10 marzo, 2013

IV de Cuaresma San Macario de Jerusalén



Oh, San Macario de Jerusalén, vos,
sois el hijo del Dios de la vida, y
su amado santo. Por vuestra oposición
a la arriana herejía conocido, y que,
junto con Eustaquio de Antioquía,
redactasteis el Credo de Nicea y con
ardor de corazón, defendisteis a los
infiernos el Descendimiento de Cristo
Jesús. Vuestro nombre, el lugar primero
ocupa, de los obispos de Palestina,
que rubricaron de Nicea el Concilio.
También, sobre vos, recayó la ardua
tarea, de buscar y buscar y encontrar
los santos lugares de la Resurrección,
la Pasión y la Cruz Verdadera. Y, parte
grande, a vos os debemos la construcción
de las Iglesias de la Natividad y de la
Ascensión de Nuestro señor Jesucristo;
oh, San Macario de Jerusalén, “luz”.


2013 by Luis Ernesto Chacón Delgado
_____________________________
10 Marzo
San Macario
Obispo de Jerusalén (312-34)


La fecha en la que Macario fue consagrado Obispo se encuentra en la versión de San Jerónimo de las “Crónicas” de Eusebio. Su muerte debe haber acaecido antes del Concilio de Tiro, en el año 335, en el que su sucesor, Máximo, fue aparentemente uno de los obispos participantes.

Macario fue uno de los obispos a quienes San Alejandro de Alejandría escribiera previniéndolos contra Arrio. El vigor de su oposición a la nueva herejía se evidencia en la manera abusiva en la que Ario se refiere a él en su carta a Eusebio de Nicomedia.

Asistió al Concilio de Nicea, y vale mencionar aquí dos conjeturas relacionadas con el papel que desempeñó en dicho concilio. La primera es que hubo un forcejeo entre él y su obispo metropolitano Eusebio de Cesarea, en cuanto a los derechos de sus respectivas sedes. El séptimo canon del concilio (“Debido a que la costumbre y la tradición antigua muestran que el obispo de Elia [Jerusalén] debe ser honrado y debe tener precedencia; sin que esto perjudique, sin embargo, la dignidad que corresponde al obispo de la Metrópolis”), por su vaguedad sugiere que fue el resultado de una prolongada batalla.

La segunda conjetura es que Macario, junto con Eustaquio de Antioquía, tuvo mucho que ver con la redacción del Credo adoptado finalmente por el Concilio de Nicea. Para mayores datos sobre la base de esta conjetura (expresiones que aparecen en el Credo y que recuerdan las de Jerusalén y Antioquía) el lector puede consultar a Hort, “Two Dissertations”, etc., 58 sqq.; Harnack, “Dogmengesch.”, II (3a edición), 231; Kattenbusch, “Das Apost. Symbol.” (Ver el índice del volumen II.).

De las conjeturas podemos pasar a la ficción. En la “Historia del Concilio de Nicea” atribuida a Gelasio de Cícico hay varias discusiones imaginarias entre los Padres del Concilio y los filósofos al servicio de Arrio. En una de esas discusiones, en donde Macario actúa como vocero de los obispos, éste defiende el Descendimiento a los infiernos. Este hecho, consecuencia de la incertidumbre de si el Descenso a los infiernos se encontraba en el Credo de Jerusalén, es interesante, sobre todo si se tiene en cuenta que, en otros aspectos, el lenguaje de Macario aparece más conforme al del Credo.

El nombre de Macario ocupa el primer lugar los de los obispos de Palestina que suscribieron el Concilio de Nicea; el de Eusebio aparece en quinto lugar. San Atanasio, en su encíclica a los obispos de Egipto y Libia, incluye el nombre de Macario (quien había muerto ya hacía mucho tiempo) entre los de los obispos reconocidos por su ortodoxia.

San Teofano en su “Cronografía” indica que Constantino, al finalizar el concilio de Nicea, ordenó a Macario buscar los sitios de la Resurrección y de la Pasión y la Verdadera Cruz.
Es muy probable que esto haya sido así, ya que las excavaciones comenzaron muy poco tiempo después del concilio y se realizaron, aparentemente, bajo la superintendencia de Macario.

El gran montículo y las bases de piedra coronadas por el templo de Venus, que se habían construido sobre el Santo Sepulcro en la época de Adriano, se demolieron y “cuando de inmediato apareció la superficie original del suelo, contrario a todas las expectativas, se descubrió el Santo Monumento de la Resurrección de nuestro Salvador”.

Al oír la noticia, Constantino escribió a Macario dándole órdenes y detalladas para la construcción de una Iglesia en ese lugar. Más tarde escribió otra carta “A Macario y a los demás Obispos de Palestina” ordenando la construcción de una Iglesia en Mambré, que también había sido profanada por un templo pagano. Eusebio, tal vez pensando en su dignidad como Obispo Metropolitano, aunque relata lo antes descrito, se refiere a la carta como “dirigida a mí”.

También se construyeron iglesias en los lugares e la Natividad y la Ascensión.

(http://es.catholic.net/santoraldehoy/)

09 marzo, 2013

Santa Francisca Romana



Oh, Santa Francisca Romana, vos sois
la hija del Dios de la vida, y su amada
sierva. Esposa, madre, viuda y apóstol
seglar, vuestra vida, pronto en ejemplo
se convirtió. Dolor y nostalgia sentíais
por no poder dedicaros a la oración y a
la contemplación. Con vuestra cuñada
os propusisteis a ser excelentes madres
de familia, y, a la vez, dedicar los tiempos
libres a ayudar a los pobres y enfermos.
Visitabais hospitales, instruíais ignorantes
y socorrías a los pobres. “Muy buena es la
oración, pero la mujer casada tiene que
concederles enorme importancia a sus
deberes caseros”, decías cuando vuestro
marido os requería. Siempre os dedicasteis
a la oración y a la mortificación y a las
buenas lecturas, y, a estar siempre muy
ocupada, evitando así, las tentaciones del
mal. Pronto vuestra vida cambio, y literalmente,
en la calle quedasteis y nada cambió en vos,
y os dedicasteis a pedir limosna para vuestros
enfermos de vuestro hospital. Enfermasteis,
y por años padecisteis en silencio con ellas,
porque sabíais, de los premios del cielo.
Sanabais enfermos, alejabais malos espíritus,
y conseguíais poner paz entre las gentes que
peleadas estaban y lograbais que empezaran
a amarse. Fundasteis las “Oblatas de María”.
Ayunabais a pan y agua muchos días y os
dedicabais muchas horas a la oración y a la
meditación. Y, Dios empezó a concederos
éxtasis y visiones. “El ángel del Señor me
manda que lo siga hacia las alturas”, dijisteis
por última vez y quedasteis muerta, pero
más parecíais dormida en paz. Voló, entonces
vuestra alma, y corona fue de luz eterna, por
vuestro amor, constancia, entrega y fidelidad;
oh, Santa Francisca Romana, luz, entrega y amor.


© 2013 by Luis Ernesto Chacón Delgado
_______________________________

09 de Marzo
Santa Francisca Romana
(año 1440)


Esposa, madre, viuda y apóstol seglar. Francisca nació en Roma en el año 1384. Y en cada año, el 9 de marzo, llegan cantidades de peregrinos a visitar su tumba en el Templo que a ella se le ha consagrado en Roma y a visitar el convento que ella fundó allí mismo y que se llama “Torre de los Espejos”.

Sus padres eran sumamente ricos y muy creyentes (quedarán después en la miseria en una guerra por defender al Sumo Pontífice) y la niña creció en medio de todas las comodidades, pero muy bien instruida en la religión. Desde muy pequeñita su mayor deseo fue ser religiosa, pero los papás no aceptaron esa vocación sino que le consiguieron un novio de una familia muy rica y con él la hicieron casar.

