31 enero, 2017

San Juan Bosco


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¡Oh!, San Juan Bosco; vos, sois el hijo del Dios de la vida,
y su amado santo. Dotado estabais de magnífica voz y de oído
finísimo, cantabais y tocabais armonio, piano y violín. Además
poseíais una memoria e inteligencia prodigiosas y dominabais
la teología y la filosofía maravillosamente. Las literaturas
griega italiana, latina y hebrea las conociais y las hablabais
además del francés y el alemán. De todo ello, os proveyó Dios,
para cumplir la misión que os asignó Jesús, desde vuestro primer
sueño, y, que vos, cumplisteis al pie de la letra con todo,
primero, fundando la “Sociedad de la Alegría”, los llamados
“oratorios festivos” y los “diarios”. Para atraer a los chicos
y grandes, al catecismo, os hicisteis hábil titiritero, atleta
e ilusionista. Un cierto día leíste en el mismo cielo: “Hic
domus mea; inde Gloria mea”: “aquí mi casa; de aquí saldrá mi
gloria”. Y, así, fue. Edificasteis una casa y una capillita, y
luego una Iglesia, que dedicasteis a San Francisco de Sales, a
quien vos, mucho admirabais. Más tarde, la congregación de los
“Salesianos”, en honor a vuestro santo, San Francisco de Sales,
y la Congregación de las “Hijas de María Auxiliadora” fundasteis,
construyendo un santuario a Nuestra Señora. Incursionasteis
en la prensa, la literatura, la música y la imprenta. Leíais
las conciencias, predecíais el futuro, curabais toda clase
de enfermedades y resucitabais muertos. Vos, sois también, sin
duda alguna “uno de los hombres que más han trabajado en el
mundo”, y, “uno de los que más han amado a los niños”, dejando
para aquellos y nosotros “el trabajo y la piedad” como lema.
Entregasteis vuestra alma al Padre, para, coronada ser, con
corona de luz, como justo premio a vuestro desgaste de amor y
fidelidad. Patrono santo del cine, de las escuelas de artes y
oficios, de los ilusionistas de todo el orbe de la tierra, como
vos mismo fuisteis. ¡Santo de la juventud!¡Santo de los obreros!
¡Santo de la alegría! y ¡Santo de Nuestra Señora María Auxiliadora!
¡oh!, San Juan Bosco; “vivo trabajo y piedad por Cristo Jesús”.


© 2017 by Luis Ernesto Chacón Delgado
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31 de Enero
San Juan Bosco
Fundador
(† 1888)

 Como dice Pío XI en la bula de canonización, muy difícil es bosquejar en pocas líneas esta figura gigantesca. Nació en Becchi (Casteinovo de Asti – Italia), el 16 de agosto de 1815, y el mismo día fue regenerado con el agua bautismal. A los dos años quedó huérfano de padre, que se llamaba Francisco. Afortunadamente su madre, Margarita Occhiena, inteligente y santa mujer, supo educar a sus dos hijos José y Juan y al hijastro Antonio como mejor no se podía pedir. Modelo de madres, su vida merece ser conocida, difundida e imitada.

Desde la más tierna infancia Juan manifestaba gran despejo de inteligencia, apego a su propio juicio, tenacidad en sus propósitos, tendencia al dominio sobre los demás, ternura de corazón, desprendimiento y generosidad. Margarita supo cultivar lo bueno y cercenar lo malo de todas estas inclinaciones. Ante todo, fomentó en sus hijos la piedad, una piedad varonil y profundamente sentida, franca y abiertamente practicada. “Dios nos ve; Dios está en todas partes; Dios es nuestro Padre, nuestro Redentor y nuestro Juez, que de todo nos tomará cuenta, que castigará a los que desobedecen sus leyes y mandatos y premiará con largueza infinita a los que le aman y obedecen. Debemos acostumbrarnos a vivir siempre en la presencia de Dios, puesto que Él está presente en todo”.

Les enseñó a amar e invocar a la Virgen Santísima y al ángel de la guarda, y a apreciar debidamente el tesoro del tiempo.

Pronto se desarrolló en Juanito la sagrada fiebre del apostolado. Ya a los siete años reunía a sus compañeros para enseñarles a rezar, repetirles lo que ola en las pláticas y lo que su santa madre le enseñaba, pacificarlos en sus riñas y disensiones, corregirlos cuando hablaban o procedían mal, jugar con ellos y entretenerlos “para ayudarlos a hacerse buenos”.

Juan Bosco es uno de los hombres que más han “soñado”, es decir, que Dios le manifestaba en sueños su voluntad y le decía muchas cosas, como a José, el hijo de Jacob, que precisamente por sus sueños llegó a ser virrey de Egipto; como al profeta Daniel; como al mismo patriarca San José. A los nueve años tuvo el primero de sus “grandes sueños”. Bajo la alegoría de una turba de animales feroces que se truecan en corderos y algunos en pastores, se le indica su misión en el mundo: educar la juventud, trocar, mediante la instrucción religiosa, cívica, intelectual y moral, a los díscolos en buenos y perfeccionar a los buenos. Es el mismo Jesús quien se la asigna, y para que pueda desempeñarla, le da por madre y maestra a la Virgen Auxiliadora. Para cumplirla, desea hacerse sacerdote.

Pero ¡cuántas dificultades le salen al paso!: pobreza, oposición de su hermanastro, burlas, muerte de su principal bienhechor… Mas de todas triunfa con la constancia y la confianza en Dios.

Aunque deseara ardientemente hacer la primera comunión, sólo a los diez años – y eso tan sólo en atención a su gran preparación – se le concede. En esa ocasión hizo propósitos que fueron norma de toda su vida.

Antes de poder estudiar regularmente, y durante sus primeros estudios, para ayudar a pagarse la pensión tuvo que servir como mozo en granjas y en cafés, trabajar de sastre, de zapatero, de carpintero y herrero, de repostero y sacristán, como que tenía que fundar y dirigir prácticamente escuelas profesionales y agrícolas. En todas partes seguía ejerciendo el apostolado. Entre sus compañeros fundó la “Sociedad de la Alegría” y una especie de academia artístico – literaria, Y para atraer a los catecismos a chicos y mayores se hizo hábil titiritero, atleta e ilusionista. Dotado de una magnífica voz y de un oído finísimo, cantaba y tocaba armonio, piano, violín y algunos otros instrumentos. Poseyendo una memoria prodigiosa y una inteligencia comprensiva, además de las asignaturas de los cursos filosóficos y teológicos, estudió a fondo las literaturas italiana, griega, latina y hebrea, y llegó a hablar el francés y el alemán lo suficiente para entender y hacerse entender. Todo esto era una providencial preparación para cumplir debidamente la misión asignada por Jesús, desde el primer sueño. Estos seguían jalonando su vida, a medida que se iba acercando el tiempo de ponerla en ejecución.

Mientras estudiaba el segundo año de teología hizo pacto con su compañero Luis Comollo de que el primero que muriera vendría, permitiéndolo Dios, a darle al otro noticia de la otra vida. Murió Comollo y la misma noche se presentó en el dormitorio con tremendo aparato, para decir al amigo, oyéndolo todos, que estaba salvo. De la impresión muchos enfermaron, entre ellos el mismo Juan, quien dice en sus memorias que “esos pactos no se deben hacer, porque la pobre naturaleza no puede resistir impunemente esas manifestaciones sobrenaturales”.

Ordenado sacerdote en 1841, por consejo de su director San José Cafasso, siguió en el Convictorio Eclesiástico de Turín los tres cursos de perfeccionamiento de la teología moral y pastoral, y al mismo tiempo estudiaba las condiciones sociales de la ciudad, del campo y del tiempo en que vivía. Ejerciendo el ministerio en cárceles y hospitales, y reparando en lo, que sucedía en las calles y plazas, en los talleres industriales y en las construcciones, le llamó la atención el número enorme de chicos que, abandonados de los padres, o huérfanos, vagabundeaban, con evidente peligro de perversión y constituyendo una amenaza social: y decidió remediarlo en cuanto pudiera. Así concibió la idea de los “oratorios festivos” y diarios. Pronto la Providencia le deparó la ocasión de empezar.

En la iglesia de San Francisco de Asís – el santo del amor universal – estaba revistiéndose para celebrar la santa misa, cuando entró, curioseando, un chico de quince años, albañil de oficio, y pueblerino. El sacristán le dijo que ayudara la misa y como no sabia, lo riñó y golpeó. Don Bosco tomó su defensa y, terminada la misa, se entretuvo consolándolo y haciéndole las preguntas que convenían a su intento. Ignoraba hasta el padrenuestro y el avemaría, lo invitó a arrodillarse con el ante un cuadro de la Virgen, y rezaron con inmenso fervor el avemaría. Y, acto seguido, le dio la primera clase de catecismo. Le invitó para el domingo siguiente. Y el chico cumplió, trayendo otros compañeros. La obra de los oratorios festivos habla nacido y con ella toda la grandiosa obra salesiana. Aquella oración a la Virgen le dio gracia y fecundidad.

Al salir del Convictorio se le ofrecieron halagadores empleos en la diócesis. Mas como no sentía atractivo hacia ninguno de ellos, consultó con su santo director San José Cafasso. Este le consiguió la dirección del “refugio”, obra para niñas, de la piadosa marquesa Julieta Colber de Barolo y allí, a su vera, pudo desarrollar su Oratorio. Como éste crecía sin cesar y a la señora marquesa le molestaba la algazara de los chicos, lo puso en opción o de abandonar a los chicos o de, dejar el refugio. Dejó el refugio. Y… se encontró en la calle, con una grande obra entre manos, sin un céntimo, por añadidura. En sueños, la Virgen le conforto, Y algunos medios le vinieron. El Oratorio tuvo una vida trashumante: una plaza, un cementerio abandonado, unos prados. Pero hasta de éstos tuvo que emigrar. Fue la única vez que sus chicos le vieron triste y llorar. Mientras paseaba lleno de amargura por un extremo del prado, llama su atención hacia otro prado vecino un resplandor: ve una grande iglesia y alrededor de su cúpula este letrero de luz y oro: Hic domus mea; inde gloria mea: (“aquí mi casa; de aquí saldrá mi gloria”). Por la noche, otro sueño más detallado le dejó entrever el porvenir y hasta la fundación de una nueva congregación religiosa adaptada a las necesidades de los nuevos tiempos.

Pudo comprar el prado. Su dueño, el señor Pinardi, le dio facilidades. La providencia le mandó bienhechores y cooperadores. Edificó una casa y una capillita.

