26 octubre, 2025

Domingo 30 (C) del tiempo ordinario

 La Nación / “Jesús contó otra parábola: Dos hombres subieron al templo a  orar: uno era fariseo y el otro publicano” Lc 18, 9-10

Domingo 30 (C) del tiempo ordinario
Ver 1ª Lectura y Salmo
 
Texto del Evangelio (Lc 18,9-14): En aquel tiempo, a algunos que se tenían por justos y despreciaban a los demás, Jesús les dijo esta parábola: «Dos hombres subieron al templo a orar; uno fariseo, otro publicano.
 
»El fariseo, de pie, oraba en su interior de esta manera: ‘¡Oh Dios! Te doy gracias porque no soy como los demás hombres, rapaces, injustos, adúlteros, ni tampoco como este publicano. Ayuno dos veces por semana, doy el diezmo de todas mis ganancias’.
 
»En cambio el publicano, manteniéndose a distancia, no se atrevía ni a alzar los ojos al cielo, sino que se golpeaba el pecho, diciendo: ‘¡Oh Dios! ¡Ten compasión de mí, que soy pecador!’. Os digo que éste bajó a su casa justificado y aquél no. Porque todo el que se ensalce, será humillado; y el que se humille, será ensalzado».
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«¡Oh Dios! ¡Ten compasión de mí...»
Rev. D. Joan Pere PULIDO i Gutiérrez (Sant Feliu de Llobregat, España)
 
Hoy leemos con atención y novedad el Evangelio de san Lucas. Una parábola dirigida a nuestros corazones. Unas palabras de vida para desvelar nuestra autenticidad humana y cristiana, que se fundamenta en la humildad de sabernos pecadores («¡Oh Dios! ¡Ten compasión de mí, que soy pecador!»: Lc 18,13), y en la misericordia y bondad de nuestro Dios («Todo el que se ensalce, será humillado; y el que se humille, será ensalzado»: Lc 18,14).
 
La autenticidad es, ¡hoy más que nunca!, una necesidad para descubrirnos a nosotros mismos y resaltar la realidad liberadora de Dios en nuestras vidas y en nuestra sociedad. Es la actitud adecuada para que la Verdad de nuestra fe llegue, con toda su fuerza, al hombre y a la mujer de ahora. Tres ejes vertebran a esta autenticidad evangélica: la firmeza, el amor y la sensatez (cf. 2Tim 1,7).
 
La firmeza, para conocer la Palabra de Dios y mantenerla en nuestras vidas, a pesar de las dificultades. Especialmente en nuestros días, hay que poner atención en este punto, porque hay mucho auto-engaño en el ambiente que nos rodea. San Vicente de Lerins nos advertía: «Apenas comienza a extenderse la podredumbre de un nuevo error y éste, para justificarse, se apodera de algunos versículos de la Escritura, que además interpreta con falsedad y fraude».
 
El amor, para mirar con ojos de ternura —es decir, con la mirada de Dios— a la persona o al acontecimiento que tenemos delante. San Juan Pablo II nos anima a «promover una espiritualidad de la comunión», que —entre otras cosas— significa «una mirada del corazón sobre todo hacia el misterio de la Trinidad que habita en nosotros, y cuya luz ha de ser reconocida también en el rostro de los hermanos que están a nuestro lado».
 
Y, finalmente, sensatez, para transmitir esta Verdad con el lenguaje de hoy, encarnando realmente la Palabra de Dios en nuestra vida: «Creerán a nuestras obras más que a cualquier otro discurso» (San Juan Crisóstomo).
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Pensamientos para el Evangelio de hoy
 
«No tengamos en modo alguno la presunción de que vivimos rectamente y sin pecado. Lo que atestigua a favor de nuestra vida es el reconocimiento de nuestras culpas» (San Agustín)
 
«No es suficiente preguntarnos cuánto rezamos, debemos preguntarnos también cómo rezamos. Pregunto: ¿se puede rezar con arrogancia? No. ¿Se puede rezar con hipocresía? No. Solamente debemos orar poniéndonos ante Dios, así como somos» (Francisco)
 
«‘La oración es la elevación del alma a Dios o la petición a Dios de bienes convenientes’ (San Juan Damasceno). ¿Desde dónde hablamos cuando oramos? ¿Desde la altura de nuestro orgullo y de nuestra propia voluntad, o desde ‘lo más profundo’ (Sal 130,14) de un corazón humilde y contrito? (…). La humildad es una disposición necesaria para recibir gratuitamente el don de la oración: el hombre es un “mendigo de Dios” (San Agustín)» (Catecismo de la Iglesia Católica, nº 2.559) (Evangeli net)

25 octubre, 2025

Santos Frutos, Engracia y Valentín, hermanos mártires

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25 de octubre
Santos Frutos, Engracia y Valentín
Hermanos mártires
 
Cada 25 de octubre la Iglesia recuerda a San Frutos, Santa Engracia y San Valentín, tres hermanos de Segovia (España) que vivieron como eremitas entre los siglos VII y VIII, en tiempos en los que la península hispánica estaba bajo el dominio de los visigodos.
 
San Frutos
 
Frutos nació en el año 642, en el seno de una familia rica que tuvo otros dos hijos: Valentín y Engracia. A la muerte de sus padres, Frutos decidió apartarse del mundo y vivir en soledad, oración y penitencia. Como sus hermanos quisieron secundarlo, vendieron las posesiones familiares y se deshicieron de sus riquezas, repartiendo todo entre los pobres. Después, los hermanos se trasladaron juntos hacia las orillas del río Duratón, donde se establecieron finalmente.
 
Al principio vivieron en cuevas naturales, pero luego construyeron ermitas, como solían hacer los monjes. San Frutos murió a los 75 años, en el año 715. Sus hermanos lo enterraron en el mismo lugar que habitaba, hoy conocido como “Ermita de San Frutos”, junto a la que se construyó el famoso monasterio que lleva el mismo nombre, y un cementerio.
 
Santa Engracia y San Valentín
 
Después, ya sin el hermano mayor, Engracia y Valentín se retiraron a la zona de Caballar, donde continuaron su vida de soledad y oración en la llamada “Ermita de San Zoilo”. Allí permanecieron los dos hasta que la región fue invadida por los sarracenos. Estos los tomaron prisioneros y los decapitaron.
Tras el suceso, los pobladores de la zona trasladaron los cuerpos de Engracia y Valentín junto a los restos de Frutos, a excepción de sus cabezas, que se quedaron en el municipio de Caballar para su veneración.
 
Las reliquias de los tres hermanos permanecieron en la Ermita de San Frutos, cerca de la actual Sepúlveda, desde comienzos del siglo VIII hasta el siglo XI. Hoy se encuentran en el retablo dedicado a los tres santos segovianos, ubicado en el trascoro de la Catedral de Santa María en Segovia (España).(ACI Prensa).

24 octubre, 2025

San Antonio María Claret, Arzobispo, confesor y fundador

 San Antonio María Claret

24 de octubre
San Antonio María Claret
Arzobispo y confesor 
 
Cada 24 de octubre, la Iglesia celebra a San Antonio María Claret, religioso y misionero español, quien llegó a ser arzobispo en América y confesor de una reina. Su figura está muy vinculada a la educación católica gracias a sus esfuerzos por promover escuelas, bibliotecas y grupos de lectores o estudiosos.
A eso se suma, también, el trabajo de sus hijos espirituales, los claretianos -los miembros de la Congregación de los Misioneros Hijos del Inmaculado Corazón de María-, continuadores de su obra.
 
El obrero textil
 
Nacido en Sallent, Barcelona (España) en 1807, en su juventud fue obrero textil, razón por la que se le considera patrón de los tejedores y de la industria textil de Cataluña. Su padre era dueño de unos telares, donde Antonio tuvo que trabajar por lo menos en dos periodos, aunque por dentro se descubría llamado al sacerdocio. Él había manifestado esa inquietud desde muy joven y por eso sus padres invirtieron dinero en su formación, pero los altibajos económicos que sufrió su familia impidieron que tuviera continuidad en los estudios.
 