Francisca, aunque amaba inmensamente a su esposo, sentía la nostalgia de no poder dedicar su vida a la oración y a la contemplación, en la vida religiosa. Un día su cuñada, llamada Vannossa, la vio llorando y le preguntó la razón de su tristeza. Francisca le contó que ella sentía una inmensa inclinación hacia la vida religiosa pero que sus padres la habían obligado a formar un hogar.
Entonces la cuñada le dijo que a ella le sucedía lo mismo, y le propuso que se dedicaran a las dos vocaciones: ser unas excelentes madres de familia, y a la vez, dedicar todos los ratos libres a ayudar a los pobre y enfermos, como si fueran dos religiosas. Y así lo hicieron. Con el consentimiento de sus esposos, Francisca y Vannossa se dedicaron a visitar hospitales y a instruir gente ignorante y a socorrer pobres. La suegra quería oponerse a todo esto, pero los dos maridos al ver que ellas en el hogar eran tan cuidadosas y tan cariñosas, les permitieron seguir en esta caritativa acción.

Pronto Francisca empezó a ganarse la simpatía de las gentes de Roma por su gran caridad para con los enfermos y los pobres. Ella tuvo siempre la cualidad especialísima de hacerse querer por la gente. Fue un don que le concedió el Espíritu Santo.

En más de 30 años que Francisca vivió con su esposo, observó una conducta verdaderamente edificante. Tuvo tres hijos a los cuales se esmeró por educar muy religiosamente. Dos de ellos murieron muy jóvenes, y al tercero lo guió siempre, aun después de que él se casó, por el camino de todas las virtudes.

A Francisca le agradaba mucho dedicarse a la oración, pero le sucedió muchas veces que estando orando la llamó su marido para que la ayudara en algún oficio, y ella suspendía inmediatamente su oración y se iba a colaborar en lo que era necesario. Veces hubo que tuvo que suspender cinco veces seguidas una oración, y lo hizo prontamente. Ella repetía: “Muy buena es la oración, pero la mujer casada tiene que concederles enorme importancia a sus deberes caseros”.

Dios permitió que a esta santa mujer le llegaran las más desesperantes tentaciones. Y a todas resistió dedicándose a la oración y a la mortificación y a las buenas lecturas, y a estar siempre muy ocupada. Su familia, que había sido sumamente rica, se vio despojada su sus bienes en una terrible guerra civil. Como su esposo era partidario y defensor del Sumo Pontífice, y en la guerra ganaron los enemigos del Papa, su familia fue despojada de sus fincas y palacios. Francisca tuvo que irse a vivir a una casona vieja, y dedicarse a pedir limosna de puerta en puerta para ayudar a los enfermos de su hospital. Y además de todo esto le llegaron muy dolorosas enfermedades que le hicieron padecer por años y años. Ella sabía muy bien que estaba cosechando premios para el cielo.

Su hijo se casó con una muchacha muy bonita pero terriblemente malgeniada y criticona. Esta mujer se dedicó a atormentarle la vida a Francisca y a burlarse de todo lo que la santa hacía y decía. Ella soportaba todo en silencio y con gran paciencia. Pero de pronto la nuera cayó gravemente enferma y entonces Francisca se dedicó a asistirla con una caridad impresionantemente exquisita. La joven se curó de la enfermedad del cuerpo y quedó curada también de la antipatía que sentía hacia su suegra. En adelante fue su gran amiga y admiradora.

Francisca obtenía admirables milagros de Dios con sus oraciones. Curaba enfermos, alejaba malos espíritus, pero sobre todo conseguía poner paz entre gentes que estaban peleadas y lograba que muchos que antes se odiaban, empezaran a amarse como buenos amigos. Por toda Roma se hablaba de los admirables efectos que esta santa mujer conseguía con sus palabras y oraciones. Muchísimas veces veía a su ángel de la guarda y dialogaba con él.

Francisca fundó una comunidad de religiosas seglares dedicadas a atender a los más necesitados. Les puso por nombre “Oblatas de María”, y su casa principal, que existe todavía en Roma, fue un edificio que se llamaba “Torre de los Espejos”. Sus religiosas vestían como señoras respetables. No tenían hábito especial.
Nombró como superiora a una mujer de toda su confianza, pero cuando Francisca quedó viuda entró también ella de religiosa, y por unanimidad las religiosas la eligieron superiora general. En la comunidad tomó por nombre “Francisca Romana”.

Había recibido de Dios la eficacia de la palabra y por eso acudían a ella numerosas personas para pedirle que les ayudara a solucionar los problemas de sus familias. El Espíritu Santo le concedió el don de consejo, por el cual sus palabras guiaban fácilmente a las personas a conseguir la solución de sus dificultades.

Cuando llegaban las epidemias, ella misma llevaba a los enfermos al hospital, lo atendía, les lavaba la ropa y la remendaba, y como en tiempo de contagio era muy difícil conseguir confesores, ella pagaba un sueldo especial a varios sacerdotes para que se dedicaran a atender espiritualmente a los enfermos.


Francisca ayunaba a pan y agua muchos días. Dedicaba horas y horas a la oración y a la meditación, y Dios empezó a concederle éxtasis y visiones. Consultaba todas las dudas de su alma con un director espiritual, y llegó a tal grado de amabilidad en su trato, que bastaba tratar con ella una sola vez para quedar ya amigos para siempre. A las personas que sabía que hablaban mal de ella, les prodigaba mayor amabilidad.

Estaba gravemente enferma, y el 9 de marzo de 1440 su rostro empezó a brillar con una luz admirable. Entonces pronunció sus últimas palabras: “El ángel del Señor me manda que lo siga hacia las alturas”. Luego quedó muerta, pero parecía alegremente dormida.

Tan pronto se supo la noticia de su muerte, corrió hacia el convento una inmensa multitud. Muchísimos pobres iban a demostrar su agradecimiento por los innumerables favores que les había hecho. Muchos llevaban enfermos para que les permitieran acercarlos al cadáver de la santa, y así pedir la curación por su intercesión. Los historiadores dicen que “toda la ciudad de Roma se movilizó”, para asistir a los funerales de Francisca.

Fue sepultada en la iglesia parroquial, y al conocerse la noticia de que junto a su cadáver se estaban obrando milagros, aumentó mucho más la concurrencia a sus funerales. Luego su tumba se volvió tan famosa que aquel templo empezó a llamarse y se le llama aún ahora: La Iglesia de Santa Francisca Romana.

Cada 9 de marzo llegan numerosos peregrinos a pedirle a Santa Francisca unas gracias que nosotros también nos conviene pedir siempre: que nos dediquemos con todas nuestras fuerzas a cumplir cada día los deberes que tenemos en nuestro hogar, y que nos consagremos con toda la generosidad posible a ayudar a los pobres y necesitados y a ser extraordinariamente amables con todos. Santa Francisca: ruégale al buen Dios que así sea.

He aquí la descripción de una mujer admirable. “Que las gentes comenten sus muchas buenas obras” (S. Biblia. Proverbios 31).