Pero aún estaba solo. Propuso a su madre fuera a acompañarlo. Y aquella santa mujer, que aun en su pobreza vivía como una reina con su hijo José y sus nietecitos, lo abandonó todo, y fuese a Turín a compartir con su hijo sacerdote la pobreza y las penalidades, pero también la gloria y las satisfacciones de un apostolado original y fecundísimo. Diez años vivió allí, siendo la madre de tantos huérfanos, viendo la proliferación de aquella obra que se consolidó en unas escuelas de externos e internos y dio origen a varios otros oratorios base de nuevas obras, hasta el 25 de noviembre de 1856, día en que el Señor se la llevó para premiarle sus sacrificios y la caridad ejercidos por su amor. Algún tiempo después se apareció a Juan y le dejó entrever una ráfaga de las delicias del cielo.

El Santo levantó una iglesia para sus niños, dedicándola a San Francisco de Sales. Las visiones o sueños le daban a entender que debía fundar una congregación religiosa que, aplicando sus métodos, educara a las juventudes, especialmente a los obreros, y tratara de armonizar las clases sociales, y que los socios tendría que formárselos entresacándolos de los mismos niños que él educaba. Así nació la sociedad salesiana, cuyos primeros socios profesaron en 1859 y que fue definitivamente aprobada en 1868.

En 1865 puso la primera piedra del santuario de María Auxiliadora, y en 1867 la última. A fuerza de milagros la Virgen se había edificado su casa. El santuario – basílica es uno de los cuatro o cinco en que se manifiesta más claro y poderoso el influjo de la Virgen. Con el santuario nació la “Archicofradía de María Auxiliadora”.

En 1872 fundó la Congregación de las Hijas de María Auxiliadora, con reglas similares a las de los salesianos. También se fundó la Asociación de Antiguos Alumnos. En 1875 fue aprobada por la Santa Sede la “Pía Unión de los Cooperadores Salesianos” o Tercera Orden Salesiana. Por órgano le dio El Boletín Salesiano.

La actividad del Santo se desplegaba en todos los campos del apostolado católico. La prensa le debe multitud de publicaciones fijas y periódicas: hojas volantes, libros de texto y de. propaganda, colecciones de clásicos italianos, latinos, griegos, biblioteca de la juventud, biblioteca de dramas, comedias, cantos, romanzas, zarzuelas, música religiosa. Entre los talleres de sus escuelas profesionales nunca falta la imprenta. Hasta fundó una fábrica de papel, la primera que funcionó en Piamonte. Don Bosco es también un gran escritor. Presta a la Iglesia grandes servicios como diplomático oficioso.

Las dos congregaciones y la Tercera Orden crecieron fabulosamente. Tuvieron casas en todas partes. En 1875 inauguró las misiones, cuya primera expedición destinó a la evangelización de las tribus de la Patagonia y Tierra del Fuego, en Argentina y Chile.

“Lo sobrenatural se había hecho natural en él”, según frase de Pío XI. Leía en las conciencias, predecía el futuro, con la bendición de María Auxiliadora, toda clase de enfermedades, resucitó tres muertos. Sobre todo en sus últimos años, las multitudes lo seguían pidiéndole la bendición. Triunfales fueron sus visitas a París y Barcelona. En sus últimos años edificó la iglesia de San Juan Evangelista, en Turín, y la basílica del Sagrado Corazón, en Roma.

Aunque de fibra robustísima, el Señor le purificó con frecuentes enfermedades y molestias que no lograron debilitar su celo ni aminorar su espíritu de trabajo. En efecto, Don Bosco “es uno de los hombres que más han trabajado en el mundo”, como es “uno de los que más han amado a los niños”. Y dejó a los suyos el trabajo y la piedad como lema.

Murió en Turín el 31 de enero de 1888. San Pío X lo declaró venerable en 1907; Pío XI, que le había tratado personalmente, lo beatificó en 1929 y lo canonizó solemnemente el día de Pascua de Resurrección, 1 de abril de 1934. Es el patrono del cine, de las escuelas de artes y oficios, de los ilusionistas.

Rodolfo Fierro, S, D. B.


(http://www.mercaba.org/SANTORAL/Vida/01/01-31_JUAN_BOSCO.htm)



30 enero, 2017

Santa Martina

 
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¡Oh!, Santa Martina, vos, sois la hija del Dios
de la vida, y su amada santa. San Urbano, Papa,
dijo de vos: “Martinae celebri plaudite nomini,
Cives Romulci, plaudite gloriae”. Por ello, honrada
sois, pues, con vuestra inmaculada vida, caridad
ejemplar, fe y testimonio valiente a Jesús, Dios
y Señor Nuestro, ganasteis con vuestro martirio
valeroso y le demostrasteis vuestro amor inmenso,
cuando, fuisteis obligada ante la estatua de Apolo,
y, en polvo la convertisteis.Y, temblando la tierra,
muertos fueron todos sus sacerdotes. Y, luego con
el templo de Artemisa, lo mismo sucedió, pero,
vuestros verdugos, no cesaron jamás sus ultrajes,
ilesa saliendo, con la ayuda del Espíritu Santo.
Por ello quizás, de furia y rabia llenos decidieron
terminar con vos, cortándoos la cabeza, y vuestra
sangre regó, las entrañas de la tierra fertilizando
así, la santa Iglesia romana de Cristo. Pensaron
aquellos, que quitándoos la vida física, también
mataron vuestra alma, pero, como vos misma sabéis,
ella, voló rauda al cielo, para coronada ser con
corona de eterna de luz, como premio a vuestra
grande e increíble entrega de puro amor y fe;
¡oh!, Santa Martina, “viva mártir, por el Dios Vivo”.


© 2017 by Luis Ernesto Chacón Delgado
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30 de Enero
Santa Martina
Virgen y mártir
(+ 226)


Ramillete espiritual: Así alumbre vuestra luz delante de los hombres, para que vean vuestras buenas obras, y glorifiquen a vuestro Padre que está en los cielos. Mt. 5,16

La historia de esta joven santa comienza por su tumba, 1400 años después de su martirio; es decir, cuando en 1634 el activísimo Urbano VIII, empeñado en lo espiritual en la contrarreforma católica, y en lo material en la restauración de famosas iglesias romanas, descubrió las reliquias de la mártir, les propuso a los romanos la devoción a Santa Martina y fijó la celebración para el 30 de enero. El mismo compuso el elogio con el himno: “Martinae celebri plaudite nomini, Cives Romulci, plaudite gloriae”, que era una invitación a honrar a la santa en la vida inmaculada, en la caridad ejemplar y en el valiente testimonio que demostró a Cristo con su martirio.

¿Quién era en realidad Santa Martina, que resurge de improviso y con fuerza en la devoción popular, hasta el punto de ser considerada como una de las patronas de Roma, después de tantos siglos de olvido? Son pocas las noticias históricas. La más antigua es del siglo VI, cuando el Papa Onorio le dedicó una iglesia en Roma. Quinientos años después, al hacer excavaciones en esta iglesia, se encontraron efectivamente las tumbas de tres mártires. En el siglo VIII ya se celebraba la fiesta de la santa. No se sabe nada más, y por eso es necesario buscar noticias en una Passio legendaria. Según esta narración, Santa Martina era una diaconisa, hija de un noble romano. Debido a su abierta profesión de fe, la arrestaron y la llevaron al tribunal del emperador Alejandro Severo (222-235). Este príncipe semioriental, abierto a todas las curiosidades, hasta el punto de incluir a Cristo entre los dioses venerados en la familia imperial, fue muy tolerante con los cristianos y su gobierno marcó un fructuoso paréntesis de calma respecto de la Iglesia, que en ese tiempo logró una gran expansión misionera.

El autor de la Passio ignora todo esto, y hace más bien una lista de las atroces torturas con que el emperador martirizó a la santa. Cuenta que cuando Martina fue llevada ante la estatua de Apolo, la convirtió en pedazos y ocasionó un terremoto que destruyó el templo y mató a los sacerdotes del dios.

El prodigio se repitió con la estatua y el templo de Artemidas. Todo esto hubiera debido hacer pensar a sus perseguidores; pero no, se obstinaron más y sometieron a la jovencita a crueles tormentos, de los que salió siempre ilesa. Entonces resolvieron cortarle la cabeza con una espada, y su sangre corrió a fertilizar el terreno de la Iglesia romana.


 (http://www.magnificat.ca/cal/esp/01-30.htm)

29 enero, 2017

Las Bienaventuranzas

 

  ¿Bienaventurado?

Escuchad amigos míos, si Jesús dijo:
“Bienaventurados los pobres de espíritu,
Porque de ellos es el Reino de los cielos.
Los mansos, porque ellos poseerán en herencia la tierra.
Los que lloran, porque ellos serán consolados.
Los que tienen hambre y sed de justicia, porque ellos serán saciados.
Los misericordiosos, porque ellos alcanzarán misericordia.
Los limpios de corazón, porque ellos verán a Dios.
Los que buscan la paz, porque ellos serán llamados hijos de Dios.
Los perseguidos por causa de la justicia, porque de ellos es el Reino de los cielos.
Bienaventurados seréis cuando os injurien,
Os persigan y digan con mentira toda clase de mal Contra vosotros por mi causa.
Alegraos y regocijaos porque vuestra recompensa será grande en los cielos”.
¿Por qué, pues vosotros continuáis “sordos”
¡Reflexionad! ¡Estáis aún a tiempo!
Y, el mismo Jesús se alegrará con vosotros.

© 2017 by Luis Ernesto Chacón Delgado

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Día litúrgico: Domingo IV (A) del tiempo ordinario


Texto del Evangelio (Mt 5,1-12): «Bienaventurados los que trabajan por la paz, porque ellos serán llamados hijos de Dios. Bienaventurados los perseguidos por causa de la justicia, porque de ellos es el Reino de los Cielos».

Hoy, Jesús sube a una pequeña colina para predicar a una muchedumbre que le seguía. Les habla de las bienaventuranzas. Con este sermón el Señor nos anima a vivir con alegría las virtudes (pobreza, limpieza, misericordia…) y a sufrir con paciencia las dificultades de la vida (injusticias, tristezas…).

—Jesús nunca nos prometió un camino sin problemas. Pero sí que nos garantiza su ayuda y el premio por el esfuerzo en seguir su camino. ¡Nunca te desanimes!

