05 marzo, 2012

San Adriano (Adrián) de Cesarea





Oh, San Adrián de Cesarea, vos,
sois el hijo Dios de la vida, y como
tal, a vuestros captores, vuestra
fe, en Cristo confesasteis. Y, por
ello, os azotaron, desgarraron
vuestro cuerpo y arrojados a las
fieras -conjuntamente, con Eusebio,
amigo vuestro- y más tarde, a
espada os mataron. Sí, mataron
vuestro cuerpo, pero jamás nunca
vuestra alma, que, premio justo
recibió por vuestra fidelidad y amor
coronándoos, con corona de luz;
Oh, San Adrián de Cesarea, mártir.



© 2012 by Luis Ernesto Chacón Delgado
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5 de marzo 
San Adriano (Adrián) de Cesarea
Mártir

Martirologio Romano: En Cesarea de Palestina, san Adriano, mártir, que en la persecución bajo el emperador Diocleciano, en el día en que solían celebrarse los festejos de la Fortuna de los Cesarienses, por mandato del procurador y por su fe de Cristo fue arrojado ante un león y después degollado a espada (309).

Etimológicamente: Adriano = Adrián = Aquel que viene del mar, es de origen latino.

En el sexto año de la persecución de Diocleciano, siendo Firmiliano gobernador de Palestina, Adrián y Eubulo (o Eusebio) fueron de Batenea a Cesarea para visitar a los confesores de la fe.

Cuando los guardias de la ciudad les interrogaron sobre el motivo de su viaje, los mártires respondieron sin rodeos que habían ido a visitar a los cristianos.

Inmediatamente fueron conducidos ante el gobernador, quien los mandó azotar y desgarrar las carnes con los garfios de hierro, para ser arrojados después a las fieras.

Dos días más tarde, durante las fiestas de la diosa Fortuna, Adrián fue decapitado, después de haber sido atacado por un león.


Eubolo corrió la misma suerte, uno o dos días después. El juez le había prometido la libertad a este último, con tal de que sacrificara a los ídolos, pero el santo prefirió la muerte. 
Autor: Fuente: Oremosjuntos.com



04 marzo, 2012

San Casimiro de Polonia




Oh, San Casimiro de Polonia; vos,
sois, el hijo del Dios de la vida,
que honra disteis, desde vuestra
corta vida, a Aquél que todo lo ve
y juzga, adorándolo, y rindiéndoos
a los pies de Nuestra Señora, a
quien, amasteis y amas, más allá
de vuestra terrena desaparición.
Hijo de rey como erais, nunca os
ufanasteis como tal, y, vuestra
mano amiga, a los desposeídos y
pobres, extendisteis, pues, eran
vuestros favoritos, al igual que
los foráneos de aquél tiempo. Os
gustaban los sangrantes cristos,
y, ante ellos, largo tiempo os
quedabais meditando. Humilde y
afable permanecisteis, hasta el
día último, de vuestra santa vida,
en que, os premió el cielo, por
la eternidad, coronándoos de luz.
Desde entonces, brillando como
lumbrera, crisol y manante de paz
y luz estáis. “Cada día alma mía,
di a María su alabanza. En sus
fiestas la honrarás y su culto
extenderás”. Un vivo canto, y vivo
rezo, de vuestro corazón surgido,
para Vos, María, Madre de Dios y
Señora Nuestra, por siempre jamás;
Oh, San Casimiro de Polonia, “luz”.



© 2012 by Luis Ernesto Chacón Delgado
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4 de Marzo
San Casimiro de Polonia(año 1484)

En su idioma, el polaco, Casimiro significa: “el que impone la paz”. (Kas = imponer, Mir = paz. Casimiro nació en 1458 en Cracovia. Era el tercero de los trece hijos de Casimiro, rey de Polonia. Muchos santos han salido de familias muy numerosas, y de esta clase de familias llegan a la Iglesia Católica excelentes vocaciones.