08 marzo, 2013

San Juan de Dios



Oh, San Juan de Dios, vos, sois el hijo
del Dios de la vida y su amado santo. Aquél
siervo, que la Comunidad de los Hermanos
Hospitalarios, fundó y que, vuestro nombre
lleva. Pastor y soldado fuisteis, y allí,
os hicisteis fuerte, resistente y sufrido.
La divina providencia, siempre de vuestro
lado estuvo, tanto que, Nuestra Señora, os
salvó de ahorcado ser. Después de la milicia,
vendedor ambulante os hicisteis de estampas
y religiosos libros. Y, el buen Jesús, bajo
la apariencia, de “niño pobre” os dijo: “Granada
será tu cruz”. Y, así fue. “Misericordia Señor,
que soy un pecador”, dijisteis y gritando
por las calles, pedisteis perdón a Dios. Os
confesasteis con San Juan de Avila y os
propusisteis penitencia especial: el loco
haceros, para que la gente os humillara y os
hiciera sufrir. Y, la gente, loco os creyó
y os lanzaban piedras y os daban de golpes
y más, en el manicomio, donde fuisteis
azotado, para “calmaros”. Pero, vos, no os
atormentabais, ni disgustaban los azotes que
os daban, sino que, los ofrecíais a Dios.
Visteis, cómo a los pobres y enfermos, trataban
en el manicomio y fundar decidisteis un hospital.
Allí, lego como erais en médicas cuestiones,
erais más, cuando a curar el alma enseñabais
y después, el cuerpo. “Loco de amor”, toda
vuestra vida gastasteis, en ayudar a los
enfermos más miserables por amor a Cristo Jesús.
Hicisteis de enfermero, cocinero, barrendero,
mandadero, padre, amigo y hermano de todos.
Por la noche, limosnas pedíais para vuestros
pobres, diciendo: ¡Haced el bien hermanos, para
vuestro bien!. “Jesús, Jesús, en tus manos
me encomiendo”. Fueron vuestras últimas palabras.
Y, voló, vuestra alma, a la gloria eterna,
para coronada ser con corona de luz. Santo
Patrono de los que trabajan en los hospitales
y de aquellos, que propagan religiosos libros;
oh, San Juan de Dios; “locura de amor y luz”.


© 2013 by Luis Ernesto Chacón Delgado
____________________________________


8 de Marzo
San Juan de Dios
Fundador de la Comunidad
de Hermanos Hospitalarios
de San Juan de Dios
Año 1550


Nació y murió un 8 de marzo. Nace en Portugal en 1495 y muere en Granada, España, en 1550 a los 55 años de edad. De familia pobre pero muy piadosa. Su madre murió cuando él era todavía joven. Su padre murió como religioso en un convento.

En su juventud fue pastor, muy apreciado por el dueño de la finca donde trabajaba. Le propusieron que se casara con la hija del patrón y así quedaría como heredero de aquellas posesiones, pero él dispuso permanecer libre de compromisos económicos y caseros pues deseaba dedicarse a labores más espirituales.
Estuvo de soldado bajo las órdenes del genio de la guerra, Carlos V en batallas muy famosas. La vida militar lo hizo fuerte, resistente y sufrido.

La Sma. Virgen lo salvó de ser ahorcado, pues una vez lo pusieron en la guerra a cuidar un gran depósito y por no haber estado lo suficientemente alerta, los enemigos se llevaron todo. Su coronel dispuso mandarlo ahorcar, pero Juan se encomendó con toda fe a la Madre de Dios y logró que le perdonaran la vida. Y dejó la milicia, porque para eso no era muy adaptado.

Salido del ejército, quiso hacer un poco de apostolado y se dedicó a hacer de vendedor ambulante de estampas y libros religiosos.

Cuando iba llegando a la ciudad de Granada vio a un niñito muy pobre y muy necesitado y se ofreció bondadosamente a ayudarlo. Aquel “pobrecito” era la representación de Jesús Niño, el cual le dijo: “Granada será tu cruz”, y desapareció.


Estando Juan en Granada de vendedor ambulante de libros religiosos, de pronto llegó a predicar una misión el famoso Padre San Luis de Avila. Juan asistió a uno de sus elocuentes sermones, y en pleno sermón, cuando el predicador hablaba contra la vida de pecado, nuestro hombre se arrodillo y empezó a gritar: “Misericordia Señor, que soy un pecador”, y salió gritando por las calles, pidiendo perdón a Dios. Tenía unos 40 años.

Se confesó con San Juan de Avila y se propuso una penitencia muy especial: hacerse el loco para que la gente lo humillara y lo hiciera sufrir muchísimo.

Repartió entre los pobres todo lo que tenía en su pequeña librería, empezó a deambular por las calles de la ciudad pidiendo misericordia a Dios por todos su pecados.

La gente lo creyó loco y empezaron a atacarlo a pedradas y golpes.

Al fin lo llevaron al manicomio y los encargados le dieron fuertes palizas, pues ese era el medio que tenían en aquel tiempo para calmar a los locos: azotarlos fuertemente. Pero ellos notaban que Juan no se disgustaba por los azotes que le daban, sino que lo ofrecía todo a Dios. Pero al mismo tiempo corregía a los guardias y les llamaba la atención por el modo tan brutal que tenían de tratar a los pobres enfermos
.
Aquella estadía de Juan en ese manicomio, que era un verdadero infierno, fue verdaderamente providencial, porque se dio cuenta del gran error que es pretender curar las enfermedades mentales con métodos de tortura. Y cuando quede libre fundará un hospital, y allí, aunque él sabe poco de medicina, demostrará que él es mucho mejor que los médicos, sobre todo en lo relativo a las enfermedades mentales, y enseñará con su ejemplo que a ciertos enfermos hay que curarles primero el alma si se quiere obtener después la curación de su cuerpo.

Sus religiosos atienden enfermos mentales en todos los continentes y con grandes y maravillosos resultados, empleando siempre los métodos de la bondad y de la comprensión, en vez del rigor de la tortura.
Cuando San Juan de Avila volvió a la ciudad y supo que a su convertido lo tenían en un manicomio, fue y logró sacarlo y le aconsejó que ya no hiciera más la penitencia de hacerse el loco para ser martirizado por las gentes. Ahora se dedicará a una verdadera “locura de amor”: gastar toda su vida y sus energías a ayudar a los enfermos más miserables por amor a Cristo Jesús, a quien ellos representan.

Juan alquila una casa vieja y allí empieza a recibir a cualquier enfermo, mendigo, loco, anciano, huérfano y desamparado que le pida su ayuda. Durante todo el día atiende a cada uno con el más exquisito cariño, haciendo de enfermero, cocinero, barrendero, mandadero, padre, amigo y hermano de todos. Por la noche se va por la calle pidiendo limosnas para sus pobres.

Pronto se hizo popular en toda Granada el grito de Juan en las noches por las calles. El iba con unos morrales y unas ollas gritando: ¡Haced el bien hermanos, para vuestro bien! Las gentes salían a la puerta de sus casas y le regalaban cuanto les había sobrado de la comida del día. Al volver cerca de medianoche se dedicaba a hacer aseo en el hospital, y a la madrugada se echaba a dormir un rato debajo de una escalera. Un verdadero héroe de la caridad.

El señor obispo, admirado por la gran obra de caridad que Juan estaba haciendo, le añadió dos palabras a su nombre de pila, y empezó a llamarlo “Juan de Dios”, y así lo llamó toda la gente en adelante. Luego, como este hombre cambiaba frecuentemente su vestido bueno por los harapos de los pobres que encontraba en las calles, el prelado le dio una túnica negra como uniforme; así se vistió hasta su muerte, y así han vestido sus religiosos por varios siglos.

Un día su hospital se incendió y Juan de Dios entró varias veces por entre las llamas a sacar a los enfermos y aunque pasaba por en medio de enormes llamaradas no sufría quemaduras, y logró salvarle la vida a todos aquellos pobres.

Otro día el río bajaba enormemente crecido y arrastraba muchos troncos y palos. Juan necesitaba abundante leña para el invierno, porque en Granada hace mucho frío y a los ancianos les gustaba calentarse alrededor de la hoguera. Entonces se fue al río a sacar troncos, pero uno de sus compañeros, muy joven, se adentró imprudentemente entre las violentas aguas y se lo llevó la corriente. El santo se lanzó al agua a tratar de salvarle la vida, y como el río bajaba supremamente frío, esto le hizo daño para su enfermedad de artritis y empezó a sufrir espantosos dolores.


