09 junio, 2011

San Efrén

Oh, San Efrén, vos sois el hijo del
Dios de la vida y su grande poeta
que realce dando al significado de
vuestro nombre: “muy fructífero”,
hubo jamás, hombre alguno como
vos, que gozara de tanta fama y
honor. De himnos religiosos autor
y de Nuestra Señora cantor. Con
razón justa “Arpa del Espíritu Santo”
os llamaban y a vos os debemos,
que hoy cantemos todos en la Iglesia.
La soledad os inspiró como ave del
cielo venida, en aquellos lugares,
donde santos monjes y eremitas hasta
hoy, tributando viven en oración y
silencio constante, las gracias a Dios
Padre Creador. Con vuestra prédica
maravillabais a la gente de vuestro
tiempo, tanto que los que os oían a
Dios clamaban entre lágrimas y llanto.
El día que partisteis, de seguro que
recibido fuisteis, entre cánticos que vos
mismo compusisteis, para coronado ser
con corona de luz, que jamás marchita;
Oh, San Efrén, “muy fructífero ” Doctor.

© 2011 by Luis Ernesto Chacón Delgado

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9 de junio
San Efrén Doctor de la Iglesia
Poeta
Año 373

Espíritu Santo; envíanos muchos poetas y escritores que como tu fiel discípulo San Efrén, redacten bellos escritos que nos entusiasmen a todos por nuestra santa religión católica.

Efrén significa: “muy fructífero”. San Efrén logró ya durante su vida gran fama como poeta y compositor de himnos religiosos, y en la antigüedad fue el más grande poeta cantor de la Santísima Virgen. La Iglesia Católica lo ha declarado Doctor de la Iglesia y los antiguos lo llamaban “Arpa del Espíritu Santo”. Tenía especialísima cualidad para escribir poesías, y San Basilio dice que era tal la estimación que los antiguos tenían por sus escritos, que después de las lecturas de la Sagrada Escritura, en varias iglesias se leía alguna página escrita por este santo.

El mejor triunfo de San Efrén es el que a él le debemos en gran parte la introducción de los cánticos sagrados e himnos en las ceremonias católicas. Por medio de la música, los himnos se fueron haciendo populares y se extendieron prontamente por todas las iglesias. Los himnos de San Efrén se hicieron famosos por todas partes.

Efrén nació en Nisibe, Mesopotamia (Irak) en el año 306. El afirma de sí mismo que de joven no le daba mucha importancia a la religión, pero que cuando le llegaron las pruebas y los sufrimientos, entonces así se dio cuenta de que necesitaba de Dios.

El santo narra que en un sueño vio que de su lengua nacía una mata de uvas, la cual se extendía por muchas regiones, llevando a todas partes racimos muy agradables y provechosos. Con esto se le anunciaba que sus obras (sus himnos y cantos) se iban a extender por muchas regiones, llevando alegría y agradabilidad.

El obispo lo nombró director de la escuela de canto religioso de su ciudad, y allí formó muchos maestros de canto para que fueran a darle solemnidad a las fiestas religiosas de diversas parroquias.

Los persas de Irán invadieron la ciudad de Nisibe, tratando de acabar con la religión católica, y entonces Efrén junto con gran número de católicos, huyeron a la ciudad de Edesa, y en esa ciudad pasó los últimos años de su vida, dedicado a componer sus inmortales poesías, y a rezar, meditar y enseñar religión a cuantos más podía. Dicen que la idea de dedicarse a componer himnos religiosos le llegó al ver que los herejes llevaban mucha gente a sus reuniones por medio de los cantos que allí recitaban. Y entonces Efrén dispuso hacer también muy simpáticas las reuniones de los católicos, por medio de himnos y cánticos religiosos, y en verdad que logró conseguirlo.

Para mejor inspirarse, nuestro santo buscaba siempre la soledad de las montañas, y en los sitios donde santos monjes y eremitas vivían en oración y en continuo silencio. Allí lejos del remolino de la vida social, le llegaba mejor la inspiración de lo alto.

Pero el obispo de Edesa al darse cuenta de las cualidades artísticas del santo lo nombró director de la escuela de canto de la ciudad y allí estuvo durante 13 años (del 350 al 363) formando maestros de canto para las parroquias. Y sus himnos servían en las iglesias para exponer la doctrina cristiana, alejar las herejías y los vicios, y aumentar el fervor de los creyentes. Y aun hoy sus composiciones poéticas siguen siendo de grandísimo provecho para los lectores. El expone las enseñanzas de la religión católica demostrando gran admiración por nuestros dogmas, o grandes verdades de la fe.

Dicen los historiadores que cuando hablaba de la segunda venida de Cristo y el día del juicio final, empleaba una elocuencia tan vigorosa que el pueblo estallaba en gemidos y sonoros llantos. Y en sus predicaciones consideraba como deber suyo principalísimo prevenir y preparar al pueblo para que nadie se dejara engañar por los errores de las sectas.

Los herejes se quejaban de que los muy bien ensayados coros de Efrén en los templos católicos atraían tantos devotos, que los templos de las sectas se quedaban vacíos. La humildad de San Efrén era tan grande que se creía totalmente indigno de ser sacerdote (Aunque las gentes lo consideraban un gran santo, y su vida era la de un fervoroso monje o religioso). Por eso prefirió quedarse de simple diácono.

La última vez que tomó parte en los asuntos públicos fue en el año 370 cuando hubo una gran carestía y una pavorosa escasez de alimentos. Los ricos habían acaparado los alimentos y se negaban a repartirlos entre los pobres por temor a que se aprovecharan los avivados. Entonces San Efrén se ofreció de mediador y como a él si le tenían total confianza, organizó un equipo de entrenados distribuidores y logró llevar cuantiosos alimentos a las gentes más necesitadas.

