decisión de su Voluntad divina. Son seres inmortales, dotados de
inteligencia y voluntad.
Debido a su naturaleza espiritual, los ángeles no pueden ser vistos ni captados por los sentidos.
En algunas ocasiones muy especiales, con la intervención de Dios, se
han visto y oído materialmente. La reacción de las personas al verlos u
oírlos ha sido de asombro y de respeto. Por ejemplo, los profetas Daniel
y Zacarías.
En el siglo IV, el arte religioso representó a los ángeles con forma
de figura humana. En el siglo V, se le añadieron las alas, como símbolo
de su prontitud en realizar la Voluntad divina y en trasladarse de un
lugar a otro sin la menor dificultad.
En la Biblia encontramos algunos motivos para que los ángeles sean
representados como seres brillantes, de aspecto humano y alados. Por
ejemplo, el profeta Daniel escribe que un “ser que parecía varón” -se
refería al arcángel Gabriel- volando rápidamente, vino a él (Daniel 8,
15-16; 9,21). Y, en el libro del Apocalipsis, son frecuente las
apariciones de ángeles que claman, tocan las trompetas, llevan mensajes o
son portadores de copas e incensarios; otros que suben, bajan o vuelan;
otros que están de pie en cada uno de los cuatro puntos cardinales de
la tierra o junto al trono del Cordero, Cristo.
La misión de los ángeles es amar, servir y dar gloria a Dios, ser
mensajeros y cuidar y ayudar a los hombres. Ellos están constantemente
en la presencia de Dios, atentos a sus órdenes, orando, adorando,
vigilando, cantando y alabando a Dios y pregonando sus perfecciones. Se
puede decir que son mediadores, custodios, guardianes, protectores y
ministros de la justicia divina.
La presencia y la acción de los ángeles aparece a lo largo del
Antiguo Testamento, en muchos de sus libros sagrados. Aparece
frecuentemente, también, en la vida y enseñanzas de Nuestro Señor,
Jesucristo, en la Carta de san Pablo, en los Hechos de los Apóstoles y,
principalmente, en el Apocalipsis.
Con la lectura de estos textos, podemos descubrir algo más acerca de los ángeles:
Nos protegen, nos defienden físicamente y nos fortalecen al combatir las fuerzas del mal.
Luchan con todo su poder por y con nosotros.
Como ejemplo, está la milagrosa liberación de San Pedro que pudo huir de la prisión ayudado por un ángel (Hechos 12, 7 y siguientes). También, aparece un ángel deteniendo el brazo de Abraham, para que no sacrificara a su hijo, Isaac.
Los ángeles nos comunican mensajes importantes del Señor en
determinadas circunstancias de la vida. En momentos de dificultad, se
les puede pedir luz para tomar una decisión, para solucionar un
problema, actuar acertadamente y para descubrir la verdad.
Por ejemplo, tenemos las apariciones a la Virgen María, a San José y a Zacarías. Todos ellos recibieron mensajes de los ángeles.
Los ángeles cumplen, también, las sentencias de castigo del Señor,
como el castigo a Herodes Agripa (Hechos de los Apóstoles) y la muerte
de los primogénitos egipcios (Exódo 12, 29).
Los ángeles presentan nuestras oraciones al Señor y nos conducen a
Él. Nos acompañan a lo largo de nuestra vida y nos conducirán, con toda
bondad, después de nuestra muerte, hasta el trono de Dios para nuestro
encuentro definitivo con Él. Este será el último servicio que nos
presten pero el más importante. El arcángel Rafael dice a Tobías:
“Cuando ustedes oraban, yo presentaba sus oraciones al Señor”, (Tob 12,
12 – 16).
Ellos nos animan a ser buenos pues ven continuamente el rostro de
Dios y también ven el nuestro. Debemos tener presentes las inspiraciones
de los ángeles para saber obrar correctamente en todas las
circunstancias de la vida. “Los ángeles se regocijan cuando un pecador
se arrepiente”, (Lucas 15, 10).
Jerarquía de los ángeles
Se suelen enumerar nueve coros u órdenes angélicos. Esta jerarquía se
basa en los distintos nombres que se encuentran en la Biblia para
referirse a ellos. Dentro de esta jerarquía, los superiores hacen
participar a los inferiores de sus conocimientos.
Cada tres coros de ángeles constituyen una jerarquía y todos ellos forman la corte celestial.
Jerarquía Suprema:
Serafines
Querubines
Tronos
Jerarquía Media:
Dominaciones
Virtudes
Potestades
Jerarquía Inferior:
Principados
Arcángeles
Angeles
Serafines
Querubines
Tronos
Jerarquía Media:
Dominaciones
Virtudes
Potestades
Jerarquía Inferior:
Principados
Arcángeles
Angeles
Serafines: Son los “alabadores” de Dios. Serafín significa “amor
ardiente”. Los serafines alaban constantemente al Señor y proclaman su
santidad. (Isaías 6, 17)
Querubines: Son los “guardianes” de las cosas de Dios. Aparecen como
encargados de guardar el arca de la alianza y el camino que lleva al
árbol de la vida. Entre dos querubines comunica Yahvé sus revelaciones.