Después de tantísimos trabajos, ayunos y trasnochadas por hacer el bien , y resfriados por ayudar a sus enfermos, la salud de Juan de Dios se debilitó totalmente. El hacía todo lo posible porque nadie se diera cuenta de los espantosos dolores que lo atormentaban día y noche, pero al fin ya no fue capaz de simular más. Sobre todo la artritis le tenía sus piernas retorcidas y le causaba dolores indecibles. Entonces una venerable señora de la ciudad obtuvo del señor obispo autorización para llevarlo a su casa y cuidarlo un poco.

El santo se fue ante el Santísimo Sacramento del altar y por largo tiempo rezó con todo el fervor antes de despedirse de su amado hospital. Le confió la dirección de su obra a Antonio Martín, un hombre a quien él había convertido y había logrado que se hiciera religioso, y colaborador suyo, junto con otro hombre a quien Antonio odiaba; y después de amigarlos, logró el santo que le ayudaran en su obra en favor de los pobres, como dos buenos amigos.

Al llegar al la casa de la rica señora, exclamó Juan: “Oh, estas comodidades son demasiado lujo para mí que soy tan miserable pecador”. Allí trataron de curarlo de su dolorosa enfermedad, pero ya era demasiado tarde.

El 8 de marzo de 1550, sintiendo que le llegaba la muerte, se arrodilló en el suelo y exclamó: “Jesús, Jesús, en tus manos me encomiendo”, y quedó muerto, así de rodillas.

Había trabajado incansablemente durante diez años dirigiendo su hospital de pobres, con tantos problemas económicos que a veces ni se atrevía a salir a la calle a causa de las muchísimas deudas que tenía; y con tanta humildad, que siendo el más grande santo de la ciudad se creía el más indigno pecador. El que había sido apedreado como loco, fue acompañado al cementerio por el obispo, las autoridades y todo el pueblo, como un santo.

Después de muerto obtuvo de Dios muchos milagros en favor de sus devotos y el Papa lo declaró santo en 1690. Es Patrono de los que trabajan en hospitales y de los que propagan libros religiosos.

San Juan de Dios: alcánzanos de Dios un gran amor hacia los enfermos y los pobres.

NOTA: Los religiosos Hospitalarios de San Juan de Dios son 1,500 y tienen 216 casas en el mundo para el servicio de los enfermos. Los primeros beatos de Colombia pertenecieron a esta santa Comunidad.


Todo lo que hicisteis con cada uno de estos mis hermanos enfermos, conmigo lo hicisteis (Jesucristo Mt. 25,40).

(http://www.ewtn.com/spanish/Saints/Juan_de_Dios.htm)


07 marzo, 2013

Santas Perpetua y Felicidad



Oh, Santas Perpetua y Felicidad; vosotras
sois las hijas del Dios de la vida, y sus
amadas santas. Aquellas mujeres y jóvenes
madres, que, entregasteis vuestro abierto
corazón a Jesús, Dios y Señor Nuestro, en
tiempos de idolatría y paganismo. “Yo lo
que más le pedía a Dios era que nos
concediera un gran valor para ser capaces
de sufrir y luchar por nuestra santa
religión”. Y, os escuchó vuestros ruegos
y escribisteis así: “Desde que tuve a mi
pequeñín junto a mí, ya aquello no me
parecía una cárcel sino un palacio, y me
sentía llena de alegría. Y el niño también
recobró su alegría y su vigor”. “Y, yo que
soy cristiana, no me puedo llamar pagana,
ni de ninguna otra religión, porque soy
cristiana y lo quiero ser para siempre”.
Respondisteis a vuestro padre, que os
rogaba volveros pagana. Vuestros verdugos
os decían: “Ahora se queja por los dolores
de dar a luz. ¿Y cuando le lleguen los dolores
del martirio qué hará? Y, vos respondisteis:
“Ahora soy débil porque la que sufre es mi
pobre naturaleza. Pero cuando llegue el
martirio me acompañará la gracia de Dios,
que me llenará de fortaleza”. Y, de pronto
vuestra hora llegó, y envolviéndoos en una
red, una furiosa vaca que os corneó casi hasta
morir y saliendo airosas, dijisteis Perpetua:
¿Y dónde está esa tal vaca que nos iba a
cornear? Y, la masa casi al unísono pidió
que os cortaran la cabeza, que así fue y Dios,
abrió sus brazos y os recibió, para coronaros
con sendas coronas de luz y eternidad, por
vuestra entrega de amor, fidelidad y fe;
oh, Santas Perpetua y Felicidad, “amor y fe”.


© 2013 by Luis Ernesto Chacón Delgado
____________________________________
7 de Marzo
Santas Perpetua y Felicidad
Mártires
(año 203)


Estas dos santas murieron martirizadas en Cartago (África) el 7 de marzo del año 203. Perpetua era una joven madre, de 22 años, que tenía un niñito de pocos meses. Pertenecía a una familia rica y muy estimada por toda la población. Mientras estaba en prisión, por petición de sus compañeros mártires, fue escribiendo el diario de todo lo que le iba sucediendo.
Felicidad era una esclava de Perpetua. Era también muy joven y en la prisión dio a luz una niña, que después los cristianos se encargaron de criar muy bien.


Las acompañaron en su martirio unos esclavos que fueron apresados junto a ellas, y su catequista, el diácono Sáturo, que las había instruido en la religión y las había preparado para el bautismo. A Sáturo no lo habían apresado, pero él se presentó voluntariamente.

Los antiguos documentos que narran el martirio de estas dos santas, eran inmensamente estimados en la antigüedad, y San Agustín dice que se leían en las iglesias con gran provecho para los oyentes. Esos documentos narran lo siguiente.

El año 202 el emperador Severo mandó que los que siguieran siendo cristianos y no quisieran adorar a los falsos dioses tenían que morir.

Perpetua estaba celebrando una reunión religiosa en su casa de Cartago cuando llegó la policía del emperador y la llevó prisionera, junto con su esclava Felicidad y los esclavos Revocato, Saturnino y Segundo.

Dice Perpetua en su diario: “Nos echaron a la cárcel y yo quedé consternada porque nunca había estado en un sitio tan oscuro. El calor era insoportable y estábamos demasiadas personas en un subterráneo muy estrecho. Me parecía morir de calor y de asfixia y sufría por no poder tener junto a mí al niño que era tan de pocos meses y que me necesitaba mucho. Yo lo que más le pedía a Dios era que nos concediera un gran valor para ser capaces de sufrir y luchar por nuestra santa religión”.

Afortunadamente al día siguiente llegaron dos diáconos católicos y dieron dinero a los carceleros para que pasaran a los presos a otra habitación menos sofocante y oscura que la anterior, y fueron llevados a una sala a donde por lo menos entraba la luz del sol,y no quedaban tan apretujados e incómodos. Y permitieron que le llevaran al niño a Perpetua, el cual se estaba secando de pena y acabamiento. Ella dice en su diario: “Desde que tuve a mi pequeñín junto a mí, ya aquello no me parecía una cárcel sino un palacio, y me sentía llena de alegría. Y el niño también recobró su alegría y su vigor”. Las tías y la abuelita se encargaron después de su crianza y de su educación.