Como fuera, Antonio siempre fue reconocido como un precoz devoto de la Virgen María y un amante de la Eucaristía. Alcanzada la adultez, el santo profesaría una piedad muy profunda a Nuestra Señora, haciéndola parte central en su vida y obra misionera. Era el amor maternal de María lo que Antonio experimentaba y por eso la tuvo siempre como protectora y guía. Tanto la inclinación a la vida sacerdotal, como la idea -presente en un periodo- de hacerse monje cartujo, o, tras ser ordenado, la voluntad de servir como un buen pastor -vicario, párroco y finalmente arzobispo- fueron expresiones de sintonía con el Espíritu Santo, que, sin María, Antonio María no hubiese entendido ni acogido.
 
En el peligro, llama a María, y haz lo que el Señor mande
 
“Oh Virgen y Madre de Dios... soy hijo y misionero vuestro, formado en la fragua de vuestra misericordia y amor” (San Antonio María Claret).
 
Un día, siendo aún muy joven, Antonio salió de paseo con unos amigos rumbo a la playa. De pronto, mientras caminaba por la orilla, fue arrastrado mar adentro por una ola muy grande. Como no sabía nadar, empezó a ahogarse. Preso del pánico, luchando para no hundirse, alcanzó a gritar: “¡Virgen Santa, sálvame!”. De pronto, sin saber bien cómo, estaba de regreso en la orilla, sano y salvo.
Cada vez que Antonio volvía sobre el episodio, decía que había sido la Virgen quien lo había salvado.
 
Fundador
 
Años después de aquella experiencia, el joven catalán logró ingresar al seminario; y, transcurrida la formación, en 1835, fue ordenado sacerdote. Inicialmente asumió un cargo parroquial, pero su deseo más grande era ser misionero. Una vez dispensado del cargo, salió a predicar el Evangelio, primero en las periferias de Cataluña y luego hasta las Islas Canarias (1840-1850).
 
En 1849 fundó la Orden de los Misioneros Hijos del Inmaculado Corazón de María, hoy conocidos como “claretianos”. También fue fundador (1855) de la Congregación de Religiosas de María Inmaculada (misioneras claretianas). Presidió la junta encargada del Monasterio de El Escorial (1859-1868), donde abrió una comunidad para eclesiásticos, un seminario y un colegio de enseñanza secundaria.
 
Poco después de la fundación de su Orden, recibió el nombramiento como arzobispo de Santiago de Cuba. Inicialmente pretendió declinar al cargo pero tras un breve discernimiento aceptó el pedido papal.
 
Centroamérica y la lucha contra la esclavitud
 
Antonio María viaja a América en 1850 para asumir la sede episcopal como arzobispo de Santiago de Cuba. Allí trabajó en el reordenamiento de la vida eclesial -la arquidiócesis había estado sin pastor por más de una década-, mientras combatía las injusticias sociales del entorno. El arzobispo Claret se enfrentó a los europeos que maltrataban a los naturales y preparó una edición especial de las Leyes de Indias para facilitar su divulgación, ya que estas podían ser buen instrumento para mejorar el trato hacia los esclavos.
 
Claret, odiado por los esclavistas, fue blanco de numerosas amenazas. Incluso sufrió un atentado: un hombre intentó asesinarlo con un cuchillo. Providencialmente, el atacante solo logró cortarle parte del rostro y el brazo derecho. El santo quedó mal herido por un largo periodo, pero una vez repuesto, inició otro más de sus recorridos por su extensa arquidiócesis. Claret prosiguió así hasta que llegó el momento de dejar la isla y volver rumbo a España por pedido expreso de la reina Isabel II.
 
El Santo Rosario 
 
De regreso a Europa continuó escribiendo textos relacionados a la fe y doctrina, así como otros de índole más espiritual, propicios para la formación de sacerdotes y religiosos. En uno de estos escribe:
“Rezadle el Santo Rosario todos los días con devoción y fervor, y veréis como María Santísima será vuestra Madre, vuestra abogada, vuestra medianera, vuestra maestra, vuestro todo después de Jesús".
 
Últimos años en el destierro
 
La reina de España, Isabel II, llamó expresamente a Mons, Antonio María Claret para que fuese su confesor, servicio que cumplió cuidadosamente, en respuesta a la devoción y piedad con que la reina vivía. Ese lazo espiritual a la larga le trajo un serio inconveniente. España había pasado años de conflictos internos por la corona que produjeron la expulsión de Isabel II, razón por la que San Antonio María Claret -en fidelidad a la corona- acompañó a la reina al destierro tras ser destronada en 1868.
Al lado de la reina, permanece en Francia hasta el final de sus días. Solo interrumpió dicha estancia cuando fue convocado a Roma por el Papa Pio IX para participar del Concilio Vaticano I, en 1869. Dado que el Concilio no pudo concluir, regresó a Francia. Allí murió, sin poder volver a su tierra, en 1870.
 
Legado y patronazgos
 
La figura de Antonio María Claret ha sido la inspiración de abundantes obras y frutos de la familia espiritual que congregó en torno a Cristo. Entre estos se cuentan las Órdenes mencionadas anteriormente a la que se sumó un movimiento laical. Allí están también cientos de centros educativos -lugares en los que se busca la excelencia académica- así como otras iniciativas en las que participó.
Antonio María Claret fue beatificado por el Papa Pío XI el 25 de febrero de 1934, y el 7 de mayo de 1950 fue canonizado por el Papa Pío XII.
 
El 13 de abril de 1951 fue declarado copatrono de la Diócesis de Canarias (España) por el mismo Papa Pío XII; y desde 1980 es el patrono de la catequesis en Cuba. (bigsplash.wordpress.com bitacoradelalma.blogspot.com)

23 octubre, 2025

San Juan de Capistrano OFM, Predicador, defensor de la fe y Patrono de los capellanes militares

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23 de octubre
San Juan de Capistrano OFM
Predicador y defensor de la fe
 
Cada 23 de octubre, la Iglesia recuerda a San Juan de Capistrano (1386-1456), fraile franciscano nacido en la ciudad de Capistrano, antiguo Reino de Nápoles (Italia), el 24 de junio de 1386. Hijo de un prominente barón alemán, Juan fue abogado y después juez, incluso llegó a desempeñarse como gobernador de Perugia. Una vez consagrado completamente al servicio de Dios, se convirtió en misionero, predicador y defensor de la fe.
 
A raíz de la intervención que tuvo al lado de las huestes cristianas durante el llamado ‘Sitio de Belgrado’ (1456), fue nombrado patrón de los capellanes militares en 1984.
 
Un hombre en pos de la justicia
 
Habiendo desarrollado una promisoria carrera secular, a los 30 años, tuvo un sueño en el que vio a San Francisco de Asís que lo llamaba a ser parte de la Orden de los Frailes Menores. Para Juan aquel sueño fue la confirmación del deseo que le encendía el corazón: consagrarse al servicio de los más necesitados. Él mismo había sufrido la carencia de todo cuando tuvo que pasar un tiempo en prisión, en momentos en los que la ciudad había caído en manos de sus enemigos, la familia Malatesta
.
Ya como miembro de la Orden, Juan empezó a destacar como buen estudiante y orador. Tuvo como preceptores a santos formadores, entre los que destacaba su maestro de Teología, San Bernardino de Siena (1380-1444), quien se convirtió en su amigo, y a quien tuvo que defender años más tarde de un conjunto de injustas acusaciones.
 
Como sacerdote, Juan de Capistrano se convertiría en un predicador querido y admirado. Combatió el denominado “fraticismo”, herejía que pretendía distorsionar el mensaje evangélico echando mano de la regla y la espiritualidad franciscana. Debido al santo celo que mostró en estas arenas, a San Juan le cayó el apelativo de “Columna de la observancia” llegando a integrar la lista de los principales reformadores de la Orden.
 
