26 octubre, 2025

Domingo 30 (C) del tiempo ordinario

 La Nación / “Jesús contó otra parábola: Dos hombres subieron al templo a  orar: uno era fariseo y el otro publicano” Lc 18, 9-10

Domingo 30 (C) del tiempo ordinario
Ver 1ª Lectura y Salmo
 
Texto del Evangelio (Lc 18,9-14): En aquel tiempo, a algunos que se tenían por justos y despreciaban a los demás, Jesús les dijo esta parábola: «Dos hombres subieron al templo a orar; uno fariseo, otro publicano.
 
»El fariseo, de pie, oraba en su interior de esta manera: ‘¡Oh Dios! Te doy gracias porque no soy como los demás hombres, rapaces, injustos, adúlteros, ni tampoco como este publicano. Ayuno dos veces por semana, doy el diezmo de todas mis ganancias’.
 
»En cambio el publicano, manteniéndose a distancia, no se atrevía ni a alzar los ojos al cielo, sino que se golpeaba el pecho, diciendo: ‘¡Oh Dios! ¡Ten compasión de mí, que soy pecador!’. Os digo que éste bajó a su casa justificado y aquél no. Porque todo el que se ensalce, será humillado; y el que se humille, será ensalzado».
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«¡Oh Dios! ¡Ten compasión de mí...»
Rev. D. Joan Pere PULIDO i Gutiérrez (Sant Feliu de Llobregat, España)
 
Hoy leemos con atención y novedad el Evangelio de san Lucas. Una parábola dirigida a nuestros corazones. Unas palabras de vida para desvelar nuestra autenticidad humana y cristiana, que se fundamenta en la humildad de sabernos pecadores («¡Oh Dios! ¡Ten compasión de mí, que soy pecador!»: Lc 18,13), y en la misericordia y bondad de nuestro Dios («Todo el que se ensalce, será humillado; y el que se humille, será ensalzado»: Lc 18,14).
 
La autenticidad es, ¡hoy más que nunca!, una necesidad para descubrirnos a nosotros mismos y resaltar la realidad liberadora de Dios en nuestras vidas y en nuestra sociedad. Es la actitud adecuada para que la Verdad de nuestra fe llegue, con toda su fuerza, al hombre y a la mujer de ahora. Tres ejes vertebran a esta autenticidad evangélica: la firmeza, el amor y la sensatez (cf. 2Tim 1,7).
 
La firmeza, para conocer la Palabra de Dios y mantenerla en nuestras vidas, a pesar de las dificultades. Especialmente en nuestros días, hay que poner atención en este punto, porque hay mucho auto-engaño en el ambiente que nos rodea. San Vicente de Lerins nos advertía: «Apenas comienza a extenderse la podredumbre de un nuevo error y éste, para justificarse, se apodera de algunos versículos de la Escritura, que además interpreta con falsedad y fraude».
 
El amor, para mirar con ojos de ternura —es decir, con la mirada de Dios— a la persona o al acontecimiento que tenemos delante. San Juan Pablo II nos anima a «promover una espiritualidad de la comunión», que —entre otras cosas— significa «una mirada del corazón sobre todo hacia el misterio de la Trinidad que habita en nosotros, y cuya luz ha de ser reconocida también en el rostro de los hermanos que están a nuestro lado».
 
Y, finalmente, sensatez, para transmitir esta Verdad con el lenguaje de hoy, encarnando realmente la Palabra de Dios en nuestra vida: «Creerán a nuestras obras más que a cualquier otro discurso» (San Juan Crisóstomo).
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Pensamientos para el Evangelio de hoy
 
«No tengamos en modo alguno la presunción de que vivimos rectamente y sin pecado. Lo que atestigua a favor de nuestra vida es el reconocimiento de nuestras culpas» (San Agustín)
 
«No es suficiente preguntarnos cuánto rezamos, debemos preguntarnos también cómo rezamos. Pregunto: ¿se puede rezar con arrogancia? No. ¿Se puede rezar con hipocresía? No. Solamente debemos orar poniéndonos ante Dios, así como somos» (Francisco)
 
«‘La oración es la elevación del alma a Dios o la petición a Dios de bienes convenientes’ (San Juan Damasceno). ¿Desde dónde hablamos cuando oramos? ¿Desde la altura de nuestro orgullo y de nuestra propia voluntad, o desde ‘lo más profundo’ (Sal 130,14) de un corazón humilde y contrito? (…). La humildad es una disposición necesaria para recibir gratuitamente el don de la oración: el hombre es un “mendigo de Dios” (San Agustín)» (Catecismo de la Iglesia Católica, nº 2.559) (Evangeli net)