En una grandísima epidemia organizó un grupo de 300 camilleros y con ellos recogía a los enfermos y los llevaba a sitios especiales para tratar de conseguir su curación. Uno de sus biógrafos comenta: “Estas dos labores fueron dos ocasiones formidables que Dios le dio a nuestro santo, para que se ganara dos bellísimas coronas más para la eternidad: la de calmar el hambre de los más pobres y la de devolverles la salud a los enfermos más abandonados”.

Seguramente al llegar al cielo, habrá oído de labios de Jesús aquella bellísima frase que El prometió que dirá un día a los que ayudan a los pobres y enfermos: “Estuve enfermo y me fuiste a visitar: tuve hambre y me diste de comer. Ven al banquete preparado desde el comienzo de los siglos”. (Mt. 25,40).

De San Efrén se conservan 77 himnos en honor de Cristo, de la Virgen Santísima y de los temas más sagrados de la religión católica. Su admiración inmensa hacia los sufrimientos son verdaderamente admirables y conmovedoras. Con razón las gentes lloraban cuando lo escuchaban o cuando leían sus emocionantes escritos. Por Jesús y por María tenía los más profundos sentimientos de simpatía y admiración. A María la llama siempre “Madre de Dios”. Su muerte sucedió probablemente en junio del año 373.



08 junio, 2011

San Medardo


Oh, San Medardo, vos sois el hijo
del Dios de la vida y a quien, los
los campesinos claman intercedáis
por que la lluvia se haga y el buen
tiempo entre sus plantaciones reine
y una buena y abundante cosecha
se obtenga. ¿Cuánto aprender de vos,
San Medardo? ¡Mucho!; tanto que
vuestras anécdotas a las fábulas de
Esopo superan, pues las vuestras no
lo fueron, fueron verdad increíble.
Están allí “La vaquita del Santo”,
“Las Matas De Uva” y “Las Colmenas
de San Medardo”, entre las cientos
de tantas, que hablaron por vos, del
poder de Dios, y de cuantos hombres
que del mal camino sacasteis, para
conversos hacerlos buenos y de Él.
“Audaz y valeroso”, como vuestro
nombre, la luz de Cristo os cubrió,
con la eternidad de la vida eterna
coronándoos con corona de luz eterna;
oh, San Medardo, “audaz y valeroso”.

© 2011 by Luis Ernesto Chacón Delgado
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8 de junio
San Medardo
Obispo
Año 560

Medardo significa: “audaz y valeroso” (Med: audaz. Adr: valeroso. Del antiguo alemán).

San Medardo es el santo preferido de los campesinos de Francia. Le tienen gran fe para que les obtenga lluvias para los tiempos de la siembra, y para que les cuide sus viñedos o plantaciones de uva, contra los ladrones y el mal tiempo.

Siendo muy joven, una vez le regaló su caballo a un pobre viajero que lloraba porque los ladrones le habían robado el caballo en el que viajaba. Su papá al verlo tan generoso para con los necesitados opinó que el hijo más iba a servir para sacerdote que para negociante. Y así sucedió. A los 33 años fue ordenado sacerdote, y siguió ejercitando una gran caridad para con los pobres.

A los estudiantes muy necesitados los sentaba a su mesa, gratuitamente para que se alimentaran lo mejor posible. Con sus oraciones obtuvo lluvias para los campos, y en otras ocasiones libró de granizadas los cultivos.

Anécdotas Muy Curiosas

La vaquita del Santo

Como era un sacerdote verdaderamente ejemplar fue elegido obispo y entonces le sucedieron unas anécdotas que se han hecho famosas. Tenía San Medardo una vaquita, y para saber por dónde andaba el animalejo le había colgado al pescuezo una campanilla que iba anunciando por dónde estaba pastando. Y sucedió que un ladrón le robó la vaca. El ratero le quitó la campanilla del pescuezo y la echó entre las alforjas, pero la campana seguía sonando. Entonces la llenó de pasto y la escondió entre el montón de pasto seco de su pesebrera, pero la campana siguió sonando. Al fin el ladrón dispuso enterrar la campana en el suelo, pero apenas se acostó para dormir, empezó a oír que seguía sonando. Desesperado sacó la campana y colgándola otra vez del pescuezo de la vaca se fue a donde el santo y le devolvió el animal robado, diciéndole: “Padre, aquí le traigo su vaca, porque la campanilla no quiso dejar de sonar ni por un momento”, y San Medardo le dijo sonriente: “Hijo, lo que sonaba no era la campanilla, era tu conciencia, que no quería que te quedaras en paz con este pecado”. Al otro le fue muy provechosa esta lección.

Las Matas De Uva

Tenía San Medardo un cultivo de matas de uva y una noche en pleno tiempo de cosecha entraron los ladrones a robarle las uvas. Pero cuando ya tenían los costales llenos, fueron a salir y no encontraron la puerta de salida. Les parecía como si se hubieran vuelto ciegos, porque por ninguna parte encontraron la puerta de salida. Y así amaneció y llegó el santo, y ellos muy asustados le pidieron perdón y con tal de que no los denunciara, le dejaron también los costales, y así el santo recolectó sus uvas gratis y de encima le dieron los costales.