(http://evangeli.net/evangelio-family/dia/2017-01-29)

28 enero, 2017

Santo Tomás de Aquino


 
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¡Oh! Santo Tomás de Aquino, vos, sois el hijo del Dios
de la vida y su amado santo, y, a quien Él, sabiduría
e inteligencia concedió, dondes con los que, vos, os
adentrasteis en sus secretos. Vuestro pensar y vuestra
palabra en “Summa Teológica”, grabados quedaron y
ella sola, pilar es, de Nuestra Santa Madre Iglesia
Católica. El “Pangelingua” y el “Tantumergo”, sublimes
himnos, que, en honor a la Fiesta del Cuerpo y Sangre
de Jesucristo compusisteis, con viva fe y gran amor.
Vuestro tratado sobre el Ave María, el culmen son
de vuestro portento de fe. San Alberto, de vos, dijo:
“Vosotros lo llamais el “buey mudo”. Pero, este “buey”
llenará un día con sus mugidos el mundo entero”. Y,
cuando Jesús, se os apareció, os dijo: “Tomás, habéis
hablado bien de Mi ¿Qué queréis a cambio?”. Vos,
respondisteis: “Señor, lo único que quiero yo es amarte,
amarte mucho, y agradarte cada vez más”. Vuestros
compañeros de aquél tiempo, este comentario dejaron:
“La ciencia de Tomás es muy grande, pero su piedad
es más grande todavía. Pasa horas y horas rezando, y
en la Misa, después de la elevación, parece que
estuviera en el Paraíso. Y hasta se le llena el rostro
de resplandores de vez en cuando mientras celebra
la Eucaristía”. Siempre en cuenta a Nuestra Señora
teníais, pues en su borde escribíais “Dios te Salve
María”, “Martillo de los herejes”. Pocos meses antes
de morir tuvisteis una visión celestial y sobrenatural
que hizo que dejasteis de escribir, y, el Hermano
Reginaldo os preguntó a acerca de la causa por la cual
ya no lo hacíais más y, respondisteis: “Es que,
comparando con lo que vi en aquella visión, lo que he
escrito es muy poca cosa”. Más tarde, el Santo Padre,
os envió al Concilio de Lyon, pero os sentisteis mal,
y os llevaron por última vez la Sagrada Comunión y
exclamasteis: “Ahora te recibo a Ti mi Jesús, que
pagaste con tu sangre el precio de la redención de
mi alma. Todas las enseñanzas que escribí manifiestan
mi fe en Jesucristo y mi amor por la Santa Iglesia
Católica, de quien me profeso hijo obediente”. Y,
así, voló vuestra alma al cielo, para corona de luz
recibir, como premio justo a vuestra entrega de amor.
Santo Patrón de las Escuelas Católicas y de la Educación;
¡Oh!, Santo Tomás de Aquino; “vivo mugido de Dios”.

© 2017 by Luis Ernesto Chacón Delgado
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28 de Enero
Santo Tomás de Aquino
El Doctor Angélico
Presbítero y Doctor de la Iglesia
(+1274)

Su Vida

Nace en el Castillo de Rocaseca, cerca de Nápoles, Italia, en 1225. Es el último hijo varón de una numerosa familia de doce hijos. Su padre se llamaba Landulfo de Aquino. Alto, grueso, bien proporcionado, frente despejada, porte distinguido, una gran amabilidad en el trato, y mucha delicadeza de sentimientos.

Cerca del Castillo donde nació estaba el famoso convento de los monjes Benedictinos llamado Monte Casino. Allí lo llevaron a hacer sus primeros años de estudios. Los monjes le enseñaron a meditar en silencio. Es el más piadoso, meditabundo y silencioso de todos los alumnos del convento. Lo que lee o estudia lo aprende de memoria con una facilidad portentosa.

Continúa sus estudios por cinco años en la Universidad de Nápoles. Allí supera a todos sus compañeros en memoria e inteligencia. Conoce a los Padres Dominicos y se entusiasma por esa Comunidad. Quiere entrar de religioso pero su familia se opone. El religioso huye hacia Alemania, pero por el camino lo sorprenden sus hermanos que viajan acompañados de un escuadrón de militares y lo ponen preso. No logran quitarle el hábito de dominico, pero lo encierran en una prisión del castillo de Rocaseca.

Tomás aprovecha su encierro de dos años en la prisión para aprenderse de memoria muchísimas frases de la S. Biblia y para estudiar muy a fondo el mejor tratado de Teología que había en ese tiempo, y que después él explicará muy bien en la Universidad.

Sus hermanos al ver que por más que le ruegan y lo amenazan no logran quitarle la idea de seguir de religioso, le envían a una mujer de mala vida para que lo haga pecar. Tomás toma en sus manos un tizón encendido y se lanza contra la mala mujer, amenazándola con quemarle el rostro si se atreve a acercársele. Ella sale huyendo y así al vencer él las pasiones de la carne, logró la Iglesia Católica conseguir un gran santo. Si este joven no hubiera sabido vencer la tentación de la impureza, no tendríamos hoy a este gran Doctor de la Iglesia.

Esa noche contempló en sueños una visión Celestial que venía a felicitarlo y le traía una estola o banda blanca, en señal de la virtud, de la pureza que le concedía Nuestro Señor.

Liberado ya de la prisión lo enviaron a Colonia, Alemania, a estudiar con el más sabio Padre Dominico de ese tiempo: San Alberto Magno. Al principio los compañeros no imaginaban la inteligencia que tenía Tomás, y al verlo tan robusto y siempre tan silencioso en las discusiones le pusieron de apodo: “El buey mudo”. Pero un día uno de sus compañeros leyó los apuntes de este joven estudiante y se los presentó al sabio profesor. San Alberto al leerlos les dijo a los demás estudiantes: “Ustedes lo llaman el buey mudo. Pero este buey llenará un día con sus mugidos el mundo entero”. Y así sucedió en verdad después.

Sus compañeros de ese tiempo dejaron este comentario: “La ciencia de Tomás es muy grande, pero su piedad es más grande todavía. Pasa horas y horas rezando, y en la Misa, después de la elevación, parece que estuviera en el Paraíso. Y hasta se le llena el rostro de resplandores de vez en cuando mientras celebra la Eucaristía”.

A los 27 años, en 1252, ya es profesor de la famosísima Universidad de París. Sus clases de teología y filosofía son las más concurridas de la Universidad. El rey San Luis lo estima tanto que lo consulta en todos los asuntos de importancia. Y en la Universidad es tan grande el prestigio que tiene y su ascendiente sobre los demás, que cuando se traba una enorme discusión acerca de la Eucaristía y no logran ponerse de acuerdo, al fin los bandos aceptan que sea Tomás de Aquino el que haga de árbitro y diga la última palabra, y lo que él dice es aceptado por todos sin excepción.

En 1259 el Sumo Pontífice lo llama a Italia y por siete años recorre el país predicando y enseñando, y es encargado de dirigir el colegio Pontificio de Roma para jóvenes que se preparan para puestos de importancia especial.

En 4 años escribe su obra más famosa: “La Suma Teológica”, obra portentosa en 14 tomos, donde a base de Sagrada Escritura, de filosofía y teología y doctrina de los santos va explicando todas las enseñanzas católicas. Es lo más profundo que se haya escrito en la Iglesia Católica.

En Italia la gente se agolpaba para escucharle con gran respeto como a un enviado de Dios, y lloraban de emoción al oírle predicar acerca de la Pasión de Cristo, y se emocionaban de alegría cuando les hablaba de la Resurrección de Jesús y de la Vida Eterna que nos espera.

El Romano Pontífice le encargó que escribiera los himnos para la Fiesta del Cuerpo y Sangre de Cristo, y compuso entonces el “Pangelingua” y el “Tantumergo” y varios otros bellísimos cantos de la Eucaristía (dicen que el Santo Padre encargó a Santo Tomás y a San Buenaventura que cada uno escribiera unos himnos, pero que mientras oía leer los himnos tan bellos que había compuesto Santo Tomás, San Buenaventrua fue rompiendo los que él mismo había redactado, porque los otros le parecían más hermosos). Después de haber escrito tratados hermosísimos acerca de Jesús en la Eucaristía, sintió Tomás que Jesús le decía en una visión: “Tomás, has hablado bien de Mi. ¿Qué quieres a cambio?”. Y el santo le respondió: “Señor: lo único que yo quiero es amarte, amarte mucho, y agradarte cada vez más”.

De tal manera se concentraba en los temas que tenía que tratar, que un día estando almorzando con el rey, de pronto dio un puñetazo a la mesa y exclamó: “Ya encontré la respuesta para tal y tal pregunta”. Después tuvo que presentar excusas al rey por estar pensando en otros temas distintos a los que estaban tratando los demás en la conversación.

Pocos meses antes de morir tuvo una visión acerca de lo sobrenatural y celestial, y desde entonces dejó de escribir. Preguntado por el Hermano Reginaldo acerca de la causa por la cual ya no escribía más, exclamó: “Es que, comparando con lo que vi en aquella visión, lo que he escrito es muy poca cosa”.

Santo Tomás logró que la filosofía de Aristóteles llegara a ser parte de las enseñanzas de los católicos. Este santo ha sido el más famoso profesor de filosofía que ha tenido la Iglesia.

Tan importantes son sus escritos que en el Concilio de Trento (o sea la reunión de los obispos del mundo), los tres libros de consulta que había sobre la mesa principal eran: la Sagrada Biblia, los Decretos de los Papas, y la Suma Teológica de Santo Tomás.

Decía nuestro santo que él había aprendido más, arrodillándose delante del crucifijo, que en la lectura de los libros. Su secretario Reginaldo afirmaba que la admirable ciencia de Santo Tomás provenía más de sus oraciones que de su ingenio. Este hombre de Dios rezaba mucho y con gran fervor para que Dios le iluminara y le hiciera conocer las verdades que debía explicar al pueblo.

Su humildad

Cumplía exactamente aquel consejo de San Pablo: “Consideren superiores a los demás”. Siempre consideraba que los otros eran mejores que él. Aun en las más acaloradas discusiones exponía sus ideas con total calma; jamás se dejó llevar por la cólera aunque los adversarios lo ofendieran fuertemente y nunca se le oyó decir alguna cosa que pudiera ofender a alguno. Su lema en el trato era aquel mandato de Jesús: “Tratad a los demás como deseáis que los demás os traten a vosotros”.

Su devoción por la Virgen María era muy grande. En el margen de sus cuadernos escribía: “Dios te salve María“. Y compuso un tratado acerca del Ave María.