Evangelizador y defensor de la fe hasta en el campo de batalla
 
Fray Juan de Capistrano viajó por casi toda Europa predicando el Evangelio. Anduvo por Alemania, Bohemia, Austria, Hungría y Polonia. Vivía de manera sencilla, comiendo y durmiendo lo estrictamente necesario. Se ganó, en vida, la fama de obrar milagros, al punto que era habitual que le llevaran enfermos para que los cure. Y aunque dicha fama nunca fue de su agrado, no se negó a atender a nadie, por el contrario, siempre acogía a los enfermos con amabilidad y los bendecía en nombre de Dios.
 
En 1456 se produjo el llamado Sitio de Belgrado, en el que las fuerzas otomanas (musulmanes) invadieron la región de Serbia y se disponían a hacer lo mismo en tierra de los húngaros. El número de otomanos era muchísimo más grande que el de los locales cristianos. Cuando los defensores de la ciudad estaban por huir en retirada, San Juan de Capistrano, quien vivía en Hungría en ese momento, tomó la bandera con la cruz y los animó al grito de “Jesús, Jesús, Jesús, creyentes valientes, todos a defender nuestra santa religión".
 
Por amor a la fe
 
Los musulmanes cayeron vencidos aquel día y tuvieron que abandonar la región. San Juan de Capistrano fue aclamado entonces como un héroe. Lamentablemente no mucho después, aunque Hungría había sido librada de la invasión, sufrió otro tipo de flagelo: una gran peste se extendió en el país y muchos contrajeron la enfermedad, entre ellos el santo.
 
Juan de Capistrano murió, como consecuencia de la peste, el 23 de octubre de 1456, a la edad de 70 años. Fue canonizado por el Papa Alejandro VII en 1690.
 
Ecos en América: EE. UU.
 
San Juan de Capistrano fue el nombre que tomó una de las más famosas misiones franciscanas del siglo XVIII, durante la colonización de la Alta California, actualmente perteneciente a Estados Unidos. La bella ciudad que se construyó sobre la base de la misión mantiene su nombre hasta hoy.
 
¡San Juan de Capistrano, ruega por la cristiandad! ¡Que por tu santa intercesión ella se vea fortalecida en el amor por el mundo entero!(ACI Prensa).

21 octubre, 2025

Santa Úrsula, Mártir y Patrona de los estudiantes y de la juventud femenina

 Painting of Santa Úrsula standing holding a flag with flowing banner dressed in red gown with white sleeves and blue accents surrounded by pink roses on maroon background text overlay reads Santa Úrsula Patrona de las estudiantes y la juventud femenina 21 de octubre aciprensa.com.

21 de octubre
Santa Úrsula
Mártir y Patrona de los estudiantes y de la juventud femenina
 
Cada 21 de octubre la Iglesia recuerda a Santa Úrsula de Colonia, santa del siglo IV, patrona de las estudiantes y la juventud femenina.
 
De acuerdo a una antigua tradición, muy popular en la Edad Media, Santa Úrsula fue una jovencita que padeció el martirio junto a un grupo de vírgenes consagradas a Dios como ella.
 
Úrsula, cuyo nombre quiere decir “osezna” u “osita” en latín, nació en el seno de una familia perteneciente a la nobleza, en el siglo IV, en la actual Colonia (Alemania). En ese tiempo aquella región europea estaba anexada al Imperio romano.
 
Virginidad y martirio
 
La cuna de Úrsula fue pagana, pero ella se convirtió al cristianismo y quiso consagrar su virginidad al Señor. Al ser pretendida por un príncipe bretón, decidió viajar a Roma con el propósito de encontrar el apoyo del Papa y poder mantener su promesa de no contraer matrimonio y dedicar su vida a Dios.
 
La santa emprendió el viaje acompañada por sus doncellas. En Roma fue recibida por el Papa Siricio, quien la bendijo y la invitó a ser predicadora del Evangelio.
 
De regreso en Colonia, ella y sus compañeras cayeron en manos de los hunos, pueblo bárbaro que había invadido el territorio germano, cuyo líder, Atila, era célebre por su crueldad. Atila y sus hombres quisieron someter al grupo de mujeres a su voluntad. Úrsula y sus compañeras rechazaron las amenazas a sabiendas de que el precio a pagar se haría efectivo con su sangre.
 
Por haberse negado a aceptar los deseos de Atila, Úrsula y sus acompañantes fueron condenadas a muerte.
 
Culto e historicidad
 
La canonización de Santa Úrsula no está documentada de manera oficial, pero aún sin eso nadie duda de ello, en gran parte porque su santidad era reconocida por el pueblo cristiano desde el momento de su sacrificio, muchísimo antes de la creación de cualquier institución eclesial encargada específicamente de estos asuntos, como el actual Dicasterio de las Causas de los Santos.
 
A pesar de esta relativa dificultad, se sabe que el culto a Santa Úrsula fue aprobado por varios Papas, y que su devoción llegó a extenderse muchísimo durante la baja Edad Media y el inicio de los tiempos modernos.
 
Inspiradora de muchas mujeres santas y protectora de Alemania
 
Santa Hildegarda de Bingen, en el siglo XII, compuso unos célebres cantos (poemas) en honor a Santa Úrsula; y Santa Ángela de Merici, en el siglo XVI, da cuenta de cómo Santa Úrsula se le apareció en sueños y le pidió que velara por el alma de las jóvenes. Inspirada en aquel sueño, Santa Ángela fundó la primera Orden de mujeres dedicada a la enseñanza: las llamadas “ursulinas”. Al menos durante los últimos siglos de la Edad Media, a Santa Úrsula se le consideró generalmente como la patrona de las universidades.
 
En tiempos más recientes (agosto de 2005), el Papa Benedicto XVI, de visita en la Ciudad de Colonia, recordó a la joven santa y mártir: “No voy a seguir ensalzando a la ciudad de Colonia, aunque sería posible y significativo hacerlo: llevaría mucho tiempo, porque de Colonia se podrían decir muchísimas cosas grandes y hermosas… Quisiera recordar que aquí veneramos a Santa Úrsula y a sus compañeras”.(ACI Prensa).

18 octubre, 2025

San Lucas Evangelista, discípulo de San Pablo

 Sam Lucas

   

¡Oh!, San Lucas Evangelista vos, sois el hijo del Dios
de la Vida, su amado Apóstol y santo que, habéis lustre
dado al significado de vuestro nombre que significa:
“luminoso, iluminado”. Y, muy cierto, pues solo así, y con
tal luminosidad pudisteis escribir «El Tercer Evangelio«
y «Los Hechos de los apóstoles», cuyo estilo, a la gente
de todos los tiempos cautivó, cautiva y cautivará.
San Pablo, os llamaba “Lucas, el médico muy amado”.
Ya que, por su salud velabais, con gran sublime amor
en sus viajes y prisiones. “El libro más encantador
del mundo”, llamaron al vuestro, pues de Cristo,
hablasteis de su lado tierno y humano, pues vos, veíais,
a las gentes, tal cual son: una parte debilidad y la otra
de voluntad llena. Y, así, las amabais y las comprendíais
mucho más. Vuestro evangelio, inconfundible es, pues
ágil es y fácil de leer, porque en mil doscientas líneas
plasmasteis el Amor que tiene Cristo, hacia los pobres,
los pequeños, los enfermos y los arrepentidos pecadores
Y, otros, dicen que es un maravilloso “Evangelio de la
oración”, porque vos, a Jesús, Dios y Señor Nuestro,
lo presentáis en todos los momentos orando e instando
a hacerlo sin cansarse y continuamente. Y, finalmente,
a vuestro evangelio, le han llamado el “Evangelio de los
pecadores”, porque a Jesús, lo presentáis de comprensión
y de amor derrochador, con los que han sido víctimas
de sus pasiones. Vuestro evangelio también los hechos
de la infancia de Jesús narran y ellos, han inspirado
a los más famosos pintores para representar en imágenes
las más vívidas escenas. Y, así, luego de haber vuestra
santa vida gastado en buena lid en favor de Jesucristo,
voló, vuestra alma al cielo, para, coronada ser de luz,
como premio justo a vuestra grande entrega de amor y fe;
¡oh!, San Lucas, “viva misericordia del Dios Vivo, por los pecadores”.