“Se sienta sobre querubines”.
(Génesis, Éxodo, en la visión de Ezequiel, 1, 4 y Carta a los Hebreos, 9,5).
Potestades, Virtudes, Tronos, Principados y Dominaciones:
En la Biblia encontramos estos diversos nombres cuando se habla del
mundo angélico. Hay quien interpreta los nombres de los ángeles como
correspondientes a su grado de perfección. Para San Gregorio, los
nombres de los ángeles se refieren a su ministerio:
Los principados son los encargados de la repartición de los bienes espirituales
Las virtudes son los encargados de hacer los milagros
Las potestades son los que luchan contra las fuerzas adversas
Las dominaciones son los que participarán en el gobierno de las sociedades
Los tronos son los que están atentos a las razones del obrar divino.
Las virtudes son los encargados de hacer los milagros
Las potestades son los que luchan contra las fuerzas adversas
Las dominaciones son los que participarán en el gobierno de las sociedades
Los tronos son los que están atentos a las razones del obrar divino.
Existe, también, una jerarquía basada en los distintos nombres que se
encuentran en la Biblia para referirse a ellos. A los arcángeles les
podríamos llamar los “asistentes de Dios”. Son ángeles que están al
servicio directo del Señor para cumplir misiones especiales.
Arcángel San Miguel: es el que arrojó del Cielo a Lucifer y a los
ángeles que le seguían y quien mantiene la batalla contra Satanás y
demás demonios para destruir su poder y ayudar a la Iglesia militante a
obtener la victoria final. El nombre de Miguel significa “quien como
Dios”. Su conducta y fidelidad nos debe invitar a reconocer siempre el
señoría e Jesús y buscar en todo momento la gloria de Dios.
Arcángel San Gabriel: en hebreo significa “Dios es fuerte”,
“Fortaleza de Dios”. Aparece siempre como el mensajero de Yahvé para
cumplir misiones especiales y como portador de buenas noticias. Anunció a
Zacarías el nacimiento de Juan, el Bautista y a la Virgen María, la
Encarnación del Hijo de Dios.
Arcángel San Rafael: su nombre quiere decir “medicina de Dios”. Tiene
un papel muy importante en la vida del profeta Tobías, al mostrarle el
camino a seguir y lo que tenía que hacer. Tobías obedeció en todo al
arcángel San Rafael, sin saber que era un mensajero de Dios. Él se
encargó de presentar sus oraciones y obras buenas a Dios, dejándole como
mensaje bendecir y alabar al Señor, hacer siempre el bien y no dejar de
orar. Se le considera patrono de los viajeros por haber guiado a Tobías
en sus viajes. Es patrono, también, de los médicos (de cuerpo y alma)
por las curaciones que realizó en Tobit y Sara, el padre y la esposa de
Tobías.
Los ángeles custodios
Dios ha asignado a cada hombre un ángel para protegerle y facilitarle
el camino de la salvación mientras está en este mundo. Afirma sobre
este tema San Jerónimo: “Grande es la dignidad de las almas, cuando cada
una de ellas, desde el momento de nacer, tiene un ángel destinado para
su custodia”.
En el Antiguo Testamento se puede observar como Dios se sirve de sus
mensajeros para proteger a los hombres de la acción del demonio, para
ayudar al justo o librarlo del peligro, como cuando a Elías lo alimentó
un ángel, (1 Reyes, 19, 5).
En el Nuevo Testamento también se pueden observar muchos sucesos y
ejemplos en los que aparecen estos seres: el mensaje a San José para que
huyera a Egipto y los ángeles que sirvieron a Jesús, después de las
Tentaciones en el desierto, entre otros ejemplos.
Se puede decir que los ángeles custodios son compañeros de viaje, que
siempre estarán al lado de cada uno de nosotros, en las buenas y en las
malas, sin separarse ni un solo momento. Está a nuestro lado mientras
trabajamos, descansamos, cuando nos divertimos y cuando rezamos, cuando
le pedimos ayuda y cuando le olvidamos. Y, lo más importante, es que no
se aparta de nosotros ni siquiera cuando perdemos la gracia de Dios por
el pecado. Nos presta auxilio para enfrentar de mejor ánimo las
dificultades y tentaciones de la vida diaria.
Muchas veces se piensa en el ángel de la guarda como si fuera algo
infantil. Pero, si pensamos que al crecer la persona se enfrentará a una
vida con mayores tentaciones y dificultades, el ángel custodio será de
gran ayuda.
Para que la relación de la persona con el ángel custodio sea eficaz,
necesita hablar con él, llamarle, tratarlo como el amigo que es. Así
podrá convertirse en un fiel y poderoso aliado nuestro.
Debemos confiar en nuestro ángel de la guarda y pedirle ayuda, pues
además de que él nos guía y nos protege, está muy cerca de Dios y le
puede decir directamente lo que queremos o necesitamos.
Recordemos que los ángeles no pueden conocer nuestros pensamientos ni
deseos íntimos si nosotros no se los hacemos saber de alguna manera, ya
que sólo Dios sabe lo que hay dentro de nuestro corazón. Ellos, en
cambio, sólo pueden conocer lo que queremos intuyéndolo por nuestras
obras, palabras, gestos, etc.