El jefe del gobierno de Cartago llamó a juicio a Perpetua y a sus servidores. La noche anterior Perpetua tuvo una visión en la cual le fue dicho que tendrían que subir por una escalera muy llena de sufrimientos, pero que al final de tan dolorosa pendiente, estaba un Paraíso Eterno que les esperaba. Ella narró a sus compañeros la visión que había tenido y todos se entusiasmaron y se propusieron permanecer fieles en la fe hasta el fin.
Primero pasaron los esclavos y el díacono. Todos proclamaron ante las autoridades que ellos eran cristianos y que preferían morir antes que adorar a los falsos dioses.

Luego llamaron a Perpetua. El juez le rogaba que dejara la religión de Cristo y que se pasara a la religión pagana y que así salvaría su vida. Y le recordaba que ella era una mujer muy joven y de familia rica. Pero Perpetua proclamó que estaba resuelta a ser fiel hasta la muerte, a la religión de Cristo Jesús. Entonces llegó su padre (el único de la familia que no era cristiano) y de rodillas le rogaba y le suplicaba que no persistiera en llamarse cristiana. Que aceptara la religión del emperador. Que lo hiciera por amor a su padre y a su hijito. Ella se conmovía intensamente pero terminó diciéndole: ¿Padre, cómo se llama esa vasija que hay ahí en frente? “Una bandeja”, respondió él. Pues bien: “A esa vasija hay que llamarla bandeja, y no pocillo ni cuchara, porque es una bandeja. Y yo que soy cristiana, no me puedo llamar pagana, ni de ninguna otra religión, porque soy cristiana y lo quiero ser para siempre”.

Y añade el diario escrito por Perpetua: “Mi padre era el único de mi familia que no se alegraba porque nosotros íbamos a ser mártires por Cristo”.

El juez decretó que los tres hombres serían llevados al circo y allí delante de la muchedumbre serían destrozados por las fieras el día de la fiesta del emperador, y que las dos mujeres serían echadas amarradas ante una vaca furiosa para que las destrozara. Pero había un inconveniente: que Felicidad iba a ser madre, y la ley prohibía matar a la que ya iba a dar a luz. Y ella sí deseaba ser martirizada por amor a Cristo. 

Entonces los cristianos oraron con fe, y Felicidad dio a luz una linda niña, la cual le fue confiada a cristianas fervorosas, y así ella pudo sufrir el martirio. Un carcelero se burlaba diciéndole: “Ahora se queja por los dolores de dar a luz. ¿Y cuando le lleguen los dolores del martirio qué hará? Ella le respondió: “Ahora soy débil porque la que sufre es mi pobre naturaleza. Pero cuando llegue el martirio me acompañará la gracia de Dios, que me llenará de fortaleza”.

A los condenados a muerte se les permitía hacer una Cena de Despedida. Perpetua y sus compañeros convirtieron su cena final en una Cena Eucarística. Dos santos diáconos les llevaron la comunión, y después de orar y de animarse unos a otros se abrazaron y se despidieron con el beso de la paz. Todos estaban a cual de animosos, alegremente dispuestos a entregar la vida por proclamar su fe en Jesucristo.

A los esclavos los echaron a las fieras que los destrozaron y ellos derramaron así valientemente su sangre por nuestra religión.

Antes de llevarlos a la plaza los soldados querían que los hombres entraran vestidos de sacerdotes de los falsos dioses y las mujeres vestidas de sacerdotisas de las diosas de los paganos. Pero Perpetua se opuso fuertemente y ninguno quiso colocarse vestidos de religiones falsas.


El diácono Sáturo había logrado convertir al cristianismo a uno de los carceleros, llamado Pudente, y le dijo: “Para que veas que Cristo sí es Dios, te anuncio que a mí me echarán a un oso feroz, y esa fiera no me hará ningún daño”. Y así sucedió: lo amarraron y lo acercaron a la jaula de un oso muy agresivo. El feroz animal no le quiso hacer ningún daño, y en cambio sí le dio un tremendo mordisco al domador que trataba de hacer que se lanzara contra el santo diácono. Entonces soltaron a un leopardo y éste de una dentellada destrozó a Sáturo. Cuando el diácono estaba moribundo, untó con su sangre un anillo y lo colocó en el dedo de Pudente y este aceptó definitivamente volverse cristiano.

A Perpetua y Felicidad las envolvieron dentro de una malla y las colocaron en la mitad de la plaza, y soltaron una vaca bravísima, la cual las corneó sin misericordia. Perpetua únicamente se preocupaba por irse arreglando los vestidos de manera que no diera escándalo a nadie por parecer poco cubierta. Y se arreglaba también los cabellos para no aparecer despeinada como una llorona pagana. La gente emocionada al ver la valentía de estas dos jóvenes madres, pidió que las sacaran por la puerta por donde llevaban a los gladiadores victoriosos. Perpetua, como volviendo de un éxtasis, preguntó: ¿Y dónde está esa tal vaca que nos iba a cornear?

Pero luego ese pueblo cruel pidió que las volvieran a traer y que les cortaran la cabeza allí delante de todos. Al saber esta noticia, las dos jóvenes valientes se abrazaron emocionadas, y volvieron a la plaza. A Felicidad le cortaron la cabeza de un machetazo, pero el verdugo que tenía que matar a Perpetua estaba muy nervioso y equivocó el golpe. Ella dio un grito de dolor, pero extendió bien su cabeza sobre el cepo y le indicó al verdugo con la mano, el sitio preciso de su cuello donde debía darle el machetazo. Así esta mujer valerosa hasta el último momento demostró que si moría mártir era por su propia voluntad y con toda generosidad.

Estas dos mujeres, la una rica e instruida y la otra humilde y sencilla sirvienta, jóvenes esposas y madres, que en la flor de la vida prefirieron renunciar a los goces de un hogar, con tal de permanecer fieles a la religión de Jesucristo, ¿qué nos enseñarán a nosotros? Ellas sacrificaron un medio siglo que les podía quedar de vida en esta tierra y llevan más de 17 siglos gozando en el Paraíso eterno. ¿Qué renuncias nos cuesta nuestra religión? ¿En verdad, ser amigos de Cristo nos cuesta alguna renuncia? Cristo sabe pagar muy bien lo que hacemos y renunciamos por El.

(http://www.ewtn.com/spanish/Saints/Felicidad_y_Perpetua.htm)


06 marzo, 2013

Santa Rosa de Viterbo



Oh, Santa Rosa de Viterbo, vos, sois
la hija del Dios de la vida, y su amada
santa que, en vuestros padres, oro
en polvo tuvisteis, pues ellos abrazados
a la cruz de Cristo os inculcaron prístina
fe. Y, vos misma, a corta edad, a vuestra
tía, a la vida volvisteis, ante la absorta
mirada de paganos y cristianos. Vuestra
casa en claustro santo convertisteis
y fuisteis, penitencia y oración, tanto,
que, os afectaron vuestra salud. Y María,
Madre de Dios y Señora Nuestra, os
curó de milagro, y os pidió que el hábito,
tomarais de la Tercera Orden de San
Francisco, y, las puertas de San Damián,
hasta por dos veces tocasteis y no os
las abrieron, quizás por niña ser. Y, aunque,
erais piadosa, caritativa, devota, elocuente,
sabia, obediente y de profundo amor por
lo divino, hicisteis de perpetua castidad
votos. Con vuestra paciencia, mansedumbre
y compasión, maravillabais a las gentes
de vuestro tiempo. En vuestros éxtasis,
la Gloria de Dios veíais. Celebrasteis
esponsales con Cristo, y exhortabais a las
gentes de vuestro tiempo a enmendarse
y arrepentirse de sus pecados. “No me
admitís viva, pero tiempo vendrá en que
me admitiréis muerta”. Dijisteis, a las
Damiantinas, que más tarde, perplejas
quedaron, porque así fue. ¿Dónde estáis
ahora? ¡En el mismo cielo, coronada de luz!;
Oh, Santa Rosa de Viterbo, “amor, fe y luz”.