Su madre Isabel, hija del emperador de Austria, era una fervorosa católica y se esmeró con toda el alma porque sus hijos fueran también entusiastas practicantes de la religión. Ella en una carta a una amiga hace una formidable lista de las cualidades que debe tener una buena madre, y seguramente que esas cualidades fueron las que practicó con sus propios hijos.

Y además de la educación que le dieron sus padres, Casimiro tuvo la gran suerte de que el rey le consiguió dos maestros que eran buenísimos educadores. El Padre Juan y el profesor Calímaco. El Padre Juan era Polaco y dejó fama de ser muy sabio y muy santo, pero su mayor honor le viene de haber sido el que encaminó a San Casimiro hacia una altísima santidad. El Profesor Calímaco era un gran sabio que había sido secretario del Papa Pío II, y después estuvo 30 años en la corte del rey de Polonia ayudándole en la instrucción de los jóvenes. Calímaco dijo: “Casimiro es un adolescente santo”, y el Padre Juan escribió también: “Casimiro es un joven excepcional en cuanto a virtud”.

Claro está que no basta con recibir una buena educación de parte de los papás y tener buenos profesores, sino que es necesario que el joven ponga de su parte todo el empeño posible por ser bueno. Pues de los otros doce hermanos de Casimiro, que tuvieron los mismos profesores, ninguno llegó a la santidad, y algunos hasta dieron malos ejemplos. En cambio nuestro santo llegó a unas alturas de virtud que admiraron a los que lo conocieron y lo trataron.

Dicen los biógrafos de San Casimiro que su más grande anhelo y su más fuerte deseo era siempre agradar a Dios. Para eso trataba de dominar su cuerpo, antes de que las pasiones sensuales mancharan su alma. Siendo hijo del rey, sin embargo vestía muy sencillamente, sin ningún lujo. Se mortificaba en el comer, en el beber, en el mirar y en el dormir. Muchas veces dormía sobre el puro suelo y se esforzaba por no tomar licor. Y esto en un palacio real donde las gentes eran bastante inclinadas a una vida fácil y de muchas comodidades y comilonas.

Para Casimiro el centro de su devoción era la Pasión y Muerte de Jesucristo. En aquellos tiempos los maestros espirituales insistían frecuentemente en que para ser fervoroso y crecer en el amor a Dios aprovecha muchísimo el meditar en la Pasión de Jesucristo. Nuestro santo pasaba mucho tiempo meditando en la Agonía de Jesús en el Huerto y en los azotes que padeció, como también en la coronación de espinas y las bofetadas que le dieron a Nuestro Señor. Ratos y ratos se estaba pensando en la subida de Jesús al Calvario y en las cinco heridas del crucificado, y meditando en el amor que llevó a Jesús a sacrificarse por nosotros. Le gustaban los cristos muy sangrantes, y ante un crucifijo se quedaba tiempos y tiempos meditando, suplicando y dando gracias.

Otra gran devoción de Casimiro era la de Jesús Sacramentado. Como durante el día estaba sumamente ocupado ayudando a su padre a gobernar el Reino de Polonia y de Lituania, aprovechaba el descanso y el silencio de las noches para ir a los templos y pasar horas y horas adorando a Jesús en la Santa Hostia.

Sus preferidos eran los pobres. La gente se admiraba de que siendo hijo de un rey, nunca ni en sus palabras ni en su trato se mostraba orgulloso o despreciador con ninguno, ni siquiera con los más miserables y antipáticos. Un biógrafo (enviado por el Papa León X a recoger datos acerca de él) afirma que la caridad de Casimiro era casi increíble, un verdadero don del Espíritu Santo. Que el amor tan grande que le tenía a Dios, lo llevaba a amar inmensamente al prójimo, y que nada le era tan agradable y apetecible como la entrega de todos sus bienes en favor de los más necesitados, y no sólo de sus bienes materiales, sino de su tiempo, sus energías, de su influencia respecto a su padre y de su inteligencia. Que prefería siempre a los más afligidos, a los más pobres, a los extranjeros que no tenían a nadie que los socorriera, y a los enfermos. Que defendía a los miserables y por eso el pueblo lo llamaba “el defensor de los pobres”.

