29 agosto, 2015

El Martirio de San Juan Bautista




¡Oh! San Juan Bautista, vos, sois el hijo del Dios
de la vida y su amado santo, y que, arrestado y
encadenado fuisteis por órdenes de Herodes, en la
cárcel por causa de Herodías, mujer de Filipo, su
hermano, con quien, el infeliz rey se había casado.
Vos, entonces le dijisteis a él: “No te está permitido
tener la mujer de tu hermano”. Por ello, Herodías,
os aborrecía a muerte, y mataros quería, pero a la vez
no podía, pues el rey, os temía, pues sabía, que erais
hombre justo y santo, y os protegía, porque al oíros
impresionado quedaba y os escuchaba con gusto. Y,
un día el rey, años cumplió, y, un banquete dio, y la hija
de Herodías cargada de mal, danzó, y gustó mucho al rey,
y a sus invitados. Y, entonces le dijo él: “Pídeme
lo que quieras y te lo daré. Te daré lo que me pidas,
hasta la mitad de mi reino”. Y, consultó a su madre:
“¿Qué voy a pedir?”. Y ella le dijo: “La cabeza de
Juan el Bautista”. Y, ella, “feliz”, le dijo al rey:
“Quiero que ahora mismo me des, en una bandeja, la
cabeza de Juan el Bautista”. Y, el rey de tristeza
se llenó, y al instante mandó que le trajeran vuestra
cabeza en una bandeja, y se la dio a la muchacha,
y ésta a su madre. Vuestra vida toda, giró en torno
a la Persona de Jesús, de manera que sin Él, vuestra
existencia y vuestra tarea, vana hubiera sido. Y,
Él, os santificó desde el vientre materno, y vos,
aquél día, saltasteis entusiasmado dentro del vientre
de vuestra madre, Santa Isabel, hasta encumbraros a
la gloria de Dios, que os premió, con corona de luz y
eternidad como premio justo a vuestra entrega de amor;
¡Oh!, San Juan Bautista, “precursor del Dios de la vida”.

© 2015 by Luis Ernesto Chacón Delgado
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29 de Agosto
El Martirio de San Juan Bautista
Año 30

Señor: Te rogamos por tantas parejas que viven sin casarse y en pecado. Perdónales y concédeles la verdadera conversión. Y te suplicamos que nunca dejes de enviarnos valientes predicadores, que como Juan Bautista no dejen a los pecadores estar tranquilos en su vida de pecado por que los puede llevar a la perdición, y que despierten las conciencias de sus oyentes para que cada uno prefiera morir antes que pecar.

El evangelio de San Marcos nos narra de la siguiente manera la muerte del gran precursor, San Juan Bautista: “Herodes había mandado poner preso a Juan Bautista, y lo había llevado encadenado a la prisión, por causa de Herodías, esposa de su hermano Filipos, con la cual Herodes se había ido a vivir en unión libre. Porque Juan le decía a Herodes: “No le está permitido irse a vivir con la mujer de su hermano”. Herodías le tenía un gran odio por esto a Juan Bautista y quería hacerlo matar, pero no podía porque Herodes le tenía un profundo respeto a Juan y lo consideraba un hombre santo, y lo protegía y al oírlo hablar se quedaba pensativo y temeroso, y lo escuchaba con gusto”.

“Pero llegó el día oportuno, cuando Herodes en su cumpleaños dio un gran banquete a todos los principales de la ciudad. Entró a la fiesta la hija de Herodías y bailó, el baile le gustó mucho a Herodes, y le prometió con juramento: “Pídeme lo que quieras y te lo daré, aunque sea la mitad de mi reino”.

La muchacha fue donde su madre y le preguntó: “¿Qué debo pedir?”. Ella le dijo: “Pida la cabeza de Juan Bautista”. Ella entró corriendo a donde estaba el rey y le dijo: “Quiero que ahora mismo me des en una bandeja, la cabeza de Juan Bautista”.

El rey se llenó de tristeza, pero para no contrariar a la muchacha y porque se imaginaba que debía cumplir ese vano juramento, mandó a uno de su guardia a que fuera a la cárcel y le trajera la cabeza de Juan. El otro fue a la prisión, le cortó la cabeza y la trajo en una bandeja y se la dio a la muchacha y la muchacha se la dio a su madre. Al enterarse los discípulos de Juan vinieron y le dieron sepultura (S. Marcos 6,17).

Herodes Antipas había cometido un pecado que escandalizaba a los judíos porque esta muy prohibido por la Santa Biblia y por la ley moral. Se había ido a vivir con la esposa de su hermano. Juan Bautista lo denunció públicamente. Se necesitaba mucho valor para hacer una denuncia como esta porque esos reyes de oriente eran muy déspotas y mandaban matar sin más ni más a quien se atrevía a echarles en cara sus errores.

Herodes al principio se contentó solamente con poner preso a Juan, porque sentía un gran respeto por él. Pero la adúltera Herodías estaba alerta para mandar matar en la primera ocasión que se le presentara, al que le decía a su concubino que era pecado esa vida que estaban llevando. Cuando pidieron la cabeza de Juan Bautista el rey sintió enorme tristeza porque estimaba mucho a Juan y estaba convencido de que era un santo y cada vez que le oía hablar de Dios y del alma se sentía profundamente conmovido. Pero por no quedar mal con sus compinches que le habían oído su tonto juramento (que en verdad no le podía obligar, porque al que jura hacer algo malo, nunca le obliga a cumplir eso que ha jurado) y por no disgustar a esa malvada, mandó matar al santo precursor.

Este es un caso típico de cómo un pecado lleva a cometer otro pecado. Herodes y Herodías empezaron siendo adúlteros y terminaron siendo asesinos. El pecado del adulterio los llevó al crimen, al asesinato de un santo.

Juan murió mártir de su deber, porque él había leído la recomendación que el profeta Isaías hace a los predicadores: “Cuidado: no vayan a ser perros mudos que no ladran cuando llegan los ladrones a robar”. El Bautista vio que llegaban los enemigos del alma a robarse la salvación de Herodes y de su concubina y habló fuertemente. Ese era su deber. Y tuvo la enorme dicha de morir por proclamar que es necesario cumplir las leyes de Dios y de la moral. Fue un verdadero mártir.

Una antigua tradición cuenta que Herodías años más tarde estaba caminando sobre un río congelado y el hielo se abrió y ella se consumió hasta el cuello y el hielo se cerró y la mató. Puede haber sido así o no. Pero lo que sí es histórico es que Herodes Antipas fue desterrado después a un país lejano, con su concubina. Y que el padre de su primera esposa (a la cual él había alejado para quedarse con Herodías) invadió con sus Nabateos el territorio de Antipas y le hizo enormes daños. Es que no hay pecado que se quede sin su respectivo castigo.