© 2013 by Luis Ernesto Chacón Delgado
___________________________________

6 de Marzo
Santa Rosa de Viterbo
Virgen


Nació en la ciudad de Viterbo, a 13 leguas de Roma, Italia, en el año de 1234. Sus padres Juan y Catalina la bautizaron en la parroquia de Santa María del Podio, con el nombre de Rosa.

Virtudes

Adornaban a Rosa, aparte de su santidad, la piedad, caridad, devoción, belleza de su rostro, elocuencia, gracia y donaire de sus acciones y movimientos, infusa sabiduría, obediencia, amor por lo divino. A los 3 años hizo votos de perpetua castidad, paciencia, mansedumbre, compasión y otros.

A los 3 años Resucita a su tía

Viendo Rosa tanta aflicción por el fallecimiento de la hermana de su madre; en momentos que iban a sepultarla, tras breve oración, levantó sus ojos al cielo, ante quien es dueño de la Vida y de la Muerte; tocó el frío rostro de su tía llamándola por su nombre; ella, al momento se reincorporó, haciéndose más tarde pregonera de las virtudes de su sobrina. Estos prodigios causaron en Viterbo enconadas opiniones entre católicos e Imperiales, herejes, cismáticos y seguidores del impío Federico II. De parte de los católicos, el sumo Pontífice envió un regimiento al mando del Cardenal Rainero Capoci, quien con ayuda del pueblo ferviente de Viterbo redujo al Gobernador el Conde Simión, éste a su vez dio aviso a Federico II, quien no tardó en mandas un ejército bien pertrechado, trabándose en fieros combates, de cuyas lides salieron victoriosos los católicos, retirándose los Imperiales con falsos pretextos.

Su retiro

Después de estos sucesos, la Santa Niña reconoció en las alabanzas y aplausos, aquel peligro que hace zozobrar la virtud y, cautelando su temor decidió por el retiro. Tratando de vestir el hábito de las Damianitas se dirigió al Convento de Santa María de las Rosas, donde fue rechazada pretextándosele minoría de edad. Así lo quizo Dios, le tenía deparada mayores empresas que cumplir en la Tierra en favor de la Divinidad. Buscó la soledad del retiro en su misma casa al lado de sus padres; durante 3 años vivió en continuas oraciones, ayunos, mortificaciones y penitencias; visitada solo por sus padres, su confesor el cura del Convento de Santa María del Podio y su tía quien fuera resucitada. El Señor la dotó de ciencias sobrenaturales, erudición sagrada, revelándole los Misterios de la Sagrada Escritura.

Padece de grave enfermedad a los 9 años

Los rigores de su retiro penitente hicieron que cayera enferma de fiebre maligna durante una año. En su éxtasis visualizaba la perfección de la Gloria maravillosa de Dios y decía de su Madre, que no había fuerza en el corazón humano para contener los impulsos del amor Divino. Cuando la creían ya sin esperanzas de vida, la Santísima Virgen la visitó, la reconfortó y le ordenó que la día siguiente visitase las Iglesias de San Francisco de Asis, la de Juan Bautista y de Santa María del Podio; vistiese el humilde hábito de San Francisco, celebrase dichosos desposorios con su dulcísimo Hijo y, saliese a las calles de Viterbo a exhortar a los pobladores a enmendarse y arrepentirse de sus corrompidas costumbres; que no la acobardasen las persecuciones, que tendría su apoyo en todo momento, dicho esto la bendijo y desapareció.


Viste el hábito de la Tercera Orden de San Francisco y celebra dichosos Desposorios con Cristo

Rosa que había estado tan grave, se encuentra ahora en perfecta salud, debido a la protección de la Santísima Virgen María, cuyas órdenes comunicó a su Madre; disponiendo que una piadosa matrona noble de nombre Sita, oficiara de Madrina de Bodas. La vistieron con bonitas galas, adornos y joyas con el hábito talar de paño áspero que no fue previsto; que sin embargo, Rosa hizo aparecer debajo de la almohada, bien doblado y a su medida, vio como cordón el cabestro de jumentillo. Así salió de su casa, seguida de la gente devota, visitó las Iglesias enunciadas, su confesor ofició una misa en donde recibió en su corazón al Inmaculado Cordero celestial, al final de la misma dio gracias a su Divino Esposo por haberla elegido. Se despojó de todas la joyas y galas, ya de rodillas, su madrina le cortó su dorada cabellera y, con el crucifijo en la mano hizo los tres votos simples de Obediencia, Pobreza y Castidad.

Su padre cambia de actitud

Su Padre, por obra del demonio muy furioso castigó a Rosa, por las frecuentes prédicas y exposiciones en plazas y calles de Viterbo, con el consiguiente peligro sedicioso a que se exponía, más ella contestó: “Mucho temo que un vano temor turbe la luz de tu entendimiento y que más pueda las ilusiones del miedo que las evidencias de tanta maravillas como has visto a favor de mi celo.” En su Padre obró un cambio, que pidió perdón a su hija de 10 años de vida.

El Señor, atendiendo los amorosos deseos de Rosa, se le aparece en la Cruz vertiendo sangre y desfigurado su rostro, diciéndole que así, el amor a los hombres lo llevó hacia la afrentosa Cruz. Visión que le causó honda pena; mas queriendo consolarla se le aparece nuevamente pero esta vez con el rostro dulce, benigno y hermoso.

Bendiciones y aliento del Señor

Era maravilloso, Rosa de 10 años, que jamás manejó libros, poseyera sabiduría del más erudito, gracia de Dios con la que convertía masivamente a la fe, así: “Mientras Rosa predicaba en la Plaza principal de Viterbo, un pervertido hereje, lleno de furia diabólica pasando en medio de los oyentes, lastimó a la Niña en un brazo, ella, serenamente le dijo que sería castigado por Dios; en efecto, al tercer día se le cayó toda la barba y la cabellera, hecho que causó revuelo en Viterbo. En la Plaza principal en otra ocasión, subida ella sobre una piedra, se le perdía el Sermón, por su baja estatura, por lo que nuestro Señor hico que se levantara la piedra con ella, a una altura tal, que todos pudieron verla y escucharla suspensa hasta terminar la maravillosa exposición, descendiendo luego lentamente hasta su lugar de origen. Así el Altísimo bendecía y alentaba el corazón de Rosa.

Su destierro

Las masivas conversiones de herejes y cismáticos en Viterbo eran frecuentes y numerosas. El Gobernador del lugar cautelosamente arrestó a la Niña y a sus padres, temeroso de que se repitiese la sublevación anterior por parte de los creyentes.

Imponiéndose ante la Niña y sus padres les dijo que depusieran su actitud, al no conseguirlo, estuvo a punto de ordenar su ejecución, mas, sus acusadores disuadieron al tirano proponiéndole ocultarla. De todas maneras se ordenó su prisión, dictaminando finalmente el Juez su perpetuo destierro y la confiscación de bienes. Fue así, que una tarde helada de invierno fue sacada con su padres en dirección de la ciudad de Soriano; la Santa Niña disimulando su dolor por no afligir más a sus ancianos padres, pues consolándolos les decía: “Ahora sí se conoce lo que Dios nos ama, porque estas penas son momentáneas, en cambio el premio es eterno”, palabras que atenuaron en parte sus tribulaciones y de no ser por la protección Divina, habrían muerto de frío aquella noche en medio de la tempestad, porque iban escasos de abrigo y la Niña descalza. Así, tras una larga peregrinación llegaron a la ciudad de Soriano donde tuvieron un feliz recibimiento.