Su padre quiso casarlo con la hija del Emperador Federico, pero Casimiro dijo que le había prometido a la Virgen Santísima conservarse en perpetua castidad. Y renunció a tan honroso matrimonio.

Los secretarios y otras personas que vivieron con Casimiro durante varios años estuvieron todos de acuerdo en afirmar que lo más probable es que este santo joven no cometió ni un solo pecado grave en toda su vida. Y esto es tanto más admirable en cuanto que vivía en un ambiente de palacio de gobierno donde generalmente hay mucha relajación de costumbres. La gente se admiraba al ver que un joven de veinte años observaba una conducta tan equilibrada y seria como si ya tuviera sesenta.

A su padre el rey le advertía con todo respeto pero con mucha valentía, las fallas que encontraba en el gobierno, especialmente cuando se cometían injusticias contra los pobres. Y el papa atendía con rapidez a sus peticiones y trataba de poner remedio.

Casimiro llegó lo mismo que San Luis Gonzaga, San Gabriel de la Dolorosa, San Estanislao de Koska, San Juan Berchmans, y Santa Teresita de Jesús, a una gran santidad, en muy pocos años.
Se enfermó de tuberculosis, y el 4 de marzo de 1484, a la corta edad de 26 años, murió santamente dejando en todos los más edificantes recuerdos de bondad y de pureza. Lo sepultaron en Vilma, capital de Lituania.

A los 120 años de enterrado abrieron su sepulcro y encontraron su cuerpo incorrupto, como si estuviera recién enterrado. Ni siquiera sus vestidos se habían dañado, y eso que el sitio donde lo habían sepultado era muy húmedo.

Sobre su pecho encontraron una poesía a la Sma. Virgen, que él había recitado frecuentemente y que mandó que la colocaran sobre su cadáver cuando lo fueran a enterrar. Esa poesía que él había propagado mucho empieza así:
Cada día alma mía, di a María su alabanza. En sus fiestas la honrarás y su culto extenderás, etc., etc.

Hasta después de muerto quería que en su sepulcro se honrara a la Virgen María a quien le tuvo inmensa devoción durante toda su vida.

San Casimiro trabajó incansablemente por extender la religión católica en Polonia y Lituania, y estas dos naciones han conservado admirablemente su fe católica, y aún en este tiempo cuando las gentes ven que está en peligro su religión, invocan al santo joven que fue tan entusiasta por nuestra religión. Y él demuestra con verdaderos prodigios lo mucho que intercede ante Dios en favor de los que lo invocan con fe.

03 marzo, 2012

San Emeterio y San Celedonio


Oh, San Emeterio y San Celedonio;
vosotros, sois los hijos del Dios de
la vida, y que, de servicio en la romana
milicia, confesasteis que vuestra luz,
era entonces y es, como sabéis bien,
Cristo Jesús, Dios y Señor Nuestro.
La Iglesia del Salvador, testigo mudo
es, de vuestro martirio, porque,
vosotros, hermanos de sangre como
erais, y que, galardonados habíais
sido, por vuestro valor, arrojo guerrero
y disciplina marcial, renunciasteis a la
militar vida, y elegisteis la eternidad
de la vida, donando vuestras vidas por
Jesucristo. Prisión sufristeis, pero,
vuestra soledad y retiro, os hizo meditar
y orar mucho más, de manera tal que,
a César, ya le habíais dado su parte
y Dios, pronto estaba a hacerlo, por la
fe y amor de vosotros, que, dando
vuestras vidas, fueron vuestro anillo
Emeterio, y vuestro pañuelo Celedonio,
hechos almas, escalan al cielo de la
gloria, ante las absortas miradas de
vuestros verdugos, donde coronas
de luz recibieron, como justo premio
a vuestra entrega de amor y de fe;
Oh, Santos, Emeterio y Celedonio.