25 octubre, 2025

Santos Frutos, Engracia y Valentín, hermanos mártires

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25 de octubre
Santos Frutos, Engracia y Valentín
Hermanos mártires
 
Cada 25 de octubre la Iglesia recuerda a San Frutos, Santa Engracia y San Valentín, tres hermanos de Segovia (España) que vivieron como eremitas entre los siglos VII y VIII, en tiempos en los que la península hispánica estaba bajo el dominio de los visigodos.
 
San Frutos
 
Frutos nació en el año 642, en el seno de una familia rica que tuvo otros dos hijos: Valentín y Engracia. A la muerte de sus padres, Frutos decidió apartarse del mundo y vivir en soledad, oración y penitencia. Como sus hermanos quisieron secundarlo, vendieron las posesiones familiares y se deshicieron de sus riquezas, repartiendo todo entre los pobres. Después, los hermanos se trasladaron juntos hacia las orillas del río Duratón, donde se establecieron finalmente.
 
Al principio vivieron en cuevas naturales, pero luego construyeron ermitas, como solían hacer los monjes. San Frutos murió a los 75 años, en el año 715. Sus hermanos lo enterraron en el mismo lugar que habitaba, hoy conocido como “Ermita de San Frutos”, junto a la que se construyó el famoso monasterio que lleva el mismo nombre, y un cementerio.
 
Santa Engracia y San Valentín
 
Después, ya sin el hermano mayor, Engracia y Valentín se retiraron a la zona de Caballar, donde continuaron su vida de soledad y oración en la llamada “Ermita de San Zoilo”. Allí permanecieron los dos hasta que la región fue invadida por los sarracenos. Estos los tomaron prisioneros y los decapitaron.
Tras el suceso, los pobladores de la zona trasladaron los cuerpos de Engracia y Valentín junto a los restos de Frutos, a excepción de sus cabezas, que se quedaron en el municipio de Caballar para su veneración.
 
Las reliquias de los tres hermanos permanecieron en la Ermita de San Frutos, cerca de la actual Sepúlveda, desde comienzos del siglo VIII hasta el siglo XI. Hoy se encuentran en el retablo dedicado a los tres santos segovianos, ubicado en el trascoro de la Catedral de Santa María en Segovia (España).(ACI Prensa).

24 octubre, 2025

San Antonio María Claret, Arzobispo, confesor y fundador

 San Antonio María Claret

24 de octubre
San Antonio María Claret
Arzobispo y confesor 
 
Cada 24 de octubre, la Iglesia celebra a San Antonio María Claret, religioso y misionero español, quien llegó a ser arzobispo en América y confesor de una reina. Su figura está muy vinculada a la educación católica gracias a sus esfuerzos por promover escuelas, bibliotecas y grupos de lectores o estudiosos.
A eso se suma, también, el trabajo de sus hijos espirituales, los claretianos -los miembros de la Congregación de los Misioneros Hijos del Inmaculado Corazón de María-, continuadores de su obra.
 
El obrero textil
 
Nacido en Sallent, Barcelona (España) en 1807, en su juventud fue obrero textil, razón por la que se le considera patrón de los tejedores y de la industria textil de Cataluña. Su padre era dueño de unos telares, donde Antonio tuvo que trabajar por lo menos en dos periodos, aunque por dentro se descubría llamado al sacerdocio. Él había manifestado esa inquietud desde muy joven y por eso sus padres invirtieron dinero en su formación, pero los altibajos económicos que sufrió su familia impidieron que tuviera continuidad en los estudios.
 
Como fuera, Antonio siempre fue reconocido como un precoz devoto de la Virgen María y un amante de la Eucaristía. Alcanzada la adultez, el santo profesaría una piedad muy profunda a Nuestra Señora, haciéndola parte central en su vida y obra misionera. Era el amor maternal de María lo que Antonio experimentaba y por eso la tuvo siempre como protectora y guía. Tanto la inclinación a la vida sacerdotal, como la idea -presente en un periodo- de hacerse monje cartujo, o, tras ser ordenado, la voluntad de servir como un buen pastor -vicario, párroco y finalmente arzobispo- fueron expresiones de sintonía con el Espíritu Santo, que, sin María, Antonio María no hubiese entendido ni acogido.
 