© 2025 by Luis Ernesto Chacón Delgado
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18 de Octubre
San Lucas Evangelista
Siglo I

Gracias Lucas por tu bello evangelio y tu libro de Los Hechos de los Apóstoles. Queremos leer muchas veces tan bellos escritos.

Sed misericordiosos como vuestro Padre Celestial es misericordioso (San Lucas 6,36).

Lucas significa: “luminoso, iluminado” (viene del latín “luce” = luz). San Lucas escribió dos libros muy famosos: el tercer Evangelio y Los Hechos de los apóstoles. Es un escritor muy agradable, y el que tiene el estilo más hermoso en el Nuevo Testamento. Sus dos pequeños libros se leen con verdadero agrado.

Era médico. San Pablo lo llama “Lucas, el médico muy amado”, y probablemente cuidaba de la quebrantada salud del gran apóstol. Era compañero de viajes de San Pablo. En los Hechos de los apóstoles, al narrar los grandes viajes del Apóstol, habla en plural diciendo “fuimos a… navegamos a…” Y va narrando con todo detalle los sucesos tan impresionantes que le sucedieron a San Pablo en sus 4 famosos viajes. Lucas acompañó a San Pablo cuando éste estuvo prisionero, primero dos años en Cesarea y después otros dos en Roma. Es el único escritor del Nuevo Testamento que no es israelita. Era griego.

El poeta Dante le dio a San Lucas este apelativo: “el que describe la amabilidad de Cristo”. Y con razón el Cardenal Mercier cuando un alumno le dijo: “Por favor aconséjeme cuál es el mejor libro que se ha escrito acerca de Jesucristo”, le respondió: “El mejor libro que se ha escrito acerca de Jesucristo se llama: El Evangelio de San Lucas”. Un autor llamó a este escrito: “El libro más encantador del mundo”.

Como era médico era muy comprensivo. Dicen que un teórico de oficina, ve a las gentes mejor de lo que son. Un sociólogo las ve peor de lo que son en realidad. Pero el médico ve a cada uno tal cual es. San Lucas veía a las personas tal cual son (mitad debilidad y mitad buena voluntad) y las amaba y las comprendía.

En su evangelio demuestra una gran estimación por la mujer. Todas las mujeres que allí aparecen son amables y Jesús siempre les demuestra gran aprecio y verdadera comprensión.

Su evangelio es el más fácil de leer, de todos los cuatro. Son 1,200 renglones escritos en excelente estilo literario. Lo han llamado “el evangelio de los pobres”, porque allí aparece Jesús prefiriendo siempre a los pequeños, a los enfermos, a los pobres y a los pecadores arrepentidos. Es un Jesús que corre al encuentro de aquellos para quienes la vida es más dura y angustiosa.

También se ha llamado: “el evangelio de la oración”, porque presenta a Jesús orando en todos los grandes momentos de su vida e insistiendo continuamente en la necesidad de orar siempre y de no cansarse de orar.

Otro nombre que le han dado a su escrito es el “evangelio de los pecadores”, porque presenta siempre a Jesús infinitamente comprensivo con los que han sido víctimas de las pasiones humanas. San Lucas quiere insistir en que el amor de Dios no tiene límites ni rechaza a quien desea arrepentirse y cambiar de vida. Por eso los pecadores leen con tanto agrado y consuelo el evangelio de San Lucas. Es que fue escrito pensando en ellos.

Su evangelio es el que narra los hechos de la infancia de Jesús, y en él se han inspirado los más famosos pintores para representar en imágenes tan amables escenas.

Dicen que murió soltero, a la edad de 84 años, después de haber gastado su vida en hacer conocer y amar a Nuestro Señor Jesucristo.

(http://www.ewtn.com/spanish/saints/Lucas.htm)

17 octubre, 2025

San Ignacio de Antioquía, Mártir y el primero el llam,ar a la Iglesia "CATÓLICA"

 San Ignacio de Antioquía

   

¡Oh!, San Ignacio de Antioquía, vos, sois el hijo del Dios
de la Vida y su amado santo, y que, honor hicisteis al
significado de vuestro nombre: “lleno de fuego”. Y, sí,
estabais así, “lleno de fuego” pero, de amor por el Dios
de la Vida. Vos, cuando al martirio erais llevado, en vez
de miedo sentir, rogabais a vuestros amigos a que os
ayudaran a pedirle a Dios, que las fieras no se marchasen
sin destrozaros pues, deseabais muerto ser, por vuestro
amor a Cristo Jesús. Y, era Él, quien os inflamaba vuestra
alma y cuerpo. Y, así, os apresaron por negaros a adorar
los falsarios ídolos de Trajano, y le respondisteis a sus
preguntas con valor y fe: «¿Por qué te niegas a adorar
a mis dioses, hombre malvado? ¡No me llames malvado! Más
bien llámame Teóforo, que significa el que lleva a Dios
dentro de sí. ¿Y por qué no aceptas a mis dioses? ¡Porque
ellos no son dioses. No hay sino un solo Dios, el que hizo
el cielo y la tierra. Y a su único Hijo Jesucristo, es a
quien sirvo yo!» Y, sin más, el impío Trajano, mandó que os
llevaran a Roma, para luego, echado ser a las fieras.
“Que vengan sobre mí, fuego, cruz, cuchilladas, fracturas,
mordiscos, desgarrones, y que mi cuerpo sea hecho pedazos
con tal de poder demostrarle mi amor al Señor Jesús”. Así,
les escribisteis a los cristianos en Roma. Y, cuando
llegasteis, os arrodillasteis lleno de paz, y orasteis
con ellos por la Iglesia, por el término de la persecución
y por la paz del mundo. Y, luego las fieras, os dieron
la paz y la alegría que anhelabais: ser coronado con corona
de luz, como justo premio a vuestro ejemplo de amor y fe;
¡oh!, San Ignacio de Antioquía, “vivo fuego del Dios Vivo y eterno”.

© 2025 by Luis Ernesto Chacón Delgado
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17 de Octubre
San Ignacio de Antioquía
Mártir
Año 107

Ignacio significa: “lleno de fuego” (Ingeus: fuego). Nuestro santo estaba lleno de fuego de amor por Dios.

Antioquía era una ciudad famosa en Asia Menor, en Siria, al norte de Jerusalén. En esa ciudad (que era la tercera en el imperio Romano, después de Roma y Alejandría) fue donde los seguidores de Cristo empezaron a llamarse “cristianos”. De esa ciudad era obispo San Ignacio, el cual se hizo célebre porque cuando era llevado al martirio, en vez de sentir miedo, rogaba a sus amigos que le ayudaran a pedirle a Dios que las fieras no le fueran a dejar sin destrozar, porque deseaba ser muerto por proclamar su amor a Jesucristo.

Dicen que fue un discípulo de San Juan Evangelista. Por 40 años estuvo como obispo ejemplar de Antioquía que, después de Roma, era la ciudad más importante para los cristianos, porque tenía el mayor número de creyentes.

Mandó el emperador Trajano que pusieran presos a todos los que no adoraran a los falsos dioses de los paganos. Como Ignacio se negó a adorar esos ídolos, fue llevado preso y entre el perseguidor y el santo se produjo el siguiente diálogo:

-¿Por qué te niegas a adorar a mis dioses, hombre malvado?
-No me llames malvado. Más bien llámame Teóforo, que significa el que lleva a Dios dentro de sí.
-¿Y por qué no aceptas a mis dioses?
Porque ellos no son dioses. No hay sino un solo Dios, el que hizo el cielo y la tierra. Y a su único Hijo Jesucristo, es a quien sirvo yo.

El emperador ordenó entonces que Ignacio fuera llevado a Roma y echado a las fieras, para diversión del pueblo. Encadenado fue llevado preso en un barco desde Antioquía hasta Roma en un largo y penosísimo viaje, durante el cual el santo escribió siete cartas que se han hecho famosas. Iban dirigidas a las Iglesias de Asia Menor.

En una de esas cartas dice que los soldados que lo llevaban eran feroces como leopardos; que lo trataban como fieras salvajes y que cuanto más amablemente los trataba él, con más furia lo atormentaban.