© 2012 by Luis Ernesto Chacón Delgado
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3 de Marzo
San Emeterio y San Celedonio
Mártires


Martirologio Romano: En Calahorra, en la Hispania Tarraconense, santos Emeterio y Celedonio, los cuales, estando cumpliendo la milicia en los campamentos junto a León, en la provincia de Galicia, por confesar el nombre de Cristo al inicio de la persecución fueron conducidos a Calahorra y allí coronados con el martirio (c. s. IV).

Etimológicamente: Emeterio = Aquel que es defensor, es de origen griego,
En verso recogió por escrito los relatos de su muerte el poeta hispano Prudencio.
Calahorra (La Rioja, España) está unida a estos soldados por el hecho de su martirio y quizás también por ser el lugar de su nacimiento. Otros señalan a León como cuna por los libros de rezos leoneses -antifonarios, leccionarios y breviarios del siglo XIII- al interpretar «ex legione» como lugar de su proveniencia, cuando parece ser que la frase latina es mejor referida a la Legión Gemina Pia Felix a la que pertenecieron y que estuvo acampada cerca de la antigua Lancia, hoy León, según se encuentra en el documento histórico denominado “Actas de Tréveris” del siglo VII.

En la parte alta de Calahorra está la iglesia del Salvador -probablemente en testimonio perpetuante del hecho martirial- por donde antes estuvo un convento franciscano y antes aún la primitiva catedral visigótica que debió construirse, según la costumbre de la época, junto a la residencia real, para defensa ante posibles invasiones y que fue destruida por los musulmanes en la invasión del 923, según consta en el códice primero del archivo catedralicio.

No se conocen las circunstancias del martirio de estos santos; no las refiere Prudencio. ¡Qué pena que el emperador Diocleciano ordenara quemar los códices antiguos y expurgar los escritos de su tiempo! Con ello intentó, por lo que nos refiere Eusebio, que no quedara constancia ni sirviera como propaganda de los mártires y evitar que se extendiera el incendio.

Tampoco hay en el relato nombres que faciliten una aproximación. ¿Fue al comienzo del siglo IV en la persecución de Diocleciano? Parece mejor inclinarse con La Fuente por la mitad del siglo III, en la de Valeriano, contando con que algún otro retrotrae la historia hasta el siglo II.

Cierto es que Prudencio nació hacia el 350, deja escrita en su verso la historia antes del 401, cuando se marcha a Italia, hablando de ella como de suceso muy remoto y no debe referirse con esto al tiempo de Daciano (a. 304) porque esta época ya fue conocida por los padres del poeta. Es bueno además no perder de vista que el narrador antiguo no es tan exacto en la datación de los hechos como la actual crítica, siendo frecuente toparse con anacronismos poco respetuosos con la historia.

El caso es que Emeterio y Celedonio -hermanos de sangre según algunos relatores- que fueron honrados con la condecoración romana de origen galo llamada torques por los méritos al valor, al arrojo guerrero y disciplina marcial, ahora se ven en la disyuntiva de elegir entre la apostasía de la fe o el abandono de la profesión militar.

Así son de cambiantes los galardones de los hombres. Por su disposición sincera a dar la vida por Jesucristo, primero sufren prisión larga hasta el punto de crecerles el cabello. En la soledad y retiro obligados bien pudieron ayudarse entre ellos, glosando la frase del Evangelio, que era el momento de «dar a Dios lo que es de Dios» después de haberle ya dado al César lo que le pertenecía. Su reciedumbre castrense les ha preparado para resistir los razonamientos, promesas fáciles, amenazas y tormentos. En el arenal del río Cidacos se fija el lugar y momento del ajusticiamiento. Cuenta el relato que los que presencian el martirio ven, asombrados, cómo suben al cielo el anillo de Emeterio y el pañuelo de Celedonio como señal de su triunfo señero.

