La Santísima Trinidad (C)
Texto del Evangelio (Jn 16,12-15): En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: «Mucho tengo todavía que deciros, pero ahora no podéis con ello. Cuando venga Él, el Espíritu de la verdad, os guiará hasta la verdad completa; pues no hablará por su cuenta, sino que hablará lo que oiga, y os anunciará lo que ha de venir. Él me dará gloria, porque recibirá de lo mío y os lo anunciará a vosotros. Todo lo que tiene el Padre es mío. Por eso he dicho: ‘Recibirá de lo mío y os lo anunciará a vosotros’».
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«Cuando venga Él, el Espíritu de la verdad, os guiará hasta la verdad completa» + Cardenal Jorge MEJÍA Archivista y Bibliotecario de la S.R.I. (Città del Vaticano, Vaticano)
Hoy celebramos la solemnidad del misterio que está en el centro de
nuestra fe, del cual todo procede y al cual todo vuelve. El misterio de
la unidad de Dios y, a la vez, de su subsistencia en tres Personas
iguales y distintas. Padre, Hijo y Espíritu Santo: la unidad en la
comunión y la comunión en la unidad. Conviene que los cristianos, en
este gran día, seamos conscientes de que este misterio está presente en
nuestras vidas: desde el Bautismo —que recibimos en nombre de la
Santísima Trinidad— hasta nuestra participación en la Eucaristía, que se
hace para gloria del Padre, por su Hijo Jesucristo, gracias al Espíritu
Santo. Y es la señal por la cual nos reconocemos como cristianos: la
señal de la Cruz en nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo.
La
misión del Hijo, Jesucristo, consiste en la revelación de su Padre, del
cual es la imagen perfecta, y en el don del Espíritu, también revelado
por el Hijo. La lectura evangélica proclamada hoy nos lo muestra: el
Hijo recibe todo del Padre en la perfecta unidad: «Todo lo que tiene el
Padre es mío», y el Espíritu recibe lo que Él es, del Padre y del Hijo.
Dice Jesús: «Por eso he dicho: ‘Recibirá de lo mío y os lo anunciará a
vosotros’» (Jn 16,15). Y en otro pasaje de este mismo discurso (15,26):
«Cuando venga el Paráclito, que yo os enviaré de junto al Padre, el
Espíritu de la verdad, que procede del Padre, Él dará testimonio de mí».
Aprendamos
de esto la gran y consoladora verdad: la Trinidad Santísima, lejos de
ponerse aparte, distante e inaccesible, viene a nosotros, habita en
nosotros y nos transforma en interlocutores suyos. Y esto por medio del
Espíritu, quien así nos guía hasta la verdad completa (cf. Jn 16,13). La
incomparable “dignidad del cristiano”, de la cual habla varias veces
san León el Grande, es ésta: poseer en sí el misterio de Dios y,
entonces, tener ya, desde esta tierra, la propia “ciudadanía” en el
cielo (cf. Flp 3,20), es decir, en el seno de la Trinidad Santísima.
Pensamientos para el Evangelio de hoy
- «¡Oh Abismo, oh Trinidad eterna, oh Deidad, oh Mar profundo!: ¿podías darme algo más preciado que Tú mismo?» (Santa Catalina de Siena)
- «La liturgia nos invita a alabar a Dios no sólo por una maravilla realizada por Él, sino sobre todo por cómo es Él; por la belleza y la bondad de su ser» (Benedicto XVI)
- «(…) El Espíritu Santo es enviado a los Apóstoles y a la Iglesia tanto por el Padre en nombre del Hijo, como por el Hijo en persona, una vez que vuelve junto al Padre (cf. Jn 14,26). El envío de la persona del Espíritu tras la glorificación de Jesús, revela en plenitud el misterio de la Santa Trinidad» (Catecismo de la Iglesia Católica, nº 244)