Las Colmenas de San Medardo

También tenía San Medardo unas colmenas que le producían muy buena miel, y las abejas eran muy mansas y muy buenas. Pero un día llegó un ratero a robarse la miel y las abejas lo persiguieron tan terriblemente que al otro no le quedó otro remedio que meterse a la casa del santo a pedirle que rezara por él. San Medardo echó una bendición a las abejas y estas se fueron muy obedientes, y él vuelto hacia el ladrón le dijo: “Esto es señal de los castigos que te pueden llegar si sigues robando. Ahora son unas sencillas abejas, pero después los que te picarán serán tus remordimientos eternamente”. Y el otro no volvió a robar.



07 junio, 2011

Venerable Mateo Talbot


Oh, Venerable Mateo Talbot, vos sois
el hijo del Dios de la vida, aquél hombre
que escogiera Dios, para hacer de vos,
la gran esperanza de los desesperanzados;
de aquellos que, con la fuerza de voluntad
casi anulada, el alma y el espíritu casi
yertos, sus pasos transitan por las oscuras
y tenebrosas calles del alcoholismo y de
la adicción a las drogas; sus futuros y
vidas preciosas destruyendo, para, como
estropajos humanos sin remedio terminar,
porque, mal uso haciendo de la libertad
escogieron, el sendero ancho de la vida,
que conduce inexorablemente a la tumba;
pero vos, sabías que sólo con vuestra
fuerza, no vencer podríais y os abrazasteis
al Hombre del Madero, y a Su Santa
Madre, que nunca os abandonaron y
oyeron, vieron y vivieron vuestro dolor y
angustia, hasta hacer de vos, un sobrio
hombre de alma, mente, cuerpo y espíritu
por siempre jamás; como vos lo sabéis
ahora mismo, en este instante, porque os
gozáis en Su gloria eterna, coronado con
corona de amor e imperecedera luz eterna;
Oh, Venerable Mateo Talbot, don de Dios.

© 2011 by Luis Ernesto Chacón Delgado
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7 de junio
Venerable Mateo Talbot: De alcohólico a venerable
(1856 – 7 de junio, 1925)

Biografía

Mateo (Matt) Talbot nació en la pobreza y comenzó a trabajar de obrero en Dublín, Irlanda siendo todavía un niño. A los 12 años cayó en el vicio del alcohol. Su madre le pedía que dejara la bebida y el quería dejarla. Cuando despertaba de su borrachera sentía una profunda vergüenza ante Dios. Pero cada vez que llegaba el día del cobro, al verse con dinero, no tenía la fuerza de voluntad y sucumbía ante la tentación. Su alcoholismo llegó a ser crónico. Vendió todo lo que tenía para suplir a su vicio.

A pesar de todo mantenía su fe y recurrió a Jesucristo. Fue así que, repentinamente, después de 16 años de vició, se liberó completamente pero las tentaciones no le dejaron. Un sacerdote le ayudó, dándole un programa de rehabilitación que incorporaba los12 pasos, los mismos que 50 años mas tarde se harían famosos gracias a la organización llamada “Alcoholicos Anónimos”.

Matt tuvo la humildad de reconocer que sus fuerzas no eran suficientes. No recurrió a una energía etérea sino a Jesucristo, el único que puede transformar al hombre dándole nueva vida. Dios le dio la gracia pero Matt correspondió abrazando la cruz de las tentaciones con todo su corazón para mantenerse fiel. Sufrió una intensa guerra interior. En muchas ocasiones sus compañeros se burlaban de el y tuvo que resistir cuando le ofrecían la botella. Pero con la gracia de Dios y su total entrega, logró la sobriedad. Pero no se olvidó de los que sufren adicción. “Nunca desprecies a un hombre que no puede dejar de beber”, le dijo a su hermana en una ocasión, “es mas fácil salirse del infierno”. La meta de Matt no era solo renunciar al alcohol. Verdaderamente entregó su vida a Cristo de todo corazón. Se dedicó a la oración y a la penitencia, queriendo expiar sus pecados.

Sus armas eran:

1- Eucaristía diaria,
2- Devoción a la Virgen María,
3- Oración intensa
4- Una rigurosa disciplina ascética
5- Lectura espiritual
6- Trabajo

Mantenía un riguroso asceticismo

Su jornada comenzaba a las dos de la madrugada. De rodillas rezaba hasta que las campanas le llamaban a misa; después iba al trabajo y llegaba entre los primeros. Prescindía del almuerzo para ir a una choza a orar en soledad. Llevaba una cadena bajo la ropa de trabajo y dejó de fumar. Después de trabajar 10 horas se conformaba con pocas horas de sueño. Durante muchas noches cuidaba algún amigo enfermo o leía libros religiosos.

Inspirado por su fe, tenía una profunda preocupación por la justicia social. Abogaba por sus compañeros obreros y compartía su salario con los pobres. Hasta contribuyó con un orfanato de New York. Drante cuarenta años Matt sólo fue uno más entre los obreros, haciendo su trabajo con responsabilidad y perseverancia. “Es consistencia lo que Dios busca”, decía Matt.

El 7de junio de 1925, mientras iba a la Santa Misa, Matt Talbot, a los 70 años de edad, cayó desmayado en plena calle y murió allí mismo, antes de que una mano solícita lo pudiese ayudar. Obtuvo la victoria. Vivió por 40 años en completa sobriedad en unión con Cristo hasta su muerte. Matt comprendió la palabra del Señor: “… el Reino de los Cielos sufre violencia, y los violentos lo arrebatan (Mt. 11,12)”.

Su vida ha sido una inspiración para innumerables adictos y sobrios en todo el mundo. Juan Pablo II, cuando era joven, escribió un artículo sobre Matt Talbot. Después de su muerte se manifestó la santidad oculta de este heróico hombre de Dios. Cientos de adictos han dado testimonio de su recuperación por su intercesión.