Muy pronto el pueblo calagurritano comenzó a dar culto a los mártires. Sus restos se llevaron a la catedral del Salvador; con el tiempo, las iglesias de Vizcaya y Guipúzcoa con otras hispanas y medio día de Francia dispusieron de preciosas reliquias. Junto al arenal que recogió la sangre vertida se levanta la catedral que guarda sus cuerpos.

Hoy Emeterio y Celedonio, los santos cantados por su paisano Prudencio, y recordados por sus compatriotas Isidoro y Eulogio son los patronos de Calahorra que los tiene por hermanos o de sangre o -lo que es mayor vínculo- de patria, de ideal, de profesión, de fe, de martirio y de gloria.

02 marzo, 2012

Santa Ángela de la Cruz





Oh, Santa Ángela de la Cruz, vos, sois
la hija del Dios de la vida y Fundadora 
del Instituto de las Hermanas de la Cruz.
En vuestra vida, hicisteis lo que pocos, 
al no reservaros derecho ni fama alguna,
para vos, sino, que, os lo donasteis todo, 
para los pobres, a los cuales llamabais, 
vuestros "señores", y los servíais en 
amor. A vuestro nombre, Ángela, honor 
hicisteis, porque significa: Aquella que 
trae el mensaje de Dios. Y, vos, carne lo 
hicisteis. "Madre de los pobres", os
 llamaron y llaman y lo seguirán haciendo 
por los tiempos todos, porque, vuestros 
rasgos de niña humilde, afectuosa, alegre, 
devota, y trabajadora, a lo largo de toda 
vuestra vida os acompañaron. La penitencia, 
la oración, la limosna, y la entrega por 
los demás, especialmente los pobres os 
distinguieron siempre. Una contemplación 
que vos, narrasteis tuvisteis de la Santa 
Cruz, motivo por el cual, os llamasteis:
"Ángela de la Cruz". Y, fundasteis la 
“Compañía de Hermanas de la Cruz”, con 
muy sublimes fines: "ayudar y atender a los 
pobres y a los enfermos, y limpiar de 
miserias sus casas". Con vuestra vida y 
ejemplo, nos legasteis para imitaros: la 
pobreza evangélica, como el mismo Cristo. 
Vuestra humildad, al consideraros nada ser. 
Ser madre. Madre, para los pobres, a quienes 
dabais todo lo que teníais. Madre, para 
vuestras Hijas, a quienes queríais y cuidabais. 
Confianza, en la divina Providencia, y Amor 
a la Cruz, máximo altar, en vuestra vida. 
Y, el día llegó, en que, luego de haber 
gastado vuestra vida, voló vuestra alma al 
cielo, para premiada ser, con justicia Divina,
al coronada, ser con corona eterna de luz;    
Oh, Santa Ángela de la Cruz, "lumen Dei”.

© 2012 by Luis Ernesto Chacón Delgado

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2 de Marzo
Santa Ángela de la Cruz
María de los Ángeles Guerrero González
Fundadora del Instituto de las Hermanas de la Cruz


Martirologio Romano: En Sevilla, en España, santa Ángela de la Cruz Guerrero González, fundadora del Instituto de las Hermanas de la Cruz, que no se reservó ningún derecho para sí sino que lo dejó todo para los pobres, a los cuales acostumbraba llamar sus señores, y los servía de verdad (1932).

Etimológicamente: Ángela = Aquella que trae el mensaje de Dios, es de origen griego.
Fecha de canonización: 4 de mayo de 2003 por S. S. Juan Pablo II.

