¡Oh!, San Pedro de Verona, vos sois el hijo del Dios
de la vida, su amado santo y Dominico Mártir, y que,
a pesar de nacido haber de padres maniqueos, aún niño
abrazasteis la fe católica y, luego ya adolescente,
recibisteis del mismo Santo Domingo, vuestro bendito
hábito. A combatir aquella herejía os dedicasteis, y,
en ruta hacia Como, caísteis víctima de vuestros enemigos.
Vos, con entereza y entrega os dedicasteis al estudio
y la oración, con austeridad y penitencia, viviendo
constantemente a imitación de Santo Domingo de Guzmán.
Predicador y polemista, les predicasteis a los cátaros,
y a la vez dialogabais con aquellos herejes. Defendisteis
la fe a través de las “Asociaciones de la fe” y la
“Cofradía para la alabanza de la Virgen María”. El amor
a Cristo, os hace sufrir pruebas, pero ello mismo,
es aliento vuestro, apoyado en la oración. Qué dicha
la vuestra de recibido haber la visita de las Santas
Mártires: Inés, Cecilia y Catalina, con quienes
dialogasteis en vuestra celda, escándalo motivando
en vuestro convento. Un día dijisteis ante un crucifijo:
“¿Qué mal he hecho, Señor, para verme como estoy?”
Y Cristo Crucificado os dijo: “Y, yo, Pedro, ¿Qué mal
hice?”. Así, de maravillosa era vuestra comunicación
con Dios, por medio de vuestra oración. Aunque vuestros
enemigos de celos ardían por dentro, os mataron vuestro
cuerpo, de dos golpes de hacha en la cabeza, pero vos,
agonizante aún, recitasteis en alta voz el Credo, y con
vuestra propia sangre a escribir alcanzasteis: “CREO”,
y luego voló vuestra alma al Padre. Y, así, como el mismo
“Credo”, vuestra santa vida fue, siempre unida a Cristo
Crucificado, santo Protomártir de la Orden Dominicana;
¡Oh!, San Pedro de Verona, “luz de Cristo, hecha Credo”.
de la vida, su amado santo y Dominico Mártir, y que,
a pesar de nacido haber de padres maniqueos, aún niño
abrazasteis la fe católica y, luego ya adolescente,
recibisteis del mismo Santo Domingo, vuestro bendito
hábito. A combatir aquella herejía os dedicasteis, y,
en ruta hacia Como, caísteis víctima de vuestros enemigos.
Vos, con entereza y entrega os dedicasteis al estudio
y la oración, con austeridad y penitencia, viviendo
constantemente a imitación de Santo Domingo de Guzmán.
Predicador y polemista, les predicasteis a los cátaros,
y a la vez dialogabais con aquellos herejes. Defendisteis
la fe a través de las “Asociaciones de la fe” y la
“Cofradía para la alabanza de la Virgen María”. El amor
a Cristo, os hace sufrir pruebas, pero ello mismo,
es aliento vuestro, apoyado en la oración. Qué dicha
la vuestra de recibido haber la visita de las Santas
Mártires: Inés, Cecilia y Catalina, con quienes
dialogasteis en vuestra celda, escándalo motivando
en vuestro convento. Un día dijisteis ante un crucifijo:
“¿Qué mal he hecho, Señor, para verme como estoy?”
Y Cristo Crucificado os dijo: “Y, yo, Pedro, ¿Qué mal
hice?”. Así, de maravillosa era vuestra comunicación
con Dios, por medio de vuestra oración. Aunque vuestros
enemigos de celos ardían por dentro, os mataron vuestro
cuerpo, de dos golpes de hacha en la cabeza, pero vos,
agonizante aún, recitasteis en alta voz el Credo, y con
vuestra propia sangre a escribir alcanzasteis: “CREO”,
y luego voló vuestra alma al Padre. Y, así, como el mismo
“Credo”, vuestra santa vida fue, siempre unida a Cristo
Crucificado, santo Protomártir de la Orden Dominicana;
¡Oh!, San Pedro de Verona, “luz de Cristo, hecha Credo”.
© 2015 by Luis Ernesto Chacón Delgado
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6 de Abril
San Pedro de Verona
Mártir Dominico
San Pedro de Verona
Mártir Dominico
Martirologio Romano: En Milán, de Lombardía, pasión de san
Pedro de Verona, presbítero de la Orden de Predicadores y mártir, el
cual, nacido de padres maniqueos, todavía niño abrazó la fe católica y,
siendo aún adolescente, recibió del mismo santo Domingo el hábito.
Dedicado a combatir la herejía, de camino hacia Como cayó víctima de los
enemigos, recitando en los últimos momentos el símbolo de la fe (†
1252).