Triunfos en la ciudad de Soriano

Esta ciudad estaba infestada de herejes y cismáticos, Rosa llevando las maravillas de su erudición acerca del Evangelio logró convertirlos a la fe. En esta ciudad anunció el fallecimiento de Federico II, cruel Emperador perseguidor de la Santa Iglesia y desobediente al Sumo Pontífice; en efecto, días más tarde, en el año 1250, murió ahogado con una almohada por manos de su propio hijo poseído por la codicia y la ambición de ocupar el trono. Este anuncio maravilló a toda la ciudad.

Rosa predica en la ciudad de Vitorchianio

De Soriano prosigue a Vitorchiano. Aquí los pocos católicos que habían, estaban sojuzgados y oprimidos por una hechicera llamada Maliarda, instrumento del demonio, a quien Rosa opacó con sus sabias y elocuentes prédicas sobre el Evangelio. Con sólo sus 13 años de edad alcanzó gran número de conversiones; pero la finalidad de Rosa era convertir a la hechicera, antes que despreciarla por el mal que había ocasionado en este pueblo.

Rosa convierte a Maliarda

Rosa cura a una niña llamada Delicada de una ceguera congénita, imponiendo sus manos, toca los párpados con sus dedos y pronuncia en voz alta: “Delicada, en nombre del Dulcísimo Jesús, te doy la vista” y luego de hacer la señal de la Cruz, se abrieron sus ojos, como dos bellas estrellas. Este milagro en presencia de tanta gente fue un pregón clamoroso. Como decíamos, Rosa quería ganar para Dios el alma de la hechicera Maliarda y dejar burlada la astucia del demonio. Así que tanto a católicos como a cismáticos les pareció forzoso una contienda de Rosa contra Maliarda en el Templo Principal de la ciudad; pues, luego de una elocución nada convincente de Maliarda, Rosa contestó… que ella predicaba las enseñanzas del Salvador escritas en el Sagrado Evangelio y que Dios la había puesto a vista de todos para alumbrar tanta ceguedad. Al día siguiente entraría dentro de una pira encendida, para que todo el que viere las llamas y luces dé testimonio de la verdad; la Santa Niña, luego de orar y encomendarse, subió y entró a la hoguera encendida, cuyos resplandores publicaron la grandeza del Creador y descubrieron la hermosura de Rosa como cuando el oro sale del crisol. Este estupendo prodigio corrió los vicios y errores a todos los habitantes de Vitorchiano y permitió que se sujetaran a la obediencia del Sumo Pontífice y la Santa Iglesia.

Solemne Bula de Inocencio IV

El papa Inocencio IV informado de los servicio de Rosa a favor de la Iglesia, resolvió expedir una solemne Bula dirigida al Prior de Santo Domingo y al Archipiestre de San Sixto de Viterbo, para que se hiciera exacta y jurídica averiguación de las virtudes, obras y milagros de rosa. Esta Bula, es sin duda uno de los más esclarecidos elogios, que se pueden hacer de Santa rosa de Viterbo.

Rosa solicita vestir el hábito de las Damianitas y se la niegan

A Rosa le pareció que ya convenía tomar otro modo de vida más apropiado a su sexo y vocación. Al haber observado notoria mejoría en el estado espiritual de la ciudad de Viterbo, con menos herejes y cismáticos, pues tampoco el encierro en su casa cumplía los objetivos, dado que, sus paisanos la obligaban a dejar el retiro así que, determinó pedir el hábito de las Damianitas en el Convento de Santa María de las Rosas, donde su petición fue denegada por segunda vez; ya no con la excusa de su minoría de edad, sino por falta de vacancia. Conoció en pero, que la causa de no ser admitida era otra y respondió: “No me admitís viva, pero tiempo vendrá en que me admitiréis muerta”, lo cual se cumplió tal y conforme lo había anunciado. Resolvió entonces no predicar más y vivir en soledad, sepultando el silencia las voces de su fama.

Su muerte

Rosa, envuelta en su amada soledad se prepara para morir. avisada y revelada por luz del Cielo, días antes, previno a sus padres con gran discreción, consolándolos. Su acentuada debilidad, producto de sus fervorosas penitencias, dio lugar a su fallecimiento el 06 de Marzo de 1252, antes que cumpliera sus 18 años. Su cadáver quedó hermosísimo como si sólo durmiese. Su confesor, que la había asistido con la Santa Unción, estimó prudente dar secreta sepultura en el Templo de Santa María del Podio, su parroquia. La numerosa feligresía procedente de todos los estados concurría acongojada y muy afligida por su sentida muerte.

Nota: El presente documento es una transcripción del original suscrito por Don Hugo Mosquera Díaz (Sec. Adm. Sec.), quien lo presentó con motivo del 102 Aniversario del plantel el año de 1988. A él nuestro agradecimiento y reconocimiento a su encomiable labor.


05 marzo, 2013

San Adrián de Cesarea


Oh, San Adrián de Cesarea, vos,
sois el hijo Dios de la vida, y
su amado santo y, como tal, a
vuestros captores, vuestra fe,
en Cristo confesasteis. Y, por
ello, os azotaron, desgarraron
vuestro cuerpo y arrojados a las
fieras conjuntamente, con Eusebio,
amigo vuestro. Y, más tarde, a
espada os mataron, porque las
fieras no pudieron. Sí, mataron
vuestro cuerpo, pero jamás nunca
vuestra alma, que, premio justo
recibió por vuestra fidelidad y
amor, coronándoos, con corona de
luz, como premio a vuestra entrega;
Oh, San Adrián de Cesarea, “mártir”.


© 2013 by Luis Ernesto Chacón Delgado
___________________________________
5 de marzo
San Adriano (Adrián) de Cesarea
Mártir



Martirologio Romano: En Cesarea de Palestina, san Adriano, mártir, que en la persecución bajo el emperador Diocleciano, en el día en que solían celebrarse los festejos de la Fortuna de los Cesarienses, por mandato del procurador y por su fe de Cristo fue arrojado ante un león y después degollado a espada (309).


Etimológicamente: Adriano = Adrián = Aquel que viene del mar, es de origen latino. En el sexto año de la persecución de Diocleciano, siendo Firmiliano gobernador de Palestina, Adrián y Eubulo (o Eusebio) fueron de Batenea a Cesarea para visitar a los confesores de la fe.

Cuando los guardias de la ciudad les interrogaron sobre el motivo de su viaje, los mártires respondieron sin rodeos que habían ido a visitar a los cristianos.

Inmediatamente fueron conducidos ante el gobernador, quien los mandó azotar y desgarrar las carnes con los garfios de hierro, para ser arrojados después a las fieras.

Dos días más tarde, durante las fiestas de la diosa Fortuna, Adrián fue decapitado, después de haber sido atacado por un león.

Eubolo corrió la misma suerte, uno o dos días después. El juez le había prometido la libertad a este último, con tal de que sacrificara a los ídolos, pero el santo prefirió la muerte.


Autor: Fuente: Oremosjuntos.com

04 marzo, 2013

San Casimiro de Polonia




Oh, San Casimiro de Polonia; vos, sois,
el hijo del Dios de la vida, y su amado
santo, que, honra disteis, desde vuestra
corta vida, a Aquél que todo lo ve y juzga,
adorándolo, y rindiéndoos a los pies de
Nuestra Señora, a quien, amasteis y amas,
más allá de vuestra terrena desaparición.
Hijo de rey como erais, nunca os ufanasteis
como tal, y, vuestra mano amiga, a los
desposeídos y pobres, extendisteis, pues,
eran vuestros favoritos, al igual que los
foráneos de aquél tiempo. Os gustaban
los sangrantes cristos, y ante ellos, largo
tiempo os quedabais meditando. Humilde
y afable, fuisteis hasta el día último, de
vuestra santa vida, en que, Dios, os premió
por la eternidad, coronándoos de luz.
Desde entonces, brillando como lumbrera,
crisol y manante de paz y luz estáis. “Cada
día alma mía, di a María su alabanza. En
sus fiestas la honrarás y su culto extenderás”.
Un vivo canto, y vivo rezo, de vuestro
corazón surgido, para Vos, María, Madre
de Dios y Señora Nuestra, por siempre jamás;
Oh, San Casimiro de Polonia, “fe, luz y amor”.