María de los Ángeles Martina de la Santísima Trinidad Guerreo González, o Sor Ángela de la Cruz, es conocida en su ciudad natal, Sevilla, como "madre de los pobres". Nace en 1846 en el seno de una familia sencilla y trabajadora. Niña humilde, afectuosa, alegre, devota, trabajadora… La penitencia, la oración, la limosna, la entrega… son propios de ella. Con 13 años entra a trabajar en un taller de zapatería, donde se ganará el cariño, el respeto y la admiración de sus compañeras. 

Los pobres de su barrio saben de sus limosnas y ayudas. A los 16 años conoce al Padre José Torres que la ayudará a madurar en su fe y en su vocación, y la orientará hacia el apostolado. Sus intentos de ingresar en las Carmelitas Descalzas de Sevilla y en las Hijas de la Caridad fracasan por motivos de salud.

Con humildad y sencillez, esta mujer, que apenas sabe escribir, pondrá por escrito, a petición del P. Torres, lo que siente: narra una contemplación que ha tenido de la Santa Cruz, a partir de la cual se llamará Ángela de la Cruz; o cómo concibe ese Calvario que quiere que sea su vida: sólo tiene 27 años.

El 2 de agosto de 1875 nace la “Compañía de Hermanas de la Cruz” , con el fin de ayudar y atender a los pobres y a los enfermos, y limpiar de miserias sus casas. Las religiosas viven en conventos que son un como un “Calvario”, con una imagen preciosa de la Virgen María en el Oratorio; con una existencia austera, en silencio casi absoluto, de oración y meditación continua.

Las vocaciones aumentan, así como las peticiones de ayuda de los más pobres y necesitados, incluso de los ricos, y se suceden las fundaciones. La Madre Ángela de la Cruz, que morirá en 1932, estará toda su vida pendiente de todas y cada una de sus hijas, y de cuantos acuden buscando su consejo y su apoyo.

¿Qué podemos aprender de Sor Ángela de la Cruz?

Sor Ángela de la Cruz fue pobre: su máxima era vivir la pobreza evangélica, como Jesucristo, porque sólo desde la pobreza podrá comprender y ayudar a los pobres. Dedica su comida y las limosnas que recibe para los pobres del barrio. Su atención a los pobres le lleva a ‘chupar’ la supuración de las llagas de una enferma a punto de morir, y que sana al poco tiempo. Ese desprendimiento la lleva a concebir una Compañía en la que sus monjas estén al servicio de los pobres, desprendidas de todo, sin más ropa que la puesta, con un régimen de comidas austero, dormir en tarimas de madera… sus religiosas son mendigas, y todo lo reciben de limosna. Con un objetivo cristiano: llevar todas las almas a Dios.

Humilde: ser ‘nada’ en la voluntad de Dios; obedecer continuamente; vivir en una actitud continua de recogimiento; aceptar las reprimendas y no justificarlas cuando son injustas. Humildad que se plasma en sus Hijas: piden limosna, visitan y ayudan a los enfermos.

Madre: madre para los pobres, a quienes da todo lo que tiene, y sobre todo su amor. Madre para sus Hijas, a quienes quiere y cuida, a quienes dirige cartas circulares, y cartas personales; a quienes exhorta a vivir muy unidas, con paz y tranquilidad, siendo ángeles de paz, con un testimonio de pobreza evangélica y de alegría. Madre que creará internados para las hijas huérfanas de los enfermos que asisten las Hermanas, y escuelas para las niñas humildes, incluso escuelas nocturnas para las obreras. Pobreza sí, miseria no. Confianza: en la divina Providencia y en las personas que la Divina Providencia ponía a su lado.

Amor a la Cruz: las casas de las Hermanas son como un Calvario, y en el dormitorio hay un altar con una Cruz.