En el peligro, llama a María, y haz lo que el Señor mande
 
“Oh Virgen y Madre de Dios... soy hijo y misionero vuestro, formado en la fragua de vuestra misericordia y amor” (San Antonio María Claret).
 
Un día, siendo aún muy joven, Antonio salió de paseo con unos amigos rumbo a la playa. De pronto, mientras caminaba por la orilla, fue arrastrado mar adentro por una ola muy grande. Como no sabía nadar, empezó a ahogarse. Preso del pánico, luchando para no hundirse, alcanzó a gritar: “¡Virgen Santa, sálvame!”. De pronto, sin saber bien cómo, estaba de regreso en la orilla, sano y salvo.
Cada vez que Antonio volvía sobre el episodio, decía que había sido la Virgen quien lo había salvado.
 
Fundador
 
Años después de aquella experiencia, el joven catalán logró ingresar al seminario; y, transcurrida la formación, en 1835, fue ordenado sacerdote. Inicialmente asumió un cargo parroquial, pero su deseo más grande era ser misionero. Una vez dispensado del cargo, salió a predicar el Evangelio, primero en las periferias de Cataluña y luego hasta las Islas Canarias (1840-1850).
 
En 1849 fundó la Orden de los Misioneros Hijos del Inmaculado Corazón de María, hoy conocidos como “claretianos”. También fue fundador (1855) de la Congregación de Religiosas de María Inmaculada (misioneras claretianas). Presidió la junta encargada del Monasterio de El Escorial (1859-1868), donde abrió una comunidad para eclesiásticos, un seminario y un colegio de enseñanza secundaria.
 
Poco después de la fundación de su Orden, recibió el nombramiento como arzobispo de Santiago de Cuba. Inicialmente pretendió declinar al cargo pero tras un breve discernimiento aceptó el pedido papal.
 
Centroamérica y la lucha contra la esclavitud
 
Antonio María viaja a América en 1850 para asumir la sede episcopal como arzobispo de Santiago de Cuba. Allí trabajó en el reordenamiento de la vida eclesial -la arquidiócesis había estado sin pastor por más de una década-, mientras combatía las injusticias sociales del entorno. El arzobispo Claret se enfrentó a los europeos que maltrataban a los naturales y preparó una edición especial de las Leyes de Indias para facilitar su divulgación, ya que estas podían ser buen instrumento para mejorar el trato hacia los esclavos.
 
Claret, odiado por los esclavistas, fue blanco de numerosas amenazas. Incluso sufrió un atentado: un hombre intentó asesinarlo con un cuchillo. Providencialmente, el atacante solo logró cortarle parte del rostro y el brazo derecho. El santo quedó mal herido por un largo periodo, pero una vez repuesto, inició otro más de sus recorridos por su extensa arquidiócesis. Claret prosiguió así hasta que llegó el momento de dejar la isla y volver rumbo a España por pedido expreso de la reina Isabel II.
 
El Santo Rosario 
 
De regreso a Europa continuó escribiendo textos relacionados a la fe y doctrina, así como otros de índole más espiritual, propicios para la formación de sacerdotes y religiosos. En uno de estos escribe:
“Rezadle el Santo Rosario todos los días con devoción y fervor, y veréis como María Santísima será vuestra Madre, vuestra abogada, vuestra medianera, vuestra maestra, vuestro todo después de Jesús".
 
Últimos años en el destierro
 
La reina de España, Isabel II, llamó expresamente a Mons, Antonio María Claret para que fuese su confesor, servicio que cumplió cuidadosamente, en respuesta a la devoción y piedad con que la reina vivía. Ese lazo espiritual a la larga le trajo un serio inconveniente. España había pasado años de conflictos internos por la corona que produjeron la expulsión de Isabel II, razón por la que San Antonio María Claret -en fidelidad a la corona- acompañó a la reina al destierro tras ser destronada en 1868.
Al lado de la reina, permanece en Francia hasta el final de sus días. Solo interrumpió dicha estancia cuando fue convocado a Roma por el Papa Pio IX para participar del Concilio Vaticano I, en 1869. Dado que el Concilio no pudo concluir, regresó a Francia. Allí murió, sin poder volver a su tierra, en 1870.
 