Fecha de canonización: 25 de marzo de 1253 por el Papa Inocencio IV.
San Pedro, mártir dominico, nace hacia 1205, en Verona, la ciudad de
la Lombardía italiana presa de la herejía de los Cátaros, propagadores
del maniqueísmo en el centro y norte de Italia. Estos herejes puritanos,
de espíritu belicoso y sectario. Pedro es un niño muy inteligente,
sincero, agradable y firme en sus decisiones; parece predestinado a ser
un apóstol del mundo herético; su familia no tiene inconvenientes que la
educación del niño esté a cargo de un maestro católico.
Pedro ha crecido. La Universidad de Bolonia tiene fama merecida; pero
todavía goza de mayor influencia Santo Domingo de Guzmán, el Fundador
de los dominicos y sus seguidores que cautivan tanto a estudiantes como a
profesores. Son muchos los que se incorporan a la recientemente fundada
Orden de Predicadores.
Pedro con 16 años, queda fascinado por la palabra ardiente de fray Domingo de Guzmán y recibe el hábito dominicano de sus manos.
Con ímpetu juvenil se dedica al estudio, la oración y vive la
austeridad y la penitencia con radicalidad; en todo es fiel imitador de
Domingo de Guzmán. Terminada la formación eclesiástica, es ordenado
sacerdote y nombrado Predicador del Evangelio de Jesús.
Pronto la Región Toscana, el Milanesado y la Romaña conocen a este
fogoso predicador y formidable polemista; se dedicó a la predicación
especialmente entre los cátaros. Una Característica importante es que
siempre fue hombre de diálogo.
Pedro es piadoso, austero y corre la voz de su santidad por todas
partes. Se preocupó de la defensa de la fe, para ello instituyo las
“Asociaciones de la fe” y la “Cofradía para la alabanza de la Virgen
María”. Fue solícito de bien espiritual de las hermanas a quienes brindó
su consejo y ayuda espiritual. Como buen religioso es un convencido de
la vida de comunidad
Ama a Jesucristo y como Él, experimenta la prueba, el menosprecio de
algunos sectores y el ataque de quienes pensaban distinto. Su presencia
evangelizadora a través de la Predicación continúa con intensidad, su
capacidad organizadora le lleva a coordinar y fundar muchos mas pequeños
grupos organizados. Pero todo esto no hubiera sido posible sin la
intensa oración. Se comenta que un día en su contemplación, en su celda
dominicana, recibe la visita de las Santas Mártires: Inés, Cecilia y
Catalina que dialogan en su habitación. Otros frailes llevan la noticia
al Padre Prior. En el Capítulo Conventual es reprendido y corregido
porque ha violado la clausura y ha recibido a mujeres en su celda
religiosa. Su respuesta es un prudente silencio y es enviado al Convento
de la Marca Ancona donde intensifica su estudio y oración…
Un día se
desahoga ante un crucifijo: “¿Qué mal he hecho, Señor, para verme como
estoy?”. Cristo Crucificado le dice: “Y, yo, Pedro, ¿qué mal hice?”.
Estas atribuciones que la tradición le dan, son fiel reflejo de la
intensa comunicación que con Dios tenía a través de la Oración. Algo que
había trascendido a los demás. La gente de Oración profunda transpira
esa experiencia y no hace falta que publique sus experiencias místicas.
Por lo general, éstas se convierten en reflexiones profundas y acciones
apostólicas.
El Papa Gregorio IX le conoce y le nombra en 1232 Inquisidor General:
Roma, Florencia y Milán conocerán a este apóstol de Cristo. Los
milagros refrendan su vida abnegada por Cristo y por los hombres.
Sucesivamente es superior de los Conventos de Piaccenza, Como y
Génova. En 1243 Inocencio IV confirma a Pedro como Inquisidor General;
pero una conjura pesa sobre él para asesinarle.
Su martirio es como un eco de la muerte de Cristo, pues es fruto de
40 libras (moneda de Milán) . Era el 6 de abril de 1252. Regresaba de
Milán a su Convento de Como, donde era Prior. Cerca de la aldea de
Barsalina recibe dos golpes de hacha en la cabeza, comienza a recitar en
voz alta el credo, las fuerzas le faltan y mojando un dedo en su sangre
escribe en el suelo “CREO”.
El Credo es la síntesis de su vida, de su abnegada entrega, de una
fidelidad emocionante a Cristo Crucificado a quien ama. Tenía 46 años.
Su cuerpo es trasladado al convento de Milán.
El 25 de marzo del año siguiente Inocencio IV le canoniza. Es el protomártir de la Orden Dominicana
Su fiesta se celebra, de acuerdo al actual Martirologio Romano el 6 de abril.