Su muerte

El Sumo Pontífice lo envió al Concilio de Lyon, pero por el camino se sintió mal y fue recibido en el monasterio de los monjes cistercienses de Fosanova. Cuando le llevaron por última vez la Sagrada Comunión exclamó: “Ahora te recibo a Ti mi Jesús, que pagaste con tu sangre el precio de la redención de mi alma. Todas las enseñanzas que escribí manifiestan mi fe en Jesucristo y mi amor por la Santa Iglesia Católica, de quien me profeso hijo obediente”.

Murió el 7 de marzo de 1274 a la edad de 49 años. Fue declarado santo en 1323 apenas 50 años después de muerto. Y sus restos fueron llevados solemnemente a la Catedral de Tolouse un 28 de enero. Por eso se celebra en este día su fiesta.

Oración a Santo Tomás de Aquino


Angélico doctor Santo Tomás, gloria inmortal de la religión, columna firmísima de la Iglesia, varón santísimo y sapientísimo, que por los admirables ejemplos de tu inocente vida fuiste elevado a la cumbre de una perfección consumada, y con tus prodigiosos escritos eres martillo de los herejes, luz de maestros y doctores, y milagro estupendo de sabiduría.

¡Oh! quien acertara, Santo mío, a ser en virtud y letras verdadero discípulo, aprendiendo en el libro de vuestras virtudes y en las obras que con tanto acierto escribiste la ciencia de los santos, que es la verdadera y única sabiduría.

¡Quién supiera hermanar, como vos, la doctrina con la modestia, y la alta inteligencia con la profunda humildad! Alcanzadme del Señor esta gracia, junto con el inestimable don de la pureza y haced que, practicando tu doctrina y siguiendo tus ejemplos, consiga la eterna bienaventuranza. Amén
.

( http://www.ewtn.com/spanish/saints/Tom%C3%A1s_de_Aquino.htm)

27 enero, 2017

Santa Angela de Mérici

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 ¡Oh¡, Santa Angela Merici; vos, sois la hija del Dios
de la vida y su amada santa, y que, desde muy niña
alumbrasteis con la luz de la fe, a las niñas de vuestro
tiempo com amor y comprensión, fundando en la hora
debida las “Hermanas Ursulinas”, primera comunidad
religiosa femenina para educar a las niñas, en honor
a Santa Úrsula, la santa mártir del siglo IV, que
dirigía el grupo de muchachas llamadas “Las once mil
vírgenes”, que murieron por defender su religión y
su castidad. Como Terciaria Franciscana y sin muchos
estudios, con vuestro “Don del Consejo”, supisteis
aconsejar, qué es lo que hay que hacer, y qué dejar
de hacer en la vida. Por ello, gobernadores, obispos,
doctores y sacerdotes, sabios consejos de vos recibieron.
En una visión contemplasteis un enorme grupo de jóvenes
vestidas de blanco que volaban hacia el cielo, y una
voz os dijo: “Estas son tus religiosas educadoras”. Y,
con el tiempo, así fue. Alguien os preguntó un día: ¿Qué
consejo me recomienda para comportarme debidamente?
Y vos, respondisteis: “Compórtese cada día como deseara
haberse comportado cuando le llegue la hora de morirse
y de darle cuenta a Dios”. “¡Dios mío, yo te amo!”,
fueron vuestras últimas palabras, dejando volar vuestra
alma al cielo, para ser premiada con corona de luz
como justo premio a vuestra grande entrega de amor y fe,
¡oh!, Santa Angela de Merici, “vivo mensaje del Dios vivo”.


© 2017 by Luis Ernesto Chacón Delgado
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27 de Enero
Santa Angela de Mérici
(+ 1540)

 
Es la fundadora de las Hermanas Ursulinas. Su nombre significa “Mensaje de Dios”. Nació en Italia en 1474 y tiene el mérito de haber fundado la primera comunidad religiosa femenina para educar niñas.

Se crió en una familia campesina muy creyente, donde cada noche leían la vida de un Santo, y esto la enfervorizaba mucho y la entusiasmaba por la religión.

Quedó huérfana de padre y madre cuando aún era muy niña y esto la impresionó muchísimo. Después durante toda su vida le pediría perdón a Dios por no haber confiado lo suficientemente en su juventud en la Providencia Divina que a nadie abandona.

Su infancia es muy sufrida y tiene que trabajar duramente pero esto la hace fuerte y la vuelve comprensiva con las niñas pobres que necesitan ayuda para poderse instruir debidamente.

Se hace Terciaria Franciscana y sin haber hecho sino estudios de primaria, llega a ser Consejera de gobernadores, obispos, doctores y sacerdotes. Es que había recibido del Espíritu Santo el Don del Consejo, que consiste en saber lo que más conviene hacer y evitar en cada ocasión.
Viendo que las niñas no tenían quién las educara y las librara de peligros mortales, y que las teorías nuevas llevaban a la gente a querer organizar la vida como si Dios no existiera, fundó la Comunidad de Hermanas Ursulinas (en honor a Santa Úrsula, la santa mártir del siglo IV, que dirigía el grupo de muchachas llamadas “Las once mil vírgenes, que murieron por defender su religión y su castidad).

Lo que más le impresionaba era que las niñas de los campos y pueblos que visitaba no sabían nada o casi nada de religión. Sus papás o no sabían o no querían enseñarles catecismo. Por eso ella organizó a sus amigas en una asociación dedicada a enseñar catecismo en cada barrio y en cada vereda.

Ángela era de baja estatura pero tenía todas las cualidades de líder y de guía para influir en los demás. Y además tenía mucha simpatía y agradabilidad en su trato.

En Brescia fundó una escuela y de allí se extendió su Comunidad de Ursulinas por muchas partes. Un grupo de 28 muchachas muy piadosas se vino a vivir en casa de Ángela y con ellas fundó la Comunidad. En una visión contempló un enorme grupo de jóvenes vestidas de blanco que volaban hacia el cielo, y una voz le dijo: “Estas son tus religiosas educadoras”.

La gente consideraba a Santa Úrsula como una gran líder o guía de mujeres. Por eso Ángela puso a sus religiosas el nombre de Ursulinas.

La Comunidad de Ursulinas fue fundada en 1535, y cinco años después murió su fundadora, Santa Ángela, el 27 de enero de 1540. Fue canonizada en 1807.

Un hombre le preguntó un día en plena calle: ¿Qué consejo me recomienda para comportarme debidamente? Y ella le respondió: “Compórtese cada día como deseara haberse comportado cuando le llegue la hora de morirse y de darle cuenta a Dios”.

Sus últimas palabras fueron: “Dios mío, yo te amo”. Que estas sean también las palabras que nosotros digamos no sólo al tiempo de morir, sino muchísimas veces durante toda nuestra vida.


 (http://www.ewtn.com/SPANISH/Saints/Angela_de_Merici.htm)

26 enero, 2017

Santos Timoteo y Tito



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¡Oh!, Santos Timoteo y Tito, obispos, vosotros, sois,
los hijos del Dios de la vida, sus amados santos y
discípulos del apóstol san Pablo, a quien ayudasteis
presidiendo las Iglesias de Éfeso y de Creta. Timoteo,
tal y conforme significa vuestro nombre: “Aquel que
siente amor o adoración a Dios” y Tito: “Aquel que
es protegido y honrado”, ambos hicisteis honor a
vuestros nombres. Vos, Timoteo, sois la imagen del
discípulo ejemplar: obediente, discreto y valiente,
y por estas cualidades, Pablo quiso que fuerais su
compañero de apostolado, en vez de Juan Marcos,
durante el segundo viaje, y os encontró, en Listra,
durante su primer viaje, y fuisteis de los primeros
convertidos al Evangelio. Desde entonces acompañasteis
a Pablo, cual viajero incansable, del apóstol de los
gentiles, llevando cartas y noticias dándole, respecto
de las mismas. Presente, estuvisteis en el martirio
de vuestro maestro Pablo, regresando después a Éfeso,
para entregar vuestra santa vida cómo mártir. Y, vos,
Tito, el otro maravillosos amigo y fiel colaborador
de Pablo, convertido y bautizado por el mismo apóstol.
Os trató afablemente como hijo suyo, y con vos, hizo
otro viaje misionero, y fuisteis quien llevó la “carta
de las lágrimas” de Pablo a los fieles de Corinto,
restableciendo la armonía y organizando la limosna
para los pobres de Jerusalén. Luego del cautiverio
de Roma, Pablo, os dejó, con la misión de organizar la
primera comunidad cristiana. Aquí, recibisteis la carta
de Pablo, luego fuisteis a Roma y allí, os mandó a
evangelizar a Dalmacia, en donde aún, está difundido
vuestro culto. Finalmente, vos, entregasteis vuestra
alma al cielo, después de haberos inmolado por Dios.
Timoteo y Tito, santos obispos, vosotros, gastasteis
vuestras vidas, en buena lid, para coronadas ser con
coronas de luz eterna, como justo premio a vuestro amor;
¡oh! Timoteo y Tito, “vivos y fieles amigos de Cristo y Pablo”.


© 2017 by Luis Ernesto Chacón Delgado
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26 de Eenro
Santos Timoteo y Tito
Obispos y Discípulos de San Pablo

Fuente: Archidiócesis de Madrid


Martirologio Romano: Memoria de los santos Timoteo y Tito, obispos y discípulos del apóstol san Pablo, que le ayudaron en su ministerio y presidieron las Iglesias de Éfeso y de Creta, respectivamente. Les fueron dirigidas cartas por su maestro que contienen sabias advertencias para los pastores, en vista de la formación de los fieles (s. I).

Etimología: Timoteo = Aquel que siente amor o adoración a Dios, es de origen griego.
Etimología: Tito = Aquel que es protegido y honrado, es de origen latino.

Breve Biografía
San Pablo nombró obispos a Timoteo y Tito, sus discípulos y colaboradores.

Los Santos Timoteo y Tito vivieron en la órbita del grande apóstol de las Gentes, y el nuevo calendario los coloca después de la fiesta de la “conversión” de San Pablo.

Timoteo es la imagen del discípulo ejemplar: obediente, discreto, eficaz, valiente. Por estas cualidades Pablo quiso que fuera su compañero de apostolado, en vez de Juan Marcos, durante el segundo viaje misionero en el año 50.

Había nacido en Listra, en donde Pablo lo encontró durante el primer viaje, y fue de los primeros convertidos al Evangelio; había sido educado en la religión hebrea por la abuela Loida y por la madre Eunice. Desde su encuentro con Pablo, siguió su itinerario apostólico; lo acompaña a Filipos y a Tesalónica.