Legado y patronazgos
 
La figura de Antonio María Claret ha sido la inspiración de abundantes obras y frutos de la familia espiritual que congregó en torno a Cristo. Entre estos se cuentan las Órdenes mencionadas anteriormente a la que se sumó un movimiento laical. Allí están también cientos de centros educativos -lugares en los que se busca la excelencia académica- así como otras iniciativas en las que participó.
Antonio María Claret fue beatificado por el Papa Pío XI el 25 de febrero de 1934, y el 7 de mayo de 1950 fue canonizado por el Papa Pío XII.
 
El 13 de abril de 1951 fue declarado copatrono de la Diócesis de Canarias (España) por el mismo Papa Pío XII; y desde 1980 es el patrono de la catequesis en Cuba. (bigsplash.wordpress.com bitacoradelalma.blogspot.com)

23 octubre, 2025

San Juan de Capistrano OFM, Predicador, defensor de la fe y Patrono de los capellanes militares

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23 de octubre
San Juan de Capistrano OFM
Predicador y defensor de la fe
 
Cada 23 de octubre, la Iglesia recuerda a San Juan de Capistrano (1386-1456), fraile franciscano nacido en la ciudad de Capistrano, antiguo Reino de Nápoles (Italia), el 24 de junio de 1386. Hijo de un prominente barón alemán, Juan fue abogado y después juez, incluso llegó a desempeñarse como gobernador de Perugia. Una vez consagrado completamente al servicio de Dios, se convirtió en misionero, predicador y defensor de la fe.
 
A raíz de la intervención que tuvo al lado de las huestes cristianas durante el llamado ‘Sitio de Belgrado’ (1456), fue nombrado patrón de los capellanes militares en 1984.
 
Un hombre en pos de la justicia
 
Habiendo desarrollado una promisoria carrera secular, a los 30 años, tuvo un sueño en el que vio a San Francisco de Asís que lo llamaba a ser parte de la Orden de los Frailes Menores. Para Juan aquel sueño fue la confirmación del deseo que le encendía el corazón: consagrarse al servicio de los más necesitados. Él mismo había sufrido la carencia de todo cuando tuvo que pasar un tiempo en prisión, en momentos en los que la ciudad había caído en manos de sus enemigos, la familia Malatesta
.
Ya como miembro de la Orden, Juan empezó a destacar como buen estudiante y orador. Tuvo como preceptores a santos formadores, entre los que destacaba su maestro de Teología, San Bernardino de Siena (1380-1444), quien se convirtió en su amigo, y a quien tuvo que defender años más tarde de un conjunto de injustas acusaciones.
 
Como sacerdote, Juan de Capistrano se convertiría en un predicador querido y admirado. Combatió el denominado “fraticismo”, herejía que pretendía distorsionar el mensaje evangélico echando mano de la regla y la espiritualidad franciscana. Debido al santo celo que mostró en estas arenas, a San Juan le cayó el apelativo de “Columna de la observancia” llegando a integrar la lista de los principales reformadores de la Orden.
 
Evangelizador y defensor de la fe hasta en el campo de batalla
 
Fray Juan de Capistrano viajó por casi toda Europa predicando el Evangelio. Anduvo por Alemania, Bohemia, Austria, Hungría y Polonia. Vivía de manera sencilla, comiendo y durmiendo lo estrictamente necesario. Se ganó, en vida, la fama de obrar milagros, al punto que era habitual que le llevaran enfermos para que los cure. Y aunque dicha fama nunca fue de su agrado, no se negó a atender a nadie, por el contrario, siempre acogía a los enfermos con amabilidad y los bendecía en nombre de Dios.
 
En 1456 se produjo el llamado Sitio de Belgrado, en el que las fuerzas otomanas (musulmanes) invadieron la región de Serbia y se disponían a hacer lo mismo en tierra de los húngaros. El número de otomanos era muchísimo más grande que el de los locales cristianos. Cuando los defensores de la ciudad estaban por huir en retirada, San Juan de Capistrano, quien vivía en Hungría en ese momento, tomó la bandera con la cruz y los animó al grito de “Jesús, Jesús, Jesús, creyentes valientes, todos a defender nuestra santa religión".
 
Por amor a la fe
 
Los musulmanes cayeron vencidos aquel día y tuvieron que abandonar la región. San Juan de Capistrano fue aclamado entonces como un héroe. Lamentablemente no mucho después, aunque Hungría había sido librada de la invasión, sufrió otro tipo de flagelo: una gran peste se extendió en el país y muchos contrajeron la enfermedad, entre ellos el santo.
 