El barco se detuvo en muchos puertos y en cada una de esas ciudades salían el obispo y todos los cristianos a saludar al santo mártir y a escucharle sus provechosas enseñanzas. De rodillas recibían todos su bendición. Varios se fueron adelante hasta Roma a acompañarlo en su gloriosos martirio.

Con los que se adelantaron a ir a la capital antes que él, envió una carta a los cristianos de Roma diciéndoles: “Por favor: no le vayan a pedir a Dios que las fieras no me hagan nada. Esto no sería para mí un bien sino un mal. Yo quiero ser devorado, molido como trigo, por los dientes de las fieras para así demostrarle a Cristo Jesús el gran amor que le tengo. Y si cuando yo llegue allá me lleno de miedo, no me vayan a hacer caso si digo que ya no quiero morir. Que vengan sobre mí, fuego, cruz, cuchilladas, fracturas, mordiscos, desgarrones, y que mi cuerpo sea hecho pedazos con tal de poder demostrarle mi amor al Señor Jesús”. ¡Admirable ejemplo!.

Al llegar a Roma, salieron a recibirlo miles de cristianos. Y algunos de ellos le ofrecieron hablar con altos dignatarios del gobierno para obtener que no lo martirizaran. Él les rogó que no lo hicieran y se arrodilló y oró con ellos por la Iglesia, por el fin de la persecución y por la paz del mundo. Como al día siguiente era el último y el más concurrido día de las fiestas populares y el pueblo quería ver muchos martirizados en el circo, especialmente que fueran personajes importantes, fue llevado sin más al circo para echarlo a las fieras. Era el año 107.

Ante el inmenso gentío fue presentado en el anfiteatro. Él oró a Dios y en seguida fueron soltados dos leones hambrientos y feroces que lo destrozaron y devoraron, entre el aplauso de aquella multitud ignorante y cruel. Así consiguió Ignacio lo que tanto deseaba: ser martirizado por proclamar su amor a Jesucristo.

Algunos escritores antiguos decían que Ignacio fue aquel niño que Jesús colocó en medio de los apóstoles para decirles: “Quien no se haga como un niño no puede entrar en el reino de los cielos” (Mc. 9,36).

San Ignacio dice en sus cartas que María Santísima fue siempre Virgen. Él es el primero en llamar Católica, a la Iglesia de Cristo (Católica significa: universal).

(http://www.ewtn.com/spanish/Saints/Ignacio_de_Antioquia.htm)

16 octubre, 2025

Santa Margarita María de Alacoque, vidente del Sagrado Corazón de Jesús

Puede ser una imagen de 1 persona y texto que dice "Desde lafe Santa Margarita MA. DE ALACOQUE 1 Nació el 25 de julio de 1647 en Janots, Borgoña, Francia. 2 Ingresó al Convento de la Visitación de Paray-le-Monial el 20 de junio de 1671. 3 Jesús se le apareció varias veces para expresarle su amor por la humanidad. Le compartió el dolor de su Corazón cuando los hombres se alejan de Él causa del pecado. 5 En mayo de 1673, Jesús le reveló las 12 promesas de su Sagrado Corazón. 6 Murió a los 43 años de edad, el17 de octubre de 1690. SJP m PWG SONN7 DESDELAFE.MX MX" 

         

¡Oh!, Santa Margarita María de Alacoque, vos, sois la hija
del Dios de la Vida, su amada santa y aquella que, promesa
hizo de manteneros pura, aprendiendo a rezar el santo rosario
que con fervor recitabais cada día y así, no olvidar a la
Virgen Santísima que os libró de muchos peligros. “Desde ese
día el buen Dios me concedió tanta amargura en los placeres
mundanos, que, aunque como jovencita inexperta que era
a veces los buscaba muy amargos y desagradables me resultaban,
mas en cambio, encontraba un gusto especial en la oración”.
Un día, Jesús os dijo: “Soy lo mejor que en esta vida puedes
elegir. Si te decides a dedicarte a mi servicio tendrás paz y
alegría. Si te quedas en el mundo tendrás tristeza y amargura”.
Y, vos, lo escuchasteis y, así lo hicisteis. “He aquí el corazón
que tanto ha amado a la gente y en cambio recibe ingratitud
y olvido. Tú debes procurar desagraviarme”, os dijo Nuestro
Señor Jesucristo y os alentó a que propagaseis la devoción
a su Sacratísimo Corazón y además, os pidió que se celebrara
la Fiesta de Su Sagrado Corazón, cada año el Viernes de la
semana siguiente a la fiesta del Cuerpo y la Sangre de Cristo.
“Te he escogido a ti que eres un abismo de miserias, para que
aparezca más mi poder. Y en cuanto a tu frialdad para amar
a Dios, te regalo una chispita del amor de mi Corazón”. Y, así
fue, y ¡una chispa, ardió en vuestro corazón! Nuestro Señor os
decía: “No hagas nada sin permiso de las superioras. El demonio
no tiene poder contra las que son obedientes”. El Corazón
de Jesús os dijo: “Si quieres agradarme confía en Mí. Si quieres
agradarme más, confía más. Si quieres agradarme inmensamente,
confía inmensamente en Mí”. Antes de morir obtuvisteis que
en vuestra comunidad se celebrara por primera vez la fiesta
del Sagrado Corazón de Jesús. Y, así, vuestra alma voló al
cielo, llena de alegría, porque podíais ir a estar para siempre
en el cielo, al lado de Vuestro Amadísimo Señor Jesús, cuyo
Corazón habíais enseñado a amar en este mundo. Y, hoy, con fuego
propio brilláis como premio justo a vuestra entrega de amor y fe;
¡oh!, Santa Margarita de Alacoque, “Vivo fuego del Corazón del Dios Vivo”.

© 2025 by Luis Ernesto Chacón Delgado
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16 de octubre
Santa Margarita María de Alacoque
Año 1690

Digamos de vez en cuando las dos oraciones tan queridas para los devotos del Sagrado Corazón: “Jesús manso y humilde de corazón, haz nuestro corazón semejante al tuyo”. “Sagrado Corazón de Jesús. En voz confío”.

Margarita nace el 22 de julio de 1647 en el pequeño pueblo de Lautecour en Francia. Su padre Claudio Alacoque, juez y notario. La mamá Filiberta Lamyn. Los hijos son cinco. La menor es Margarita. El párroco, Antonio Alacoque, tío suyo, la bautiza a los tres días de nacida. Ella dice en su autobiografía que desde pequeña le concedió Dios que Jesucristo fuera el único dueño de su corazón. Y le concedió otro gran favor: un gran horror al pecado, de manera que aun la más pequeña falta le resultaba insoportable.

Dice que siendo todavía una niña, un día en la elevación de la Santa Hostia en la Misa le hizo a Dios la promesa de mantenerse siempre pura y casta. Voto de castidad. Aprendió a rezar el rosario y lo recitaba con especial fervor cada día y la Virgen Santísima le correspondió librándola de muchos peligros.

La llevan al colegio de las Clarisas y a los nueve años hace La Primera Comunión. Dice “Desde ese día el buen Dios me concedió tanta amargura en los placeres mundanos, que aunque como jovencita inexperta que era a veces los buscaba, me resultaban muy amargos y desagradables. En cambio encontraba un gusto especial en la oración”.

Vino una enfermedad que la tuvo paralizada por varios años. Pero al fin se le ocurrió consagrarse a la Virgen Santísima y ofrecerle propagar su devoción, y poco después Nuestra Señora le concedió la salud. Era muy joven cuando quedó huérfana de padre, y entonces la mamá de Don Claudio Alacoque y dos hermanas de él, se vinieron a la casa y se apoderaron de todo y la mamá de Margarita y sus cinco niños se quedaron como esclavizados. Todo estaba bajo llave y sin el permiso de las tres mandonas mujeres no salía nadie de la casa. Así que a Margarita no le permitían ni siquiera salir entre semana a la iglesia. Ella se retiraba a un rincón y allí rezaba y lloraba. La regañaban continuamente.