01 marzo, 2012

San Albino de Vercelli



Oh; San Albino de Vercelli, vos,
sois el hijo del Dios de la vida,
y el que, la metropolitana iglesia
reconstruyó, sobre las ruinas de
la basílica que, San Eusebio había
construido sobre la tumba del mártir
San Teofrasto. Vos, amigo de San
Germán, os había dicho que, el día
que, fuera velado su cadáver, las
luces del templo, se encenderían
todas y, vos así lo recordasteis.
Vos, entonces nombrado fuisteis
obispo de Vercelli y, os disteis
íntegro al servicio de Nuestro
Señor Jesucristo, quien, cumplido
vuestro tiempo, os premio, con
corona de luz, que nunca marchita;
Oh; San Albino de Vercelli, "santo".

© 2012 by Luis Ernesto Chacón Delgado
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1 Marzo
San Albino de Vercelli
Obispo 

Obispo de la diócesis de Vercelli, fue consagrado en el 452, en un período histórico muy tormentoso en Italia.

Reconstruyó la iglesia metropolitana, sobre las ruinas de la pequeña basílica que San Eusebio había construido sobre la tumba del mártir San Teofrasto, y que el emperador Teodosio había hecho ampliar.

Para la solemne celebración del rito Albino esperaba la visita de algún obispo importante. La espera fue premiada con el paso de San Germán, obispo de Auxerre, que se dirigía a Ravena. Como no podía esperar, el santo obispo prometió que asistiría al rito, cuando regresara.

San Germán murió durante su estadía en Ravena, y a Vercelli regresó solamente su cadáver.

Cuando colocaron el féretro en el centro de la basílica, todas las velas se encendieron simultáneamente. El hecho, más prodigioso porque en los días anteriores ninguno había podido encenderlas, fue interpretado como el cumplimiento de la promesa que San Germán había hecho a San Albino.

Del obispo de Vercelli no sabemos sino que su culto es muy antiguo.

(http://es.catholic.net/santoral/articulo.php?id=35369)


29 febrero, 2012

Santa Antonia de Florencia




Oh, Santa Antonia de Florencia; vos,  
sois la hija del Dios de la vida y
además, viuda, fundadora y abadesa
primera del monasterio de Corpus
Christi. Y, aunque vos, decidisteis,
que, ni el mundo era para vos, y ni
vos, para el mundo, os incorporasteis
entre las Hermanas Terciarias Regulares
de San Francisco e hicisteis de él,
vuestra pobre familia y buscasteis
allí, vuestra santificación. Con doce
compañeras vuestras, encabezasteis
el nuevo espíritu “observante”, que
os distinguió, como ejemplo claro
de virtudes y obediencia. Siempre
vencisteis, vuestras tribulaciones y Dios,
vuestro amado padre, os llamó para
premiaros con corona de eternidad,
gracias, a vuestra obra de amor y fe;
oh, Santa Antonia de Florencia, “luz”.



© 2012 by Luis Ernesto Chacón Delgado
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28-29 de Febrero 
Santa Antonia de Florencia
Abadesa

Martirologio Romano: En L’Aquila, en el Abruzo, beata Antonia de Florencia, viuda, después fundadora y primera abadesa del monasterio de Corpus Christi, siguiendo la primera Regla de santa Clara (1472). 

Fecha de beatificación: Culto confirmado el 17 de septiembre de 1847 por el Papa Pío IX.

En los años bisisestos se celebra el día 29 en lugar del 28. Antonia nació en Florencia en 1401. Poco se sabe de su infancia. A los 15 años se casó, tuvo un hijo, y estando éste todavía muy pequeño, ella enviudó. Para atender a las necesidades del hijo, aceptó un nuevo matrimonio, con igual fortuna, pues el marido murió pronto. Entonces ella decidió que ni el mundo era para ella, ni ella para el mundo. Y una vez que el hijo pudo valerse por sí mismo, ella entró entre las Hermanas Terciarias Regulares de San Francisco fundadas por la Beata Angelina de Marsciano, que tenían entonces su convento en San Onofre, en Florencia. Desde entonces el convento fue su pobre y durísima familia. Su única ambición era santificarse. Con su forma de vida edificó a sus compañeras y también mereció la estima de sus superiores. Fue enviada a Foligno, al convento de Santa Ana, y luego a Aquila, al convento de Santa Isabel. Aquí tuvo como director espiritual a san Juan de Capistrano, quien, junto con San Bernardino de Siena, promovía la llamada “observancia”.