También podemos pedirle favores especiales a los ángeles de la guarda
de otras personas para que las protejan de determinados peligros o las
guíen en situaciones difíciles.
¿Qué nos enseñan los ángeles?
Nos enseñan a:
Glorificar al Señor, proclamar su santidad y rendirle sus homenajes de adoración, de amor y de ininterrumpida alabanza.
Cumplir con exactitud y prontamente todas las órdenes que recibimos
del señor y a cumplir su Voluntad sin discutir sus mandatos ni aplazando
el cumplimiento de éstas.
Servir al prójimo, pues ellos están preocupados por nosotros y
quieren ayudarnos en las diversas circunstancias que se nos presentan en
la vida. Esto nos anima a compartir con nuestros hermanos penas y
alegrías.
¿Quiénes son los ángeles caídos?
Dios creó a los ángeles como espíritus puros, todos se encontraban en
estado de gracia. Pero algunos, encabezados por Luzbel, el más bello de
los ángeles, por su malicia y soberbia se negaron a adorar a
Jesucristo, Dios hecho hombre, por sentirse seres superiores. Así,
rechazaron eternamente a Dios con un acto inteligente y libre de su
parte.
A Luzbel -también denominado Lucifer, Diablo o Satán- junto con los
ángeles rebeldes que le siguieron -convertidos en demonios- fueron
arrojados del Cielo al infierno. Quedaron confinados a un estado eterno
de tormento en donde nunca más podrán ver a Dios.
No cambiaron su naturaleza, siguen siendo seres espirituales y reales.
Lucifer es el enemigo de Dios. Jesús le llama “el engañador”, “el padre de la mentira”. Su constante actividad en el mundo busca apartar a los hombres de Dios mediante engaños e invitaciones al mal. Quiere evitar que lo conozcan, que lo amen y que alcancen la felicidad eterna. Es un enemigo con el que se tiene que luchar para poder llegar al Cielo.
Los demonios se encuentran organizados en jerarquías, tal y como
fueron creados en un principio, subordinados los inferiores a los
superiores.
Satanás y sus demonios comenzaron sus maléficas acciones con Adán y Eva y no se dan por vencidos en su labor. Aprovechan la inclinación del hombre hacia el mal por su naturaleza que quedó dañada después del pecado original. Son muy astutos, disfrazan el mal de bien. Su acción ordinaria en el hombre es la tentación. Por ello rezamos en el Padrenuestro: “…no nos dejes caer en tentación y líbranos del mal.”
¿Por qué creer en los ángeles?
Toda la Sagrada Escritura está llena de versículos y capítulos
completos que hablan de los ángeles. Si creemos en la Sagrada Escritura,
no podemos negar la existencia y la acción de los ángeles.
Además del testimonio de la Revelación, tenemos el de los Santos
Padres de la Iglesia quienes nos dejaron bellas y sugestivas
descripciones de los ángeles que fueron retomadas por Santo Tomás no
sólo en el aspecto teológico sino en un dinamismo cristiano. La Iglesia
ha definido dogma de fe la existencia de los ángeles.
El culto a los ángeles de la guarda comenzó en la península Ibérica y
después se propagó a otros países. Existe un libro acerca de esta
devoción en Barcelona con fecha de 1494.
El Concilio IV de Letrán, en 1215, se señaló que Dios es creador de
todas las cosas, de las visibles y de las invisibles, de las criaturas
espirituales y las corporales. Se señaló que a unas y a otras, las creó
de la nada.
En 1870, debido al materialismo y racionalismo que imperante en esa
época, el Concilio Vaticano I afirmó de nuevo la existencia de los
ángeles.
Pablo VI volvió a poner de manifiesto la existencia de los ángeles en 1968, al formular el Credo.
En la reforma litúrgica de la Iglesia de 1969, quedó establecido el
día 29 de septiembre para dar culto a los arcángeles San Miguel, San
Rafael y San Gabriel y el día 2 de Octubre, para rendir culto a los
ángeles custodios.
Oración a San Miguel Arcángel
San Miguel Arcángel, defiéndenos en la batalla.
Ayúdanos a luchar contra el mal.
Que Dios oiga tu voz y tú, como jefe del ejército del Cielo, combate y vence a Satanás y a todos los espíritus malos que andan por el mundo deseando la ruina de las almas. Amén.
Ayúdanos a luchar contra el mal.
Que Dios oiga tu voz y tú, como jefe del ejército del Cielo, combate y vence a Satanás y a todos los espíritus malos que andan por el mundo deseando la ruina de las almas. Amén.
Oración al Ángel de la Guarda
Ángel del Señor, que eres mi custodio,
Puesto que la Providencia soberana me encomendó a ti, Iumíname, guárdame, rígeme y gobiérname en este día. Amén.
Puesto que la Providencia soberana me encomendó a ti, Iumíname, guárdame, rígeme y gobiérname en este día. Amén.
Ángel de la Guarda, dulce compañía no me desampares, ni de noche ni
de día, hasta que me encuentre en los brazos de Jesús y de María.