Matt Talbot fue reconocido como “Venerable” en 1973 y esta en proceso de canonización. Si usted obtiene un favor por su intercesión, favor avise escribiendo a:

Fr. Morgan Costelloe, Vice-Postulador de la Causa, 21 Cullenswood Gardens, Ranelagh Dublin 6.
Tel: (01) 497 5201 (Irlanda)

O escriba a info@matt-talbot.com (inglés)

Retiros espirituales

Movimiento Matt Talbot en Estados Unidos. Asiste a alcohólicos en su rehabilitación. Contacto (en inglés): Mr. Mel Wordley, 188 Elmwood Avenue, Glen Rock, NJ 67452, USA. Tel: 201 652 8822

ORACION

“Padre Santo te pido que la victoria de Matt Talbot sobre la adicción traiga esperanza a ________________ y fortalezca su corazón, por Jesucristo, Nuestro Señor, Amen.”

Oración oficial

Señor, en tu siervo, Matt Talbot nos has dado un maravilloso ejemplo de triunfo sobre la adicción, de devoción al deber y de una vida entera de reverencia al Santísimo Sacramento.

Que su vida de oración y penitencia nos de valor para tomar nuestras cruces y seguir los pasos de Nuestro Señor y Salvador Jesucristo.

Padre, si es tu voluntad que tu amado siervo sea glorificado por tu Iglesia, da a conocer por tus favores celestiales el poder que el goza en tu presencia. Te lo pedimos por el mismo Jesucristo Nuestro Señor. Amen.

BIBLIOGRAFIA

Matt Talbot: Sr. Susan Helen Wallace FSP, (St Paul Books & Media, Boston).
Matt Talbot and his Times: Mary Purcell (Franciscan Herald Press, Chicago.)
Remembering Matt Talbot: Mary Purcell (Veritas Publications; 7 Lr. Abbey Street, Dublin, Ireland)

Panfletos

Matt Talbot: Hope for Addicts: Fr. Morgan Costelloe,(VeritasPublications, Dublin.)
The Making of Matt Talbot: Mary Purcell, (Messenger Publications, 37 Lr Leeson Street, Dublin)
The Mystery of Matt Talbot: Fr. Morgan Costelloe (Messenger Publications)

Padre Jordi Rivero



06 junio, 2011

San Marcelino Champagnat


Oh, San Marcelino Champagnat, vos
sois el hijo del Dios de la vida, y que,
consagrado fuisteis a Nuestra Señora.
Crecisteis sin a la escuela asistir, y erais
ya, fabuloso albañil y hábil negociante.
Por compañero tuvisteis a Juan María
Vianey, el “Santo Cura de Ars”, con el
cual os entendíais, de mil maravillas.
Dedicasteis, toda vuestra alma a acabar
con la libertina vida de la juventud de
aquél entonces, instruyéndolos en la
religión y la catequesis, por la que os
buscaban con afanosa entrega y amor.
Consagrasteis vuestro sacerdocio a
Nuestra Señora, y tan luego, fundasteis
la congregación de los Maristas Hermanos,
por método teniendo, “caridad con todos”,
y así, precursor fuisteis de la escuela activa.
Repetíais vos: “Todo en honor de Jesús,
pero por medio de María. Todo por María,
para llevar hacia Jesús”. Y agregabais:
“Nuestra Comunidad pertenece por
completo a Nuestra Señora la Madre de
Dios. Nuestras actividades deben estar
dirigidas a hacerla amar, estimar y glorificar.
Inculquemos su devoción a nuestros jóvenes,
y así los llevaremos más fácilmente hacia
Jesucristo” y, vuestra estatura, nunca
fue más grande que vuestra virtud. Así,
luego de haber entregado con pasión vuestra
vida, y amor por los jóvenes; vuestra alma
voló al Padre, para, premio justo recibir,
coronado ser, con corona de luz y eternidad;
oh, San Marcelino Champagnat; “santo”.

© 2011 by Luis Ernesto Chacón Delgado
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6 de junio
San Marcelino Champagnat
Fundador
Año 1840

Nació en 1789 cerca de Lyon, Francia. Su padre que llegó a ser alcalde del pueblo, por defender y favorecer la religión tuvo que sufrir mucho durante la revolución francesa. La mamá era sumamente devota de la Virgen Santísima y le infundió una gran devoción mariana a Marcelino, desde muy pequeño, y le consagró su hijo a la Madre de Dios. Una tía muy piadosa le leía Vidas de Santos, y estas lecturas lo fueron entusiasmando por la vida de apostolado. La lectura de las Vidas de Santos entusiasma mucho por la virtud.

Creció sin asistir a la escuela, pero las lecturas caseras lo fueron formando en un fuerte amor por la religión. Desde muy niño demostró mucha capacidad para aprender la albañilería, y la practicó en su niñez, y después este oficio le va a ser muy útil en sus fundaciones. También era ágil para el negocio. Compraba corderitos, los engordaba, y luego los vendía y así fue haciendo sus ahorros, con los cuales más tarde ayudará a costearse sus estudios.

Terminada la revolución francesa, el Cardenal Fresh (tío de Napoleón) se propuso conseguir vocaciones para el sacerdocio y fundó varios seminarios. Cerca del pueblo de Marcelino abrieron un seminario mayor y un sacerdote visitador llegó a la casa de los Champagnat a visitar a alguno de los jóvenes a ingresar en el nuevo seminario. A Marcelino le entusiasmó la idea, pero su padre y su tío decían que él no servía para los estudios sino para los oficios manuales. Sin embargo el joven insistió y le permitieron entrar en el seminario.

