¡Oh!, Exaltación de la Santa Cruz, os recordamos
hoy, porque recuperada fuisteis por el emperador
Heraclio, quien os logró rescatar de los Persas,
impíos ladrones, que os hurtaron de Jerusalén. Y,
él mismo, con gran pompa y lujo, planeó vuestro
arribo, y, ya de pronto en plena procesión, se dio
cuenta de que, capaz no era, de avanzar. Entonces,
Zacarías, Arzobispo de Jerusalén, os dijo: “Es que
todo ese lujo de vestidos que lleva, están en
desacuerdo con el aspecto humilde y doloroso de Cristo,
cuando iba cargando la cruz por estas calles”.
Entonces el emperador dejó lujo y realeza de lado y,
descalzo empezó a caminar. Y, así, recién, recorrer
las calles pudo, en piadosa procesión. Para evitar
que os robasen de nuevo, partida fuisteis, en pedazos.
Uno para Roma, otro para Constantinopla, y un tercero
en un cofre de plata en Jerusalén. Otro tanto, se
partió en pequeñísimas astillas para las iglesias
de todo el orbe de la tierra, llamada “Veracruz”;
¡Oh!, Gloriosísima Exaltación de la Santa Cruz.
hoy, porque recuperada fuisteis por el emperador
Heraclio, quien os logró rescatar de los Persas,
impíos ladrones, que os hurtaron de Jerusalén. Y,
él mismo, con gran pompa y lujo, planeó vuestro
arribo, y, ya de pronto en plena procesión, se dio
cuenta de que, capaz no era, de avanzar. Entonces,
Zacarías, Arzobispo de Jerusalén, os dijo: “Es que
todo ese lujo de vestidos que lleva, están en
desacuerdo con el aspecto humilde y doloroso de Cristo,
cuando iba cargando la cruz por estas calles”.
Entonces el emperador dejó lujo y realeza de lado y,
descalzo empezó a caminar. Y, así, recién, recorrer
las calles pudo, en piadosa procesión. Para evitar
que os robasen de nuevo, partida fuisteis, en pedazos.
Uno para Roma, otro para Constantinopla, y un tercero
en un cofre de plata en Jerusalén. Otro tanto, se
partió en pequeñísimas astillas para las iglesias
de todo el orbe de la tierra, llamada “Veracruz”;
¡Oh!, Gloriosísima Exaltación de la Santa Cruz.
© 2015 by Luis Ernesto Chacón Delgado
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14 de Septiembre
La Exaltación de la Santa Cruz
La Exaltación de la Santa Cruz
La fiesta del Triunfo de la Santa Cruz se hace en recuerdo de la
recuperación de la Santa Cruz obtenida en el año 614 por el emperador
Heraclio, quien la logró rescatar de los Persas que se la habían robado
de Jerusalén.
Al llegar de nuevo la Santa Cruz a Jerusalén, el emperador dispuso
acompañarla en solemne procesión, pero vestido con todos los lujosos
ornamentos reales, y de pronto se dió cuenta de que no era capaz de
avanzar. Entonces el Arzobispo de Jerusalén, Zacarías, le dijo: “Es que
todo ese lujo de vestidos que lleva, están en desacuerdo con el aspecto
humilde y doloroso de Cristo, cuando iba cargando la cruz por estas
calles”.
Entonces el emperador se despojó de su manto de lujo y de su corona
de oro, y descalzo, empezó a recorrer así las calles y pudo seguir en la
piadosa procesión. La Santa Cruz (para evitar nuevos robos) fue partida
en varios pedazos. Uno fue llevado a Roma, otro a Constantinopla, un
tercero se dejó en un hermoso cofre de plata en Jerusalén. Otro se
partió en pequeñísimas astillas para repartirlas en diversas iglesias
del mundo entero, que se llamaron “Veracruz”(verdadera cruz).
Nosotros recordamos con mucho cariño y veneración la Santa Cruz
porque en ella murió nuestro Redentor Jesucristo, y con las cinco
heridas que allí padeció, pagó Cristo nuestras inmensas deudas con Dios y
nos consiguió la salvación.
A San Antonio Abad (año 300, fiesta el 17 de enero) le sucedió que el
demonio lo atacaba con terribilísimas tentaciones y cuentan que un día,
angustiado por tantos ataques, se le ocurrió hacerse la señal de la
Cruz, y el demonio se alejó. En adelante cada vez que le llegaban los
ataques diabólicos, el santo hacía la señal de la cruz y el enemigo
huía. Y dicen que entonces empezó la costumbre de hacer la señal de la
cruz para librarse de males.
De una gran santa se narra que empezaron a llegarle espantosas
tentaciones de tristeza. Por todo se disgustaba. Consultó con su
director espiritual y este le dijo: “Si Usted no está enferma del
cuerpo, ésta tristeza es una tentación del demonio”. Le recomendó la
frase del libro del Eclesiástico en la S. Biblia: “La tristeza no
produce ningún fruto bueno”. Y le aconsejó: “Cada vez que le llegue la
tristeza, haga muy devotamente la señal de la cruz”. La santa empezó a
notar que con la señal de la cruz se le alejaba el espíritu de tristeza.
Cuando Nuestra Señora se le apareció por primera vez a Santa
Bernardita en Lourdes (Año 1859), la niña al ver a la Virgen quiso
hacerse la señal de la cruz. Pero cuando llegó con los dedos frente a la
cara, se le quedó paralizada la mano. La Virgen entonces hizo Ella la
señal de la cruz muy despacio desde la frente hasta el pecho, y desde el
hombro izquierdo hasta el derecho. Y tan pronto como la Madre de Dios
terminó de hacerse la señal de la cruz, a la niña se le soltó la mano y
ya pudo hacerla ella también. Y con esto entendió que Nuestra Señora le
había querido dar una lección: que es necesario santiguarnos más
despacio y con más devoción.
Mire a la gente cuando pasa por frente a una iglesia. ¿Cómo le parece
esa cruz que se hacen? ¿No es cierto que más parece un garabato que una
señal de la Cruz? ¿Cómo la haremos de hoy en adelante? Como recuerdo de
esta fecha de la exaltación de la Santa Cruz, quiero hacer con más
devoción y más despacio mi señal de la Cruz.