Después los encontramos juntos en Atenas, en Corinto, en Éfeso y finalmente en Roma durante el primer cautiverio de Pablo. Fue un infatigable “viajero enviado” por el apóstol de las Gentes, y mantuvo los contactos entre Pablo y las jóvenes comunidades cristianas fundadas por él.

A menudo le llevaba las cartas y le daba noticias respecto de las mismas comunidades. Entre el 63 y el 66, cuando recibió la primera carta que le envió Pablo, Timoteo era el jefe de la Iglesia de Éfeso. Desde Roma Pablo le escribió una segunda carta, invitándolo a visitarlo antes del invierno. Es conmovedora la petición del anciano apóstol al “hijo” Timoteo, para que le llevara el abrigo que había dejado en Tróade, pues le servía para el frío en la cárcel de Roma. Timoteo estuvo presente en el martirio de Pablo; después regresó definitivamente a la sede de Éfeso, en donde, según una antigua tradición, murió mártir en el año 97.

El segundo fiel colaborador de Pablo fue San Tito, de origen pagano. Convertido y bautizado por el mismo apóstol, que lo llama “hijo mío”, se encuentra en compañía de Pablo en Jerusalén, en el año 49. Hizo con él el tercer viaje misionero y fue Tito quien llevó la “carta de las lágrimas” de Pablo a los fieles de Corinto, entre los cuales restableció la armonía y organizó la colecta para los pobres de Jerusalén.

Después del cautiverio de Roma, Pablo, de paso por Creta, dejó ahí a Tito con la misión de organizar la primera comunidad cristiana. Aquí recibió la carta de Pablo. Es un documento muy importante, porque nos informa sobre la vida interna de la Iglesia apostólica. Después Tito fue a Roma donde su Maestro, que lo mandó probablemente a evangelizar a Dalmacia, en donde todavía hoy está muy difundido su culto. Una antigua tradición, históricamente no confirmada, dice que Tito murió en Creta, de edad muy avanzada.


(http://www.es.catholic.net/op/articulos/34507/timoteo-y-tito-santos.html)

25 enero, 2017

La Conversión de San Pablo


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 ¡Oh! Bendita conversión vuestra, San Pablo:
Saulo, Saulo, ¿por qué me persigues? Os dijo el Señor
¿Quién eres, Señor? Preguntasteis vos
¡Yo soy Jesús, a quien tú persigues! Os contestó la voz
¡Levantaos y entrad en la ciudad que allí se os dirá
lo que tenéis que hacer. Vos, os levantasteis del suelo,
pero cuando abristeis los ojos no podíais ver,
y os llevaron a Damasco. Y, allí, estuvisteis ciego tres días,
sin comer, ni beber nada. Y un tal Ananías fue y,
cuando llegó a la casa, os impuso las manos y os dijo:
“Hermano Saulo, el Señor Jesús, que se te apareció
en el camino, me ha enviado para que recobres
la vista y seas lleno del Espíritu Santo”.
Al instante cayó de vuestros ojos algo como escamas,
y recobrasteis la vista. Os levantasteis y fuisteis bautizado;
Y, en seguida os dedicasteis a predicar en las sinagogas,
afirmando que Jesús es el Hijo de Dios. ¡Aleluya! ¡Aleluya! ¡Aleluya!
¡oh! Bendita y “viva” conversión vuestra, San Pablo.

© 2017 by Luis Ernesto Chacón Delgado

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25 de Enero
Dios, como a Pablo, te invita a la conversión


Convertirse significa, para cada uno de nosotros, creer que Jesús se ha entregado a sí mismo por mí.

Por: SS Benedicto XVI | Fuente: Catholic.net

Hoy, 25 de enero, se hace memoria de la “Conversión de san Pablo” (…) En el caso de Pablo, algunos prefieren no utilizar el término conversión, porque -dicen- él ya era creyente, es más hebreo ferviente y por ello no pasó de la no-fe a la fe, de los ídolos a Dios, ni tuvo que abandonar la fe hebrea para adherirse a Cristo. En realidad, la experiencia del Apóstol puede ser el modelo de toda auténtica conversión cristiana.

La de Pablo maduró en el encuentro con el Cristo resucitado; fue este encuentro el que le cambió radicalmente la existencia. En el camino de Damasco sucedió para él lo que Jesús pude en el Evangelio de hoy: Saulo se convirtió porque, gracias a la luz divina, “creyó en el Evangelio”. En esto consiste su conversión y la nuestra: en creer en Jesús muerto y resucitado y en abrirse a la iluminación de su gracia divina.

En aquel momento, Saulo comprendió que su salvación no dependía de las obras buenas realizadas según la ley, sino del hecho que Jesús había muerto también por él -el perseguidor- y que estaba, y está, resucitado. Esta verdad, que gracias al Bautismo ilumina la existencia de cada cristiano, alumbra completamente nuestro modo de vivir.

Convertirse significa, también para cada uno de nosotros, creer que Jesús “se ha entregado a sí mismo por mí”, muriendo en la cruz (cfr Gal 2,20) y, resucitado, vive conmigo y en mí. Confiándome al poder de su perdón, dejándome tomar la mano por Él, puedo salir de las arenas movedizas del orgullo y del pecado, de la mentira y de la tristeza, del egoísmo y te toda falsa seguridad, para conocer y vivir la riqueza de su amor.

Queridos amigos, la invitación a la conversión, valorada por el testimonio de san Pablo, resuena hoy (…) El Apóstol nos indica la actitud espiritual adecuada para poder progresar en el camino de la comunión. “Ciertamente no he llegado a la meta -escribe a los Filipenses -, no he llegado a la perfección; pero me esfuerzo en correr para alcanzarla, habiendo sido yo mismo alcanzado por Cristo Jesús” (Fil 3,12).

Ciertamente, nosotros los cristianos no hemos conseguido llegar aún a la meta de la unidad plena, pero si nos dejamos continuamente convertir por el Señor Jesús, llegaremos seguramente.

La Virgen María, Madre de la Iglesia una y santa, nos obtenga el don de una conversión verdadera, para que cuanto antes se realice el anhelo de Cristo: “Ut unum sint”.

Fragmento de las palabras de SS Benedicto XVI durante el Ángelus, en la Fiesta de la Conversión de San Pablo 25 enero 2009


(http://www.es.catholic.net/op/articulos/12632/dios-como-a-pablo-te-invita-a-la-conversin.html)

24 enero, 2017

San Francisco de Sales


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 ¡Oh¡, San Francisco de Sales; vos, sois, el hijo del Dios
de la Vida, su amado santo, el “apóstol de la palabra y
de la verdad” contra los impíos protestantes y, además,
líder y escudo con vuestro verbo prodigioso. Con vuestro
libro “Introducción a la vida devota”, nos invitasteis
dulcemente a amar esta heroica clase de vida. Vos, decíais:
“¿No es una barbaridad querer desterrar la vida devota
del cuartel de los soldados, del taller de los artesanos,
del palacio, de los príncipes y del hogar de los casados?”
!Claro que sí! Prescindir de Dios, que es sólo Amor, es
como estar muerto en vida, ir, ciego y cojo por el mundo,
y el cuerpo, atado al eterno fuego. “No nos enojemos
en el camino unos contra otros; caminemos con nuestros
hermanos y compañeros con dulzura, paz y amor. Y, te lo
digo con toda claridad y sin excepción alguna: no te
enojes jamás, si es posible; por ningún pretexto des en
tu corazón entrada al enojo”. Así, escribisteis sobre
el enojo. Como sabéis vos, vuestra dulzura, no fue algo
fácil de lograr, pues dicen que vos, en vuestra juventud
teníais mal genio. Pero, que vos, supisteis modelar,
con vuestra lucha ascética con el fin de aumentar vuestra
capacidad, de autodominio. Prueba de ello, se cuenta que,
al haceros la autopsia, os encontraron con vuestro hígado
duro como piedra. Al final, vuestra alma voló al cielo
luego de haberla gastado en buena lid, ganándoos corona
de luz, como premio justo a vuestra entrega de amor;
Santo Patrono de los escritores y periodistas del mundo;
¡oh!, San Francisco de Sales, “viva virtud y dulzura”.


 
© 2017 by Luis Ernesto Chacón Delgado
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24 de enero
San Francisco de Sales
Obispo
Patrono de los periodistas y escritores
(1567-1622)


Se dice que escribía de día hojas clandestinas y la metía por debajo de las puertas, de noche. Por esa razón, se ganó el premio “patrono de los periodistas”.

Escribía como un ángel

De forma, que los franceses lo tienen entre sus clásicos de literatura. Montañés de cuerpo entero, nacido en los Alpes, en el castillo saboyano de Sales. Familia exquisita. Le llevan a estudiar a la universidad de París. Luego a Padua. Canónigo de Annecy, obispo auxiliar de Ginebra, líder de debates con los protestantes, apóstol de la región de Chablais. Vuelve a París, trata con san Vicente de Paul, en todas partes se le recibe con entusiasmo.

Hay un libro: “Introducción a la vida devota”, cuarenta ediciones en vida del autor, y en aquellos tiempos. Un libro utilizado muchísimo tiempo como lectura espiritual.

“¿No es una barbaridad -decía él- querer desterrar la vida devota del cuartel de los soldados, del taller de los artesanos, del palacio de los príncipes, del hogar de los casados?”

Hay una amistad que no se puede olvidar.La que mantuvo con Juana Chantal; con ella fundó la Orden de la Visitación.

Una virtud

La dulzura de este hombre, de quien dicen que en su juventud tenía tan mal genio.

Respecto a esto, es una constante en la biografía de todo santo su lucha ascética a fin de aumentar su capacidad de autodominio. Pero para demostrar que esta virtud no se consigue de la noche a la mañana, he aquí un detalle precisamente referida a nuestro santo.

Se cuenta que al hacerle al autopsia, le encontraron su hígado endurecido como un piedra. Esto se explica por la enorme violencia que tuvo que hacerse este hombre de fuerte carácter para hacerse y aparecer amable, delicado y bondadoso en el trato. Esa dulzura de la que hablamos antes, no le fue fácil conseguirla.

