¡Oh!, San Mateo Apóstol, vos, sois el hijo del Dios de la vida,
discípulo de Cristo y su amado santo, y, el que, abandonando
la mundana vida os abrazasteis a su cruz, para jamás dejarla.
Ayer, de impuestos recaudador y, por la gloria de Cristo Jesús,
Dios y Señor Nuestro, su increíble “evangelista”, pues, vos,
los más vívidos pasajes de vuestra vida junto a Él, escribisteis:
Su vida, su pasión, su muerte y su gloriosa resurrección,
que hoy, todo el orbe de la tierra sabe, medita y reflexiona
en este terrenal sueño, en el que, nos quiere atrapar el mundo
con sus veleidades; y vos, nos invitáis a estar aferrados
a Cristo y a la eternidad de la vida y a su grande amor. Ayer,
“recaudador” de impuestos y hoy, de almas. A vos, os conocen
en todo el mundo, y todo por vuestro libro: “El evangelio
según San Mateo”, de sólo veintiocho capítulos y cincuenta
páginas que ha cautivado a predicadores y catequistas durante
más veinte siglos. El vívido Sermón de la Montaña, el Sermón
de las Parábolas, y el que Jesús dijo a sus apóstoles cuando
los envió a su primera predicación. Y, además nos narráis sus
milagros y describís de manera especial su Pasión, su Muerte
y su Resurrección gloriosa. Y, es verdad, quizás no haya
en el mundo otro evangelio, que haya convertido a más pecadores
y que haya entusiasmado a más personas que el vuestro. A vos,
os pintan teniendo al lado a un ángel en forma de hombre,
porque vuestro evangelio comienza haciendo la lista de
los antepasados de Jesús, como hombre, y narrando la aparición
de un ángel a San José. Por todo ello, corona de luz, lucís,
como premio a vuestra increíble entrega de amor.¡Aleluya!
¡oh!, San Mateo, Apóstol, “viva obra y regalo del Dios Vivo”
discípulo de Cristo y su amado santo, y, el que, abandonando
la mundana vida os abrazasteis a su cruz, para jamás dejarla.
Ayer, de impuestos recaudador y, por la gloria de Cristo Jesús,
Dios y Señor Nuestro, su increíble “evangelista”, pues, vos,
los más vívidos pasajes de vuestra vida junto a Él, escribisteis:
Su vida, su pasión, su muerte y su gloriosa resurrección,
que hoy, todo el orbe de la tierra sabe, medita y reflexiona
en este terrenal sueño, en el que, nos quiere atrapar el mundo
con sus veleidades; y vos, nos invitáis a estar aferrados
a Cristo y a la eternidad de la vida y a su grande amor. Ayer,
“recaudador” de impuestos y hoy, de almas. A vos, os conocen
en todo el mundo, y todo por vuestro libro: “El evangelio
según San Mateo”, de sólo veintiocho capítulos y cincuenta
páginas que ha cautivado a predicadores y catequistas durante
más veinte siglos. El vívido Sermón de la Montaña, el Sermón
de las Parábolas, y el que Jesús dijo a sus apóstoles cuando
los envió a su primera predicación. Y, además nos narráis sus
milagros y describís de manera especial su Pasión, su Muerte
y su Resurrección gloriosa. Y, es verdad, quizás no haya
en el mundo otro evangelio, que haya convertido a más pecadores
y que haya entusiasmado a más personas que el vuestro. A vos,
os pintan teniendo al lado a un ángel en forma de hombre,
porque vuestro evangelio comienza haciendo la lista de
los antepasados de Jesús, como hombre, y narrando la aparición
de un ángel a San José. Por todo ello, corona de luz, lucís,
como premio a vuestra increíble entrega de amor.¡Aleluya!
¡oh!, San Mateo, Apóstol, “viva obra y regalo del Dios Vivo”
© 2019 by Luis Ernesto Chacón Delgado
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21 de septiembre
San Mateo
Apóstol y Evangelista
Martirologio Romano: Fiesta de
san Mateo, apóstol y evangelista, llamado antes Leví, que al ser
invitado por Jesús para seguirle, dejó su oficio de publicano o
recaudador de impuestos y, elegido entre los apóstoles, escribió un
evangelio en que se proclama principalmente que Jesucristo es hijo de
David, hijo de Abrahán, dando plenitud al Antiguo Testamento.
Mateo significa: “regalo de Dios”. Se
llamaba también Leví, y era hijo de Alfeo. Su oficio era el de
recaudador de impuestos, un cargo muy odiado por los judíos, porque esos
impuestos se recolectaban para una nación extranjera. Los publicanos o
recaudadores de impuestos se enriquecían fácilmente. Y quizás a Mateo le
atraía la idea de hacerse rico prontamente, pero una vez que se
encontró con Jesucristo ya dejó para siempre su ambición de dinero y se
dedicó por completo a buscar la salvación de las almas y el Reino de
Dios.