Como lo habían anunciado el papá y el tío, los estudios le resultaron sumamente difíciles y estuvo a punto de ser echado del seminario por sus bajas notas en los exámenes. Pero su buena conducta y el hacerse repetir las clases por unos buenos amigos, le permitieron poder seguir estudiando para el sacerdocio. En el seminario tenía otro compañero que, como él, tenía menos memoria y menos aptitud para los estudios que los demás, pero los dos sobresalían en piedad y en buena conducta y esto les iba a ser inmensamente útil en la vida. El compañero se llamaba Juan María Vianey, que después fue el Santo Cura de Ars, famoso en todo el mundo.

Poco antes de recibir la ordenación sacerdotal, él y otros 12 compañeros hicieron el propósito de fundar una Comunidad religiosa que propagara la devoción a la Sma. Virgen y fueron en peregrinación a un santuario mariano a encomendar esta gracia. Marcelino logrará cumplir este buen deseo de sus compañeros.

En 1816 fue ordenado sacerdote y lo nombraron como coadjutor o vicario de un sacerdote anciano en un pueblecito donde los hombres pasaban sus ratos libres en las cantinas tomando licor, y la juventud en bailaderos nada santos, y la ignorancia religiosa era sumamente grande.

Marcelino se dedicó con toda su alma a tratar de acabar con las borracheras y los bailaderos y a procurar instruir a sus fieles lo mejor posible en la religión. Como tenía una especial cualidad para atraer a la juventud, pronto se vio rodeado de muchos jóvenes que deseaban ser instruidos en la religión. Y hasta tal punto les gustaba su clase de catequesis, que antes de que abrieran la iglesia a las seis de la mañana, ya estaban allí esperando en la puerta para entrar a escucharle.

Marcelino era todavía muy joven, apenas tenía 27 años, y ya resultó fundando una nueva comunidad. Era de elevada estatura, robusto, de carácter enérgico y amable a la vez. Alto en su aspecto físico y gigante en la virtud. Le había consagrado su sacerdocio a la Virgen María, y en una de sus visitas al Santuario Mariano de la Fourviere, recibió la inspiración de dedicarse a fundar una congregación religiosa dedicada a enseñar catecismo a los niños y a propagar la devoción a Nuestra Señora.

Eso sucedió en 1816, y una placa allá en dicho santuario recuerda este importante acontecimiento. Lo que movió inmediatamente a Marcelino a fundar la Comunidad de Hermanos Maristas fue el que al visitar a un joven enfermo se dio cuenta de que aquel pobre muchacho ignoraba totalmente la religión. Se puso a pensar que en ese mismo estado debían estar miles y miles de jóvenes, por falta de maestros que les enseñaran el catecismo. Lo preparó a bien morir, y se propuso buscar compañeros que le ayudaran a instruir cristianamente a la juventud.

El 2 de enero de 1817 empezó la nueva comunidad de Hermanos Maristas en una casita que era una verdadera Cueva de Belén por su pobreza. Sus jóvenes compañeros se dedicaban a estudiar religión y a cultivar un campo para conseguir su subsistencia. El santo los formaba rígidamente en pobreza, castidad y obediencia, para que luego fueran verdaderamente apóstoles. Pronto empezaron a llegar peticiones de maestros de religión para parroquias y más parroquias.

Marcelino enviaba a los que ya tenía mejor preparados, y la casa se le volvía a llenar de aspirantes. Siempre tenía más peticiones de parroquias para enviarles hermanos catequistas, que jóvenes ya preparados para ser enviados. Y como su casa se llenó hasta el extremo, él mismo se dedicó ayudado por sus novicios, y aprovechando sus conocimientos de albañilería, a ensanchar el edificio.

Ante todo, las labores de sus religiosos estaban todas dirigidas a hacer conocer y amar más a Dios y a nuestra religión. El método empleado era el de la más exquisita caridad con todos. Marcelino no podía olvidar cómo una vez un profesor puso en público un sobrenombre humillante a un alumno y entonces los compañeros de ese pobre muchacho empezaron a humillarlo hasta desesperarlo. Por eso prohibió rotundamente todo trato humillante para con los alumnos. Quitó los castigos físicos y deprimentes. Le dio mucha importancia al canto como medio de hacer más alegre y más eficaz la catequesis. Fue precursor de la escuela activa, en la cual los alumnos participan positivamente en las clases. Cada religioso debía dedicar una hora por día a prepararse en catequesis, y en pedagogía para saber enseñar lo mejor posible.

La quinta esencia de la pedagogía de San Marcelino era su gran devoción a la Virgen Santísima. Repetía a sus religiosos: “Todo en honor de Jesús, pero por medio de María. Todo por María, para llevar hacia Jesús”. Y les decía: “Nuestra Comunidad pertenece por completo a Nuestra Señora la Madre de Dios. Nuestras actividades deben estar dirigidas a hacerla amar, estimar y glorificar. Inculquemos su devoción a nuestros jóvenes, y así los llevaremos más fácilmente hacia Jesucristo”.

Marcelino murió muy joven, apenas de 51 años el 6 de junio de 1840. Los últimos años había sufrido de una gastritis aguda, y un cáncer al estómago le ocasionó la muerte. Al morir dejaba 40 casas de Hermanos Maristas. Ahora sus religiosos son más de 6,000 en 870 casas, en muy diversos países. Marcelino Champagnat fue proclamado santo por el Papa Juan Pablo II el 18 de abril de 1999.



05 junio, 2011

Solemnidad de la Ascensión del Señor


“Yo estaré con vosotros hasta
el final de los tiempos”; dijisteis,
Vos, Señor y Dios de la vida,
antes de ser llevado al Padre.