San Francisco de Sales escribió: “No nos enojemos en el camino unos contra otros; caminemos con nuestros hermanos y compañeros con dulzura, paz y amor; y te lo digo con toda claridad y sin excepción alguna: no te enojes jamás, si es posible; por ningún pretexto des en tu corazón entrada al enojo”

(http://www.ewtn.com/SPANISH/Saints/Francisco_de_Sales.htm)

23 enero, 2017

San Ildefonso



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¡Oh!, San Ildefonso, vos, sois el hijo del Dios de la vida, y
su amado santo, y, que, honor haciendo al significado de vuestro
nombre: “preparado para el combate”, dedicasteis vuestra pluma
a la “Llena de Gracia”, la “Kejaritomene”, la “Santa Madre de
Dios”, escribiendo a cerca de su Santa Virginidad y defendiéndola,
antes, durante y después del parto; pues mayor regalo de Dios
recibir la humanidad toda no pudo, que tener con nonotros la
compañía de Su Unigénito y Amado Hijo, Nuestro Señor Jesucristo.
Y, por ello, Ella misma os premió, felicitándoos y regalándoos
un ornamento para celebrar la Santa Misa, y todo, por haber
dicho muy bien de Ella. ¿Quién dudar podrá de vuestro amor hacia
la Madre Santa de Nuestro Redentor? ¡Nadie ni nada! Y, hoy, con
justicia plena, gozáis de las alegrías de la patria celestial, todo
feliz, luciendo corona de luz eterna, como premio a vuestra
entrega de amor, muy bien llamado “Doctor de la Virginidad de
María”, Santa Madre de Dios y corredentora eterna de toda nuestra
humanidad ¡Aleluya! Sobrino de San Eugenio y discípulo de San
Isidro, y con justicia, y por vuestra gran devoción a la Madre
de Dios llamado “El Capellán de la Virgen” ¡Qué honor y honra
más grande para un siervo terrenal como vos. ¡Aleluya! ¡Aleluya!
¡oh!, San Ildefonso; “vivo combatiente de la luz de Cristo y María”.


 
© 2017 by Luis Ernesto Chacón Delgado
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23 de Enero
San Ildefonso
Arzobispo de Toledo
Año 667


El nombre “Ildefonso” significa “preparado para el combate”.

San Ildefonso ha sido considerado como una de las glorias de la Iglesia Escribió un famoso libro acerca de la Virginidad de María, y por su gran devoción a la Madre de Dios fue llamado “El Capellán de la Virgen”. Se cuenta que Nuestra Señora se le apareció para felicitarlo y darle las gracias por haber hablado tan fervorosamente acerca de Ella y que le regaló un ornamento de celebrar la Santa Misa. En los cuadros antiguos se pinta a San Ildefonso, recibiendo el ornamento de manos de la Santísima Virgen Española. Sobrino de San Eugenio y discípulo de San Isidro, fue escogido por el pueblo para ser arzobispo de Toledo, que era en ese tiempo la capital de España.

San Ildefonso ha sido llamado “Doctor de la Virginidad de María”. Si tu haces algo por la Virgen María, la Virgen María hará mucho más por ti.


(http://www.ewtn.com/spanish/Saints/Ildefonso.htm)

22 enero, 2017

Domingo III (A) del tiempo ordinario

Día litúrgico: Domingo III (A) del tiempo ordinario

Texto del Evangelio (Mt 4,12-23): Caminando por la ribera del mar de Galilea vio a dos hermanos, Simón, llamado Pedro, y su hermano Andrés, echando la red en el mar, pues eran pescadores, y les dice: «Venid conmigo, y os haré pescadores de hombres». Y ellos al instante, dejando las redes, le siguieron…


Jesús y apóstoles pescando


 


Ilustración: Sr. Francesc Badia

Hoy respiramos el ambiente de las primeras llamadas de Cristo. Ahí vemos a Simón Pedro y Andrés: estaban trabajando. Jesús los llama… Después llega el turno a Santiago y a Juan: también estaban trabajando. Tras escuchar la invitación de Jesús no lo piensan ni un instante: se van con el Señor…

—Jesucristo pasa a tu lado… ¡Ojalá te encuentre trabajando!

(http://evangeli.net/evangelio-family/dia/2017-01-22)

21 enero, 2017

Santa Inés

 
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¡Oh!, Santa Inés, vos, sois la hija del Dios de la vida,
su amada santa y mártir. San Ambrosio habló de vos,
así: “Se refiere que ella tenía sólo trece años cuando
fue martirizada. Y notemos el poder de la fe que consigue
hacer mártires valientes en tan tierna edad. Casi no había
sitio en tan pequeño cuerpo para tantas heridas. Se mostró
valientísima ante las más ensangrentadas manos de los
verdugos y no se desanimó cuando oyó arrastrar con estrépito
las pesadas cadenas. Ofreció su cuello a la espada del soldado
furioso. Llevada contra su voluntad ante el altar de los
ídolos, levantó sus manos puras hacia Jesucristo orando, y
desde el fondo de la hoguera hizo el signo de la cruz, señal
de la victoria de Jesucristo. Presentó sus manos y su cuello
ante las argollas de hierro, pero era tan pequeña que
aquellos hierros no lograban atarla. Todos lloraban menos ella.
Las gentes admiraban la generosidad con la cual brindaba al
Señor una vida que apenas estaba empezando a vivir.
Estaban todos asombrados de que a tan corta edad pudiera
ser ya tan valerosa mártir en honor de la Divinidad. Cuántas
amenazas empleó el tirano para persuadirla. Cuántos halagos
para alejarla de su religión. Mas ella respondía: La esposa
injuria a su esposo si acepta el amor de otros pretendientes.
Únicamente será mi esposo el que primero me eligió, Jesucristo.
¿Por qué tardas tanto verdugo? Perezca este cuerpo que no
quiero sea de ojos que no deseo complacer. Llegado el momento
del martirio. Reza. Inclina la cabeza. Hubierais visto temblar
el verdugo lleno de miedo, como si fuera él quien estuviera
condenado a muerte. Su mano tiembla. Palidece ante el
horror que va a ejecutar, en tanto que la jovencita mira sin
temor la llegada de su propia muerte. He aquí dos triunfos
a un mismo tiempo para una misma niña: la pureza y el
el martirio”. El hijo del alcalde de Roma os pretendía y
a él le dijisteis: “He sido solicitada por otro Amante. Yo amo
a Cristo. Seré la esposa de Aquel cuya Madre es Virgen; lo
amaré y seguiré siendo casta”. ¡Y, éste fue vuestro delito! Os
quitaron vuestra terrena vida, pero, ganasteis, la eternidad
como premio a vuestra entrega increíble de amor y esperanza,
pues, “con mínimas fuerzas superó grandes peligros”, como dice
San Dámaso en vuestro epitafio. !Mártir de la virginidad y Santa
Patrona de las jóvenes vírgenes de todo el orbe de la tierra!;
¡oh!, Santa Inés, “vivo amor y pureza del Dios de la Vida”.


© 2017 by Luis Ernesto Chacón Delgado
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21 de Enero
Santa Inés
Mártir


San Ambrosio en una de sus homilías habló de Santa Inés como un personaje muy conocido de las gentes de aquel tiempo. Recuerda que su nombre viene de Agnus, y significa «pura”.

Y añade el santo: «Se refiere que ella tenía sólo trece años cuando fue martirizada. Y notemos el poder de la fe que consigue hacer mártires valientes en tan tierna edad. Casi no había sitio en tan pequeño cuerpo para tantas heridas. Se mostró valientísima ante las más ensangrentadas manos de los verdugos y no se desanimó cuando oyó arrastrar con estrépito las pesadas cadenas. Ofreció su cuello a la espada del soldado furioso. Llevada contra su voluntad ante el altar de los ídolos, levantó sus manos puras hacia Jesucristo orando, y desde el fondo de la hoguera hizo el signo de la cruz, señal de la victoria de Jesucristo. Presentó sus manos y su cuello ante las argollas de hierro, pero era tan pequeña que aquellos hierros no lograban atarla. Todos lloraban menos ella. Las gentes admiraban la generosidad con la cual brindaba al Señor una vida que apenas estaba empezando a vivir.

Estaban todos asombrados de que a tan corta edad pudiera ser ya tan valerosa mártir en honor de la Divinidad. Cuántas amenazas empleó el tirano para persuadirla. Cuántos halagos para alejarla de su religión. Mas ella respondía: La esposa injuria a su esposo si acepta el amor de otros pretendientes. Únicamente será mi esposo el que primero me eligió, Jesucristo. ¿Por qué tardas tanto verdugo? Perezca este cuerpo que no quiero sea de ojos que no deseo complacer. Llegado el momento del martirio. Reza. Inclina la cabeza. Hubierais visto temblar el verdugo lleno de miedo, como si fuera él quien estuviera condenado a muerte. Su mano tiembla. Palidece ante el horror que va a ejecutar, en tanto que la jovencita mira sin temor la llegada de su propia muerte. H aquí dos triunfos a un mismo tiempo para una misma niña: la pureza y el martirio”.

Era de la noble familia romana Clodia. Nació cerca del año 290. Recibió muy buena educación cristiana y se consagró a Cristo con voto de virginidad.

Volviendo un día del colegio, la niña se encontró con el hijo del alcalde de Roma, el cual se enamoró de ella y le prometió grandes regalos a cambio de la promesa de matrimonio. Ella respondió: «He sido solicitada por otro Amante. Yo amo a Cristo. Seré la esposa de Aquel cuya Madre es Virgen; lo amaré y seguiré siendo casta”.

El hijo recurre a su padre, el alcalde. Este la hace apresar. La amenazan con las llamas si no reniega de su religión pero no teme a las llamas. Entonces la condenan a morir degollada. Sus padres recogen el cadáver. La sepultan en el sepulcro paterno. Pocos días después su hermana Emerenciana cae martirizada a pedradas por estar rezando junto al sepulcro.

«Con mínimas fuerzas superó grandes peligros”, dice San Dámaso en su epitafio. Todos los historiadores coinciden en proclamarla mártir de la virginidad. Es patrona de las jóvenes que desean conservar la pureza. Cada año, el 21 de enero, día de Santa Inés, se bendicen los corderos con cuya lana se tejen los «palios”, o sea el distintivo de los arzobispos.

En este tiempo de materialismo sea ella un modelo de castidad para la juventud. La liturgia la presenta como modelo de los éxitos que logra alcanzar una persona cuando tiene una gran fe. La fe en Dios y en la eternidad lleva al heroísmo.