Juan de Capistrano murió, como consecuencia de la peste, el 23 de octubre de 1456, a la edad de 70 años. Fue canonizado por el Papa Alejandro VII en 1690.
 
Ecos en América: EE. UU.
 
San Juan de Capistrano fue el nombre que tomó una de las más famosas misiones franciscanas del siglo XVIII, durante la colonización de la Alta California, actualmente perteneciente a Estados Unidos. La bella ciudad que se construyó sobre la base de la misión mantiene su nombre hasta hoy.
 
¡San Juan de Capistrano, ruega por la cristiandad! ¡Que por tu santa intercesión ella se vea fortalecida en el amor por el mundo entero!(ACI Prensa).

21 octubre, 2025

Santa Úrsula, Mártir y Patrona de los estudiantes y de la juventud femenina

 Painting of Santa Úrsula standing holding a flag with flowing banner dressed in red gown with white sleeves and blue accents surrounded by pink roses on maroon background text overlay reads Santa Úrsula Patrona de las estudiantes y la juventud femenina 21 de octubre aciprensa.com.

21 de octubre
Santa Úrsula
Mártir y Patrona de los estudiantes y de la juventud femenina
 
Cada 21 de octubre la Iglesia recuerda a Santa Úrsula de Colonia, santa del siglo IV, patrona de las estudiantes y la juventud femenina.
 
De acuerdo a una antigua tradición, muy popular en la Edad Media, Santa Úrsula fue una jovencita que padeció el martirio junto a un grupo de vírgenes consagradas a Dios como ella.
 
Úrsula, cuyo nombre quiere decir “osezna” u “osita” en latín, nació en el seno de una familia perteneciente a la nobleza, en el siglo IV, en la actual Colonia (Alemania). En ese tiempo aquella región europea estaba anexada al Imperio romano.
 
Virginidad y martirio
 
La cuna de Úrsula fue pagana, pero ella se convirtió al cristianismo y quiso consagrar su virginidad al Señor. Al ser pretendida por un príncipe bretón, decidió viajar a Roma con el propósito de encontrar el apoyo del Papa y poder mantener su promesa de no contraer matrimonio y dedicar su vida a Dios.
 
La santa emprendió el viaje acompañada por sus doncellas. En Roma fue recibida por el Papa Siricio, quien la bendijo y la invitó a ser predicadora del Evangelio.
 
De regreso en Colonia, ella y sus compañeras cayeron en manos de los hunos, pueblo bárbaro que había invadido el territorio germano, cuyo líder, Atila, era célebre por su crueldad. Atila y sus hombres quisieron someter al grupo de mujeres a su voluntad. Úrsula y sus compañeras rechazaron las amenazas a sabiendas de que el precio a pagar se haría efectivo con su sangre.
 
Por haberse negado a aceptar los deseos de Atila, Úrsula y sus acompañantes fueron condenadas a muerte.
 
Culto e historicidad
 
La canonización de Santa Úrsula no está documentada de manera oficial, pero aún sin eso nadie duda de ello, en gran parte porque su santidad era reconocida por el pueblo cristiano desde el momento de su sacrificio, muchísimo antes de la creación de cualquier institución eclesial encargada específicamente de estos asuntos, como el actual Dicasterio de las Causas de los Santos.
 
A pesar de esta relativa dificultad, se sabe que el culto a Santa Úrsula fue aprobado por varios Papas, y que su devoción llegó a extenderse muchísimo durante la baja Edad Media y el inicio de los tiempos modernos.
 
Inspiradora de muchas mujeres santas y protectora de Alemania
 
Santa Hildegarda de Bingen, en el siglo XII, compuso unos célebres cantos (poemas) en honor a Santa Úrsula; y Santa Ángela de Merici, en el siglo XVI, da cuenta de cómo Santa Úrsula se le apareció en sueños y le pidió que velara por el alma de las jóvenes. Inspirada en aquel sueño, Santa Ángela fundó la primera Orden de mujeres dedicada a la enseñanza: las llamadas “ursulinas”. Al menos durante los últimos siglos de la Edad Media, a Santa Úrsula se le consideró generalmente como la patrona de las universidades.
 