Vos sois verdadera comida y
verdadera bebida; luz que brilla
en la oscuridad absoluta y amor
insondable y profundo; sin fin.

Permitidnos, pues Amadísimo
Señor, ser alados junto a Vos,
y al final de los tiempos, vivir
con Vos, la eternidad eterna.

© 2011 by Luis Ernesto Chacón Delgado

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05 de Junio
Ascensión del Señor

Cuarenta días después de la Resurrección, la Palabra de Dios describe cómo Jesús se despide físicamente de sus discípulos, dándoles las últimas instrucciones:

“Y les dijo: – Vayan por todo el mundo y anuncien la Buena Nueva a toda la creación. El que crea y se bautice se salvará. El que se resista a creer se condenará. Y estas señales acompañarán a los que crean en mi Nombre: echarán los espíritus malos, hablarán en nuevas lenguas, tomarán con sus manos las serpientes y si beben algún veneno no les hará ningún daño. Pondrán las manos sobre los enfermos y los sanarán- Así pues, el Señor Jesús, después de hablar con ellos, fue llevado al cielo y se sentó a la derecha de Dios”
(Mc 16, 15-19; cfr. Lc 24, 50-51).

Mientras miraban fijamente al cielo hacia donde iba Jesús, se les aparecieron dos hombres vestidos de blanco que les dijeron: Hombres de Galilea, ¿qué hacen ahí mirando al cielo? Este que ha sido llevado, este mismo Jesús, vendrá como lo han visto subir al cielo”. (Hch 1, 3-11)

Celebración

Celebramos la Ascensión del Señor, es el domingo anterior a la fiesta de Pentecostés, son solemnidades muy importantes de la Iglesia, nos hablan de nuestro destino final: ir al Padre como Jesús y de la fundación y misión de nuestra Iglesia Católica. Se usa el color blanco, tanto en el altar como en las vestiduras del sacerdote.

Significado de la expresión

Los evangelistas describen al final de los evangelios y al principio del libro de los Hechos de los Apóstoles, que Jesús “fue elevado al cielo”, por lo que los cristianos repetimos en nuestro Credo:

“Subió al cielo y está sentado a la derecha del Padre”. Esta afirmación es un modo de hablar para decir que Jesús se fue al Padre, llevando consigo su naturaleza humana. La ida de Jesús al Padre constituyó nuestro cielo.

Jesús, al ir al Padre, no entra en un lugar, sino en una nueva dimensión, en donde no tienen sentido nuestras expresiones: arriba, abajo, subir, bajar… Ir al cielo significa, ir a Dios. En el cielo, iremos a unirnos al cuerpo de Cristo resucitado todos los que aceptamos su salvación.

Significado de la fiesta en la iglesia

Según la narración de San Lucas, la Iglesia celebra la Ascensión del Señor a los cuarenta días de su resurrección. Esta fiesta está dentro del tiempo pascual que consta de cincuenta días y concluye con la Venida del Espíritu Santo sobre la Iglesia. (Cf. Lc 24, 49-53; Hch 1, 3-11; 2, 1-41) La fiesta de la Ascensión no nos habla de un alejamiento de Cristo, sino de su glorificación en el Padre. Su cuerpo humano adquiere la gloria y las propiedades de Dios antes de encarnarse. Con la Ascensión, Cristo se ha acercado más a nosotros, con la misma cercanía de Dios. Es también una fiesta de esperanza, pues con Cristo una parte, la primicia de nuestra humanidad, está con Dios. Con él, todos nosotros hemos subido al Padre en la esperanza y en la promesa.

En la Ascensión celebramos la subida de Cristo al Padre y nuestra futura ascensión con él. Al celebrar el misterio de la Ascensión del Señor, recuerda que EL CIELO ES NUESTRA META y que la vida terrena es el camino para conseguirla.

(http://www.rosario.org.mx/biblioteca/ascension.htm)

San Bonifacio Apóstol de Alemania


Oh, San Bonifacio Apóstol;
vos sois el hijo del Dios de
la vida, a quien os dijo Gregorio
II Papa: “Soldado de Cristo,
os llamareis Bonifacio”, y
vuestra vida fue así, de justo
"bienhechor", haciendo el bien
por doquiera anduvisteis y
evangelizando a cientos de
miles de bárbaros, de vuestro
tiempo. Monasterios y conventos
fundando y Sínodos celebrando,
hasta la entrega de vuestra
vida, en manos de aquellos
que, prefiriendo el averno
desecharon la luz de Cristo,
pero vos, que os habíais gastado
en favor de Él, os premió,
con justo premio, coronándoos
con corona de imperecedera luz.
"Dios salvará nuestras almas",
dijisteis antes de vuestra partida,
Apóstol de Alemania y Patriarca
de los católicos de esa nación;
oh, San Bonifacio, Santo y luz.

© 2011 by Luis Ernesto Chacón Delgado
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5 de Junio
San Bonifacio
Apóstol de Alemania

Bonifacio nació hacia el año 680, en el territorio de Wessex (Inglaterra). Su verdadero nombre era Winfrido. Ordenado sacerdote, en el año 716 con dos compañeros se encaminó a Turingia; pero aún no era la hora de su apostolado. Regresó a su monasterio y en el año 718 viajó a Roma para solicitar del papa Gregorio II autorización de misionar en el continente. El Sumo Pontífice lo escuchó complacido y, en el momento de otorgarle la bendición, le dijo: “Soldado de Cristo, te llamarás Bonifacio”. Este nombre significa “bienhechor”.