 (http://www.ewtn.com/SPANISH/Saints/Inés.htm)

19 enero, 2017

San Mario y Familia



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¡Oh!, San Mario, vos, sois el hijo del Dios de la vida,
su amado santo y mártir, que ejemplo fuisteis de familias
cristianas, y que, con vuestra mujer Marta, Abaco y Audifax,
vuestros queridos hijos, todos nobles persas, dejasteis
vuestra tierra, para dirigiros a Roma y, a los sepulcros
de los santos mártires visitar, además de consolar a
los cristianos que prisión purgaban por causa de su fe.
Vos, con vuestra familia y la ayuda de un santo sacerdote,
sepultasteis doscientos sesenta mártires, cuyos cuerpos
después de haber sido mutilados y decapitados permanecían
a flor de tierra y expuestos a las inclemencias del tiempo.
Pero, el mal que no descansa, tomó cuerpo, y mientras
realizabais vuestra obra y, las autoridades romanas os
sorprendieron y luego os llevaron ante tribunal. Y, Decio,
os ordenó que para no ser condenados a muerte, adorasen
su estatua o quemaseis incienso ante algún dios pagano.
Y, vos, a la cabeza de vuestra familia, os negasteis y,
en el acto decapitados fuisteis. Claro, vuestros verdugos,
os privaron del cuerpo físico, pero, jamás de vuestras
santas almas, que prestas volaron al cielo, para coronadas
ser con coronas de luz, como premio justo a vuestro amor;
¡oh!, San Mario, “vivo ejemplo de familia de Cristo llena”.


© 2017 by Luis Ernesto Chacón Delgado
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19 de Enero
San Mario y familia  
Mártires

Martirologio Romano: En la vía Cornelia, en el decimotercer miliario antes de Roma, en el cementerio de Ninfa, santos Mario, Marta, Audifax y Abaco, mártires (c. s. IV).

Etimología Mario: propio de la gente que pensaba decendía del dios Marte, es de origen latino.
Marta = señora, es de origen arameo.

Ejemplo de familias cristianas, San Mario, su mujer Marta y sus dos hijos, Abaco y Audifax, de la nobleza persa, dejaron su tierra y se dirigieron a Roma, para visitar los sepulcros de los mártires y consolar a los cristianos que sufrían en la prisión.

Con la ayuda de un sacerdote, pudieron dar cristiana sepultura a 260 mártires, cuyos cuerpos estaban decapitados y permanecían en el campo expuestos a las inclemencias del tiempo. Pero mientras realizaban su buena obra, fueron sorprendidos por las autoridades romanas y llevados ante tribunal. El prefecto Flaviano y el gobernador Marciano, habrían realizado el interrogatorio.

Durante el imperio de Decio, éste había ordenado que aquellos que fueran sospechosos de ser cristianos, para no ser condenados a muerte debían hacer un acto de adhesión al culto pagano como adorar la estatua del emperador, o quemar un gramo de incienso ante la estatua de algún Dios. Por supuesto, Mario y su familia no aceptaron tal cosa y fueron decapitados.

Se les dio sepultura en un campo donde luego se edificó una iglesia, meta de innumerables peregrinaciones durante la Edad Media.

Pidamos por su intercesión que nos dé el Señor gozar de la paz en esta tierra y encontrar luego la alegría en la vida eterna.

(http://es.catholic.net/santoral/articulo.php?id=40245)

18 enero, 2017

Santa Margarita de Hungría


 
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 18 de enero Santa Margarita de Hungría Virgen Dominica
Fuente: Dominicos.org

Martirologio Romano: En Buda, ciudad de Hungría, santa Margarita, virgen, hija del rey Bela IV, a la cual sus padres dedicaron a Dios para obtener la liberación de los tártaros y, niña aún, entró en el monasterio de monjas de la Orden de Predicadores e hizo profesión a los doce años y se entregó totalmente a Dios, dedicándose a imitar generosamente a Cristo crucificado (1270).
Fecha de canonización: 19 de noviembre de 1943 por el Papa Pío XII.

Los reyes Bela IV y su mujer María de Lascaris, padres de Margarita, antes de nacer su hija en 1242, la habían ofrecido a Dios por la liberación de Hungría de los tártaros, prometiendo dedicar a su divino servicio en un monasterio a la primera hija que les naciera. El rey Bela, confiando en el Señor, juntó el mayor ejercito que le fue posible y, al frente de él, salió contra aquellos enemigos, muy superiores en número y envalentonados con anteriores victorias. Al primer encuentro, los dejó vencidos y huyendo a su tierra. La calma volvió a sus dominios.


Poco tiempo después nació una niña a la que pusieron el nombre de Margarita. Con dolor, pero movidos por el amor de Dios, sus padres cumplen la promesa y confían su hija de cuatro años a las dominicas del monasterio de Veszprem, recientemente fundado. La niña, a medida que crece, va adquiriendo los hábitos de la contemplación.

En 1254, a sus doce años, Margarita hace profesión solemne en manos de Fray Humberto de Romanis, Maestro de la Orden, que volvía del capítulo general celebrado en Buda, ciudad principal de aquel reino.

Los reyes, sus padres, contentos de ver a su hija tan feliz en el monasterio, edificaron para ella otro convento en una isla formada por el gran río Danubio y lo dotaron como convenía. Veinte años tenía Margarita cuando, con otras insignes religiosas que la acompañaron, se trasladó al nuevo convento, implantando una vida de rígida observancia.

Al rey su padre, que la amaba tiernamente, le suplicaba que favoreciese a las iglesias, que amparase a viudas y a huérfanos, que hiciese limosnas a los pobres y los defendiese. Y así lo hacía el buen rey.

Como esta caridad, asimismo era grande su pureza. Por costumbres cortesanas, la pretendieron por esposa el Duque de Polonia, y los reyes de Bohemia y de Sicilia, haciéndole ver que obtendría la dispensa de los votos y que su enlace con dichos príncipes sería como un pacto de paz y de alianza entre los reinos. De negarse, sobrevendrían discordias y guerras. Ella se negó rotundamente: Se había consagrado al Señor como esposa y con nueva consagración y bendición se había velado en manos del Arzobispo de Estrogenia un día de Pascua del Espíritu Santo.

Murió el 18 de enero de 1270 estando presentes muchos religiosos de la Orden. Recibió los sacramentos y rezando el salmo In te, Domine, speravi, al llegar al versículo In manus tuas, su alma voló al cielo a la edad de 30 años.

Pío XII la invocaba en su canonización el 19 de noviembre de 1943 como mediadora de la tranquilidad y de la paz fundadas en la justicia y la caridad de Cristo, no sólo para su patria, sino para el mundo entero.

(http://www.es.catholic.net/op/articulos/36689/margarita-de-hungra-santa.html)

17 enero, 2017

San Antonio, Abad


 
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¡Oh!, San Antonio, Abad, vos, sois el hijo del Dios
de la vida y su amado santo, y, el hombre aquél, que
honor hicisteis al significado de vuestro nombre:
“floreciente”.  Y, así, os describe vuestro discípulo y
admirador san Atanasio. Un día, vos, os conmovisteis
por las palabras de Jesús, en la Eucaristía, quien
dijo: “Si queréis ser perfecto, id y vended todo lo
que tenéis y dadlo a los pobres”. Y, vos, así, lo
hicisteis, llevando una vida apartada del mundo y
afincada en la pobreza y entre los  sepulcros del desierto,
proclamando la eterna victoria de la resurrección
de la Vida en Cristo Jesús, Dios y Señor Nuestro. Y,
claro, la vuestra con su vivo ejemplo, se propagó
pronto y muchos hombres, os siguieron y encontraron
oración y trabajo en vuestro monasterio, donde vos,
fuisteis, amoroso padre de vuestros monjes, a viva
imagen de Dios y de vuestro santo bautismo. Pero, vos,
os retirasteis a una soledad más estricta, donde, no
sin nuevos esfuerzos y desprendimientos personales,
alcanzasteis la cumbre de vuestros dones carismáticos,
logrando conciliar vuestro ideal de vida solitaria,
con la dirección de un monasterio, viajando a
Alejandría donde confrontasteis a los impíos arrianos.
Lleno de la Verdad de Dios, demostrasteis con fe y obras,
vuestra monástica vida y lo esencial de ella. De vos, hasta
hasta hoy, conservamos una colección de anécdotas
que os revela poseedor de una espiritualidad incisiva,
intuitiva y genial, como el mismo desierto desnudo,
pero, fiel a la esencia de la revelación evangélica. Y, un
día, os llamó Dios, a su lado, para premiaros con corona
de luz eterna, como premio justo a vuestro amor y fe,
Santo Padre ilustrísimo del monaquismo universal;
¡oh!, San Antonio, Abad “Viva fragancia del amor de Dios”.


© 2017 by Luis Ernesto Chacón Delgado

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17 de enero
San Antonio
Abad

Conocemos la vida del abad Antonio, cuyo nombre significa “floreciente” y al que la tradición llama el Grande, principalmente a través de la biografía redactada por su discípulo y admirador, san Atanasio, a fines del siglo IV.

Este escrito, fiel a los estilos literarios de la época y ateniéndose a las concepciones entonces vigentes acerca de la espiritualidad, subraya en la vida de Antonio -más allá de los datos maravillosos- la permanente entrega a Dios en un género de consagración del cual él no es históricamente el primero, pero sí el prototipo, y esto no sólo por la inmensa influencia de la obrita de Atanasio.

En su juventud, Antonio, que era egipcio e hijo de acaudalados campesinos, se sintió conmovido por las palabras de Jesús, que le llegaron en el marco de una celebración eucarística: “Si quieres ser perfecto, ve y vende todo lo que tienes y dalo a los pobres…”.

Así lo hizo el rico heredero, reservando sólo parte para una hermana, a la que entregó, parece, al cuidado de unas vírgenes consagradas.

Llevó inicialmente vida apartada en su propia aldea, pero pronto se marchó al desierto, adiestrándose en las prácticas eremíticas junto a un cierto Pablo, anciano experto en la vida solitaria.

En su busca de soledad y persiguiendo el desarrollo de su experiencia, llegó a fijar su residencia entre unas antiguas tumbas. ¿Por qué esta elección?. Era un gesto profético, liberador. Los hombres de su tiempo -como los de nuestros días – temían desmesuradamente a los cementerios, que creían poblados de demonios. La presencia de Antonio entre los abandonados sepulcros era un claro mentís a tales supersticiones y proclamaba, a su manera, el triunfo de la resurrección. Todo -aún los lugares que más espantan a la naturaleza humana – es de Dios, que en Cristo lo ha redimido todo; la fe descubre siempre nuevas fronteras donde extender la salvación.