En tiempos más recientes (agosto de 2005), el Papa Benedicto XVI, de visita en la Ciudad de Colonia, recordó a la joven santa y mártir: “No voy a seguir ensalzando a la ciudad de Colonia, aunque sería posible y significativo hacerlo: llevaría mucho tiempo, porque de Colonia se podrían decir muchísimas cosas grandes y hermosas… Quisiera recordar que aquí veneramos a Santa Úrsula y a sus compañeras”.(ACI Prensa).

18 octubre, 2025

San Lucas Evangelista, discípulo de San Pablo

 Sam Lucas

   

¡Oh!, San Lucas Evangelista vos, sois el hijo del Dios
de la Vida, su amado Apóstol y santo que, habéis lustre
dado al significado de vuestro nombre que significa:
“luminoso, iluminado”. Y, muy cierto, pues solo así, y con
tal luminosidad pudisteis escribir «El Tercer Evangelio«
y «Los Hechos de los apóstoles», cuyo estilo, a la gente
de todos los tiempos cautivó, cautiva y cautivará.
San Pablo, os llamaba “Lucas, el médico muy amado”.
Ya que, por su salud velabais, con gran sublime amor
en sus viajes y prisiones. “El libro más encantador
del mundo”, llamaron al vuestro, pues de Cristo,
hablasteis de su lado tierno y humano, pues vos, veíais,
a las gentes, tal cual son: una parte debilidad y la otra
de voluntad llena. Y, así, las amabais y las comprendíais
mucho más. Vuestro evangelio, inconfundible es, pues
ágil es y fácil de leer, porque en mil doscientas líneas
plasmasteis el Amor que tiene Cristo, hacia los pobres,
los pequeños, los enfermos y los arrepentidos pecadores
Y, otros, dicen que es un maravilloso “Evangelio de la
oración”, porque vos, a Jesús, Dios y Señor Nuestro,
lo presentáis en todos los momentos orando e instando
a hacerlo sin cansarse y continuamente. Y, finalmente,
a vuestro evangelio, le han llamado el “Evangelio de los
pecadores”, porque a Jesús, lo presentáis de comprensión
y de amor derrochador, con los que han sido víctimas
de sus pasiones. Vuestro evangelio también los hechos
de la infancia de Jesús narran y ellos, han inspirado
a los más famosos pintores para representar en imágenes
las más vívidas escenas. Y, así, luego de haber vuestra
santa vida gastado en buena lid en favor de Jesucristo,
voló, vuestra alma al cielo, para, coronada ser de luz,
como premio justo a vuestra grande entrega de amor y fe;
¡oh!, San Lucas, “viva misericordia del Dios Vivo, por los pecadores”.

© 2025 by Luis Ernesto Chacón Delgado
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18 de Octubre
San Lucas Evangelista
Siglo I

Gracias Lucas por tu bello evangelio y tu libro de Los Hechos de los Apóstoles. Queremos leer muchas veces tan bellos escritos.

Sed misericordiosos como vuestro Padre Celestial es misericordioso (San Lucas 6,36).

Lucas significa: “luminoso, iluminado” (viene del latín “luce” = luz). San Lucas escribió dos libros muy famosos: el tercer Evangelio y Los Hechos de los apóstoles. Es un escritor muy agradable, y el que tiene el estilo más hermoso en el Nuevo Testamento. Sus dos pequeños libros se leen con verdadero agrado.

Era médico. San Pablo lo llama “Lucas, el médico muy amado”, y probablemente cuidaba de la quebrantada salud del gran apóstol. Era compañero de viajes de San Pablo. En los Hechos de los apóstoles, al narrar los grandes viajes del Apóstol, habla en plural diciendo “fuimos a… navegamos a…” Y va narrando con todo detalle los sucesos tan impresionantes que le sucedieron a San Pablo en sus 4 famosos viajes. Lucas acompañó a San Pablo cuando éste estuvo prisionero, primero dos años en Cesarea y después otros dos en Roma. Es el único escritor del Nuevo Testamento que no es israelita. Era griego.

El poeta Dante le dio a San Lucas este apelativo: “el que describe la amabilidad de Cristo”. Y con razón el Cardenal Mercier cuando un alumno le dijo: “Por favor aconséjeme cuál es el mejor libro que se ha escrito acerca de Jesucristo”, le respondió: “El mejor libro que se ha escrito acerca de Jesucristo se llama: El Evangelio de San Lucas”. Un autor llamó a este escrito: “El libro más encantador del mundo”.