© 2013 by Luis Ernesto Chacón Delgado
________________________________
4 de Marzo
San Casimiro de Polonia
(año 1484)


En su idioma, el polaco, Casimiro significa: “el que impone la paz”. (Kas = imponer, Mir = paz. Casimiro nació en 1458 en Cracovia. Era el tercero de los trece hijos de Casimiro, rey de Polonia. Muchos santos han salido de familias muy numerosas, y de esta clase de familias llegan a la Iglesia Católica excelentes vocaciones.

Su madre Isabel, hija del emperador de Austria, era una fervorosa católica y se esmeró con toda el alma porque sus hijos fueran también entusiastas practicantes de la religión. Ella en una carta a una amiga hace una formidable lista de las cualidades que debe tener una buena madre, y seguramente que esas cualidades fueron las que practicó con sus propios hijos.

Y además de la educación que le dieron sus padres, Casimiro tuvo la gran suerte de que el rey le consiguió dos maestros que eran buenísimos educadores. El Padre Juan y el profesor Calímaco. El Padre Juan era Polaco y dejó fama de ser muy sabio y muy santo, pero su mayor honor le viene de haber sido el que encaminó a San Casimiro hacia una altísima santidad. El Profesor Calímaco era un gran sabio que había sido secretario del Papa Pío II, y después estuvo 30 años en la corte del rey de Polonia ayudándole en la instrucción de los jóvenes. Calímaco dijo: “Casimiro es un adolescente santo”, y el Padre Juan escribió también: “Casimiro es un joven excepcional en cuanto a virtud”.

Claro está que no basta con recibir una buena educación de parte de los papás y tener buenos profesores, sino que es necesario que el joven ponga de su parte todo el empeño posible por ser bueno. Pues de los otros doce hermanos de Casimiro, que tuvieron los mismos profesores, ninguno llegó a la santidad, y algunos hasta dieron malos ejemplos. En cambio nuestro santo llegó a unas alturas de virtud que admiraron a los que lo conocieron y lo trataron.

Dicen los biógrafos de San Casimiro que su más grande anhelo y su más fuerte deseo era siempre agradar a Dios. Para eso trataba de dominar su cuerpo, antes de que las pasiones sensuales mancharan su alma. Siendo hijo del rey, sin embargo vestía muy sencillamente, sin ningún lujo. Se mortificaba en el comer, en el beber, en el mirar y en el dormir. Muchas veces dormía sobre el puro suelo y se esforzaba por no tomar licor. Y esto en un palacio real donde las gentes eran bastante inclinadas a una vida fácil y de muchas comodidades y comilonas.


Para Casimiro el centro de su devoción era la Pasión y Muerte de Jesucristo. En aquellos tiempos los maestros espirituales insistían frecuentemente en que para ser fervoroso y crecer en el amor a Dios aprovecha muchísimo el meditar en la Pasión de Jesucristo. Nuestro santo pasaba mucho tiempo meditando en la Agonía de Jesús en el Huerto y en los azotes que padeció, como también en la coronación de espinas y las bofetadas que le dieron a Nuestro Señor. Ratos y ratos se estaba pensando en la subida de Jesús al Calvario y en las cinco heridas del crucificado, y meditando en el amor que llevó a Jesús a sacrificarse por nosotros. Le gustaban los cristos muy sangrantes, y ante un crucifijo se quedaba tiempos y tiempos meditando, suplicando y dando gracias.

Otra gran devoción de Casimiro era la de Jesús Sacramentado. Como durante el día estaba sumamente ocupado ayudando a su padre a gobernar el Reino de Polonia y de Lituania, aprovechaba el descanso y el silencio de las noches para ir a los templos y pasar horas y horas adorando a Jesús en la Santa Hostia.

Sus preferidos eran los pobres. La gente se admiraba de que siendo hijo de un rey, nunca ni en sus palabras ni en su trato se mostraba orgulloso o despreciador con ninguno, ni siquiera con los más miserables y antipáticos. Un biógrafo (enviado por el Papa León X a recoger datos acerca de él) afirma que la caridad de Casimiro era casi increíble, un verdadero don del Espíritu Santo. Que el amor tan grande que le tenía a Dios, lo llevaba a amar inmensamente al prójimo, y que nada le era tan agradable y apetecible como la entrega de todos sus bienes en favor de los más necesitados, y no sólo de sus bienes materiales, sino de su tiempo, sus energías, de su influencia respecto a su padre y de su inteligencia. Que prefería siempre a los más afligidos, a los más pobres, a los extranjeros que no tenían a nadie que los socorriera, y a los enfermos. Que defendía a los miserables y por eso el pueblo lo llamaba “el defensor de los pobres”.

Su padre quiso casarlo con la hija del Emperador Federico, pero Casimiro dijo que le había prometido a la Virgen Santísima conservarse en perpetua castidad. Y renunció a tan honroso matrimonio.

Los secretarios y otras personas que vivieron con Casimiro durante varios años estuvieron todos de acuerdo en afirmar que lo más probable es que este santo joven no cometió ni un solo pecado grave en toda su vida. Y esto es tanto más admirable en cuanto que vivía en un ambiente de palacio de gobierno donde generalmente hay mucha relajación de costumbres. La gente se admiraba al ver que un joven de veinte años observaba una conducta tan equilibrada y seria como si ya tuviera sesenta.

A su padre el rey le advertía con todo respeto pero con mucha valentía, las fallas que encontraba en el gobierno, especialmente cuando se cometían injusticias contra los pobres. Y el papa atendía con rapidez a sus peticiones y trataba de poner remedio.

Casimiro llegó lo mismo que San Luis Gonzaga, San Gabriel de la Dolorosa, San Estanislao de Koska, San Juan Berchmans, y Santa Teresita de Jesús, a una gran santidad, en muy pocos años.

Se enfermó de tuberculosis, y el 4 de marzo de 1484, a la corta edad de 26 años, murió santamente dejando en todos los más edificantes recuerdos de bondad y de pureza. Lo sepultaron en Vilma, capital de Lituania.

A los 120 años de enterrado abrieron su sepulcro y encontraron su cuerpo incorrupto, como si estuviera recién enterrado. Ni siquiera sus vestidos se habían dañado, y eso que el sitio donde lo habían sepultado era muy húmedo.

Sobre su pecho encontraron una poesía a la Sma. Virgen, que él había recitado frecuentemente y que mandó que la colocaran sobre su cadáver cuando lo fueran a enterrar. Esa poesía que él había propagado mucho empieza así:

"Cada día alma mía, di a María su alabanza. En sus fiestas la honrarás y su culto extenderás, etc., etc."

Hasta después de muerto quería que en su sepulcro se honrara a la Virgen María a quien le tuvo inmensa devoción durante toda su vida.

San Casimiro trabajó incansablemente por extender la religión católica en Polonia y Lituania, y estas dos naciones han conservado admirablemente su fe católica, y aún en este tiempo cuando las gentes ven que está en peligro su religión, invocan al santo joven que fue tan entusiasta por nuestra religión. Y él demuestra con verdaderos prodigios lo mucho que intercede ante Dios en favor de los que lo invocan con fe.

(http://www.ewtn.com/spanish/Saints/Casimiro_de_Polonia.htm)