28 de mayo San Germán de París Obispo
Por: n/a | Fuente: Archidiócesis de Madrid
Martirologio Romano: En París, en la Galia, san Germán, obispo, que habiendo sido antes abad de San Sinforiano de Autún, fue llamado a la sede de esta ciudad, donde, conservando el estilo de vida monástico, ejerció una fructuosa cura de almas († 576).
Breve Biografía
Gran parte de su vida la conocemos por el testimonio de su colega el
obispo Fortunato que asegura estuvo adornado del don de milagros.
Nació Germán en la Borgoña, en Autun, del matrimonio que formaban
Eleuterio y Eusebia en el último tercio del siglo V. No tuvo buena
suerte en los primeros años de su vida carente del cariño de los suyos y
hasta estuvo con el peligro de morir primero por el intento de aborto
por parte de su madre y luego por las manipulaciones de su tía, la madre
del primo Estratidio con quien estudiaba en Avalon, que intentó
envenenarle por celos.
Su pariente de Lazy con quien vive durante 15 años es el que compensa
los mimos que no tuvo Germán en la niñez. Allí sí que encuentra amor y
un ambiente de trabajo lleno de buen humor y de piedad propicio para el
desarrollo integral del muchacho que ya despunta en cualidades por
encima de lo común para su edad.
Con los obispos tuvo suerte. Agripin, el de Autun, lo ordena
sacerdote solucionándole las dificultades y venciendo la resistencia de
Germán para recibir tan alto ministerio en la Iglesia; luego, Nectario,
su sucesor, lo nombra abad del monasterio de san Sinforiano, en los
arrabales de la ciudad. Modelo de abad que marca el tono sobrenatural de
la casa caminando por delante con el ejemplo en la vida de oración, la
observancia de la disciplina, el espíritu penitente y la caridad.
Es allí donde comienza a manifestarse en Germán el don de milagros,
según el relato de Fortunato. Por lo que cuenta su biógrafo, se había
propuesto el santo abad que ningún pobre que se acercara al convento a
pedir se fuera sin comida; un día reparte el pan reservado para los
monjes porque ya no había más; cuando brota la murmuración y la queja
entre los frailes que veían peligrar su pitanza, llegan al convento dos
cargas de pan y, al día siguiente, dos carros llenos de comida para las
necesidades del monasterio. También se narra el milagro de haber apagado
con un roción de agua bendita el fuego del pajar lleno de heno que
amenazaba con arruinar el monasterio. Otro más y curioso es cuando el
obispo, celoso que de todo hay por las cosas buenas que se hablan de
Germán, lo manda poner en la cárcel por no se sabe qué motivo (quizá hoy
se le llamaría «incompatibilidad»); las puertas se le abrieron al
estilo de lo que pasó al principio de la cristiandad con el apóstol,
pero Germán no se marchó antes de que el mismo obispo fuera a darle la
libertad; con este episodio cambió el obispo sus celos por admiración.
El rey Childeberto usa su autoridad en el 554 para que sea nombrado
obispo de París a la muerte de Eusebio y, además, lo nombra limosnero
mayor. También curó al rey cuando estaba enfermo en el castillo de
Celles, cerca de Melun, donde se juntan el Yona y el Sena, con la sola
imposición de las manos.
Como su vida fue larga, hubo ocasión de intervenir varias veces en
los acontecimientos de la familia real. Alguno fue doloroso porque un
hombre de bien no puede transigir con la verdad; a Cariberto, rey de
París el hijo de Clotario y, por tanto, nieto de Childeberto, tuvo que
excomulgarlo por sus devaneos con mujeres a las que va uniendo su vida,
después de repudiar a la legítima Ingoberta.
El buen obispo parisino murió octogenario, el 28 de mayo del 576. Se
enterró en la tumba que se había mandado preparar en san Sinfroniano. El
abad Lanfrido traslada más tarde sus restos, estando presentes el rey
Pipino y su hijo Carlos, a san Vicente que después de la invasión de los
normandos se llamó ya san Germán. Hoy reposan allí mismo y se veneran
en una urna de plata que mandó hacer a los orfebres el abad Guillermo,
en el año 1408.