Como era médico era muy comprensivo. Dicen que un teórico de oficina, ve a las gentes mejor de lo que son. Un sociólogo las ve peor de lo que son en realidad. Pero el médico ve a cada uno tal cual es. San Lucas veía a las personas tal cual son (mitad debilidad y mitad buena voluntad) y las amaba y las comprendía.

En su evangelio demuestra una gran estimación por la mujer. Todas las mujeres que allí aparecen son amables y Jesús siempre les demuestra gran aprecio y verdadera comprensión.

Su evangelio es el más fácil de leer, de todos los cuatro. Son 1,200 renglones escritos en excelente estilo literario. Lo han llamado “el evangelio de los pobres”, porque allí aparece Jesús prefiriendo siempre a los pequeños, a los enfermos, a los pobres y a los pecadores arrepentidos. Es un Jesús que corre al encuentro de aquellos para quienes la vida es más dura y angustiosa.

También se ha llamado: “el evangelio de la oración”, porque presenta a Jesús orando en todos los grandes momentos de su vida e insistiendo continuamente en la necesidad de orar siempre y de no cansarse de orar.

Otro nombre que le han dado a su escrito es el “evangelio de los pecadores”, porque presenta siempre a Jesús infinitamente comprensivo con los que han sido víctimas de las pasiones humanas. San Lucas quiere insistir en que el amor de Dios no tiene límites ni rechaza a quien desea arrepentirse y cambiar de vida. Por eso los pecadores leen con tanto agrado y consuelo el evangelio de San Lucas. Es que fue escrito pensando en ellos.

Su evangelio es el que narra los hechos de la infancia de Jesús, y en él se han inspirado los más famosos pintores para representar en imágenes tan amables escenas.

Dicen que murió soltero, a la edad de 84 años, después de haber gastado su vida en hacer conocer y amar a Nuestro Señor Jesucristo.

(http://www.ewtn.com/spanish/saints/Lucas.htm)

17 octubre, 2025

San Ignacio de Antioquía, Mártir y el primero el llam,ar a la Iglesia "CATÓLICA"

 San Ignacio de Antioquía

   

¡Oh!, San Ignacio de Antioquía, vos, sois el hijo del Dios
de la Vida y su amado santo, y que, honor hicisteis al
significado de vuestro nombre: “lleno de fuego”. Y, sí,
estabais así, “lleno de fuego” pero, de amor por el Dios
de la Vida. Vos, cuando al martirio erais llevado, en vez
de miedo sentir, rogabais a vuestros amigos a que os
ayudaran a pedirle a Dios, que las fieras no se marchasen
sin destrozaros pues, deseabais muerto ser, por vuestro
amor a Cristo Jesús. Y, era Él, quien os inflamaba vuestra
alma y cuerpo. Y, así, os apresaron por negaros a adorar
los falsarios ídolos de Trajano, y le respondisteis a sus
preguntas con valor y fe: «¿Por qué te niegas a adorar
a mis dioses, hombre malvado? ¡No me llames malvado! Más
bien llámame Teóforo, que significa el que lleva a Dios
dentro de sí. ¿Y por qué no aceptas a mis dioses? ¡Porque
ellos no son dioses. No hay sino un solo Dios, el que hizo
el cielo y la tierra. Y a su único Hijo Jesucristo, es a
quien sirvo yo!» Y, sin más, el impío Trajano, mandó que os
llevaran a Roma, para luego, echado ser a las fieras.
“Que vengan sobre mí, fuego, cruz, cuchilladas, fracturas,
mordiscos, desgarrones, y que mi cuerpo sea hecho pedazos
con tal de poder demostrarle mi amor al Señor Jesús”. Así,
les escribisteis a los cristianos en Roma. Y, cuando
llegasteis, os arrodillasteis lleno de paz, y orasteis
con ellos por la Iglesia, por el término de la persecución
y por la paz del mundo. Y, luego las fieras, os dieron
la paz y la alegría que anhelabais: ser coronado con corona
de luz, como justo premio a vuestro ejemplo de amor y fe;
¡oh!, San Ignacio de Antioquía, “vivo fuego del Dios Vivo y eterno”.

© 2025 by Luis Ernesto Chacón Delgado
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17 de Octubre
San Ignacio de Antioquía
Mártir
Año 107

Ignacio significa: “lleno de fuego” (Ingeus: fuego). Nuestro santo estaba lleno de fuego de amor por Dios.