En medio de tantas penas le pareció que Nuestro Señor le decía que deseaba que ella imitara lo mejor posible en la vida de dolor al Divino Maestro que tan grandes penas y dolores sufrió en su Pasión y muerte. En adelante a ella no sólo no le disgusta que le lleguen penas y dolores sino que acepta todo esto con el mayor gusto por asemejarse lo mejor posible a Cristo sufriente.

Lo que más la hacía sufrir era ver cuán mal y duramente trataban a su propia madre. Pero le insistía en que ofrecieran todo esto por amor de Dios. Una vez la mamá se enfermó tan gravemente de erisipela que el médico diagnosticó que aquella enfermedad ya no tenía curación. Margarita se fue entonces a asistir a una Santa Misa por la salud de la enferma y al volver encontró que la mamá había empezado a curar de manera admirable e inexplicable.

A los 18 años por deseo de sus familiares empezó a arreglarse esmeradamente y a frecuentar amistades y fiestas sociales con jóvenes. Pero estos pasatiempos mundanales le dejaban en el alma una profunda tristeza. Su corazón deseaba dedicarse a la oración y a la soledad. Pero la familia le prohibía todo esto.

El demonio le traía la tentación de que si se iba de religiosa no sería capaz de perseverar y tendría que devolverse a su casa con vergüenza y desprestigio. Rezó a la Virgen María y Ella le alejó este engaño y tentación y la convenció de que siempre la ayudaría y defendería.

Un día después de comulgar sintió que Jesús le decía: “Soy lo mejor que en esta vida puedes elegir. Si te decides a dedicarte a mi servicio tendrás paz y alegría. Si te quedas en el mundo tendrás tristeza y amargura”. Desde entonces decidió hacerse religiosa, costara lo que costara.

En el año 1671 fue admitida en la comunidad de La Visitación, fundada por San Francisco de Sales. Entró al convento de Paray-le=Monial. Una de sus compañeras de noviciado dejó escrito: “Margarita dio muy buen ejemplo a las hermanas por su caridad; jamás dijo una sola palabra que pudiera molestar a alguna, y demostraba una gran paciencia al soportar las duras reprimendas y humillaciones que recibía frecuentemente”.

La pusieron de ayudante de una hermana que era muy fuerte de carácter y ésta se desesperaba al ver que Margarita era tan tranquila y callada. La superiora empleaba métodos duros y violentos que hacían sufrir fuertemente a la joven religiosa, pero esta nunca daba la menor muestra de estar disgustada. Con esto la estaba preparando Nuestro Señor para que se hiciera digna de las revelaciones que iba a recibir.

El 27 de diciembre de 1673 se le apareció por primera vez el Sagrado Corazón de Jesús. Ella había pedido permiso para ir los jueves de 9 a 12 de la noche a rezar ante el Santísimo Sacramento del altar, en recuerdo de las tres horas que Jesús pasó orando y sufriendo en el Huerto de Getsemaní.

De pronto se abrió el sagrario donde están las hostias consagradas y apareció Jesucristo como lo vemos en algunos cuadros que ahora tenemos en las casas. Sobre el manto su Sagrado Corazón, rodeado de llamas y con una corona de espinas encima, y una herida. Jesús señalando su corazón con la mano le dijo: “He aquí el corazón que tanto ha amado a la gente y en cambio recibe ingratitud y olvido. Tú debes procurar desagraviarme”. Nuestro Señor le recomendó que se dedicara a propagar la devoción al Corazón de Jesús porque el mundo es muy frío en amor hacia Dios y es necesario enfervorizar a las personas por este amor.

Durante 18 meses el Corazón de Jesús se le fue apareciendo. Le pidió que se celebrara la Fiesta del Sagrado Corazón cada año el Viernes de la semana siguiente a la fiesta del Cuerpo y la Sangre de Cristo (Corpus).

El Corazón de Jesús le hizo a Santa Margarita unas promesas maravillosas para los que practiquen esta hermosa devoción. Por ejemplo “Bendeciré las casas donde sea expuesta y honrada la imagen de mi Sagrado Corazón. Daré paz a las familias. A los pecadores los volveré buenos y a los que ya son buenos los volveré santos. Asistiré en la hora de la muerte a los que me ofrezcan la comunión de los primeros Viernes para pedirme perdón por tantos pecados que se cometen”, etc.

Margarita le decía al Sagrado Corazón: “¿Por qué no elige a otra que sea santa, para que propague estos mensajes tan importantes? Yo soy demasiado pecadora y muy fría para amar a mi Dios”. Jesús le dijo: “Te he escogido a ti que eres un abismo de miserias, para que aparezca más mi poder. Y en cuanto a tu frialdad para amar a Dios, te regalo una chispita del amor de mi Corazón”. Y le envió una chispa de la llama que ardía sobre su Corazón, y desde ese día la santa empezó a sentir un amor grandísimo hacia Dios y era tal el calor que le producía su corazón que en pleno invierno, a varios grados bajo cero, tenía que abrir la ventana de su habitación porque sentía que se iba a quemar con tan grande llama de amor a Dios que sentía en su corazón (¡Ojalá Dios nos diera a nosotros una chispita de esas!)

Nuestro Señor le decía: “No hagas nada sin permiso de las superioras. El demonio no tiene poder contra las que son obedientes”.

Margarita enfermó gravemente. La superiora le dijo: “Creeré que sí son ciertas las apariciones de que habla, si el Corazón de Jesús le concede la curación”. Ella le pidió al Sagrado Corazón que la curara y sanó inmediatamente. Desde ese día su superiora creyó que sí en verdad se le aparecía Nuestro Señor.

Dios permitió que enviaran de capellán al convento de Margarita a San Claudio de la Colombiere y este hombre de Dios que era jesuita, obtuvo que en la Compañía de Jesús fuera aceptada la devoción al Corazón de Jesús. Desde entonces los jesuitas la han propagado por todo el mundo.

Margarita fue nombrada Maestra de novicias. Enseñó a las novicias la devoción al Sagrado Corazón (que consiste en imitar a Jesús en su bondad y humildad y en confiar inmensamente en Él, en ofrecer oraciones y sufrimientos y misas y comuniones para desagraviarlo, y en honrar su santa imagen) y aquellas jóvenes progresaron rapidísimo en santidad. Luego enseñó a su hermano (comerciante) esta devoción y el hombre hizo admirables progresos en santidad. Los jesuitas empezaron a comprobar que en las casas donde se practicaba la devoción al Corazón de Jesús las personas se volvían mucho más fervorosas.

El Corazón de Jesús le dijo: “Si quieres agradarme confía en Mí. Si quieres agradarme más, confía más. Si quieres agradarme inmensamente, confía inmensamente en Mí”.

Antes de morir obtuvo que en su comunidad se celebrara por primera vez la fiesta del Sagrado Corazón de Jesús. El 17 de octubre de 1690 murió llena de alegría porque podía ir a estar para siempre en el cielo al lado de su amadísimo Señor Jesús, cuyo Corazón había enseñado ella a amar tanto en este mundo: LA DEVOCIÓN AL SAGRADO CORAZÓN DE JESÚS.

(http://www.ewtn.com/spanish/Saints/Margarita_Maria_Alacoque.htm)

 

15 octubre, 2025

Santa Teresa de Jesús o de Ávila, reformadora del Carmelo, mística y Doctora de la Iglesia

Puede ser una imagen de texto que dice "Santa Teresa de Jesús Primera Doctora de la Iglesia y fundadora de la Orden de as Carmelitas Descalzas 15 de octubre aciprensa.com" 

 

“Vida, ¿qué puedo yo darle
a mi Dios, que vive en mí,
si no es el perderte a ti
para mejor a Él gozarle?
Quiero muriendo alcanzarle,
pues tanto a mi Amado quiero,
que muero porque no muero.”