(http://es.catholic.net/op/articulos/32167/germn-de-pars-santo.html#modal)
¡Oh!, Santa Hilda de Whitby, vos, sois la hija del Dios
de la vida y su amada santa, que, fundando un monasterio
en Whitby, permanecisteis en él, el resto de vuestra
santa vida, hasta vuestra muerte. En vuestro tiempo,
las propiedades y los bienes eran de todos y los valores
cristianos, ejercidos también de igual manera, sobre todo
la paz y la caridad. Todos estudiaban la Santa Biblia
y hacían obras de caridad y prueba de ello, cinco
hombres del monasterio en obispos se convirtieron y uno
venerado como santo: San Juan de Beverley. La Reina
Eanfleda de Deira, y su hija Alfleda al cristianismo
se convirtieron, luego en monjas y más tarde en abadesas
de Whitby, después de que vos, moristeis. El gran Beda,
os describe como una mujer de gran energía y una audaz
y eficaz administradora y maestra. Vos, os ganasteis
la reputación de sabiduría, pues, incluso reyes, príncipes
y obispos buscaban vuestra ayuda, pero, también os
preocupaba la gente sencilla, como Caedmon, pastor y
poeta religioso. Aunque vos, teníais un carácter fuerte,
cariño, aprecio y afecto inspirabais. Beda dijo: “Todos
aquellos que la conocían la llamaban madre por su gran
devoción y gracia“. Una fiebre rara, os abrazó un tiempo
largo, y a pesar de ello, seguisteis trabajando hasta
el día en que, vuestra alma, voló al cielo, y os acompañó
el tañer repentino de las campanas, mientras coronada
era, de luz eterna, como premio a vuestro amor y fe;
¡oh!, Santa Hilda de Whitby, “viva sabiduría del Dios Vivo”.
© 2018 by Luis Ernesto Chacón Delgado
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de la vida y su amada santa, que, fundando un monasterio
en Whitby, permanecisteis en él, el resto de vuestra
santa vida, hasta vuestra muerte. En vuestro tiempo,
las propiedades y los bienes eran de todos y los valores
cristianos, ejercidos también de igual manera, sobre todo
la paz y la caridad. Todos estudiaban la Santa Biblia
y hacían obras de caridad y prueba de ello, cinco
hombres del monasterio en obispos se convirtieron y uno
venerado como santo: San Juan de Beverley. La Reina
Eanfleda de Deira, y su hija Alfleda al cristianismo
se convirtieron, luego en monjas y más tarde en abadesas
de Whitby, después de que vos, moristeis. El gran Beda,
os describe como una mujer de gran energía y una audaz
y eficaz administradora y maestra. Vos, os ganasteis
la reputación de sabiduría, pues, incluso reyes, príncipes
y obispos buscaban vuestra ayuda, pero, también os
preocupaba la gente sencilla, como Caedmon, pastor y
poeta religioso. Aunque vos, teníais un carácter fuerte,
cariño, aprecio y afecto inspirabais. Beda dijo: “Todos
aquellos que la conocían la llamaban madre por su gran
devoción y gracia“. Una fiebre rara, os abrazó un tiempo
largo, y a pesar de ello, seguisteis trabajando hasta
el día en que, vuestra alma, voló al cielo, y os acompañó
el tañer repentino de las campanas, mientras coronada
era, de luz eterna, como premio a vuestro amor y fe;
¡oh!, Santa Hilda de Whitby, “viva sabiduría del Dios Vivo”.