Antioquía era una ciudad famosa en Asia Menor, en Siria, al norte de Jerusalén. En esa ciudad (que era la tercera en el imperio Romano, después de Roma y Alejandría) fue donde los seguidores de Cristo empezaron a llamarse “cristianos”. De esa ciudad era obispo San Ignacio, el cual se hizo célebre porque cuando era llevado al martirio, en vez de sentir miedo, rogaba a sus amigos que le ayudaran a pedirle a Dios que las fieras no le fueran a dejar sin destrozar, porque deseaba ser muerto por proclamar su amor a Jesucristo.

Dicen que fue un discípulo de San Juan Evangelista. Por 40 años estuvo como obispo ejemplar de Antioquía que, después de Roma, era la ciudad más importante para los cristianos, porque tenía el mayor número de creyentes.

Mandó el emperador Trajano que pusieran presos a todos los que no adoraran a los falsos dioses de los paganos. Como Ignacio se negó a adorar esos ídolos, fue llevado preso y entre el perseguidor y el santo se produjo el siguiente diálogo:

-¿Por qué te niegas a adorar a mis dioses, hombre malvado?
-No me llames malvado. Más bien llámame Teóforo, que significa el que lleva a Dios dentro de sí.
-¿Y por qué no aceptas a mis dioses?
Porque ellos no son dioses. No hay sino un solo Dios, el que hizo el cielo y la tierra. Y a su único Hijo Jesucristo, es a quien sirvo yo.

El emperador ordenó entonces que Ignacio fuera llevado a Roma y echado a las fieras, para diversión del pueblo. Encadenado fue llevado preso en un barco desde Antioquía hasta Roma en un largo y penosísimo viaje, durante el cual el santo escribió siete cartas que se han hecho famosas. Iban dirigidas a las Iglesias de Asia Menor.

En una de esas cartas dice que los soldados que lo llevaban eran feroces como leopardos; que lo trataban como fieras salvajes y que cuanto más amablemente los trataba él, con más furia lo atormentaban.

El barco se detuvo en muchos puertos y en cada una de esas ciudades salían el obispo y todos los cristianos a saludar al santo mártir y a escucharle sus provechosas enseñanzas. De rodillas recibían todos su bendición. Varios se fueron adelante hasta Roma a acompañarlo en su gloriosos martirio.

Con los que se adelantaron a ir a la capital antes que él, envió una carta a los cristianos de Roma diciéndoles: “Por favor: no le vayan a pedir a Dios que las fieras no me hagan nada. Esto no sería para mí un bien sino un mal. Yo quiero ser devorado, molido como trigo, por los dientes de las fieras para así demostrarle a Cristo Jesús el gran amor que le tengo. Y si cuando yo llegue allá me lleno de miedo, no me vayan a hacer caso si digo que ya no quiero morir. Que vengan sobre mí, fuego, cruz, cuchilladas, fracturas, mordiscos, desgarrones, y que mi cuerpo sea hecho pedazos con tal de poder demostrarle mi amor al Señor Jesús”. ¡Admirable ejemplo!.

Al llegar a Roma, salieron a recibirlo miles de cristianos. Y algunos de ellos le ofrecieron hablar con altos dignatarios del gobierno para obtener que no lo martirizaran. Él les rogó que no lo hicieran y se arrodilló y oró con ellos por la Iglesia, por el fin de la persecución y por la paz del mundo. Como al día siguiente era el último y el más concurrido día de las fiestas populares y el pueblo quería ver muchos martirizados en el circo, especialmente que fueran personajes importantes, fue llevado sin más al circo para echarlo a las fieras. Era el año 107.

Ante el inmenso gentío fue presentado en el anfiteatro. Él oró a Dios y en seguida fueron soltados dos leones hambrientos y feroces que lo destrozaron y devoraron, entre el aplauso de aquella multitud ignorante y cruel. Así consiguió Ignacio lo que tanto deseaba: ser martirizado por proclamar su amor a Jesucristo.

Algunos escritores antiguos decían que Ignacio fue aquel niño que Jesús colocó en medio de los apóstoles para decirles: “Quien no se haga como un niño no puede entrar en el reino de los cielos” (Mc. 9,36).

San Ignacio dice en sus cartas que María Santísima fue siempre Virgen. Él es el primero en llamar Católica, a la Iglesia de Cristo (Católica significa: universal).

(http://www.ewtn.com/spanish/Saints/Ignacio_de_Antioquia.htm)