(Santa Teresa de Ávila 1515-1582)
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Teresa, siempre Teresa

¡Oh!, Santa Teresa de Ávila, sois, vos, la hija del Dios
de la Vida, su amada santa, y de entre sus doncellas
arrobada y mística, y entre sus amores mística y arrobada
esposa. “Vivo sin vivir en mí”, decíais vos, del Carmelo
reformadora, Madre de las descalzas y de los descalzos
Carmelitas. “Mater spiritualium” de los católicos escritores,
Santa Patrona y Doctora de la Iglesia. “Y, tan alta vida
espero”, escribisteis, que dejasteis atrás la vida de mundo,
y, he aquí, que abristeis vuestros ojos espirituales
a un nuevo mundo: «la casa del Padre eterno». Y, sois, vos,
entre sus doncellas la arrobada y mística esposa y, entre
sus amores la mística y arrobada doncella que, de luz llena
desde antes supisteis: “Que muero porque no muero”. “Cuando
empecé a caer en la cuenta de la pérdida tan grande que
había tenido, comencé a entristecerme sobremanera. Entonces
me arrodillé delante de una imagen de la Santísima Virgen y
le rogué con muchas lágrimas que me aceptara como hija suya,
y que quisiera ser Ella mi madre en adelante”. Y lo ha hecho
maravillosamente muy bien. La lectura “Las Cartas de San
Jerónimo” y “El alfabeto espiritual” de Osuna, santos escritos
que, os abrieron el camino perfecto hacia el cielo. A San
José, le pedisteis curada ser, y así fue, y desde aquél instante
propagasteis la devoción hacia él. A vos, os gustaban los
Cristos de sangre chorreantes. Y, un día al deteneros ante
uno, preguntasteis: “Señor, ¿quién te puso así?”. Y, Él mismo
os dijo: “Tus charlas en la sala de visitas, esas fueron las
que me pusieron así, Teresa”. Y, vos, llorando, nunca más
volvisteis a perder el tiempo. A Dios, con obras, palabras,
holocaustos, sufrimientos y pensamientos le demostrasteis que
lo amabais con todo vuestro corazón. Ganasteis, para vuestra
causa al hermano San Juan de la Cruz, y con él, fundasteis
los Carmelitas descalzos. Dijisteis vos: “Vi un ángel que venía
del tronco de Dios, con una espada de oro que ardía al rojo vivo
como una brasa encendida, y clavó esa espada en mi corazón.
Desde ese momento sentí en mi alma el más grande amor
a Dios”. Por orden expresa de vuestros superiores, escribisteis
vuestra autobiografía titulada “El libro de la vida”; “El libro
de las Moradas” o “Castillo Interior”; importante para la vida
mística. Y “Las fundaciones” o la historia de cómo fue creciendo
vuestra comunidad. Éstas, obras las escribisteis en medio de
dolores de cabeza, describiendo vívidamente con claridad
prístina, vuestras experiencias espirituales. Vos, teníais pocos
libros para consultar y no habíais hecho estudios especiales,
sin embrago vuestros escritos son considerados desde siempre
como textos clásicos en la literatura española y se han vuelto
famosos en el mundo todo. Y, así, fue vuestra santa y mística
vida, pues, el día que voló vuestra alma, se marchó, sí, pero,
para no morir nunca más, y con justicia coronada fuisteis
con corona de luz eterna, como justo premio a vuestro amor y fe;
¡Oh!, Santa Teresa de Ávila, “viva palabra del Dios de la Vida”.

© 2025 by Luis Ernesto Chacón Delgado
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15 de Octubre
Santa Teresa de Ávila
Virgen y Doctora de la Iglesia
(1515-1582)

“En la cruz está la gloria, Y el honor, Y en el padecer dolor, Vida y consuelo,Y el camino más seguro para el cielo.”

Reformadora del Carmelo, Madre de las Carmelitas Descalzas y de los Carmelitas Descalzos; “mater spiritualium” (título debajo de su estatua en la basílica vaticana); patrona de los escritores católicos y Doctora de la Iglesia (1970): La primera mujer, que junto a Santa Catalina de Sena recibe este título.

Nació en Ávila, España, el 28 de marzo de 1515. Su nombre, Teresa de Cepeda y Ahumada, hija de Alonso Sánchez de Cepeda y Beatriz Dávila Ahumada. En su casa eran 12 hijos. Tres del primer matrimonio de Don Alonso y nueve del segundo, entre estos últimos, Teresa. Escribe en su autobiografía: “Por la gracia de Dios, todos mis hermanos y medios hermanos se asemejaban en la virtud a mis buenos padres, menos yo”.

De niños, ella y Rodrigo, su hermano, eran muy aficionados a leer vidas de santos, y se emocionaron al saber que los que ofrecen su vida por amor a Cristo reciben un gran premio en el cielo. Así que dispusieronse irse a tierras de mahometanos a declararse amigos de Jesús y así ser martirizados para conseguir un buen puesto en el cielo. Afortunadamente, por el camino se encontraron con un tío suyo que los regresó a su hogar. Entonces dispusieronse construir una celda en el solar de la casa e irse a rezar allá de vez en cuando, sin que nadie los molestara ni los distrajese.

La mamá de Teresa murió cuando la joven tenía apenas 14 años. Ella misma cuenta en su autobiografía: “Cuando empecé a caer en la cuenta de la pérdida tan grande que había tenido, comencé a entristecerme sobremanera. Entonces me arrodillé delante de una imagen de la Santísima Virgen y le rogué con muchas lágrimas que me aceptara como hija suya y que quisiera ser Ella mi madre en adelante. Y lo ha hecho maravillosamente bien”.

Sigue diciendo ella: “Por aquel tiempo me aficioné a leer novelas. Aquellas lecturas enfriaron mi fervor y me hicieron caer en otras faltas. Comencé a pintarme y a buscar a parecer y a ser coqueta. Ya no estaba contenta sino cuando tenía una novela entre mis manos. Pero esas lecturas me dejaban tristeza y desilusión”.

Afortunadamente el papá se dio cuenta del cambio de su hija y la llevó a los 15 años, a estudiar interna en el colegio de hermanas Agustinas de Ávila. Allí, después de año y medio de estudios enfermó y tuvo que volver a casa.

Providencialmente una persona piadosa puso en sus manos “Las Cartas de San Jerónimo”, y allí supo por boca de tan grande santo, cuán peligrosa es la vida del mundo y cuán provechoso es para la santidad el retirarse a la vida religiosa en un convento. Desde entonces se propuso que un día sería religiosa.

Comunicó a su padre el deseo que tenía de entrar en un convento. Él, que la quería muchísimo, le respondió: “Lo harás, pero cuando yo ya me haya muerto”. La joven sabía que el esperar mucho tiempo y quedarse en el mundo podría hacerla desistir de su propósito de hacerse religiosa. Y entonces se fugó de la casa. Dice en sus recuerdos: “Aquel día, al abandonar mi hogar sentía tan terrible angustia, que llegué a pensar que la agonía y la muerte no podían ser peores de lo que experimentaba yo en aquel momento. El amor de Dios no era suficientemente grande en mí para ahogar el amor que profesaba a mi padre y a mis amigos”.

La santa determinó quedarse de monja en el convento de Ávila. Su padre al verla tan resuelta a seguir su vocación, cesó de oponerse. Ella tenía 20 años. Un año más tarde hizo sus tres juramentos o votos de castidad, pobreza y obediencia y entró a pertenecer a la Comunidad de hermanas Carmelitas.

Poco después de empezar a pertenecer a la comunidad carmelitana, se agravó de un mal que la molestaba. Quizá una fiebre palúdica. Los médicos no lograban atajar el mal y éste se agravaba. Su padre la llevó a su casa y fue quedando casi paralizada. Pero esta enfermedad le consiguió un gran bien, y fue que tuvo oportunidad de leer un librito que iba a cambiar su vida. Se llamaba “El alfabeto espiritual”, por Osuna, y siguiendo las instrucciones de aquel librito empezó a practicar la oración mental y a meditar. Estas enseñanzas le van a ser de inmensa utilidad durante toda su vida. Ella decía después que si en este tiempo no hizo mayores progresos fue porque todavía no tenía un director espiritual, y sin esta ayuda no se puede llegar a verdaderas alturas en la oración.