© 2018 by Luis Ernesto Chacón Delgado
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29 de Mayo
Santa Hilda de Whitby (Ilda)
Abadesa
No se sabe el lugar de nacimiento de Hilda, pero de acuerdo a Beda el
Venerable fue en el año 614. Ella fue la segunda hija de Hereric,
sobrino de Edwin de Northumbria, y su esposa Breguswita. Su hermana
mayor, Hereswita, se casó con Ethelric, hermano del rey Anna de Anglia
Oriental. Cuando era apenas una bebe su padre fue envenenado mientras
pasaba su exilio en la corte del rey de Elmet (en lo que hoy en día es
West Yorkshire). Se asume que ella creció en la corte de Ediwn en
Northumbria.
En 627 el rey Edwin de Northumbria fue bautizado durante la Pascua
junto a toda su corte, la cual incluía a Hilda, en una pequeña capilla
de madera construida especialmente para la ocasión, cerca de lo que hoy
en día es la Catedral de York Minster.
La ceremonia fue oficiada por el monje-obispo Paulinus, quien había
venido desde Roma junto a San Agustín de Canterbury. Luego acompaño a
Ethelburga, una princesa cristiana, cuando ella regreso a Kent para
casarse con Edwin.
Hilda como monja
No se sabe dónde fue que Hilda empezó su vida como monja, excepto que
fue al norte de las orillas del río Wear. Aquí, con unos cuantos
compañeros aprendieron las tradiciones del monasticismo del Cristianismo
Celta el cual San Aidan había traído desde Iona. Después de un año San
Aidan nombró a Hilda como la segunda Abadesa de Hartlepool. No quedan
rastros de esta abadía pero el cementerio monástico se ha encontrado
cerca de la presente Iglesia de Santa Hilda.
En 657 Hilda fundo un nuevo monasterio en Whitby (en ese entonces
conocida como Streonshalh), donde permaneció el resto de su vida hasta
su muerte en 680.
Vida monástica en Whitby
En el acantilado oriental de Whitby se levantan las impresionantes
ruinas de un abadía benedictina del siglo XII. Este, sin embargo, no fue
el edificio que Hilda conoció. Evidencia arqueológica muestra que el
monasterio era en estilo celta con sus miembros viviendo en pequeñas
casas para dos o tres personas. La tradición de monasterios dobles, como
los de Hartlepool y Whitby, era para que hombres y mujeres vivieran
separadamente pero que pudieran rezar juntos en misa.
No se sabe donde exactamente la iglesia monástica de Hilda se
levantó, tampoco sabemos cuantos monjes y monjas vivían en Whitby. Lo
que Beda nos cuenta es que las ideas originales de monasticismo eran
estrictamente seguidas en la abadía de Hilda. Todas las propiedades y
bienes eran de propiedad común, los valores cristianos eran ejercidos,
especialmente paz y caridad, todos tenían que estudiar la Biblia y hacer
obras de caridad.
Cinco hombres del monasterio se convirtieron en obispos y uno fue venerado como santo, San Juan de Beverley.
La Reina Eanfleda de Deira, y su hija Alfleda se convirtieron en
monjas y juntas fueron abadesas de Whitby después de la muerte de Hilda.
Carácter de Santa Hilda
Beda describe a Hilda como una mujer de gran energía quien era una
audaz y eficaz administradora y maestra. Ella se ganó una reputación de
sabiduría, que incluso reyes, príncipes y obispos buscaban su ayuda,
pero también se preocupaba por la gente ordinaria como Caedmon, un
pastor y bardo religioso. Aunque Hilda tenía un carácter fuerte ella
también inspiraba afecto. Beda dijo “Todos aquellos que la conocían la
llamaban madre por su gran devoción y gracia“.
Muerte de Santa Hilda
Hilda sufrió de una fiebre los últimos seis años de su vida, pero
continuó trabajando hasta su muerte en el 680, en lo que entonces era
una edad muy avanzada de sesenta y seis. En su último año ella fundo
otro monasterio, a 14 millas de Whitby, en Hackness. Ella murió después
de recibir el viaticum, y según la leyenda, en el momento de su muerte
las campanas del monasterio en Hackness sonaron.
(http://www.gloria.tv/?user=18606)