Pronto la fama de su ascetismo se propagó y se le unieron muchos fervorosos imitadores, a los que organizó en comunidades de oración y trabajo. Dejando sin embargo esta exitosa obra, se retiró a una soledad más estricta en pos de una caravana de beduinos que se internaba en el desierto.

No sin nuevos esfuerzos y desprendimientos personales, alcanzó la cumbre de sus dones carismáticos, logrando conciliar el ideal de la vida solitaria con la dirección de un monasterio cercano, e incluso viajando a Alejandría para terciar en las interminables controversias arriano-católicas que signaron su siglo.

Sobre todo, Antonio, fue padre de monjes, demostrando en sí mismo la fecundidad del Espíritu. Una multisecular colección de anécdotas, conocidas como “apotegmas” o breves ocurrencias que nos ha legado la tradición, lo revela poseedor de una espiritualidad incisiva, casi intuitiva, pero siempre genial, desnuda como el desierto que es su marco y sobre todo implacablemente fiel a la sustancia de la revelación evangélica. Se conservan algunas de sus cartas, cuyas ideas principales confirman las que Atanasio le atribuye en su “Vida”.

Antonio murió muy anciano, hace el año 356, en las laderas del monte Colzim, próximo al mar Rojo; al ignorarse la fecha de su nacimiento, se le ha adjudicado una improbable longevidad, aunque ciertamente alcanzó una edad muy avanzada.

La figura del abad delineó casi definitivamente el ideal monástico que perseguirían muchos fieles de los primeros siglos. No siendo hombre de estudios, no obstante, demostró con su vida lo esencial de la vida monástica, que intenta ser precisamente una esencialización de la práctica cristiana: una vida bautismal despojada de cualquier aditamento.

Para nosotros, Antonio encierra un mensaje aún válido y actualísimo: el monacato del desierto continúa siendo un desafío: el del seguimiento extremo de Cristo, el de la confianza irrestricta en el poder del Espíritu de Dios.

(http://www.ewtn.com/spanish/Saints/Antonio_Abad.htm)

16 enero, 2017

San Marcelo, Papa


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¡Oh!, San Marcelo, vos, sois el hijo del Dios de la vida y
su amado santo, que, honor hicisteis al significado de vuestro
nombre: “guerrero”, porque valerosamente enfrentasteis a
Diocleciano y su persecución impía y cruel; a los fieles
animando a permanecer fieles al cristianismo, aunque los
martirizaran, porque Dios, en la hora justa, premiaría a
sus hijos con la eternidad de la vida. Vos, la Iglesia
reorganizasteis, y, aunque Magencio emperador os desterró,
vos, seguisteis a Dios, celebrando, clandestinamente
en casa de Lucina, vuestra fiel sierva. San Dámaso, Papa
escribió vuestro epitafio y diciendo, que expulsado fuisteis
por haber sido acusado injustamente. Por ello, el “Libro
Pontifical”, afirma que en vez de iros al destierro, vos,
os escondisteis en la casa de una dama noble, llamada Lucina,
y que, desde allí siguisteis dirigiendo a los cristianos.
Además, un Martirologio, redactado en el siglo quinto, dice
que el emperador os descubrió dónde estabais escondido
e hizo trasladar sus mulas y caballos y os obligó a asearlos,
y que, en plena faena entregasteis vuestra alma a Dios,
para coronada ser, con corona de eterna luz, como justo
premio a vuestro amor y fidelidad. Quedan de vos, como vivo
recuerdo la “casa de Lucina”, toda en Templo convertida y,
que, además, vuestro santo y fidelísimo nombre lleva por siempre;
¡oh!, San Marcelo, Papa, “vivo guerrero de la luz de Cristo”.


© 2017 by Luis Ernesto Chacón Delgado
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16 de Enero San Marcelo I Papa

En la serie de los Pontífices (que hasta 1994 ya eran 265) el Papa Marcelo ocupa el puesto número 30. Fue Pontífice por un año: del 308 al 309. El nombre “Marcelo” significa: “Guerrero”. Era uno de los más valientes sacerdotes de Roma en la terrible persecución de Diocleciano en los años 303 al 305.

Animaba a todos a permanecer fieles al cristianismo aunque los martirizaran. Elegido Sumo Pontífice se dedicó a reorganizar la Iglesia que estaba muy desorganizada porque ya hacía 4 años que había muerto el último Pontífice, San Marcelino. Era un hombre de carácter enérgico, aunque moderado, y se dedicó a volver a edificar los templos destruidos en la anterior persecución.

Dividió Roma en 25 sectores y al frente de cada uno nombró a un Presbítero (o párroco). Construyó un nuevo cementerio que llegó a ser muy famoso y se llamó “Cementerio del Papa Marcelo”. Muchos cristianos habían renegado de la fe, por miedo en la última persecución, pero deseaban volver otra vez a pertenecer a la Iglesia.

Unos (los rigoristas) decían que nunca más se les debía volver a aceptar. Otros (los manguianchos) decían que había que admitirlos sin más ni más otra vez a la religión. Pero el Papa Marcelo, apoyado por los mejores sabios de la Iglesia, decretó que había que seguir un término medio: sí aceptarlos otra vez en la religión si pedían ser aceptados, pero no admitirlos sin más ni más, sino exigirles antes que hicieran algunas penitencias por haber renegado de la fe, por miedo, en la persecución.

Muchos aceptaron la decisión del Pontífice, pero algunos, los más perezosos para hacer penitencias, promovieron tumultos contra él. Y uno de ellos, apóstata y renegado, lo acusó ante el emperador Majencio, el cual, abusando de su poder que no le permitía inmiscuirse en los asuntos internos de la religión, decretó que Marcelo quedaba expulsado de Roma. Era una expulsión injusta porque él no estaba siendo demasiado riguroso sino que estaba manteniendo en la Iglesia la necesaria disciplina, porque si al que a la primera persecución ya reniega de la fe se le admite sin más ni más, se llega a convertir la religión en un juego de niños.

El Papa San Dámaso escribió medio siglo después el epitafio del Papa Marcelo y dice allí que fue expulsado por haber sido acusado injustamente por un renegado. El “Libro Pontifical”, un libro sumamente antiguo, afirma que en vez de irse al destierro, Marcelo se escondió en la casa de una señora muy noble, llamada Lucina, y que desde allí siguió dirigiendo a los cristianos y que así aquella casa se convirtió en un verdadero templo, porque allí celebraba el Pontífice cada día.

Un Martirologio (o libro que narra historias de mártires) redactado en el siglo quinto, dice que el emperador descubrió dónde estaba escondido Marcelo e hizo trasladar allá sus mulas y caballos y lo obligó a dedicarse a asear esa enorme pesebrera, y que agotado de tan duros trabajos falleció el Pontífice en el año 309. La casa de Lucina fue convertida después en “Templo de San Marcelo” y es uno de los templos de Roma que tiene por titular a un Cardenal.

Señor Dios: concédenos la gracia de no renegar jamás de nuestras creencias cristianas, y haz que te ofrezcamos las debidas penitencias por nuestros pecados. Amen.

(http://www.ewtn.com/SPANISH/Saints/Marcelo_papa.htm)
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15 enero, 2017

Domingo II (A) del tiempo ordinario

Día litúrgico: Domingo II (A) del tiempo ordinario

Texto del Evangelio (Jn 1,29-34): En aquel tiempo, vio Juan venir Jesús y dijo: «He ahí el Cordero de Dios, que quita el pecado del mundo. Éste es por quien yo dije: ‘Detrás de mí viene un hombre, que se ha puesto delante de mí, porque existía antes que yo’. Y yo no le conocía, pero he venido a bautizar en agua para que Él sea manifestado a Israel».

Y Juan dio testimonio diciendo: «He visto al Espíritu que bajaba como una paloma del cielo y se quedaba sobre Él. Y yo no le conocía pero el que me envió a bautizar con agua, me dijo: ‘Aquel sobre quien veas que baja el Espíritu y se queda sobre él, ése es el que bautiza con Espíritu Santo’. Y yo le he visto y doy testimonio de que éste es el Elegido de Dios».

«He ahí el Cordero de Dios, que quita el pecado del mundo»

Rev. D. Joaquim FORTUNY i Vizcarro (Cunit, Tarragona, España)

Hoy hemos escuchado a Juan que, al ver a Jesús, dice: «He ahí el Cordero de Dios, que quita el pecado del mundo» (Jn 1,29). ¿Qué debieron pensar aquellas gentes? Y, ¿qué entendemos nosotros? En la celebración de la Eucaristía todos rezamos: «Cordero de Dios que quitas el pecado del mundo, ten piedad de nosotros / danos la paz». Y el sacerdote invita a los fieles a la Comunión diciendo: «Éste es el Cordero de Dios que quita el pecado del mundo…».

No dudemos de que, cuando Juan dijo «he ahí el Cordero de Dios», todos entendieron qué quería decir, ya que el “cordero” es una metáfora de carácter mesiánico que habían usado los profetas, principalmente Isaías, y que era bien conocida por todos los buenos israelitas.

Por otro lado, el cordero es el animalito que los israelitas sacrifican para rememorar la pascua, la liberación de la esclavitud de Egipto. La cena pascual consiste en comer un cordero.

Y aun los Apóstoles y los padres de la Iglesia dicen que el cordero es signo de pureza, simplicidad, bondad, mansedumbre, inocencia… y Cristo es la Pureza, la Simplicidad, la Bondad, la Mansedumbre, la Inocencia. San Pedro dirá: «Habéis sido rescatados (…) con una sangre preciosa, como de cordero sin tacha y sin mancilla, Cristo» (1Pe 1,18.19). Y san Juan, en el Apocalipsis, emplea hasta treinta veces el término “cordero” para designar a Jesucristo.

Cristo es el cordero que quita el pecado del mundo, que ha sido inmolado para darnos la gracia. Luchemos para vivir siempre en gracia, luchemos contra el pecado, aborrezcámoslo. La belleza del alma en gracia es tan grande que ningún tesoro se le puede comparar. Nos hace agradables a Dios y dignos de ser amados. 
Por eso, en el “Gloria” de la Misa se habla de la paz que es propia de los hombres que ama el Señor, de los que están en gracia.

Juan Pablo II, urgiéndonos a vivir en la gracia que el Cordero nos ha ganado, nos dice: «Comprometeos a vivir en gracia. Jesús ha nacido en Belén precisamente para eso (…). vivir en gracia es la dignidad suprema, es la alegría inefable, es garantía de paz, es un ideal maravilloso».

(http://evangeli.net/evangelio/dia/2017-01-15)