A los tres años de estar enferma encomendó a San José que le consiguiera la gracia de la curación, y de la manera más inesperada recobró la salud. En adelante toda su vida será una gran propagadora de la devoción a San José, Y todos los conventos que fundará los consagrará a este gran santo.

Teresa tenía un gran encanto personal, una simpatía impresionante, una alegría contagiosa, y una especie de instinto innato de agradecimiento que la llevaba a corresponder a todas las amabilidades. Con esto se ganaba la estima de todos los que la rodeaban. Empezar a tratar con ella y empezar a sentir una inmensa simpatía hacia su persona, eran una misma cosa.

En aquellos tiempos había en los conventos de España la dañosa costumbre de que las religiosas gastaban mucho tiempo en la sala recibiendo visitas y charlando en la sala con las muchas personas que iban a gozar de su conversación. Y esto le quitaba el fervor en la oración y no las dejaba concentrarse en la meditación y se llegó a convencer de que ella no podía dedicarse a tener verdadera oración con Dios porque era muy disipada. Y que debía dejar de orar tanto.

A ella le gustaban los Cristos bien chorreantes de sangre. Y un día al detenerse ante un crucifijo muy sangrante le preguntó: “Señor, ¿quién te puso así?”, y le pareció que una voz le decía: “Tus charlas en la sala de visitas, esas fueron las que me pusieron así, Teresa”. Ella se echó a llorar y quedó terriblemente impresionada. Pero desde ese día ya no vuelve a perder tiempo en charlas inútiles y en amistades que no llevan a la santidad. Y Dios en cambio le concederá enormes progresos en la oración y unas amistades formidables que le ayudarán a llegar a la santidad.

Teresa tuvo dos ayudas formidables para crecer en santidad: su gran inclinación a escuchar sermones, aunque fueran largos y cansones y su devoción por grandes personajes celestiales. Además de su inmensa devoción por la Santísima Virgen y su fe total en el poder de intercesión de san José, ella rezaba frecuentemente a dos grandes convertidos: San Agustín y María Magdalena. Para imitar a esta santa que tanto amó a Jesús, se propuso meditar cada día en la Pasión y Muerte de Jesús, y esto la hizo crecer mucho en santidad. Y en honor de San Agustín leyó el libro más famoso del gran santo “las Confesiones“, y su lectura le hizo enorme bien.

Como las sequedades de espíritu le hacían repugnante la oración y el enemigo del alma le aconsejaba que dejara de rezar y de meditar porque todo eso le producía aburrimiento, su confesor le avisó que dejar de rezar y de meditar sería entregarse incondicionalmente al poder de Satanás y un padre jesuita le recomendó que para orar con más amor y fervor eligiera como “maestro de oración” al Espíritu Santo y que rezara cada día el Himno “Ven Creador Espíritu”. Ella dirá después: “El Espíritu Santo como fuerte huracán hace adelantar más en una hora la navecilla de nuestra alma hacia la santidad, que lo que nosotros habíamos conseguido en meses y años remando con nuestras solas fuerzas”.

Y el Divino Espíritu empezó a concederle Visiones Celestiales. Al principio se asustó porque había oído hablar de varias mujeres a las cuales el demonio engañó con visiones imaginarias. Pero hizo confesión general de toda su vida con un santo sacerdotes y le consultó el caso de sus visiones, y este le dijo que se trataba de gracias de Dios.

Nuestro Señor le aconsejó en una de sus visiones: “No te dediques tanto a hablar con gente de este mundo. Dedícate más bien a comunicarte con el mundo sobrenatural”. En algunos de sus éxtasis se elevaba hasta un metro por los aires (Éxtasis es un estado de contemplación y meditación tan profundo que se suspenden los sentidos y se tienen visiones sobrenaturales). Cada visión le dejaba un intenso deseo de ir al cielo. “Desde entonces – dice ella – dejé de tener medio a la muerte, cosa que antes me atormentaba mucho“. Después de una de aquellas visiones escribió la bella poesía que dice: “Tan alta vida espero que muero porque no muero”.

Teresa quería que los favores que Dios le concedía permanecieran en secreto, pero varias personas de las que la rodeaban empezaron a contar todo esto a la gente y las noticias corrían por la ciudad. Unos la creían loca y otros la acusaban de hipócrita, de orgullo y presunción.

San Pedro Alcántara, uno de los santos más famosos de ese tiempo, después de charlar con la famosa carmelita, declaró que el Espíritu de Dios guiaba a Teresa.

La transverberación

Esta palabra significa: atravesarlo a uno con una gran herida. Dice ella: “Vi un ángel que venía del tronco de Dios, con una espada de oro que ardía al rojo vivo como una brasa encendida, y clavó esa espada en mi corazón. Desde ese momento sentí en mi alma el más grande amor a Dios”.

Desde entonces para Teresa ya no hay sino un solo motivo para vivir: demostrar a Dios con obras, palabras, sufrimientos y pensamientos que lo ama con todo su corazón. Y obtener que otros lo amen también.

Al hacer la autopsia del cadáver de la santa encontraron en su corazón una cicatriz larga y profunda. Para corresponder a esta gracia la santa hizo el voto o juramento de hacer siempre lo que más perfecto le pareciera y lo que creyera que le era más agradable a Dios. Y lo cumplió a la perfección. Un juramento de estos no lo pueden hacer sino personas extraordinariamente santas.

En aquella época del 1500 las comunidades religiosas habían decaído de su antiguo fervor. Las comunidades eran demasiado numerosas lo cual ayudaba mucho a la relajación. Por ejemplo el convento de las carmelitas de Ávila tenía 140 religiosas. Santa Teresa exclamaba: “La experiencia me ha demostrado lo que es una casa llena de mujeres. Dios me libre de semejante calamidad”.

Un día una sobrina de la santa le dijo: “Lo mejor sería fundar una comunidad en que cada casa tuviera pocas hermanas”. Santa Teresa consideró esta idea como venida del cielo y se propuso fundar un nuevo convento, con pocas hermanas pero bien fervorosas. Ella llevaba ya 25 años en el convento. Una viuda rica le ofreció una pequeña casa para ello. San Pedro de Alcántara, San Luis Beltrán y el obispo de la ciudad apoyaron la idea. El Provincial de los Carmelitas concedió el permiso.

Sin embargo la noticia produjo el más terrible descontento general y el superior tuvo que retirar el permiso concedido. Pero Teresa no era mujer débil como para dejarse derrotar fácilmente. Se consiguió amigos en el palacio del emperador y obtuvo una entrevista con Felipe II y este quedó encantado de la personalidad de la santa y de las ideas tan luminosas que ella tenía y ordenó que no la persiguieran más. Y así fue llenando España de sus nuevos conventos de “Carmelitas Descalzas“, poquitas y muy pobres en cada casa, pero fervorosas y dedicadas a conseguir la santidad propia y la de los demás.

Se ganó para su causa a San Juan de la Cruz, y con él fundó los Carmelitas descalzos. Las carmelitas descalzas son ahora 14,000 en 835 conventos en el mundo. Y los carmelitas descalzos son 3,800 en 490 conventos.

Por orden expresa de sus superiores Santa Teresa escribió unas obras que se han hecho famosas. Su autobiografía titulada “El libro de la vida”; “El libro de las Moradas” o Castillo interior; texto importantísimo para poder llegar a la vida mística. Y “Las fundaciones”: o historia de cómo fue creciendo su comunidad. Estas obras las escribió en medio de mareos y dolores de cabeza. Va narrando con claridad impresionante sus experiencias espirituales. Tenía pocos libros para consultar y no había hecho estudios especiales. Sin embrago sus escritos son considerados como textos clásicos en la literatura española y se han vuelto famosos en todo el mundo.

Santa Teresa murió el 4 de octubre de 1582 y la enterraron al día siguiente, el 15 de octubre. ¿Por qué esto? Porque en ese día empezó a regir el cambio del calendario, cuando el Papa añadió 10 días al almanaque para corregir un error de cálculo en el mismo que llevaba arrastrándose ya por años.

(http://www.ewtn.com/spanish/Saints/Teresa_de_Jesus.htm)