¡Oh!, Filemón y Donino, santos, vosotros, sois los hijos
del Dios de la vida y sus amados santos, que, perseguidos
por razón de vuestra fe. Y, siempre, en Dios confiando,
recorristeis Italia, y, manifestasteis las alegrías
que el Resucitado, os dio, en vuestro interior mundo.
Jamás nunca, os contentasteis en quedaros encerrados e
inmóviles en vosotros mismos y decidisteis el Evangelio,
predicar y bautizar a los que encontrabais en vuestro
andar. Vuestra palabra, ardorosa era, tanto que, hasta
las montañas conmoverse parecían, pero más, los infieles
y paganos que hasta las lágrimas lo hacían. Y, resultó
que los impíos, de pronto, celos sintieron porque sus
paganos templos vacíos estaban y, todo por vuestra
“feliz culpa”, ya que, los vuestros, de fieles llenos
y siempre alabando a Cristo Jesús permanecían. Entonces,
la envidia sus corazones horadó y, prometiendo “el oro
y el moro” a sus disidentes, lograr quisieron que, de
Cristo rengasen, cosa por cierto, que jamás lograron, y,
por ello, os cortaron vuestras cabezas, volando, así,
vuestras almas al cielo, para coronas de luz recibir
como justo premio a vuestras entregas de amor y fe;
¡oh!, Santos Filemón y Donino; “viva fidelidad a Cristo”.
© 2017 by Luis Ernesto Chacón Delgado
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21 de Marzo San Filemón y Donino de Roma. Mártires
Este joven con su amigo Donino, en tiempos de la duras y temibles
persecuciones, confiando más en Dios que en ellos mismos, se dedicaron a
recorrer Italia.
¿Qué buscaban?
¿Qué buscaban?
Sencillamente, manifestar a todo el mundo la alegría que les daba el
Resucitado en su mundo interior. No podían quedarse encerrados en sí
mismos -lo más fácil– sino que tenían que vivir la solidaridad de su fe.
Iban predicando el Evangelio y bautizando a los infieles que se encontraban en su camino, previa preparación, claro está.
Dicen sus biógrafos que su palabra era tan ardiente que conmovían a
las masas de paganos e infieles. Las dificultades no tardaron en
aparecer. Provenían principalmente de los seguidores de los cultos a los
ídolos.
No aguantaban que dos jóvenes dejaran los templos paganos vacíos
mientras que sus reuniones para celebrar la Palabra de Dios, se llenaran
de fieles en Cristo Jesús.
Los arrestaron y enviaron al gobernador. Este, para ganárselos, le prometió el oro y el moro con tal de que renegasen de Cristo.
Visto con halagos no conseguía sus propósitos, los enviaron a la
cárcel en la cual les dieron tremendos tormentos. Y cansado de su fama,
mandó que les cortasen la cabeza tal día como hoy. Sus vidas se crearon
en las “Passio” o teatro para dar a conocer su vida. No hay fundamento
histórico.
(http://www.es.catholic.net/santoral/articulo.php?id=8748)