Oh, San Macario de Jerusalén, vos,
sois el hijo del Dios de la vida, y
vuestra oposición a la arriana herejía,
y que, junto con Eustaquio de Antioquía,
redactasteis el Credo de Nicea y con
ardor de corazón, defendisteis a los
infiernos el Descendimiento de Cristo
Jesús. Vuestro nombre, el lugar primero
ocupa, de los obispos de Palestina,
que rubricaron de Nicea el Concilio,
y también, sobre vos, recayó también
la tarea ardua, de buscar y encontrar
los santos lugares de la Resurrección,
la Pasión y la Cruz Verdadera. Y, parte
grande, a vos os debemos la construcción
de las Iglesias de la Natividad y de la
Ascensión de Nuestro señor Jesucristo;
oh, San Macario de Jerusalén, santo.
2012 by Luis Ernesto Chacón Delgado
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10 Marzo
San Macario
Obispo de Jerusalén (312-34)
La fecha en la que Macario fue consagrado Obispo se encuentra en la versión
de San Jerónimo de las “Crónicas” de Eusebio. Su muerte debe haber acaecido
antes del Concilio de Tiro, en el año 335, en el que su sucesor, Máximo, fue
aparentemente uno de los obispos participantes.
Macario fue uno de los obispos a quienes San Alejandro de Alejandría
escribiera previniéndolos contra Ario. El vigor de su oposición a la nueva
herejía se evidencia en la manera abusiva en la que Ario se refiere a él en su
carta a Eusebio de Nicomedia.
Asistió al Concilio de Nicea, y vale mencionar aquí dos conjeturas
relacionadas con el papel que desempeñó en dicho concilio. La primera es que
hubo un forcejeo entre él y su obispo metropolitano Eusebio de Cesarea, en
cuanto a los derechos de sus respectivas sedes. El séptimo canon del concilio
(“Debido a que la costumbre y la tradición antigua muestran que el obispo de
Elia [Jerusalén] debe ser honrado y debe tener precedencia; sin que esto
perjudique, sin embargo, la dignidad que corresponde al obispo de la
Metrópolis”), por su vaguedad sugiere que fue el resultado de una prolongada
batalla.
La segunda conjetura es que Macario, junto con Eustaquio de Antioquía, tuvo
mucho que ver con la redacción del Credo adoptado finalmente por el Concilio de
Nicea. Para mayores datos sobre la base de esta conjetura (expresiones que
aparecen en el Credo y que recuerdan las de Jerusalén y Antioquía) el lector
puede consultar a Hort, “Two Dissertations”, etc., 58 sqq.; Harnack,
“Dogmengesch.”, II (3a edición), 231; Kattenbusch, “Das Apost. Symbol.” (Ver el
índice del volumen II.).
De las conjeturas podemos pasar a la ficción. En la “Historia del Concilio de
Nicea” atribuida a Gelasio de Cícico hay varias discusiones imaginarias entre
los Padres del Concilio y los filósofos al servicio de Ario.
En una de esas discusiones, en donde Macario actúa como vocero de los
obispos, éste defiende el Descendimiento a los infiernos. Este hecho,
consecuencia de la incertidumbre de si el Descenso a los infiernos se encontraba
en el Credo de Jerusalén, es interesante, sobre todo si se tiene en cuenta que,
en otros aspectos, el lenguaje de Macario aparece más conforme al del Credo.
El nombre de Macario ocupa el primer lugar los de los obispos de Palestina
que suscribieron el Concilio de Nicea; el de Eusebio aparece en quinto lugar.
San Atanasio, en su encíclica a los obispos de Egipto y Libia, incluye el nombre
de Macario (quien había muerto ya hacía mucho tiempo) entre los de los obispos
reconocidos por su ortodoxia.
San Teofano en su “Cronografía” indica que Constantino, al finalizar el
concilio de Nicea, ordenó a Macario buscar los sitios de la Resurrección y de la
Pasión y la Verdadera Cruz.
Es muy probable que esto haya sido así, ya que las excavaciones comenzaron
muy poco tiempo después del concilio y se realizaron, aparentemente, bajo la
superintendencia de Macario.
El gran montículo y las bases de piedra coronadas por el templo de Venus, que
se habían construido sobre el Santo Sepulcro en la época de Adriano, se
demolieron y “cuando de inmediato apareció la superficie original del suelo,
contrario a todas las expectativas, se descubrió el Santo Monumento de la
Resurrección de nuestro Salvador”.
Al oír la noticia, Constantino escribió a Macario dándole órdenes y
detalladas para la construcción de una Iglesia en ese lugar. Más tarde escribió
otra carta “A Macario y a los demás Obispos de Palestina” ordenando la
construcción de una Iglesia en Mambré, que también había sido profanada por un
templo pagano. Eusebio, tal vez pensando en su dignidad como Obispo
Metropolitano, aunque relata lo antes descrito, se refiere a la carta como
“dirigida a mí”. También se construyeron iglesias en los lugares e la Natividad y la
Ascensión.