José de Arimatea

Por otro lado, José de Arimatea fue quien, cuando Cristo yacía muerto en la cruz, pidió a Pilato que le entregara el cuerpo del Señor para darle una digna sepultura.

Luego, San José cedió el sepulcro nuevo y San Nicodemo entregó las esencias para embalsamar el cuerpo de Jesús.

Discípulos en secreto

Es cierto que estos dos santos fueron discípulos de Cristo en secreto. Sin embargo, no dudaron en manifestar cuánto amaban al Señor en los difíciles momentos posteriores a su muerte; precisamente cuando la mayoría había abandonado al Maestro.

San José y San Nicodemo, con sus acciones, demostraron públicamente su profunda gratitud con Jesús, por quien recibieron una “vida nueva”.

(https://www.aciprensa.com/noticias/95485/cada-31-de-agosto-se-recuerda-a-los-discipulos-secretos-de-jesus-nicodemo-y-jose-de-arimatea)