Como ejercía su oficio en Cafarnaum, y en
esa ciudad pasaba Jesús muchos días y obraba milagros maravillosos, ya
seguramente Mateo lo había escuchado varias veces y le había
impresionado el modo de ser y de hablar de este Maestro formidable. Y un
día, estando él en su oficina de cobranzas, quizás pensando acerca de
lo que debería hacer en el futuro, vio aparecer frente a él nada menos
que al Divino Maestro el cual le hizo una propuesta totalmente
inesperada: “Ven y sígueme”.
Mateo aceptó sin más la invitación de Jesús y
renunciando a su empleo tan productivo, se fue con El, no ya a ganar
dinero, sino almas. No ya a conseguir altos empleos en la tierra, sino
un puesto de primera clase en el cielo. San Jerónimo dice que la llamada
de Jesús a Mateo es una lección para que todos los pecadores del mundo
sepan que, sea cual fuere la vida que han llevado hasta el momento, en
cualquier día y en cualquier hora pueden dedicarse a servir a Cristo, y
El los acepta con gusto.
Mateo dispuso despedirse de su vida de
empleado público dando un gran almuerzo a todos sus amigos, y el
invitado de honor era nada menos que Jesús. Y con Él, sus apóstoles. Y
como allí se reunió la flor y nata de los pecadores y publicanos, los
fariseos se escandalizaron horriblemente y llamaron a varios de los
apóstoles para protestarles por semejante actuación de su jefe. “¿Cómo
es que su maestro se atreve a comer con publicanos y pecadores?”
Jesús respondió a estas protestas de los
fariseos con una noticia que a todos nos debe llenar de alegría: “No
necesitan médico los que están sanos, sino los que están enfermos. Yo no
he venido a buscar santos sino pecadores. Y a salvar lo que estaba
perdido”. Probablemente mientras decía estas bellas palabras estaba
pensando en varios de nosotros.
Desde entonces Mateo va siempre al lado de
Jesús. Presencia sus milagros, oye sus sabios sermones y le colabora
predicando y catequizando por los pueblos y organizando las multitudes
cuando siguen ansiosas de oír al gran profeta de Nazaret. Jesús lo
nombra como uno de sus 12 preferidos, a los cuales llamó apóstoles (o
enviados, o embajadores) y en Pentecostés recibe el Espíritu Santo en
forma de lenguas de fuego. Los judíos le dieron 39 azotes por predicar
que Jesús sí había resucitado (y lo mismo hicieron con los otros
apóstoles) y cuando estalló la terrible persecución contra los
cristianos en Jerusalén, Mateo se fue al extranjero a evangelizar, y
dicen que predicó en Etiopía y que allá murió martirizado.
En todo el mundo es conocido este santo, y
lo será por siempre, a causa del maravilloso librito que él escribió:
“El evangelio según San Mateo”. Este corto escrito de sólo 28 capítulos y
50 páginas, ha sido la delicia de predicadores y catequistas durante 20
siglos en todos los continentes. San Mateo en su evangelio (palabra que
significa: “Buenas Noticias”) copia sermones muy famosos de Jesús, como
por ej. El Sermón de la Montaña (el sermón más bello pronunciado en
esta tierra), el sermón de las Parábolas, y el que les dijo a sus
apóstoles cuando los iba mandar a su primera predicación. Narra milagros
muy interesantes, y describe de manera impresionante la Pasión y Muerte
de Jesús. Termina contando su resurrección gloriosa.
El fin del evangelio de San Mateo es probar
que Jesucristo sí es el Mesías o Salvador anunciado por los profetas y
por el Antiguo Testamento. Este evangelio fue escrito especialmente para
los judíos que se convertían al cristianismo, y por eso fue redactado
en el idioma de ellos, el arameo.
Quizás no haya en el mundo otro libro que
haya convertido más pecadores y que haya entusiasmado a más personas por
Jesucristo y su doctrina, que el evangelio según San Mateo. No dejemos
de leerlo y meditarlo.
A cada uno de los 4 evangelistas se les
representa por medio de uno de los 4 seres vivientes que, según el
profeta, acompañan al Hijo del hombre (un león: el valor. El toro: la
fuerza. El águila: los altos vuelos. Y el hombre: la inteligencia). A
San Marcos se le representa con un león. A San Lucas con un toro (porque
empieza su evangelio narrando el sacrifico de una res que estaban
ofreciendo en el templo). A San Juan por medio del águila, porque este
evangelio es el que más alto se ha elevado en sus pensamientos y
escritos. Y a San Mateo lo pintan teniendo al lado a un ángel en forma
de hombre, porque su evangelio comienza haciendo la lista de los
antepasados de Jesús como hombre, y narrando la aparición de un ángel a
San José.
Que San Mateo, gran evangelizador, le pida a
Jesús que nos conceda un gran entusiasmo por leer, meditar y practicar
siempre su santo evangelio.
Decía Jesús “Convertíos y creed en el evangelio” (Mc. 1, 15).