Antonia sentía la urgencia de una regla más austera, de una pobreza más rígida, de una abnegación más perfecta. Con la aprobación de Nicolás V, y la bendición de San Juan de Capistrano, Vicario general, en 1447 se retiró con doce compañeras al monasterio del Corpus Domini para observar en todo su rigor la primera regla de Santa Clara. San Juan de Capistrano le encomendó la dirección del monasterio para que fuera modelo del nuevo espíritu “observante” también en la Segunda Orden, rama femenina franciscana.

Por muchos años fue superiora modelo, reformadora de las costumbres, ejemplo de virtudes y de obediencia. Sufrió desventuras y calumnias pero no la postraron. Venció sus propias tribulaciones curando las ajenas. Al acercarse la muerte, llamó a sí a sus cohermanas para recomendarles la exacta observancia de la regla y la caridad fraterna. Tenía 71 años cuando murió, el 28 de febrero de 1472. La ciudad de Aquila la veneró como santa desde su muerte. 

Autor: Fuente: Franciscanos.net 

(http://es.catholic.net/santoral/articulo.php?id=8326)


28 febrero, 2012

San Osvaldo de Worchester





Oh, San Osvaldo de Worchester, vos,
sois el hijo del Dios de la vida, y monje
bendictino, que con San Dunstan,
monásticos ideales compartíais y, por
ello, nombrado obispo fuisteis, donde
el cabildo de la iglesia catedral, en
comunidad monástica lo convertisteis.
Dos monasterios fundasteis y siempre
erais amable, cortés, y alegre, por lo
que, el pueblo os amaba, por ser como
erais. Y, en la humildad de santo y,
mientras lavabais, los pies a doce pobres
y luego de sentaros con ellos a la mesa,
voló, vuestra al cielo, para recibir, premio
justo, que Dios Padre, os había preparó
desde antes que mundo fuera hecho;
oh, San Osvaldo de Worchester, santo.



© 2012 by Luis Ernesto Chacón Delgado
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28 (29) de febrero
San Osvaldo de Worchester
Obispo



Martirologio Romano: En Worchester, en Inglaterra, san Osvaldo, obispo, que fue primero canónigo y después monje, presidió las sedes de Worchester y de York, introdujo en muchos monasterios la Regla de san Benito, siendo un maestro benigno, alegre y docto (992).

En los años bisiestos se celebra el día 29 en lugar del 28.

Hijo de padres daneses, se hizo monje benedictino en el monasterio de Fleury, en Francia, y posteriormente recibió la ordenación sacerdotal en Inglaterra en el año 959. Por recomendación de san Dunstan, con quien san Osvaldo compartía los ideales monásticos, fue nombrado obispo de Worcester en el año 961, donde convirtió el cabildo de la iglesia catedral en una comunidad monástica, fundó también otros dos monasterios en Westbury-on-Trym, cerca de Bristol, y el más influyente de Ramsey, para el cual obtuvo que el monastero de Fleury le “prestara” a san Abón, como maestro.

Cuando fue nombrado arzobispo de York, se le permitió mantener también la diócesis de Worcester. En la reacción anti monástica que siguió a la muerte de san Eduardo mártir, las comunidades monásticas se dispersaron temporalmente. Tenía como características personales la amabilidad, la cortesía y la alegría, que lo hicieron ser muy amado por el pueblo.

Murió en Worcester el 28 de febrero del 992 después de lavar los pies a doce pobres y de sentarse con ellos a la mesa. Su cuerpo fue trasladado a un sepulcro nuevo por san Wulfstano, también obispo de Worcester desde 1062 hasta 1095. 
(http://es.catholic.net/santoral/articulo.php?id=45327)