En 719 se dirigió a Frislandia. Allí estuvo tres años; luego se marchó a Hesse, convirtiendo a gran número de bárbaros. En Amoneburg, a orillas del río Olm, fundó el primer monasterio. Regresó a Roma, donde el papa lo ordenó obispo.

Poco después, en el territorio de Hesse, fundaba el convento de Fritzlar. En el año 725 volvió a dirigirse a Turingia y, continuando su obra misionera, fundó el monasterio de Ordruf. Presidió un concilio donde se encontraba Carlomán, hijo de Carlos Martel y tío de Carlomagno, quien lo apoyó en su empresa. En el año 737, otra vez en Roma, el papa lo elevó a la dignidad de arzobispo de Maguncia. Prosiguió su misión evangelizadora y se unieron a él gran cantidad de colaboradores.

También llegaron desde Inglaterra mujeres para contribuir a la conversión del país alemán, emparentado racialmente con el suyo. Entre éstas se destacaron santa Tecla, santa Walburga y una prima de Bonifacio, santa Lioba. Este es el origen de los conventos de mujeres. Prosiguió fundando monasterios y celebrando sínodos, tanto en Alemania como en Francia, a consecuencia de lo cual ambas quedaron íntimamente unidas a Roma.

El anciano predicador había llegado a los ochenta años. Deseaba regresar a Frisia (la actual Holanda). Tenía noticias de que los convertidos habían apostatado. Cincuenta y dos compañeros fueron con él. Atravesaron muchos canales, hasta penetrar en el corazón del territorio. Al desembarcar cerca de Dochum, miles de habitantes de Frisia fueron bautizados. El día de pentecostés debían recibir el sacramento de la confirmación.

Bonifacio se encontraba leyendo, cuando escuchó el rumor de gente que se acercaba. Salió de su tienda creyendo que serían los recién convertidos, pero lo que vio fue una turba armada con evidente determinación de matarlo.

Los misioneros fueron atacados con lanzas y espadas. “Dios salvará nuestras almas”, grito Bonifacio. Uno de los malhechores se arrojó sobre el anciano arzobispo, quien levantó maquinalmente el libro del evangelio que llevaba en la mano, para protegerse. La espada partió el libro y la cabeza del misionero. Era el 5 de junio del año 754.

El sepulcro de san Bonifacio se halla en Fulda, en el monasterio que él fundó. Se lo representa con un hacha y una encina derribada a sus pies, en recuerdo del árbol que los gentiles adoraban como sagrado y que Bonifacio abatió en Hesse. Es el apóstol de Alemania y el patriarca de los católicos de ese país.

Otros Santos cuya fiesta se celebra hoy

Sancho, Florencio, Julián, Ciriaco, Marcelino, Nicanor, Faustino, Apolonio, Marciano, Zenaida, Ciria, Valeria, Marcia, Doroteo, Claudio, Adalaro, Lupercio, mártires; Eutiquio, obispo; Doroteo, presbítero; Félix, monje; beato Fernando de Portugal.



04 junio, 2011

San Francisco Caracciolo

Oh, San Francisco Caracciolo, vos,
sois el hijo del Dios de la vida, pero
en la flor de vuestra vida, un mal
contrajisteis, que lepra parecía y
creían todos, que incurable sería.
A Dios, hicisteis dijisteis entonces:
“Si me curas de esta enfermedad,
Dedicaré mi vida al sacerdocio y al
apostolado”. Y, Dios, os escuchó y
curado quedasteis de vuestro mal
y vuestra promesa cumplisteis,
dedicándoos, a prepararos para el
sacerdocio y ejerciéndolo ya, la
comunidad de “Clérigos regulares”
fundasteis. Vuestros religiosos y
vos, os dedicaban a predicar misiones
por pueblos, campiñas, cárceles y
hospitales. Vuestros pobres amados,
os esperaban, porque siempre algo
teníais para regalarles, limosnas incluidas.
Vuestro corazón, comprensible y de
amor lleno para con los pecadores
así estaba en el confesionario. Vuestros
sermones recordaban siempre la
misericordia de Dios, por nosotros, los
pecadores y, quizás por ello, os llamaban
“El predicador del Amor de Dios” y
claro, jamás dejasteis, la devoción a
Nuestra Señora, y cuando os llegaba la
muerte, os dedicasteis a la oración y a la
meditación, en un cuartucho debajo de
las escaleras, donde en pleno éxtasis y
con los brazos en cruz dijisteis: “Vayamos
jubilosos, vayamos jubilosos a la Patria
Celestial. Al cielo. Al cielo para siempre”,
y así, partisteis a la eternidad eterna, para
recibir corona de luz, como justo premio
a vuestro desgaste de amor y entrega;
oh, San Francisco Caracciolo, “luz”.

© 2011 by Luis Ernesto Chacón Delgado
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4 de junio
San Francisco Caracciolo
Fundador
Año 1608

Señor: que también nosotros, después de una vida dedicada a tu santo servicio, vayamos un día a acompañarte en tu Patria feliz del cielo, para siempre. Amén.
El que quiera ser el primero que se haga el servidor de todos (Jesucristo).

Este santo nació en los Abruzos (Italia) en 1536 y como era de familia rica había dispuesto dedicarse al comercio y a la política. Le agradaban fuertemente el deporte y las fiestas. Pero a los 21 años le dio una enfermedad tan terrible a la piel, que parecía lepra, y todos creían que sería incurable. Entonces Francisco le hizo a Dios esta promesa: “Si me curas de esta enfermedad, dedicaré mi vida al sacerdocio y al apostolado”. Y cuando menos se lo esperaba quedó curado de su enfermedad, de una manera tan admirable que muchos consideraron esta curación como un verdadero milagro.

