Oh, San Medardo, vos, sois el
hijo del Dios de la vida y su
amado Obispo. Los campesinos
os invocan para que intercedáis
por las frescas lluvias que envía
Dios Padre Todopoderoso, y,
para que, sus viñedos protegidos
sean de las manos malignas. Vos,
os mostrasteis siempre diligente
y caritativo con todos y eso os
valió, para que, os abrazarais a
la cruz de Cristo, por el resto de
vuestra santa vida. Vuestra mesa,
llena siempre estaba de desposeídos
estudiantes. Primero, con el
divino alimento y luego, con el
material. El clima, el tiempo, la
lluvia a vuestros pies parecían
estar pues con vuestras oraciones
los campos, felices estaban. Vos,
nos dejasteis historias maravillosas,
allí están "La vaquita del Santo";
"Las Matas De Uva" y "Las Colmenas
de San Medardo". Así, vuestra
santa vida gastasteis, en favor de
Dios y Él, con justicia os coronó,
con corona de luz y eternidad;
oh, San Medardo, “luz y caridad”.
© 2012 by Luis Ernesto Chacón Delgado
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8 de junio
San Medardo
Obispo
Año 560
Medardo significa: “audaz y valeroso” (Med:
audaz. Adr: valeroso. Del antiguo alemán).
San Medardo es el santo preferido de los campesinos de Francia. Le tienen gran fe para que les obtenga lluvias para los tiempos de la siembra, y para que les cuide sus viñedos o plantaciones de uva, contra los ladrones y el mal tiempo.
Siendo muy joven, una vez le regaló su caballo a un pobre viajero que lloraba porque los ladrones le habían robado el caballo en el que viajaba. Su papá al verlo tan generoso para con los necesitados opinó que el hijo más iba a servir para sacerdote que para negociante. Y así sucedió. A los 33 años fue ordenado sacerdote, y siguió ejercitando una gran caridad para con los pobres.
A los estudiantes muy necesitados los sentaba a su mesa, gratuitamente para que se alimentaran lo mejor posible. Con sus oraciones obtuvo lluvias para los campos, y en otras ocasiones libró de granizadas los cultivos.
Anécdotas Muy
Curiosas
La vaquita del
Santo
Como era un sacerdote verdaderamente ejemplar
fue elegido obispo y entonces le sucedieron unas anécdotas que se han hecho
famosas. Tenía San Medardo una vaquita, y para saber por dónde andaba el
animalejo le había colgado al pescuezo una campanilla que iba anunciando por
dónde estaba pastando. Y sucedió que un ladrón le robó la vaca. El ratero le
quitó la campanilla del pescuezo y la echó entre las alforjas, pero la campana
seguía sonando. Entonces la llenó de pasto y la escondió entre el montón de
pasto seco de su pesebrera, pero la campana siguió sonando. Al fin el ladrón
dispuso enterrar la campana en el suelo, pero apenas se acostó para dormir,
empezó a oír que seguía sonando. Desesperado sacó la campana y colgándola otra
vez del pescuezo de la vaca se fue a donde el santo y le devolvió el animal
robado, diciéndole: “Padre, aquí le traigo su vaca, porque la campanilla no
quiso dejar de sonar ni por un momento”, y San Medardo le dijo sonriente: “Hijo,
lo que sonaba no era la campanilla, era tu conciencia, que no quería que te
quedaras en paz con este pecado”. Al otro le fue muy provechosa esta
lección.
Las Matas De
Uva
Tenía San Medardo un cultivo de matas de uva y una noche en pleno tiempo de cosecha entraron los ladrones a robarle las uvas. Pero cuando ya tenían los costales llenos, fueron a salir y no encontraron la puerta de salida. Les parecía como si se hubieran vuelto ciegos, porque por ninguna parte encontraron la puerta de salida. Y así amaneció y llegó el santo, y ellos muy asustados le pidieron perdón y con tal de que no los denunciara, le dejaron también los costales, y así el santo recolectó sus uvas gratis y de encima le dieron los costales.
Las Colmenas
de San Medardo
También tenía San Medardo unas colmenas que le producían muy buena miel, y las abejas eran muy mansas y muy buenas. Pero un día llegó un ratero a robarse la miel y las abejas lo persiguieron tan terriblemente que al otro no le quedó otro remedio que meterse a la casa del santo a pedirle que rezara por él. San Medardo echó una bendición a las abejas y estas se fueron muy obedientes, y él vuelto hacia el ladrón le dijo: “Esto es señal de los castigos que te pueden llegar si sigues robando. Ahora son unas sencillas abejas, pero después los que te picarán serán tus remordimientos eternamente”. Y el otro no volvió a robar.