Entonces nuestro joven cumplió su promesa y se dedicó a prepararse al sacerdocio. Se fue a Nápoles, y allá, apenas ordenado de sacerdote se unió a un grupo de apostolado que se dedicaba a atender a los presos de las cárceles. Este trabajo le iba a ser muy útil para cuando más tarde fundara su Comunidad religiosa.

En el año 1588 un gran apóstol llamado Juan Adorno, dispuso fundar una comunidad religiosa que dedicara la mitad del tiempo a la oración y la otra mitad al apostolado y para esto mandó una carta a un tal Ascanio Caracciolo, pidiéndole consejos acerca de este proyecto y proponiéndole que le colaborara. Y sucedió que los que llevaban la carta se equivocaron de destinatario y en vez de entregarla a Ascanio la entrega fue a nuestro santo. Y él al leerla encontró que esta comunidad era lo que él había deseado por muchos años y se fue donde Juan Adorno y entre los dos fundaron la nueva congregación.

Juan y Francisco hicieron un Retiro Espiritual de 40 días en un monasterio de camaldulenses, en perfecto silencio y dedicados totalmente a la oración, después de ayunar y rezar y meditar mucho, y de haber pedido insistentemente al Espíritu Santo que los iluminara, redactaron los Reglamentos de la Nueva Congregación.

La nueva comunidad recibió el nombre de “Clérigos regulares” y su reglamento tenía detalles como los siguientes:

1º. Cada día alguno de los religiosos hará ayuno (por que Jesús dijo: “Ciertos espíritus malos no se alejan sino con la oración y el ayuno”).

2º. Todo lo religioso pasará cada día al menos una hora en el templo en oración ante el Santísimo Sacramento. 3º. Los religiosos prometerán no aspirar a cargos importantes ni a altos puestos.

Los dos fundadores se fueron a Roma y el Papa Sixto V aprobó la nueva Congregación, y les fue concedida una casa junto a la famosa Basílica Santa María la Mayor y pronto empezaron a llegarles muchos jóvenes con la aspiración de pertenecer a la comunidad recién fundada. Los fervorosos religiosos se dedicaban a predicar misiones por pueblos y veredas y a hacer apostolados en las cárceles y hospitales. Tenían ciertos sitios apartados y solitarios para retirarse de vez en cuando a dedicarse a la oración y a la meditación.

Al morir su compañero, fue nombrado nuestro santo como superior general de la Congregación, pero él se sentía totalmente indigno y firmaba así sus cartas: “Francisco el pecador”. Aunque había sido nombrado Superior General, sin embargo Francisco seguía haciendo su turno semanal para barrer las habitaciones, tender las camas de los huéspedes, y lavar la loza en la cocina, como todos los demás.

Las pocas horas que concedía al sueño las pasaba sobre una mesa, o en las gradas del altar. Sus amados pobres sabía que siempre tenía algo para regalarles, y muchas veces tuvo que salir por las calles de la ciudad a pedir limosnas para regalarles a los necesitados. En pleno invierno se quitaba su propio abrigo y lo regalaba a los más pobres.

Los pecadores sabían que en el confesionario los estaba esperando todos los días con un corazón inmensamente comprensivo. Los envidiosos le inventaron horribles calumnias, y él callaba humildemente, dejando a Dios que se encargara de su defensa. Muchos le demostraban desprecio y otros se oponían agriamente a sus labores apostólicas, pero el santo lo soportaba todo con gran mansedumbre y paciencia. Nadie le escuchaba jamás una queja contra los que lo hacían sufrir.

Sus sermones trataban casi siempre acerca de la gran misericordia que Dios tiene para con nosotros los pecadores. Tanto que la gente lo llamaba “El predicador del Amor de Dios”. Y no se cansaba de propagar en sus sermones la devoción a la Sma. Virgen. De vez en cuando con la señal de la cruz devolvía la salud a los enfermos. La gente se arrodillaba al verlo pasar por las calles.

Fundó una gran casa religiosa en Nápoles, que pronto se llenó de nuevos religiosos de su congregación. Fundó también casas en Madrid, Valladolid y Alcalá en España. En 1607 renunció a todos sus cargos y se dedicó a la oración y a la meditación, como preparándose para la muerte. Escogió como habitación un cuartucho debajo de una escalera en la casa religiosa de Nápoles, y allí varias veces lo encontraron en el suelo, con los brazos en cruz, en éxtasis, orando mirando al crucifijo y sin darse cuenta de lo que sucedía a su alrededor.

El Sumo Pontífice le ofreció varias veces nombrarlo obispo, pero el santo que había hecho juramento de no aspirar a altos puestos, no quiso aceptar. Se sentía indigno. En el año 1608 se fue hacia el santuario de la Sma. Virgen de Loreto y allá le permitieron pasar la noche orando ante la imagen de Nuestra Señora, y en una visión sintió que su antiguo compañero Juan Adorno le decía: “Pronto nos encontraremos de nuevo en la eternidad”. Al día siguiente amaneció con alta fiebre. Recibió los últimos sacramentos y después de comulgar por viático empezó a decir: “Vayamos jubilosos, vayamos jubilosos”. Uno de los presentes le preguntó: – Vayamos jubilosos, ¿a dónde Padre Francisco?” y él respondió: “A la Patria Celestial. Al cielo. Al cielo para siempre”. Y tan pronto terminó de decir estas palabras le fue concedido su deseo y murió en santa paz, pasando a la eternidad a recibir el premio de sus muchas buenas obras. Era el 4 de junio del año 1608. Tenía apenas 44 años. Su cuerpo, después de muerte despedía suaves fragancias que por tres días llenaron aquel recinto.